Mónica Pelliza
Es posible catalogar algunas generaciones a partir de rasgos generales. Esto permite captar un orden en los diferentes fenómenos durante un período de espacio y tiempo, bajo ciertas coordenadas históricas de producción y de consumo. Propongo un brevísimo recorrido de dos generaciones.
Si pensamos en el avance tecnológico, centrado en la omnipresencia de la pantalla, actualmente se trataría de una juventud cada vez más globalizada como efecto de la tecnología misma, con una subjetividad organizada por la inmediatez, la rapidez, el congelamiento y la eternización del presente, por lo ilimitado y desbordado…
Pero, ¿Cuál es la diferencia entre el narcisismo contemporáneo y el de los jóvenes de antaño?
Después de la segunda guerra mundial existió un boom en la tasa de nacimientos y a esta generación nacida entre 1946 y 1964, se los denominó “baby boomers”. Es ya considerada un grupo humano caracterizado por el dominio del yo- colocado en la posición de S1- en la cual la identificación se extiende desde “soy hijo de tal”, hasta “soy profesor, soy suboficial, soy empleada de correos”, para tomar algunos ejemplos de Miller en “Los usos del lapso”.
Esta generación ha vivido la muerte de los Kennedy, conflictos raciales, la llegada a la luna, los Beatles, la guerra de Vietnam, protestas contra la guerra, la experimentación social, libertad sexual, movimiento por los derechos civiles, movimiento ecologista, movimiento feminista, protestas y disturbios, la experimentación con diversas sustancias tóxicas recreativas. Posteriormente encontramos el embargo de petróleo que causó gran inflación y escasez de gasolina.
Se plantea que los valores predominantes incluyen la libertad, la experimentación, la sensibilidad social, pero también desconfianza en los gobiernos. Es una generación responsable, que apuesta por un trabajo, en general estable, en torno al cual organiza su grupo familiar, su economía y su vida. Se podría pensar que vivieron para trabajar.
¿Se trataría de la constitución de un yo mediado por el falo, la castración y la creencia en la existencia del Otro, el lenguaje? Miller plantea en “Donc”: La mediación significa que es a través del otro que puedo alcanzar lo que soy…”
En mayo del 2013, The Time Magazine editó un artículo llamado “Millennials: La generación yo yo yo” de Joel Stein. En la tapa de la revista aparece una muchacha recostada sacando un Selfie con un celular. Se trata de jóvenes de esta época: egoístas, tecno, narcisistas y radicalmente independientes.
Según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos hay tres veces más casos de trastorno narcisista de la personalidad en pacientes que transitan la veintena que entre quienes tienen los 65 años.
Esta generación fue nominada como Y en 1993 por la revista Ad Age, para describir a los adolescentes nacidos entre 1985 y 1994.
Tardan un poco más que la generación precedente en establecer una familia que puede tener distintas formas, los hijos no son una prioridad. Se trata de un grupo emprendedor, creativo que trata de desarrollar y ejecutar sus ideas. Viven “conectados”, “online” y no conciben un mundo sin internet y tecnología. Son la generación del teléfono inteligente. Son multifacéticos, es difícil captar su atención, giran en torno a un propósito o varios. Son sensibles al medio ambiente y a las problemáticas sociales. Hacen lo que les gusta y el trabajo está supeditado al placer y a los propósitos.
Se destaca la relación de estos jóvenes con la tecnología: desde el nacimiento están inmersos en la era del internet, verdaderos súbditos del Imperio de las Imágenes. Podemos pensar que “nacen con el chip incorporado”. Aman a todos los “i”, i phone, iPad, iPod, espejos, cámaras de fotos”. Esta relación con la tecnología, inmediata, variada y potente contribuye a la glorificación del yo.
Lo social ha logrado un nuevo nombre: Redes sociales, que subrayan la preponderancia del lazo social virtual. No se trata de un contacto “cuerpo a cuerpo”, sino que está mediado por la imagen. El consumo, verdadero rasgo de la época, que en realidad nace una generación anterior, funciona “boca a boca”. Actualmente hay una caída de las marcas. No sé si los jóvenes hoy día buscan productos Nike, por el nombre de marca, o son los atributos del objeto los que definen el consumo. En muchos casos estos jóvenes disponen las reglas de los nuevos modos de producción; las otras generaciones los siguen.
¿De qué narcisismo se trata?
Existe un significante, el S1 puro dirá Lacan en el “Seminario 17”, que es el Yo. Encierra un sentido absoluto y es ubicado en el lugar de la verdad en el discurso universitario. Es interesante subrayar este carácter absoluto de este S1, del Yo amo: “El Yo idéntico a sí mismo, eso es precisamente lo que constituye el S1 del imperativo puro.” “Soy lo que soy”, arroja un sentido absoluto en el lugar de la verdad y sostiene lo que Lacan designa como Yocracia, identidad consigo mismo. Estamos en el reino del yo ideal, con una preponderancia de la imagen sobre lo simbólico, donde el goce de la imagen, con un resto de libido que no cede, desemboca en un goce narcisista caprichoso y terco. Se despliega una locura fálica del yo que arroja al sujeto a un narcisismo desmedido, que no acepta pérdidas.
Es pura captura del yo ideal en un delirio imaginario. En “Donc” Miller comenta que en la locura se trataría de una creencia que consiste en creer en una identidad de sí sin pasar por el Otro; en la locura se trataría de la inmediatez. En este delirio de identidad se aloja un goce yoico.
Esta reflexión a partir de Lacan y Miller, ¿permite pensar que el yo contemporáneo se constituye a partir de lo inmediato -la imagen- sin pasar por la mediación del otro? El desborde y la exacerbación del yo ideal determinan un narcisismo excesivo.