Hay nuevas formas de manifestación del sufrimiento humano y estas escapan de las clasificaciones habituales. El título del VII ENAPOL fue elegido en función de los temas que vienen siendo desarrollados en el Campo Freudiano en los últimos años. Es el Imaginario que se presenta como foco principal de nuestro abordaje, pero el Imaginario a partir de los nuevos tiempos.
Si en el fin del siglo pasado se verificaron grandes cambios en las formas de presentación de la psicosis, con el advenimiento de la expresión “psicosis ordinaria”, acuñada por Jacques-Alain Miller, se hizo evidente que la clínica de las neurosis sufrió alteraciones. La última enseñanza de Lacan nos orienta hacia una nueva clínica. Sin duda la clínica estructural no puede ser despreciada, al contrario, sigue siendo una brújula para nuestra práctica y las consecuentes elaboraciones teóricas.
En ese contexto ya no se trata de que la imagen, bella y única, sea la que reina y localiza en su cárcel sutil lo innombrable del goce y lo real. Es el velo de Maya como tal, es el imperio de las imágenes que se proyecta sobre el muro del lenguaje. Imágenes múltiples, fragmentadas, omnipresentes, desproporcionadas, intrusivas, que sin mediación impactan, fascinan, traumatizan, afectan subjetividades y cuerpos, a veces convirtiéndose en referencias; paradojas de la época.
La medicina pasó a valorar más la imagen que la palabra en lo que se refiere al diagnóstico y tratamiento. La anamnesis y la hipótesis diagnóstica fundadas en la historia sobre el síntoma, contada por el sujeto, se volvieron obsoletas.
Los exámenes actuales pueden captar imágenes del organismo que amplía las posibilidades de diagnósticos más precisos. Sin embargo, el imperativo de que la imagen diga la verdad sobre el cuerpo del sujeto llevó a la medicina a conclusiones sobre lo real de un cuerpo que no condicen con lo real del psicoanálisis.
Las conclusiones precipitadas que las falsas ciencias pretenden imprimir como verdades irrefutables no son compartidas por la ciencia. El poder del capitalismo se hace evidente al hacer de la posibilidad ampliada del abordaje clínico un objeto de consumo.
Las llamadas “verdades científicas” sobre el autismo y otros trastornos psiquiátricos de la infancia son el blanco mayor de las tecno-ciencias. Ante la falta del recurso Simbólico, la imagen lidera.
En Freud encontramos consideraciones que caminaban en paralelo a los descubrimientos neurológicos. Fue él quien señaló algo más allá del funcionamiento del organismo que permanece insondable.
Las consecuencias de la capacidad tecnológica de construir aparatos capaces de mostrar mediante imágenes lo que queda oculto a la mirada, potenció que los avances científicos se introdujeran en la vida cotidiana de tal modo que los medios virtuales prometen que toda actividad humana podría ser captada en imágenes. Las consecuencias sociales de tal horizonte pueden ser tan interesantes como temibles.
El acceso fácil y rápido a lo que pasa en el mundo y las propuestas de solución para el malestar proliferan. La repercusión puede ser percibida en las artes, en la música, en la música, en los medios de comunicación, en la educación, en el campo jurídico, en la política y en las relaciones interpersonales.
El psicoanálisis surgió en una sociedad marcada por la prohibición al final del siglo XIX, que atravesó un siglo rumbo a una mayor permisividad y satisfacción: la mujer adquirió derechos a escala social que no podían ser pensados antes; el proletariado alcanzó lugares no imaginados; la infancia y la adolescencia ocuparon lugares importantes en el mundo y pasaron a determinar modas y conductas.
El auge del permiso a la satisfacción ocurrió hacia fines de los años ’60 cuando se podía leer en las paredes de las ciudades la frase “Prohibido prohibir”. A partir de entonces, más allá del permiso, el imperativo de la satisfacción. ¿Cómo se articulan o se desarticulan ese imperativo y las imágenes?
Las imágenes proliferan como pequeños ideales en cada rincón y llegan a los consultorios. Demuestran que en el siglo XXI se trata de arreglarnos con un montón de piezas sueltas.
Si efectivamente asistimos a que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, como lo anticipaba la famosa frase de Marx, ¿eso implica que es el imperio de las imágenes el que toma el relevo del orden simbólico?
El imperio de las imágenes parece venir al lugar de las referencias que se tambalean en la actualidad. Examinar su desorden, su fugacidad, su desarticulación, y establecer cómo eso incide en la vida de las personas, en las constelaciones familiares, en el ordenamiento social, en el trabajo, en las referencias culturales, en los lazos amorosos y sexuales, en las “identidades” sexuales, en las parentalidades, y ubicar las consecuencias que finalmente registramos en la clínica es una exigencia para el Psicoanálisis.
Esa es una de las perspectivas que debemos investigar. Pero también, si tenemos en cuenta, como lo ha puntualizado Miller, que al final de su enseñanza Lacan invierte su perspectiva inicial y le otorga al registro de lo Imaginario un lugar de pleno derecho junto a lo Simbólico y a lo Real, tendremos también la oportunidad de indagar en qué la consistencia propia de lo imaginario no es algo que pueda eludirse en la singularidad de cada caso y en qué medida esa es también una cuestión crucial a tener presente en lo que respecta a la diferencia sexuada.
En este ENAPOL podremos tratar de elucidar, a partir de la experiencia de los practicantes, cómo se verifica la incidencia de las imágenes y cómo se introducen y hacen cortocircuito en el campo de la palabra y del lenguaje.
No se trata de rendirnos al “Imperio de las imágenes” sino de tenerlo en cuenta como síntoma. Más allá de la ilusión de la transparencia absoluta, hay un misterio que surge del choque de la palabra y el cuerpo, un misterio que el psicoanálisis puede abordar.
Lo que emerge de las imágenes que proliferan es lo real del lazo social, es decir, la inexistencia de la relación sexual.
Nuestra propuesta es que avancemos con lo que hay de vivo en el psicoanálisis en el siglo XXI.
Traducción del portugués: Oscar Reymundo
Directorio Ejecutivo del VII ENAPOL