Una exquisita película japonesa nos invita a desplazar nuestros «Asuntos de familia» hacia el oriente. Resuena con un dicho popular «De tal palo tal astilla». ¿Cuál es la naturaleza de esa relación entre el palo y la astilla? ¿Cuál es su estofa?
La primera escena muestra a un matrimonio y a su pequeño hijo de 6 años en una entrevista evaluatoria, inquietos, en tanto está por decidirse el ingreso del niño a una prestigiosa escuela. El autor resalta con su estética la «Imagen» de una familia impecable, copia de una fotografía que ellos mismos han enviado. Ante la pregunta del director sobre las cualidades y defectos del pequeño Keita, Ryota, como padre tradicional, toma la palabra reduciéndolo a lo mismo: «El niño heredó de su madre un carácter tranquilo y generoso. En detrimento de él mismo no le gusta perder». Me recuerda los dichos del psicoanalista German García: «Un padre conservador que no tenía nada que conservar».[1]
Por su parte, el niño lo sorprende deslizando fantasías/mentiras de actividades que realiza con su padre. Ambos progenitores sostienen ese secreto creando un clima intimista, que al mismo tiempo que trasmite otra existencia a esa familia, invita al público a acompañar esa trama.[2]
Inesperadamente, la confesión de otro secreto enredará a dos familias. Una enfermera intercambió al nacer al pequeño Keita con otro niño que nació ese mismo día. Su confesión se inscribe en un cambio subjetivo en relación a su deseo como madre, viejas envidias que ahora demandan castigo.
Pero es el cambio en la subjetividad del exitoso arquitecto Ryota el verdadero protagonista de esta historia. Una difícil encrucijada se le presenta: recuperar a su hijo biológico o seguir criando a Keita. Paso a paso la película irá revelando el origen de su división, los derroteros de su neurosis y la complementación de la ciencia, el derecho y el mercado. Dirá un compañero de trabajo: «¿Tu sangre?, esa es una idea antigua».
Por otro lado, la primera reacción del otro padre ante la propuesta de intercambio de niños será: «No se trata de mascotas»; «Yo tampoco intercambiaría mascotas», remata indignada la madre.
Puesta preciosa, sencilla y elegante de eso que hace familia para cada uno, mas allá de las estructuras elementales de parentesco nuevas o antiguas, sean de oriente u occidente. Sutilmente, interroga el embrollo que se arma en torno a un niño, la función y ficción que gira y, en este caso, hasta puede intercambiarse cual objeto. Es luego que la castración juega su partida, escribiendo algo de la relación madre-hijo que este padre sale de las vueltas de su anonimia.
NOTAS
- García, G. (2017), Somos memoria, Canal Encuentro. Extraído 15 de marzo de 2017 https://www.youtube.com/watch?v=lrS-yT0333Y&feature=youtu.be
- Miller, J.-A. (1993), Cosas de familia en el inconsciente, Mediodicho 32, Córdoba: EOL-Córdoba. «La familia está unida esencialmente por un secreto, está unida por un no dicho (…). Es un deseo no dicho, es siempre un secreto sobre el goce: de qué gozan el padre y la madre».