#Asuntos Epistolares

#Asuntos Epistolares2021-09-08T18:16:20+00:00

Novedades necrológicas, pasiones prohibidas, consejos, secretos escandalosos, últimas voluntades, nacimientos, herencias…

Desde hace ya muchos años, el papel y la tinta –o algunas de sus versiones modernas– han sido un escenario formidable para desplegar asuntos familiares.

Cartas que podrían helar la sangre, cambiar el curso de una vida, llenar de felicidad al destinatario o entristecerlo irreparablemente.

Porque en esas escrituras se palpitan asuntos de familia es que le damos la bienvenida a la nueva sección, #AsuntosEpistolares.

¿Has leído alguna carta publicada que en su relato cuente algún asunto de familia?

Si querés participar de #AsuntosEpistolares, envianos tu hallazgo a: asuntosdefamilia2017@gmail.com

Es indispensable consignar las referencias completas de donde fue extraída la carta y tu nombre completo.

Las contribuciones serán publicadas en la fanpage y en la web de VIII Enapol con los datos de referencia de quién la envió.

Se seleccionarán algunas de las contribuciones para ser leídas en el ENAPOL.

¡Quedan todos invitados!

#Asuntos Epistolares

#AsuntosEpistolares 30 – Marisa Chamizo2021-09-08T19:09:25+00:00

«[…] Llevas borracha tres días, me dices,
cuando sabes muy bien que la bebida es como un veneno para nuestra familia.
¿No somos tu madre y yo ejemplo
suficiente?
¿Dos personas que se amaban vapuleándose sin parar,
arruinando el amor que sentían el uno por el otro,
copa vacía tras copa vacía,
maldiciones y golpes e infidelidades?

[…] Tienes que rectificar. Te lo exijo.
Bueno, te lo digo. Ya sé, nuestra familia
no está hecha para acopiar
sino para dilapidar. Pero haz que cambie esto.
Debes hacerlo, simplemente. ¡Eso es todo!
Hija, no puedes beber.
La bebida te matará. Como acabó con tu madre,
y conmigo […]».

Poema/Carta que Raymond Carver le escribió a su hija Christine cuando ella tenía cerca de 20 años.

Carver, R. y Adelman, B., Carver Country, Anagrama, Barcelona, 2013.

#AsuntosEpistolares 29 – Laura Ambrosino2021-09-08T19:08:25+00:00

Buenos Aires, 12 de mayo de 1947

Estimada Doña Leonor:

Me he enterado de la triste noticia por la revista Nuestra vecindad y después de muchas dudas me atrevo a mandarle mi más sentido pésame por la muerte de su hijo.
Yo soy Nélida Fernández de Massa, me decían Nené, ¿se acuerda de mí? Ya hace bastantes años que vivo en Buenos Aires, poco tiempo después de casarme nos vinimos para acá con mi marido, pero esta noticia tan mala me hizo decidirme a escribirle algunas líneas, a pesar de que ya antes de mi casamiento usted y su hija Celina me habían quitado el saludo. Pese a todo él siempre me siguió saludando, pobrecito Juan Carlos ¡que en paz descanse! La última vez que lo vi fue hace como nueve meses.
Yo, señora, no sé si usted todavía me tendrá rencor, yo de todos modos les deseo que Nuestro Señor la ayude, debe ser muy difícil resignarse a una pérdida así, la de un hijo ya hombre.
Pese a los cuatrocientos setenta y cinco kilómetros que separan Buenos Aires de Coronel Vallejos, en este momento estoy a su lado. Aunque no me quiera déjeme rezar junto a Usted.
Nélida Fernández de Massa

Puig, Manuel, Boquitas Pintadas. Boquitas pintadas de rojo carmesí. Primera Entrega, Bs. As.: Booket, 2012.

#AsuntosEpistolares 28 – Luciana Ernanny Legey2021-09-08T19:07:07+00:00

Querido Robert,
Frecuentemente me quedo despierta imaginando que tú también estás despierto. ¿Sientes dolor o te sientes solo? Tú me sacaste del período más oscuro de mi joven vida, compartiendo conmigo el sagrado misterio de lo que es ser un artista. Yo aprendí a ver a través de ti y nunca compuse una línea o dibujé una curva que no haya venido del conocimiento derivado del precioso tiempo que pasamos juntos. Tu trabajo, que ha venido de una fuente fluida, puede ser rastrado hasta la canción nuda de su juventud. Me hablaste de sujetarse en las manos de Dios. Acuérdate, en todo, siempre sujetaste aquella mano, sujétala firme, Robert, y no la sueltes jamás.
La otra tarde, cuando te dormiste en mi hombro, yo adormecí también. Pero antes de eso, se me ocurrió contemplar todas tus cosas y tu trabajo, y, pasando por años de trabajo, en mi mente, de todo tu trabajo, eres todavía tu trabajo más bonito. La obra más bella de todas.

Patti Smith, 1989

Carta escrita por Patti Smith a Robert Mapplethorpe pocos días antes de la muerte del fotógrafo.

#AsuntosEpistolares 27 – Ludmila Malischevski2021-09-08T19:06:05+00:00

Querida Alia:
No escribiré sobre el amor, sólo hablaré del tiempo. Hoy en Berlín hace buen día. El cielo está azul y el sol brilla por encima de los edificios…
La vida nos pone pruebas, intercambia a las personas como se combinan las prendas y se ríe cuando sentimos atracción por los que no nos aman…
¡Bebéd, amigos, bebéd, grandes e insignificantes, del amargo cáliz del amor! Entrada abierta, hasta agotar el aforo. Y es fácil ser cruel, basta con no amar. El amor tampoco habla idiomas, ni entiende arameo, ni ruso. El amor se clava en tus muñecas.
El ciervo utiliza sus cuernos al luchar, el canto del ruiseñor no canta en vano, pero nuestros libros no nos sirven de nada. La herida es incurable.
Sólo nos quedan las paredes amarillas de los edificios iluminados por el sol; nuestros libros y toda la cultura de la humanidad, la que hemos construido de camino hacia el amor.
Y la obligación de ser ligeros.
¿Pero y si duele mucho?
Tradúcelo a escala cósmica, aprieta el corazón con los dientes, escribe un libro.
¿Pero dónde estará la que me ama?
Sueño con ella, la tomo de las manos, la llamo con el nombre de Liusia, el capitán de ojos azules de mi vida, caigo desmayado a sus pies y abandono el sueño.
¡Oh, la separación, el cuerpo que se quebranta, la sangre que se derrama!

Fragmento de una carta de Víktor Shklovski a Alia
Shklovski, Víktor, Zoo o cartas de no amor, Ático de los libros, Barcelona, 2010.

#AsuntosEpistolares 26 – María del Pedro2021-09-08T19:05:03+00:00

Carta de George Sand
Venecia, 15 de abril de 1834

[…] No creas, no creas, Alfred, que pueda ser feliz con la idea de haber perdido tu corazón. Que haya sido tu amante, o tu madre, poco importa; que te haya inspirado amor o amistad, que haya sido dichosa o desgraciada contigo, todo eso no cambia en nada mi actual estado de ánimo. Sé que te amo, y eso es todo…

[…] ¡Ay, no! No fue culpa nuestra; seguimos nuestro destino, y nuestros caracteres, más ásperos, más violentos que los caracteres de las demás personas, nos impidieron aceptar la vida de los amantes comunes. Pero hemos nacido para conocernos y para amarnos, no te quepa duda. Sin tu juventud y tus lágrimas, que me hicieron ceder una mañana, habríamos continuado siendo hermanos.

Sabíamos que no era conveniente, nos pronosticamos los males que nos ocurrirían. Y bien, ¿qué importa, después de todo? Pasamos por un ingrato sendero, pero al fin alcanzamos esa altura en donde debíamos descansar juntos. Hemos sido amantes, nos hemos conocido hasta el fondo del alma, tanto mejor. ¡Oh, peor para nosotros si nos hubiéramos separado en un día de rabia, sin comprendernos, sin explicarnos! En ese caso, un pensamiento odioso habría envenenado nuestra vida entera y no habríamos creído nunca en nada; pero ¿hubiéramos podido separarnos así? ¿No lo habíamos intentado en vano muchas veces? Nuestros corazones, encendidos de orgullo y de resentimiento, ¿no se quebraban, acaso, de dolor y de remordimiento cada vez que nos encontrábamos solos? No, eso no podía ser. Debíamos, al renunciar a un vínculo que se había tornado imposible, permanecer unidos para la eternidad. Tienes razón, nuestro abrazo era incestuoso, pero no lo sabíamos; inocentemente, y sinceramente, nos echábamos uno contra el pecho del otro. Y bien, de todas esas uniones, ¿conservamos un solo recuerdo que no sea casto y santo? Me has reprochado, en un día de fiebre y de delirio, no haber sabido nunca darte los placeres del amor. Lloré por ello entonces, y ahora estoy satisfecha de que haya algo de verdad en ese reproche, estoy satisfecha de que esos placeres hayan sido más austeros, más velados que los que tú encontrarás en otras partes. Al menos no te acordarás de mi cuando estés en los brazos de otras mujeres. Pero cuando estés solo, cuando necesites rezar y llorar, y pensarás en tu George, en tu verdadero camarada, en tu enfermera, en tu amigo, en algo mejor que todo eso; porque el sentimiento que nos une está formado de tantas cosas, que no puede compararse con ninguno. El mundo no lo comprenderá jamás. Tanto mejor, nos amaremos y nos burlaremos de él. […]

Web site El Mostrador. e-pístolas. Cartas históricas.

#AsuntosEpistolares 25 – Evelina San Martín2021-09-08T19:03:41+00:00

21 de Julio de 1955

Despertar. Murmullo de pájaros. La ventana transmite una luminosidad tensa. Los pájaros continúan. Los siento enjaulados, por lo que me resulta desagradable su canto.

Conversaciones con mi madre. Hallo buena voluntad. Le muestro las reproducciones de Gauguin y Van Gogh. Le gustan. Sonríe ante los pechos descubiertos de las tahitianas. Acepta al arte y a los artistas, pero siempre que se den en otro planeta. Es decir, que no admite la posibilidad de mi realización literaria. ¡No! Son caprichos, vuelcos juveniles que ya se pasarán cuando la experiencia nos traiga la expresión serena. Observa ingenuamente que yo tendría que pensar más profundamente (¡Madre! ¡Diste justo!). Le explico que aún no es posible. No acepta mis explicaciones. «No hay médico capaz de ayudarte, si no comienzas tú primero». (¡Madre! ¡Imposible!).

¿Cómo podría vivir sin este cuadernillo? ¡Imposible imaginarlo!

La fotografía de Proust envuelto en un aterrador sudario. Cuando la vi por vez primera, pensé que llevaba un atuendo a lo oriental y que la imagen era un característico recuerdo de algún viaje por, supongamos, Biskra. Una vez rectificado mi error, sentí náuseas. Odio las fotografías de los muertos. (¡La de Claudel es terrible!) Claudel… recuerdo que no soporté su lectura. Exceso de universalidad. Pesadez.

Un día A. Cuadrado me dijo que cada vez que muere un poeta, lee o relee toda su obra. Espléndido homenaje. El día que muera Arturo prometo leer su Soledad imposible. Tan infantil e inmadura ¡Arturo! Así como lo veo, con su hermoso pelo revuelto y las viciosas arrugas enrojecidas, ¡que fue compañero de armas de André Malraux, amigo de Federico, de Unamuno, de Neruda y de mil seres maravillosos! ¡Arturo, con la pluma de colegio y el vaso de vino tosco a su lado, escribiendo cartas de amor con letras lentas y ordenadas! Arturo tocando mis ojos y diciendo: ¡Alejandra! ¡Te arrancaré un ojo y prenderé en el hueco un poema!

Diarios Alejandra Pizarnik, Edición a cargo de Ana Becciu, Lumen, Bs. As., 2016.

#AsuntosEpistolares 24 – Daniela Teggi2021-09-08T19:02:43+00:00

La Paix, Rodgers’ Forge
8 de agosto de 1933
Towson, Maryland
Tesoro:
Me importa muchísimo que cumplas con tus obligaciones. ¿Querrás enviarme un poco más de documentación sobre tus clases de francés? Me alegra que estés feliz, aunque nunca he creído demasiado en la felicidad. Tampoco he creído nunca en la tristeza. Son cosas que ves sobre un escenario o en la pantalla o en las páginas impresas; nunca te ocurren realmente en la vida.
En la vida, sólo creo en las recompensas por la virtud (según el talento que uno tenga) y en los castigos por no cumplir con tus obligaciones, que sin duda se pagan caros. Si tienen el libro en la biblioteca del campamento, ¿le pedirás a la señora Tyson que te deje echar un vistazo a un soneto de Shakespeare donde se lee el verso «El lirio que se pudre huele peor que la maleza»?
Hoy no he tenido ningún pensamiento, es como si la vida consistiera solamente en armar cuentos para el Saturday Evening Post. Pienso en ti, y siempre de buen grado, pero si vuelves a llamarme «Papaíto», sacaré a pasear el gato Blanco y le daré una zurra en el trasero, fuerte, seis veces por cada vez que seas impertinente.
¿Te hará reaccionar?
Yo me ocupo de la factura del campamento.
Como un idiota, voy concluyendo.
Cosas de las que preocuparse:
Preocúpate del coraje.
Preocúpate de la higiene.
Preocúpate de la eficiencia.
Preocúpate de la equitación.

Cosas de las que no preocuparse:
No te preocupes por la opinión de los demás.
No te preocupes por las muñecas.
No te preocupes por el pasado.
No te preocupes por el futuro.
No te preocupes por hacerte mayor.
No te preocupes por que alguien te supere.
No te preocupes por el triunfo.
No te preocupes por el fracaso, a menos que sea culpa tuya.
No te preocupes por los mosquitos.
No te preocupes por las moscas.
No te preocupes por los insectos en general.
No te preocupes por los padres.
No te preocupes por los chicos.
No te preocupes por las desilusiones.
No te preocupes por los placeres.
No te preocupes por las satisfacciones.

Cosas en las que pensar:
¿A qué aspiro realmente? Si me comparo a mis coetáneos, soy realmente buena con respecto a:
a) El rendimiento académico.
b) ¿Entiendo realmente a las personas y soy capaz de llevarme bien con ellas?
c) ¿Procuro hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy descuidando?
Con todo mi amor,
Papi
P. D.: Mi réplica por haberme llamado Papaíto será bautizarte con el nombre de Huevo, lo cual implica que te hallas en un estado muy rudimentario de la vida y que podría romperte y cascarte a mi antojo, y además creo que es una palabra que haría fortuna si se me ocurriera comunicársela a tus coetáneos. «Huevo Fitzgerald». ¿Crees que te gustaría andar por la vida llamándote «Huevi Fitzgerald» o «Mal Huevo Fitzgerald» u otra versión que pueda ocurrírsele a cualquier mente fértil? Llámame así una vez más y te juro por Dios que te colgaré el nombre y tendrás que arreglártelas sola para quitártelo. ¿Para qué meterse en problemas?
En fin, muchos cariños.
F. Scott Fitzgerald, Cartas a mi hija, Prólogo de Scottie Fitzgerald Traducción y notas de Albert Fuentes, Editorial Alpha Decay, Abril 2013.

#AsuntosEpistolares 23 – Cristina Gonzalez de Garroni2021-09-08T19:01:27+00:00

9 de abril de 1935

Estimada Sra. [Borrado],

Entiendo por su carta que su hijo es homosexual. Estoy impresionado sobre todo por el hecho de que usted no menciona este término en su información sobre él. ¿Puedo preguntarle por qué lo evita? La homosexualidad ciertamente no es una ventaja, pero no es nada de qué avergonzarse, no es un vicio, no es degradación; no puede ser clasificada como enfermedad; la consideramos una variación de la función sexual, producida por cierto freno en el desarrollo sexual. Muchos individuos altamente respetables de tiempos antiguos y modernos han sido homosexuales, incluyendo muchos de los hombres más grandes (Platón, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, etc.). Es una tremenda injusticia el perseguir la homosexualidad como un crimen. Y una crueldad también. Si no me cree, lea los libros de Havelock Ellis.

Al preguntarme si puedo ayudarle, usted se refiere, supongo, a que si puedo suprimir la homosexualidad y hacer que la heterosexualidad normal tome su lugar. La respuesta es, de modo general, que no podemos prometer lograrlo. En cierto número de casos logramos desarrollar los gérmenes malogrados de las tendencias homosexuales, que están presentes en cada homosexual; en la mayoría de casos ya no es posible. Es cuestión de las cualidades y la edad del individuo. El resultado del tratamiento no puede predecirse.
Qué análisis puedo hacer por su hijo es una línea diferente. Si él es infeliz, neurótico, agobiado por conflictos, inhibido en su vida social, el análisis puede traerle armonía, paz mental, eficiencia total, ya sea que siga siendo homosexual o cambie. Si usted decide que él debe hacer su análisis conmigo (no espero que así lo decida), él debe venir a Viena. No tengo intenciones de dejar este lugar. Sin embargo, no omita hacerme llegar su respuesta.

Sinceramente suyo con mis mejores deseos,

Freud

P.s. No me pareció difícil entender su letra. Espero que usted no encuentre más difícil entender mi inglés

#AsuntosEpistolares 22 – Karina Castro2021-09-08T19:00:17+00:00

A la espera de Juan Carlos Onetti

Esperandoló. No dijo hora. Arreglé el caos de la costura de ayer, jazmines del país, diario, salus, whisky, baño, jazmín, comida. A las nueve llamó para avisar que venía –casi dormido, dijo–. Son las once. 30 grados a esta hora. Toda la casa oscura; todas las ventanas abiertas. Noches en los jardines de España, el quinteto de Bruckner, hermosos, angustiosos. Desnuda, con un poco de ropa blanca y el salto de cama blanco colgando, en el espejo, de pronto, un fantasma. Vagando por la casa, llegando hasta el frente para ver si se hacía la raya de luz debajo de la puerta. Y se hacía, a veces, pero aquí no llamó nadie. Por ratos, en la oscuridad, recostada en un marco, miré, fuera del tiempo, fijamente esa puerta, el lugar de la raya, la raya misma ancha y nítida, esperando ver la sombra de sus pies rompiéndola. Una de las veces conté hasta 39 –son 39 escalones– según los golpes de mi pulso lento, para esperar mejor. Después me recosté en una cama de allá adelante. Pero desde allí veía el cielo claro de verano, la puerta, no sé, me ponía una angustia en el pecho, sentí que iba a llorar, y me fui al lado de la radio.

Tomó el taxi con sueño y dio su dirección; se quedó dormido donde estaba; vino y tocó abajo, como ha pasado, vendrá todavía. Bueno. Debo agradecerle estas dos horas serias, graves, hermosas, apasionadas, mi propia increíble belleza de hoy, la música, el silencio, los vuelcos de mi corazón cada vez que se prendió la luz, los desmayos cada vez que la vi apagarse, la integridad, la intensidad de estas dos horas de amor.

Idea Vilariño [13 de enero de 1960]

Vilariño, Idea, Diario de juventud, Cal y Canto, Montevideo, 2013.

#AsuntosEpistolares 21 – Roberto Gárriz2021-09-08T18:59:14+00:00

Queridos Warner Brothers

Al parecer hay más de una forma de conquistar una ciudad y de mantenerla bajo el dominio propio. Por ejemplo, hasta el momento en que pensamos en hacer esta película, no tenía la menor idea de que la ciudad de Casablanca perteneciera exclusivamente a los Warner Brothers. Sin embargo, pocos días después de anunciar nuestra película recibimos su largo y ominoso documento legal en el que se nos conminaba a no utilizar el nombre de Casablanca.

Parece ser que en 1471, Ferdinand Balboa Warner, su tatarabuelo, al buscar un atajo hasta la ciudad de Burbank, se tropezó con las costas de África y, levantando su bastón (que más tarde cambió por un centenar de acciones en la bolsa), las denominó Casablanca.

Sencillamente, no comprendo su actitud. Aun cuando pensaran en la reposición de su película, estoy seguro de que el aficionado medio al cine aprendería oportunamente a distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo. No sé si yo podría, pero desde luego me gustaría intentarlo.

Ustedes reivindican su Casablanca y pretenden que nadie más pueda utilizar ese nombre sin permiso. ¿Qué me dicen de Warner Brothers? ¿Es de su propiedad, también? Probablemente tengan ustedes el derecho de utilizar el nombre de Warner, pero, ¿y el de Brothers? Profesionalmente, nosotros éramos Brothers mucho antes que ustedes. Hacíamos ya la ronda de las candilejas como The Marx Brothers cuando la Vitaphone era todavía un simple destello en el ojo del inventor, e incluso antes de nosotros ha habido otros hermanos: los Smith Brothers [fabricantes de pastillas para la tos], los Karamazov Brothers; Dan Brothers, un centrocampista del Detroit; y Brother, can you spare me a dime? (que originalmente se llamaba BrotherS, can you spare me a dime? pero esto era reducir demasiado la moneda, así que despacharon a un hermano, dieron todo el dinero al otro y lo dejaron en Brother, can you spare me a dime?).

Y ahora, Jack, hablemos de usted. ¿Diría usted que es el suyo un nombre original? Pues no lo es. Se utilizaba mucho antes de nacer usted. Sobre la marcha, recuerdo dos Jacks: había el Jack de JACK AND THE BEANTALK [cuento infantil] y el Jack, el Destripador, que se hizo un bonito renombre en su día.

En cuanto a usted, Harry, seguramente firmará sus cheques con la firme convicción de que es usted el primer Harry de todos los tiempos y de que todos los demás Harrys son impostores. Recuerdo a dos Harrys que le precedieron. Existió Lighthouse Harry de fama revolucionaria [se refiere a LightHORSE Harry, apodo de Lee Henry, héroe de la revolución de EE.UU], y también un Harry Appelbaum que vivía en la esquina de la calle 93 con Lexington Avenue. Desgraciadamente, Appelbaum no era demasiado conocido. La última vez que supe de él vendía corbatas en Weber y Heilbroner.

Hablemos ahora del estudio de Burbank. Creo que es esto lo que ustedes, hermanos, llaman su cuartel general. El viejo Burbank ha desaparecido. Quizá se acuerden de él. Era un hombre muy hábil en la huerta. Su mujer decía a menudo que Luther tenía diez pulgares verdes. ¡Qué mujer debe de haber sido! Burbank era el mago que entrecruzaba todos esos frutos y legumbres hasta dejarlos en tal estado de confusión e incertidumbre que nunca llegaba a decidir si debían ir al comedor en el plato de la carne o en el de los postres.

Esto es una simple conjetura, desde luego, pero, ¿quién sabe?, quizá los supervivientes de Burbank no sean demasiado felices ante el hecho de que una fábrica de películas a destajo se haya instalado en su ciudad, se haya apropiado del nombre de Burbank y lo utilice como presentación de sus films.

Groucho Marx

Estas cartas de Groucho Marx están actualmente en la Biblioteca del Congreso, en Washington.

#AsuntosEpistolares 20 – Diego Núñez2021-09-08T18:55:35+00:00

Carta a Charles Morton
1 de enero de 1945

Tengo una historia en mente que espero escribir antes de morirme. No tendrá casi nada de dureza en la superficie, pero la actitud de mandarlo todo al infierno, que en mí no es pose, probablemente aparecerá de todos modos.

El nombre de mi tío dudosamente honesto (tío solo por matrimonio) era Ernest Fitt, y era inspectpr de calderas o algo así, al menos nominalmente. Ya murió. […] Tenía un hermano que era un personaje asombroso. Había sido empleado o gerente de un Banco de Waterford, Irlanda (de donde venía toda la familia de mi madre, aunque ninguno de ellos era católico) y había robado dinero. Limpió la caja un sábado y, con ayuda de los masones, escapó de la policía yéndose al continente europeo. En un hotel de Alemania le robaron su dinero, o la mayor parte de él. Cuando lo conocí, mucho después, era un anciano extremadamente respetable, siempre vestido de punta en blanco y de una increíble parsimonia. Una vez me invitó a cenar. Después de la cena se inclinó sobre la mesa y me dijo en un susurro confidencial: «Cada uno pagará lo suyo». No tenía tampoco una gota de sangre escocesa. Puro irlandés protestante de clase media. Tengo muchísimos parientes irlandeses, algunos pobres, algunos no pobres, y todos protestantes y algunos independentistas y algunos enteramente pro británicos… Aquí la gente no entiende a los irlandeses. […] Yo crecí con un terrible desprecio por los católicos, y todavía hoy tengo problemas con ellos. […] El desenlace divertido de mi tío fue que terminó con una amante judía en Londres, crió al hijo de ella, tuvo otros dos hijos ilegítimos, y al fin se casaron. ¡Pero nunca la llevó a Irlanda! […].

Chandler, Raymond, El simple arte de escribir. Cartas y ensayos escogidos, Emecé lingua franca, 2002.

#AsuntosEpistolares 19 – Mirta Watermann2021-09-08T18:54:38+00:00

Carta a Max Eitingon, diciembre 1, 1929
La pérdida de una madre debe ser algo muy extraño, distinto de cualquier otra cosa, y debe suscitar emociones difíciles de aprehender. Yo mismo aún tengo una madre y ella bloquea mi camino hacia el descanso deseado hacia la nada eterna; de alguna manera yo no podría perdonarme a mí mismo si yo muriere antes que ella.
S. Freud

La madre y hermanas de Freud, 1925
Sigmund Freud. His life in pictures and words. Edited by Ernest Freud, Lucie Freud and Ilse Grubrich- Simitis
Traducción: Marcelo Rosenbaum

#AsuntosEpistolares 18 – Nestor Yellati (EOL)2021-09-08T18:53:24+00:00

Mi querida mamá:

Te escribo esta breve carta mientras me es imposible dormir y para decirte que pienso en ti. Me gustaría tanto y deseo tanto poder levantarme, dentro de poco, al mismo tiempo que tú y tomar mi café con leche a tu lado. Sentir que compartimos nuestro sueño y nuestro despertar dentro de un espacio común de tiempo, tendría, tendrá para mí tanto encanto […].

Estoy muy bien por lo menos e ilumino mi noche con planes de existencia agradables para ti, y más unidos todavía materialmente a través de una vida en horas comunes, en las mismas habitaciones, con la misma temperatura, conforme a los mismos principios y dentro de una aprobación recíproca, puesto que ahora esa satisfacción, por desgracia, nos está prohibida.*

* Alusión a la reciente muerte del Dr. Proust, acaecida el 26 de Noviembre de 1903.

Carta de Proust a su madre, aproximadamente en diciembre de 1903. Publicada en Correspondencia con su madre (1887-1905), Perfil Libros, Bitácora, 1998.

#AsuntosEpistolares 17 – Analía Trachter (EOL)2021-09-08T18:52:06+00:00

Carta de Simone de Beauvoir a Sartre

Querido pequeño ser:

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir.

Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: «¿De qué se ríe?»

Y le contesté: «Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo».

Y replicó: «Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía». Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece cosa precioa e interesa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.

Te beso tiernamente,

tu Castor.

Cartas a Sartre de Simone de Beauvoir, Lumen ,1996.

#AsuntosEpistolares 16 – Lorena Buchner2021-09-08T18:50:51+00:00

Mi madre envía cartas melancólicas. Me dejan culpable, criminal. Apenas no le escribo durante un mes que mi hermana envía mensajes trágicos preguntando por qué hago sufrir tanto a mamá. Esta ternura trasnochada, este amor súbito, me maniatan. Quieren enviarme dinero (hace como ocho meses que dependo de mí —!—) y yo no quiero, o sí quiero pero no quiero caer en lo de siempre. Lo de ahora es muy duro, no porque tengo que vivir sola y arreglármelas sola sino porque muchas cosas que yo creí que era no soy y muchas cosas que yo creí que podía hacer no puedo. Quiero decir que me reconozco torpe y limitada como todo el mundo y no el genio precoz a que estaba («estábamos») habituada. Este esfuerzo de hacer mi pequeña vida, desrealizarlo de la misma manera en que hacen los otros implica una suerte de renunciamiento a algo fabuloso. De todos modos hay dos caminos: persistir la pequeña contemplada por las sombras o contemplar a mi vez sin pensar en ella ni en su fragilidad horrible. Es como ir por la calle y no ver y sentirse mirada, entonces hay un miedo de reina tímida, un terror. Pero aquí, a veces, en lo mejor de mí misma, soy yo la que mira a los otros y a las cosas. Entonces no hay miedo.

Carta Nº 13, de Alejandra Pizarnik a León Ostrov

#AsuntosEpistolares 15 – Ma. José Figueroa León (Asociada NEL Santiago)2021-09-08T18:47:41+00:00

26 octubre de 1951 (manuscrita)

Adorada, no sabes qué furia tuve cuando el mismo día que llegamos te llamo y no contestas. Era tarde y me desaté contra ti con tales cosas que D. se ofendió. Le dije, estoy cansado de traiciones, esta es la verdadera M. que se ha paseado con su amiguito por la Costa Azul y que nos olvida. He pasado desesperado estos dos días, nervioso y colérico, tanto que hablé a Ivette para que fuera a París y averiguara todo. Piensa tú que alegría, hoy sé que habías llegado. En todo caso te has descuidado. Ya tendrás a esta hora cuanto te he mandado, escribe que has comprado algo chino para que no causes sorpresa, en cuanto a las cartas contesta cada una por su vía. No dejes de hacerlo sobre tus amigos de viaje. Quiero saberlo todo, y lo averiguaré en todo caso.

Amor mío, la hora se acerca. Está todo arreglado como convinimos. El lunes salimos a Viena, estaré de vuelta el 6 ó 7 y luego nuestro plan. He creído mejor llamarte, no vaya a pasar lo mismo, te llamaré el 10 o después en la mañana. No salgas. Tenemos mucho que hablar y he tomado algunas decisiones que te gustarán. ¿Por qué duermes arriba? ¿No tienes para carbón? Ya te di para Inés una orden, debes hacer lo que te pido, no quiero que tengas ninguna molestia, que te falte nada. Arregla bien los detalles para tu viaje, piensa que vas a decir en tu carta a D. etc. Yo pienso en ti día y noche, noche y día, amor mío, dulce mía, y no sé si te quiero pero te quiero.

Eres mía y te beso.

Pablo Neruda

Cartas de amor. «Amor mío. La hora se acerca»

http://m.elcultural.com/revista/letras/Neruda-Cartas-de-amor-ineditas-a-Matilde-Urrutia/26578

#AsuntosEpistolares 14 – Dolores Amden2021-09-08T18:46:32+00:00

A ARTHUR SHEEKMAN

Querido Sheek:

Me di cuenta de que no tenías ninguna noticia que contarme cuando leí tu carta y la encontré llena de agudezas de tu hija. Le tengo mucho afecto a tu hija y creo que es brillante, precoz y bonita, pero si tus cartas van a consistir en la reventa de las ocurrencias de Sylvia, no veo por qué no puedo eliminar al intermediario y escribirme directamente con ella. En realidad no me quejo; de hecho, lo que me contabas de Sylvia era mucho más divertido que lo que me contabas de ti mismo. (…)

Abrazos para todos

Groucho Marx

#AsuntosEpistolares 13 – Gabriela Cuomo2021-09-08T18:45:19+00:00

Cada una de tus palabras me ha confirmado lo que he sabido siempre. Los hijos son sólo de las madres, los padres fecundan y su historia acaba ahí.

Dentro de poco ni tan sólo serán necesarios, bastará un donante y una jeringuilla, y así finalmente se cerrará la penosa historia de la familia, el baile de las ficciones que ha devastado el equilibrio psíquico de tantas generaciones.

En mi casa de Trieste somos muchos, no me faltará ayuda, ni compañía. El niño crecerá sin anteojeras, sin hipocresías, nunca se verá obligado a colgar en su habitación un panfleto con las palabras: «la familia es tan armoniosa y estimulante como una cámara de gas».

Será un niño libre e irá al encuentro de un mundo igual de libre, sin deformaciones, sin las represiones impuestas por el patriarcado, el capitalismo y la iglesia.

No tendrá temores ni angustia porque podrá crecer siguiendo la bondad natural que yace en el corazón de todos los hombres. Y su alma será tan grande que puede que de verdad yo nunca llegue a conocerla, pero eso, contrariamente a ti, no me inquieta ni me hace cambiar de idea.

El desafío es precisamente este, traer al mundo seres más completos que nosotros. Si no se logra hacer la revolución con armas se puede hacer, por lo menos, criando a los hijos de otra manera.

G. dice que en algún lugar en el cielo estaba escrito que nuestras existencias tenían que encontrarse y unirse en una nueva vida. Aunque tú no lo aceptes, en alguna conjunción astral estaba ya escrito nuestro destino y el de nuestro hijo. Probablemente, para realizar este plan nos perseguimos desde vidas pasadas pero, como tú rehúsas procrear, tu karma será muy largo y desolador. Probablemente te reencarnarás en un animal: te vería bien como reptil (con la sangre fría que riega cada célula de tu cuerpo y de tu minúsculo cerebro), o bien, como mandril, con el morro de color rojo encendido como el trasero.

Tu hijo se parecerá inevitablemente a ti, tendrá tus ojos, tus manos o tu manera de reír, pero para mí será sólo él mismo, y tú serás un número en el catálogo pedido por correspondencia. Si me pregunta algo de ti, le contaré de un magnífico amor imposible, vivido una noche en una playa lejana…, haré que sueñe con su padre.

Por suerte, G. está en mi vida. No sé lo que hubiera hecho sin él. A pesar de tus sarcasmos, no es un nuevo amante sino una persona única, muy importante para mí. Me está ayudando a reunir los trozos del caos que tengo dentro. Sólo él tiene la paciencia de pegarlos, de darle a cada fragmento un sentido. G. sabe ver donde los demás no ven, sabe localizar, en la maraña de caminos y senderos de nuestras vidas, el hilo que nos lleva a la salvación.

No te lo he dicho nunca pero, hace años, también esperaba un hijo tuyo. No lo has sabido porque, apenas alcanzado el tamaño de un renacuajo, acabó en el váter. Lo hice todo sola, sin recurrir a nadie. En aquel momento me pareció algo de escasa importancia. Sólo ahora excavando entre las ruinas, me he dado cuenta de cuánto ese acto, en realidad, ha determinado la gran inestabilidad de mi casa. Probablemente estaba ya amenazada debido a la mala calidad del material con el que se había construido. Detrás de mí estaba mi madre, con su cerrazón burguesa, mi padre, un hombre gris que ha volcado en mí sólo un tibio afecto al que yo he correspondido con un sentimiento aún más frío: un coleóptero entre los coleópteros, el escarabajo de la metamorfosis que se protege debajo de la cama.

Pero no quiero aburrirte con estas minucias burguesas.

Entonces me deshice de nuestro hijo porque tenía miedo. Miedo de la responsabilidad, del compromiso, de tener que renunciar a mi juventud, de no estar preparada para combatir por la revolución, miedo de no estar a tu altura, de desilusionarte. Te mentí la primera vez que dormimos juntos: no tomé la pastilla. Y a lo mejor aborté porque temía que tú te burlaras de mí por esa mentira.

¿Por qué no me lo has preguntado estas últimas veces?

Según G. la respuesta es clara: inconscientemente también tú deseas un hijo. Te das aires de Herodes para enmascarar tu terror, pero ahora, tras haber leído tu carta, ya no me importan nada tus miedos. Mi tripa crece día tras día y es como si tuviera un pequeño sol dentro de mí: es cálido, da luz y me ayuda a seguir.

Llevaré este embarazo hasta el final: tengo 30 años y no puedo seguir esperando, ya no soy la chica ingenua que tú describes, prendada de su fascinante profesor.

Ahora se trata de elecciones responsables y yo, como adulta, quiero ser madre. No tengo un empleo, pero tengo una casa en Trieste (regalo de mis padres burgueses que no he querido rechazar). Mientras, estoy analizando mi subconsciente, y no es poco. De vez en cuando doy alguna clase particular y cuando mis padres se vayan al otro mundo, tendré una renta con la que contar. O sea que tranquilízate, no presenciarás nunca la penosa escena de verme mendigar a tu puerta con un hijo en brazos.

¿Sabes lo que dice G.? Que cada uno de nosotros tiene un hilo en la mano y que ese hilo nos lleva a nuestra estrella. Cada uno de nosotros tiene una estrella en el cielo y nuestro destino es aprender a seguirla. Es una estrella cometa, nuestro karma está escrito en su estela, si soltamos el hilo todo está perdido, se forma un enredo, una maraña de estrellas.

Y es precisamente este, Maraña de estrellas, el título de su libro más importante. Sé que a ti no te importan nada estas cosas pero debes saber que si no buscas tu estrella, si no la sigues, antes o después, se enredará con el hilo de otras estrellas y será imposible desenredarla, empezará a apagarse hasta desaparecer.

La estrella es un pequeño sol pero cuando se agota su luz se vuelve fría, glacial. Y es bajo esta siniestra claridad como tú conducirás tus pasos mientras mi hijo y yo correremos felices en pos del arco iris de nuestras estrellas cometa.»

Susanna Tamaro, Escucha mi voz, Seix Barral, Buenos Aires, 2007, pp.84-87.

#AsuntosEpistolares 12 – Eliana Machado Figueiredo (San Pablo)2021-09-08T18:44:15+00:00

«La mamá de la mamá»

Mientras los ojos del mundo están en el bebé que acaba de nacer, la mamá de la mamá ve a la hija, recién-parida. El papel de abuela puede esperar, pues es su niña quien llora, con sus senos a derramar.

La mamá de la mamá restriega ropitas manchadas de caca, barre el piso, garantiza el almuerzo. Compra pijamas de botones, lava sábanas sucias de leche y sangre. Ella sabe lo duro que es tornarse mamá.

En el silencio de la madrugada, piensa en la hija, despierta. ¿Cuántas veces fueron? ¿Aguantará la mañana con una sonrisa? Lleva canjica calentita y su torta favorita.

Llena de tareas, la mamá de la mamá sufre en silencio. En cada elección de la hija, recuerda las suyas. Delante de una nueva mamá, nuevo bebé, mucha leche y tantos brazos, cuestiona todo lo que hizo, tiempos atrás. Tiempo que no vuelve más.

Si hoy es lo que se tiene, entonces hoy es lo que es. Mira a los ojos, trae el pan y el café. Esos son los brazos, esa es la leche. Aquí y ahora, presentes.

La mamá de la mamá ayuda a la hija a volar. Cuida de todo lo que está a mano para que ella se reconstruya, descubra su nueva identidad. Ella ahora es mamá, mas será siempre hija.

Toda mamá recién-nacida necesita de los cuidados de otra mujer que entienda cuan frágil es ese momento. La mamá de la mamá puede ser una hermana, suegra, amiga, doula, vecina, tía, abuela, cuñada, una conocida. El hecho que el puerperio necesita de unión femenina, de esa comprensión que solo otra mamá consigue tener. El padre es un cuidador fundamental, comanda la casa y se desdobla entre madre e hijo, pero es necesario recordar que él también acaba de tornarse papá, aunque por la segunda o tercera vez.

Texto de Marcela Feriani (funpage de Facebook – Grupo «Mãe de Adolescente» – Mamá de adolescente)

#AsuntosEpistolares 11 – Mónica Boada (La Plata)2021-09-08T18:42:39+00:00

Berna
Berna, 15 de Junio de 1946

Tania querida:

Esta carta es sobre Marcia. Pero antes quiero agradecerte la foto, querida. Eres un amor. No te canses mucho, por favor. Tania, ¿ya estás cuidando la boquita de Marcia? No te descuides. Ahora quería pedirte un favor: piensa bien en ese asunto de que Marcia no estudie danza. Eso es un crimen, querida. Yo no querría que Marcia tuviese razones para quejarse de ti. Piénsatelo bien, por favor. Nadie tiene derecho a torcer y moldear demasiado los destinos, aunque sean los de los propios hijos, supongo. Piénsalo bien querida, las hijas de las mejores familias la estudian. Y si quisiese ser bailarina, ¿qué importancia tendría, querida? ¿Qué cosa más bonita existe que danzar? Bluma se pasó toda la vida deseándolo, su madre no la dejó y ella no lo ha olvidado. Pero era una madre a la antigua. Has dicho que no quieres de ninguna manera que Marcia sea artista. Querida, quien se dedica al arte sufre como los otros, pero tiene un medio de expresión. Si lo dices por mí, te equivocas. Yo sufro con el trabajo, pero no es sólo por el trabajo, es porque no soy muy normal, soy una inadaptada, tengo una naturaleza difícil y sombría. Pero yo misma, con este temperamento y esta anormalidad a cada instante, si no trabajara estaría peor. A veces creo que debería dejar de escribir, pero veo también que trabajar es mi moralidad, mi única moralidad. Es decir, si yo no trabajase sería peor porque lo que me proporciona un cause es la esperanza de trabajar. Pero quien hace arte, no es como yo, querida. Cualquier persona que escriba, por ejemplo, se reiría de lo que yo soy porque no tiene nada que ver con el arte. Querida, por favor te lo pido, piensa antes de quitarle a Marcia esa posibilidad. Déjala estudiar danza sin empujarla. Lo más probable es que se le pase el entusiasmo. Pero si no se le pasa, significa que sentiría siempre la falta de ello. Querida yo vi un ballet Paris. Es tan bonito… Es la cosa más alta que se puede hacer. No dejes pasar la edad de empezar a aprender, querida. Marcia está justamente en la edad. Querida, es de otra época esa idea de que los escenarios son horribles. En Río las mejores familias dejan que sus hijas la estudien. Hay una niña judía, Tamara Kepeller, que según dicen será una gran bailarina; tiene 15 años, empezó pronto. Piénsalo bien, querida, no te dejes llevar por prejuicios absurdos. No marques desde ahora a Marcinha con un prejuicio. Piénsalo bien y haz lo que quieras. Detestaría que Marcia te culpase de algo. Querida, no seas demasiado mandona… Como máximo le aportará movimientos graciosos y delicados y un cuerpo bonito. Piensa en eso, por favor ¿eh? Aún te sentirás más orgullosa de Marcinha, como te sientes ahora. Perdona esta carta entrometida y un poco preocupada.

Siempre tuya
Clarice

Contéstame qué piensas.

Lispector, Clarice, Minhas queridas, Rio de Janeiro: Rocco Editora, 2007.

#AsuntosEpistolares 10 – Claudia Gambardella2021-09-08T18:41:14+00:00

Pasaron 5 meses y yo casi había renunciado a buscar a alguien que hiciera feliz a mi madre. Y entonces ocurrió: a mediados de febrero de este año llegó una carta, escrita a máquina en papel azul de avión, franqueada en Venecia y re expedida a mi madre por la editorial. Bird la encontró y la llevo a mamá preguntando si podía quedarse con los sellos. Estábamos en la cocina. Ella abrió el sobre y leyó la carta de pie. Luego volvió a leerla sentada, es asombroso -dijo. Una persona me escribe acerca de la historia del amor.

El libro del que papá y yo sacamos tu nombre. Y nos leyó la carta en voz alta.

Estimada señora Singer:

Acabo de leer su traducción de las poesías de Nicanor Parra quien, usted dice, «llevaba en la solapa un pequeño astronauta ruso y en los bolsillos las cartas de una mujer que lo había dejado por otro». Tengo el libro a mi lado, en la mesa de mi habitación de una pensión con vista al Gran Canal. No sé qué decir de él sino que me ha conmovido del modo en que uno desea que lo conmueva cada libro que empieza a leer. Quiero decir que, de algún modo que casi no sabría describir, me ha transformado. Pero no quiero hablar de eso. Lo cierto es que no le escribo para darle las gracias sino para hacerle un ruego que quizás le parezca extraño.

En la introducción menciona usted de pasada a un escritor casi desconocido, Zvi Litvonoff, que en 1941 huyó de Polonia a Chile y cuya única obra publicada, escrita en español, se titula La historia del amor. Mi ruego es este: ¿querría usted traducirlo? Sería exclusivamente para mi uso personal; no tengo intención de publicarlo, y usted conservaría todos los derechos, por si un día decide hacerlo. Estoy dispuesto a pagar por su trabajo la suma que usted considere justa. Estas cosas siempre me han violentado.

¿Qué le parece cien mil dólares? Si considera que es poco, le agradeceré que me lo diga.

Imagino su reacción al leer esta carta, que para entonces habrá pasado una semana o dos aguardando en esta laguna, luego un mes sorteando el caos del sistema postal italiano antes de cruzar por fin el Atlántico y ser transferida al servicio de correos de Estados Unidos, el cual la introducirá en una saca que el cartero arrastrara en un carrito desafiando la lluvia o la nieve hasta insertarla por la ranura de su puerta. Desde la que caerá al suelo, donde esperará que usted la encuentre. Y después de imaginar todo esto me siento preparado para lo peor: que me tome usted por un perturbado. Pero quizá no deba ocurrir así necesariamente.

Quizá si le digo que, hace mucho tiempo al acostarme, una persona me leyó unas páginas de un libro titulado La historia del amor y que, al cabo de tantos años, no he olvidado aquella noche ni aquellas páginas, quizá me comprenda.

Le agradeceré que me conteste a estas señas. Si para ese entonces ya me he marchado, el conserje me expedirá la carta.

En espera de sus noticias, suyo afectísimo,

Jacob Marcus

Nicole Krauss, La historia del amor, Salamandra, Barcelona, 2006.

#AsuntosEpistolares 09 – Mariana Schwartzman2021-09-08T18:38:47+00:00

37 Oakfield Court
Haslemere Road
Crouch End
Londres, N.8

7 mayo 1958

Querida Helene:
Tengo que darte las gracias por tus dos cartas, Helene, y agradecerte en especial tu ofrecimiento, pero de verdad no necesitamos nada. Ojalá tuviéramos una librería propia, porque entonces podríamos corresponder a tus muchas atenciones enviándote algunos libros.
Te envío algunas fotos recientes de mi feliz familia. No son demasiado buenas, pues por lo visto hemos dado ya a algunos familiares las que nos salieron mejor. Probablemente notarás lo mucho que se parecen ahora Sheila y Mary. Es sorprendente. Frank dice que Mary, a medida que crece, se va poniendo cada vez más a como Sheila a la misma edad. La madre de Sheila era galesa, y yo procedo de la verde Irlanda, así que las dos niñas deben de parecerse a Frank, pero son mucho más guapas que él…, ¡cosa que Frank no reconocerá jamás, claro!
Si supieras lo mucho que aborrezco escribir, me perdonarías. Frank dice que, para lo charlatana que soy, me desenvuelvo muy mal cuando me pongo ante una página en blanco.
De nuevo gracias por tus cartas y buenos deseos.
Que Dios te bendiga.

Nora

Helen Hanff, 84, Charing Cross Road, Anagrama, Barcelona, 2002.

#AsuntosEpistolares 08 – Liliana Zaremsky (EOL)2021-09-08T18:37:35+00:00

De ENRIQUE VIII a ANA BOLENA (1527)

Mi señora y amiga:

Meditando acerca del contenido de vuestras últimas cartas, me veo acosado por mil pensamientos torturadores y sin saber a qué atenerme, ya que en unas frases creo descubrir una satisfacción y en otras todo lo contrario. Yo os ruego encarecidamente me digáis cuáles son vuestras intenciones respecto del amor que existe entre los dos.

Necesito a toda costa una respuesta, ya que llevo un año herido por el dardo de vuestro cariño y sin tener aún la seguridad de si hallaré o dejaré de hallar un lugar en vuestro corazón y afecto.

Esta incertidumbre me ha privado últimamente del placer de llamaros dueña mía, ya que no me profesáis más que un cariño común y corriente; pero si estáis dispuesta a cumplir los deberes de una amante fiel, entregándoos en cuerpo y alma a este leal servidor vuestro, si vuestro rigor no me lo prohíbe, yo os prometo que recibiréis no sólo el nombre de dueña mía, sino que apartaré de mi lado a cuantas hasta ahora han compartido con vos mis pensamientos y mi afecto y me dedicaré a serviros a vos sola.

Rendidamente suplico una contestación para esta mi carta, pues anhelo saber hasta dónde y para qué puedo contar con vos.

Si no os fuera grato contestar por escrito, indicadme algún lugar donde pueda recibir la respuesta de palabra, y yo acudiré con todo mi corazón.

No sigo por temor a cansaros.

Escrito de mano de quien no desea ser sino vuestro,

E. Rex.

Enrique VIII y Ana Bolena mantuvieron un intenso intercambio epistolar que quedó como documento de esa pasión. Se casaron en el año 1533. En el año 1536, a la edad de 50 años, Enrique VIII ordena su decapitación.

Ana fue acusada de adulterio.

Se dice que el verdadero motivo por el que el rey quizo deshacerse de ella es que no había podido darle un heredero varón.

La muerte de Ana Bolena le permitió casarse con la 3ª de sus 6 esposas.

Cartas de amor de Enrique VIII a Ana Bolena, Confluencias, España, 2016.

Las seis esposas de Enrique VIII, Hackett Francis, Ed. Juventud, Barcelona, 1975.

#AsuntosEpistolares 07 – Fernanda Mailliat2021-09-08T18:36:16+00:00

Querida Amélie Nothomb

Gracias por sus ánimos del 30 de abril.

Sherezade está bien, no se preocupe. Si ya no le hablo de ella es porque, por ese lado, nada ha cambiado.

Hemos recibido noticias de algunos soldados que han regresado hace meses. Resultan alarmantes. Lejos de atenuarse, los males psicológicos y físicos que padecían aquí, se han agravado.

Los médicos los vigilan y les hablan de su reinserción: es el mismo término que emplearían si saliéramos de la cárcel. Y, al parecer, los ex presidiarios se reinsertan mejor que nosotros. Son menos extraños que esto en lo que nos hemos convertido.

Nadie está tan loco como para querer regresar a Irak, pero los chicos dicen que su vida ya no está en USA. La desgracia es que no tienen ningún otro sitio donde ir. Dicen que ya no saben cómo vivir. Seis años de guerra han borrado todo lo anterior. Lo entiendo.

En varias ocasiones creo haberle escrito que deseaban regresar a América. Ahora, me doy cuenta de que se lo decía como una evidencia, pero que en realidad no había pensado de verdad en ello.

¿Qué encontraré en mi país? Aparte del ejército, nada ni nadie. Mis padres se avergüenzan de mí. He perdido la pista de los que fueron mis amigos, suponiendo que una misericordia compartida constituya ya una amistad digna de llamarse así. Y no olvidemos el detalle de mi peso. ¿Acaso deseas ver a alguien cuando has engordado 130 kilos? ¡130 kilos! Si pesara 130 kilos ya sería obeso. Pero no peso 130 kilos sino que ¡he engordado 130 kilos! Es como si me hubiera convertido en tres personas.

He fundado una familia. Sherezade y yo hemos tenido un hijo. Todo esto resultaría encantador si yo no fuera el único en constituir esta familia. Hola, chicos, os presento a mi mujer y a mi hijo, están calentitos, por eso no podéis admirarlos, he preferido guardármelos dentro de mí, resulta más íntimo, es más fácil también para protegerlos y para alimentarlos, no entiendo por qué os extraña, hay mujeres que amamantan a sus hijos, y yo he decidido alimentar a mi familia en mi interior.

En resumen, por primera vez descubro que ya no tengo ganas de volver. Odio estar aquí, pero por lo menos tengo un marco de vida y de relaciones humanas. No quiero ver la expresión de mis padres cuando me vuelvan a ver, no quiero oír lo que me dirán.

Una vez más, lo que me salva es mi proyecto artístico. Nunca le estaré lo bastante agradecido. Es la única dignidad que me queda. ¿Cree que mi padre y mi madre lo entenderán? Bueno, no debería hacerme esta pregunta. Uno no se hace artista para ser comprendido por sus padres. Eso no impide que piense en ellos.

Me da miedo que se burlen de mí. Si tuviera un agente o algo por el estilo me sentiría menos ridiculo. (…)

Melvin Mapple
Bagdad, 2009

Amélie Nothomb, Una forma de vida, Anagrama, 2012.

#AsuntosEpistolares 06 – Laura Benetti2021-09-08T18:34:43+00:00

Mientras escribo, entra Renata a mi despacho y dice, furiosa: Mamá, en esta casa la única alegría es la máquina de escribir. Se lo cuento a Cristina y ella me sugiere que le venda la frase a la Olivetti para que pueda pagarle al psicoanalista que debe reconciliar a mi hija con la vida o con su madre.

Margo Glantz, Las genealogías. Obras Reunidas II, Fondo de cultura económica, 2008.

#AsuntosEpistolares 05 – Sonia Miguez2021-09-08T18:33:18+00:00

Queridísimos padres y hermanos:

No os podéis imaginar la gran impresión que me ha causado la noticia de la muerte de la pobre tía Rosario ¡qué lástima! A tío Luis le he escrito una carta diciéndole que tiene que animarse pues la vida sigue y no se puede uno detener en la mitad del camino. Me dan gran pena él y Doña Amadora tan dulce y tan desgraciada pues los hijos aunque estén ahora desesperados tienen mucha vida por delante, ¡pero ellos!…

Estuve un día en cama pues me produjo la noticia una gran impresión, ya estoy gracias a Dios tranquilo y yo espero que vosotros lo estaréis igualmente. Que no hablen delante de Isabelita de estas cosas y que cuando esté ella no estéis tristes pues es una niña y no está bien que pudiendo le deis ratos tristes y amargos. Papá, que gracias a Dios está mejor, es necesario que no se impresione demasiado y se distraiga ¡no hay más remedio! Tenemos una familia muy larga y hay que echar calma, no hay más remedio.

Yo sé que vosotros habéis sufrido bastante porque la cosa no es para menos pero ahora hay que normalizar la vida.

La carta que me escribió Paquito fue un terrible mal rato para mí pues todas las noticias eran imponentes. He estado tristísimo y lo estoy aunque ya naturalmente sereno.

Don Alberto el presidente de la Residencia quiere que me quede estas navidades aquí para ayudar en muchos asuntos pero yo le he dicho nada porque sé que vosotros me necesitáis… pero por Dios os suplico que no os pongáis muy tristes cuando vaya.

Me iré enseguida, enviadme el dinero del tren y enseguida me marcho.

Mi libro está entregado.

Escribidme enseguida.

Adiós besos a todos y abrazos a todos de vuestro Federico

¿Cómo sigue Mercedes?

Espero que las niñas continuarán su lección de piano no incurráis en la barbaridad de suspenderla y considerar la música como una diversión.

Carta enviada por Federico García Lorca a su familia.

Diario El país de España, la carta es inédita pero cedida al diario por la Fundación Federico García Lorca.

#AsuntosEpistolares 04 – Gloria Casado2021-09-08T18:32:01+00:00

31/1/1919

Considerando el extraordinario empeoramiento de nuestra situación patrimonial como consecuencia de la guerra, retiro todos los compromisos y disposiciones referidos a la repartición de mis bienes (complementarios al testamento que se encuentra en poder del Dr. Alf. Rie) y dispongo que mi mujer Martha sea la heredera de todo lo que se encuentra en la casa: libros, cuadros, antigüedades, alfombras, enseres domésticos, etc.

También dejo en sus manos la distribución de los recuerdos personales entre nuestros hijos, Minna y Alexander. Mi seguro de vida de la New York está a su nombre. De la misma manera, heredará los pagarés de dos pacientes ([C.] y Dirszt.[ay]) que se encuentran en la arqueta, si es que hasta entonces no se ha efectuado ningún pago.

Solo Anna conservará los objetos de nefrita previamente convenidos y el Dr. Rank recibirá la bibliografía sobre el sueño, irrelevante para otro. La colección de mis propias publicaciones psicoanalíticas, así como la Enciclopedia británica deberían permanecer en casa.

Si mis libros son reeditados después de mi muerte, el rendimiento también le corresponderá a mi mujer.

Si su situación lo permite, dispondrá de la suma para nuestros nietos.

Parto de la base de que no se separará de Minna.

En lo que a mi entierro respecta, dispongo que se ahorre cuanto sea posible: la categoría más sencilla, ninguna oración fúnebre, comunicación a posteriori. Prometo no afligirme porque se elimine toda «piedad». Si es posible hacerlo en forma cómoda y económica: incineración. Si en el momento de mi muerte llego a ser «famoso» (nunca se sabe), que no haga diferencia.

Sigm. Freud

#AsuntosEpistolares 03 – Cecilia Salvetti2021-09-08T18:30:28+00:00

Sr. mío Don Diego:

Escribo esto desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Intentan apresurame pero yo estoy resuelta a terminar esta carta, no quiero dejar nada a medias y menos ahora que sé lo que planean, quieren herirme el orgullo cortándome una pata… Cuando me dijeron que habrían de amputarme la pierna no me afectó como todos creían, NO, yo ya era una mujer incompleta cuando le pedí, otra vez, por enésima vez quizás y aún así sobreviví.

No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno… no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres… ¿Cómo cayeron en tus enredos? Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mí, primero por mí porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Porque no nos hagamos pendejos Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada…

Bueno, el motivo de esta carta no es para reprocharte más de lo que ya nos hemos reprochado en esta y quién sabe cuántas pinches vidas más, es sólo que van a cortarme una pierna (al fin se salió con la suya la condenada)… Te dije que yo ya me hacía incompleta de tiempo atrás, pero ¿qué puta necesidad de que la gente lo supiera? Y ahora ya ves, mi fragmentación estará a la vista de todos, de ti… Por eso antes que te vayan con el chisme te lo digo yo «personalmente», disculpa que no me pare en tu casa para decírtelo de frente pero en estas instancias y condiciones ya no me han dejado salir de la habitación ni para ir al baño. No pretendo causarte lástima, a ti ni a nadie, tampoco quiero que te sientas culpable de nada, te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te «amputo» de mi, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.

Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.

Se despide quien le ama con vehemente locura,

Su Frida

Extraída del Blog Frida Kahlo
http://ilovefridakahlo.blogspot.com.ar/2012/09/carta-diego-rivera-desde-el-hospital.html

#AsuntosEpistolares 02 – Gabriela Rodríguez (Asociada, Sección EOL-La Plata)2021-09-08T18:28:10+00:00

Querida Linda,

Estoy a la mitad de un vuelo a St. Louis para dar una conferencia. Estaba leyendo una historia en el New Yorker que me hizo pensar en mi madre y, sin darme cuenta, sola, en el asiento, susurré: «Yo sé, madre, yo sé» –encontré una pluma, y pensé en ti– que algún día volarás sola a alguna parte, que quizás yo ya haya muerto, y desearás hablar conmigo.

Yo quiero hablar. (Linda, quizás no estés volando, quizás estés en la mesa de tu cocina tomando té, alguna tarde cuando tengas 40. En cualquier momento) y quiero decirte:

Primero, que te amo.
Dos, que nunca me decepcionaste.
Tres, yo sé. Yo estuve ahí alguna vez. Yo también tuve 40 con una madre muerta que todavía me hace falta.

Este es mi mensaje para la Linda de cuarenta. No importa lo que pase, siempre serás mi pajarito, mi Linda Gray. La vida no es fácil. Es terriblemente solitaria. Yo lo sé. Ahora tú también lo sabes –en donde estés, Linda, hablándome. Pero yo tuve una buena vida –escribí infeliz– pero viví a capa y espada. Tú también, Linda –vive al límite. Te amo, mi Linda, a los cuarenta, y amo lo que haces, lo que encuentras, lo que eres. Sé tú misma. Pertenece a aquellos que amas. Háblale a mis poemas y a tu corazón  –estaré en los dos: si me necesitas. Mentí, Linda. Yo también amé a mi madre y ella me amó a mí, ella nunca me sostuvo pero la extraño, tanto, que tuve que negar que alguna vez la amé –o ella a mí, ¡pero qué tonta, Anne! ¡Así es!

Carta de Anne Sexton -poeta- a Linda Gray Sexton -su hija- en Anne Sexton: A Self-Portrait in Letters, edición de Linda Gray Sexton y Lois Ames, Estados Unidos, Mariner Books, 2004, p. 424. Extraída de http://cuadrivio.net/literatura/poemas-de-anne-sexton/

#AsuntosEpistolares 01 – Lisa Erbin (EOL)2021-09-08T18:19:11+00:00

Queridas hijas:

Ha llegado el momento.
Estoy en las últimas y condenada. Los escáners están bien, pero también hay que escuchar al cuerpo. Nunca confieso a nadie todos mis males. Digo unos a los unos y los otros a otros diferentes.
Estoy muy cansada. Mi vida es difícil y no puede hacer más que deteriorarse.
Desde que tome esta decisión me siento serena, a pesar que tengo miedo del pasaje.
Sois las dos personas que más he amado en este mundo y lo he hecho lo mejor posible, creedme.
Das un abrazo a vuestros hermosos hijos.

Lucile

Pd: Sé muy bien que os voy a causar tristeza, pero resulta inevitable antes o después y prefiero morir viva.

Nada se opone a la noche, Delphine de Vighan, Anagrama, Barcelona, 2012

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