27 de junio 2021, Santiago de Chile.

Estimada Mercedes Iglesias:

Parto compartiendo el buen gusto que ha tenido el trabajo, junto a ti y otros Colegas, en el surco que hemos decidido abrir camino al ENAPOL de octubre. Trabajo que en su distención y alegría anuda con lo serio.

También lo que de nuestro último encuentro resuena en mí. Son los ecos de tus “no sé” o “no entiendo”, que, además de introducir sutiles detenciones en el entusiasmo de nuestras lecturas e intercambios, marcan la radicalidad de mi posición en relación a lo trans, ya no sólo en sus incidencias clínicas sino como S1 que nos invita a leer una época particular y pandémica.

En la novela Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, leo lo que se me vuelve serio: “Todos los poetas, incluso los más vanguardistas, necesitan un padre”. Recuerdo, entonces, lo que Eric Laurent señala en Piezas Sueltas: “…del lado femenino, el hecho de que no haya quienes obstaculicen la función reintroduce al padre, el amor al padre, un amor que no obstaculiza, que no prohíbe, que no es el padre de la interdicción…”. Te escribo para ver si me ayudas a aprehender de qué padre se trataría allí, en tiempos que dicho significante no es amor lo que precisamente provoca.

Un abrazo

José Luis Obaid

05 de Julio 2021, Montevideo Uruguay.

Querido José Luis:

Comparto y me gusta la idea de que nuestros encuentros para el Enapol hayan resultado alegres y llenos de interrogantes entre el ‘no sé o no entiendo’ y lo serio.

Creo que tus dos textos están muy relacionados. Freud establece la relación del inconsciente con el Nombre del Padre e instala así un saber y toda nuestra práctica. Lacan también lo hará así en su primera enseñanza.  

El saber inconsciente que se inscribe a partir del padre es el no de la interdicción, la castración, la diferencia de los sexos y un modo de articular algo que permita la creación de lazos sociales y aquí estarían los poetas de Bolaño. Pero también es un sistema cerrado, constituye una totalidad y lo hemos llamado orden simbólico. Pero Lacan también formula otro lugar que no sea desde el Todo, sino desde el No-todo, denominado goce femenino, y ahí, no hay interdicción, lo cual permite relanzar el goce y el amor desde otro lugar. Leyendo a Indart, me preguntaba si al no haber interdicción, el amor puede constituirse de otra manera, y si al hacerlo, este nuevo amor dejaría de ser religioso. Te dejo este texto a ver si me ayudas a pensarlo.

“Esto en Lacan me parece perfectamente coherente, la relación del inconsciente con el NP, el mismo que le hacía decir a Lacan que mientras estemos abonados al inconsciente somos religiosos y creemos en Dios, y creemos en el NP aunque digamos todo el tiempo que no, porque esa creencia nos tiene a nosotros, y no nosotros a ella. Eso es este inconsciente que hemos vinculado al NP.”

Mercedes Iglesias

16 de Julio 2021, Santiago de Chile.

Estimada Mercedes:

Parto agradeciendo tu respuesta y las referencias compartidas que empujan por una vuelta más en este intercambio epistolar. Pienso en esa vuelta. Me acordé de un chilenismo: “pasar en banda”, que alude al no dormir, no conciliar el sueño. Continuidad sin corte. Estarían también las vueltas del automaton, las del circuito cerrado. Pero, ¿podríamos pensar una vuelta más amorosa?

Es preciso como retomas el hilo de época, en la que nos toca practicar, por el lado de lo religioso. Tal vez como nunca constatamos una pluralización de discursos que adquieren cierta tonalidad religiosa. J.-A. Miller citaba al periodista E. Bastié señalando algo así: cada uno tiene su propia verdad y mi verdad no puede ser cuestionada, como rasgo del debate público actual.

Tu carta me hizo pensar en que, si bien no hay interdicción, hay real. Y entonces, ¿cómo hacemos con ese real para que no devenga creencia religiosa en un Otro absoluto ni tampoco increencia total en el Otro? ¡Tal vez ahí se funda el desafío de proponernos hablar de amor!     

Se me ocurre por ahora imaginar esa vuelta más amorosa como el intento por decir algo de ese real. ¡Como las artes muchas veces nos enseñan! Un decir creativo, inventivo. Una vuelta que a la vez se tuerce y que a lo mejor no podría ser alcanzada sin algunos restos fértiles de lo que fue el padre para cada uno.  

Recordé otra novela, se llama Poeta Chileno, de Alejandro Zambra: “El padre se deja ganar, porque para ser un buen padre hay que dejarse ganar. Ser padre consiste en dejarse ganar hasta el día en que la derrota sea verdadera”.

José Luis Obaid

27 de julio 2021, Montevideo Uruguay.

Querido José Luis:

El señalamiento que hace Miller de que cada sujeto defiende una verdad que no puede ser cuestionada, ¿no es un modo de validar el síntoma en tanto uno solo?

Me gustó la frase Zambra. Pero quizás es un modo de denunciar que el padre no resuelve todo. El Nombre del Padre da un sentido, pero no resuelve el goce de cada quien ni el modo en que nos arreglamos con él. Lacan sostiene en el Seminario 22 algo así: un padre solo merece el amor, sino el respeto de su hijo, si hace de una mujer objeto causa de su deseo. No hay modo de normativizar el goce. Cada quien tiene que arreglárselas con eso.

De acuerdo contigo en que el reto consiste en abandonar la religiosidad a cualquier Otro sin caer en la descreencia total. Creo que es aquí donde Lacan introduce nuevamente el amor, pero de otro modo. El amor siempre ha sido una mediación frente a lo irreconciliable. Pero en la última enseñanza, trata de considerar a partir del síntoma, un modo de amor real.  Sería aquello que produce una resonancia en el cuerpo, un decir, un hacer del Otro que afecta mi cuerpo. Miller en El Otro que no existe y sus comités de ética sostiene: “Implica que el sujeto percibe en el partenaire el tipo de saber que en él responde a la no relación sexual y el síntoma que elaboró debido esto… el partenaire del sujeto no es el Otro, sino lo que lo sustituye como causa de deseo.” (p. 295)

Un abrazo,

Mercedes.

Mercedes Iglesias