Participantes del grupo de la Sección EBP de Rio de Janeiro: Adriano Aguiar (miembro), Ana Cláudia Jordão, Ana Tereza Groisman (miembro), Núria Malajovich, Renata Martinez, Rodrigo Lyra y Ana Lucia Lutterbach Holck (responsable).

TEMA: «Urgencias del parlêtre» se inserta en el argumento del eje 1 – Más lejos del inconsciente, más cerca de los cuerpos: cómo el psicoanálisis de orientación lacaniana puede contribuir para la elucidación de la clínica actual cuando lo real se agita en los cuerpos, cuando los modos de corporificación de los síntomas parecen escapar al desciframiento del inconsciente.

El grupo de estudios, preparatorio para la conversación del ENAPOL VI, partió de la investigación de la Unidad de Investigación, Practicas de la Letra, del Instituto de Clínica Psicoanalítica del Rio de Janeiro (ICP). En esta unidad nos dedicamos actualmente al estudio sobre la escritura y lectura en la clínica, tal como propone J.-A. Miller en su curso de Orientación Lacaniana, especialmente en los cursos de 2006 y 2011 y en el texto de presentación del tema del congreso de la NLS (2011), «Leer un síntoma»[1].

Urgencias del «parlêtre»:
El término «urgencias subjetivas», ya conocido por nosotros, fue ampliamente utilizado en el debate sobre los Centros de atención. En las urgencias del «parlêtre» contamos con lo que se escribe y se lee en las secciones, además del habla y de la escucha. Se considera, por lo tanto, no sólo el significante portador de sentido sino también el significante sin sentido que se inscribe en el cuerpo como letra. Además de su vertiente simbólica que da sentido y mortifica el cuerpo, el significante en su vertiente de goce, letra que vivifica el cuerpo. Si el sujeto es aquel marcado por el significante que mortifica en cuerpo, el parlêtre es vivificado por el goce en el cuerpo.

Ese salto nos interroga sobre la posición del inconsciente y sobre lo real en la experiencia analítica, tanto en la entrada como en el final de análisis, tanto para los practicantes como para los analizantes.

En la primera lección de su curso de 2006[2], Miller toma el «Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11» (1976)[3] y hace de él una especie de herramienta para recorrer un camino de la «urgencia» en los escritos de Lacan. Con este texto él lee la «Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela» (1967) y su antecedente, «Del sujeto por fin cuestionado» (1966), además de «Función y campo de la palabra y del lenguaje»[4] (1953). Al hacer este recorrido él demuestra, al mismo tiempo, la actualidad tanto de los últimos como de los primeros escritos.

Tres puntos[5] son marcados sobre la urgencia: tratase de un pedido anterior al establecimiento del significante de la transferencia y puede despertar un analizante por venir. Deriva muchas veces de una caída de las ficciones que sostenían al sujeto, un fallido en la «verdad mentirosa». Y, por fin, está presente la prisa y su efecto de precipitación de la verdad «que debe dar lugar a la mentira que ella comporta».

Como surge antes de la instalación de la transferencia, deriva de un fallido producido por la emergencia de un real, de un traumatismo, que hace agujero en las ficciones generadas por el sujeto. Por lo tanto, no estamos delante de las condiciones tradicionales para el trabajo de análisis, no hay ninguna rutina, no hay repetición significante, lo que se repite es la incidencia de lo real sobre el cuerpo, situación en que la propia angustia ya es una defensa. Sin la instalación previa del sujeto supuesto saber no hay eficacia de la interpretación, por lo tanto la urgencia nos interroga sobre la operación analítica cuando la búsqueda de sentido aún no está puesta.

El fin y el comienzo:
En este aspecto podemos verificar que hay un acercamiento entre la angustia que antecede la entrada en análisis y el final, cuando la transferencia ya no es dirigida a un analista. Encontramos ese acercamiento en un pasaje al final del Seminario sobre la Ética, donde Lacan describe el final de análisis:

«Al término del análisis didáctico, el sujeto debe alcanzar y conocer el campo y el nivel de la experiencia del desasosiego absoluto, a nivel del cual la angustia ya es una protección, no Abwarten [espera], sino Erwartung [expectativa]. La angustia ya se despliega dejando perfilarse un peligro, mientras que no hay peligro a nivel de la experiencia última de la Hiflosigkeit [desamparo]».[6]

En su curso «el Ser y el Uno», Miller nos dice que Lacan realizó una especie de forzamiento en relación a los obstáculos encontrados por Freud al final del análisis. Primero proponiendo el final de análisis como fractura del fantasma, extracción del objeto y su efecto de destitución del sujeto y reducción del deseo.

Hoy, como él se expresa: «nuestra experiencia lleva el analizante a confrontarse con el sin sentido de su goce. Se confronta con lo que resta más allá de la caída del objeto a, con el Uno del goce y su pura reiteración – el sinthoma»[7]. Un sínthoma que da lugar al sentido pero es definido como acontecimiento de cuerpo, un cuerpo que se goza.

A partir de su lectura del Seminario 23 de Lacan, El Sinthoma, Miller nos recuerda que la transferencia no es efecto del inconsciente, pero al contrario, es por la transferencia que el inconsciente se presentifica[8]: «los psicoanalistas forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen aquello a lo que éste se dirige»[9]. El inconsciente transferencial sería justo aquel que es instaurado por el sujeto supuesto saber y pone en funcionamiento un engranaje de un significante con otro y produce efecto de sentido. En el final de análisis es aislado un residuo del síntoma, ya no para ser descifrado o suprimido sino reducido. La constatación de que el Otro no existe en el final del análisis exige otro tratamiento, una manera de «saber hacer» con lo que fracasa y que Lacan llamaba la «no relación sexual».

El síntoma, diferente de las otras formaciones del inconsciente, no es una aparición puntual, como nos enseña Miller[10], el síntoma tiene un sentido en juego y clama por interpretación. Entretanto, desde Freud resta un residuo real que permanece sin sentido.

En este caso el inconsciente real sería el inconsciente después del atravesamiento del análisis, sin el sujeto supuesto saber: «Cuando el esp de un laps, o sea, puesto que no escribo sino en francés, el espacio de un lapsus, ya no tiene ningún alcance de sentido (o interpretación), sólo entonces uno está seguro de estar en el inconsciente»[11]. El inconsciente es exterior a la conexión significante que produce sentido y es homologo al traumatismo. Por lo tanto, la experiencia del final de análisis sería una especie de revés de la urgencia. En tanto conclusión es índice de un límite en el sentido resultante de cierto fracaso del síntoma. Y, en este caso, hay un pedido del sujeto que puede precipitar una entrada en análisis.

Escrita y lectura:
En el Seminario 20 (1972)[12] Lacan constata que había valorado el cuerpo mortificado por el significante y dejado de lado su dimensión de ser viviente, e indica que la incidencia del significante sobre el cuerpo no es sólo mortificación sino que produce goce, el cuerpo se define como aquello que goza. Tratase por lo tanto de un cuerpo vivo, sexuado:

«¿No es esto lo que supone propiamente la experiencia psicoanalítica?: la sustancia del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza. Propiedad del cuerpo viviente sin duda, pero no sabemos qué es estar vivo a no ser por esto, que un cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera significante»[13].

El cuerpo del que se trata aquí no se define por la imagen o por la forma, como el cuerpo del estadio del espejo. Decir substancia del cuerpo implica que él goza de sí mismo, no el cuerpo que sería el de la relación sexual pero un cuerpo existente, donde el lenguaje produce un efecto de goce, en palabras de Miller, «la repetición del Uno celebra una irrupción de goce inolvidable»[14].

Del lado de las ficciones el sujeto se sostiene por el habla, pero del lado del goce del cuerpo es preciso tomar el lenguaje por la escritura. Una escrita pura, manejo de la letra, del rasgo, donde el significante opera cortado de la significación.

No se trata, por lo tanto, de escucha sino de lectura. Lo que se escucha son significaciones que evocan comprensión, donde hay siempre un goce implicado. La lectura es otra cosa, la lectura parte del significante y eventualmente puede hasta dar lugar a significaciones, se puede pasar de la escucha a la lectura, y para pasar de una a la otra es preciso pasar por lo escrito.

Estas dos vertientes del síntoma nos sugieren operaciones analíticas distintas. La escucha del sentido y la lectura fuera del sentido: «La lectura, saber leer, consiste en mantener a distancia el sentido y la palabra que ella vehiculiza, a partir de la escritura como fuera de sentido, como letra, a partir de su materialidad. […] la disciplina de la lectura apunta a la materialidad de la escritura, es decir, la letra mientras produce el acontecimiento de goce que determina la formación de los síntomas»[15].

Síntoma e Sinthoma:
El testimonio del pase, para Lacan, sería la vía para intentar decir sobre esa experiencia. Miller puntúa dos momentos del pase en la enseñanza de Lacan: la travesía del fantasma y el sinthoma. En un primer momento el pase era la revelación de la verdad con consecuencias sobre lo real, la travesía del fantasma y la caída del objeto a. El fantasma, como significación dada al goce mediante un escenario, aún cuando esa significación es vaciada, el goce permanece. Con el sinthoma, la revelación de la verdad puede tener una incidencia sobre lo real, pero lo real como tal sigue intocado, resta lo incurable que continua su repetición indiferente al esfuerzo de intentar domesticarlo o limitarlo. Lo verdadero imposible, como lo observa Miller, es lo real, por lo tanto, con el sinthoma no se trata de transgredir sino de poder fijar un cierto número de puntos de imposible en una vía más allá de la verdad mentirosa.

Fragmento de un testimonio:
Tratase de un fragmento de sueño en el testimonio de pase de Ram Mandil, AE de la Escola Brasileira de Psicanálise:

«[…] El hombre que surge en el sueño, él mismo un antiguo AE y que posee el mismo prenombre que el mío, habla sobre la transmisión del pase: «debes hacerlo como se transmite una parte de la Torah». El nombre de esa parte de la Torah desaparece del sueño y en su lugar surgen tres letra A… V… D. Despierto y me vino inmediatamente la palabra en hebreo: «avdalah». Sé solamente que esa palabra existe, pero no sé qué significa. Voy directamente al Google y constato su significado: «separación». Tratase de una parte de la ceremonia judía que separa los días festivos de los días comunes, o shabat de los otros días de la semana. Percibo que «avdalah» es menos la reducción de estas letras a un significado y más el nombre que les di a partir de su materialidad sonora.

Del analista escucho solamente la frase: «hacer que las letras (les lettres, letras/cartas) lleguen a su destino».

La escucha de las letras A.V.D. podría desencadenar sentidos infinitamente, tanto en francés, el idioma en que fue realizado en el análisis, («vue au de lá»; «vide lá» etc) como en portugués («ávida lá [allá]» etc.). Entretanto, la lectura, su materialidad sonora, permitió hacer de estas letras un nombre, un sinthome que estanca el sentido, una fijación de goce.

Para la urgencia previa a la transferencia, presento dos fragmentos clinicos que fueron debatidos en el grupo de estudio.

1) Primer fragmento, traído por Rodrigo Lyra:
«João, de 26 años, frecuentaba diariamente las «cracolândias» de la ciudad de Rio de Janeiro, locales de consumo intenso de drogas, especialmente el crack. El uso compulsivo ya provocaba importantes daños a la salud y una completa ruptura de vínculos familiares y sociales, que jamás habían sido sólidos. A pesar de los encuentros regulares con el paciente y de su presencia asidua en el CAPS (Centro de Atención Psicosocial), el goce en cuestión no se articulaba a ninguna ficción del saber: no había sentido, no había pregunta, no había historia. Relata entonces la predilección por, en las cracolândias, aislarse en un rincón, mirando largamente a la escena de degradación. La emergencia de ese objeto mirada, extraída con decisión por el analista, permitió la formulación de un deseo de saber, que giró inicialmente más alrededor del objeto que alrededor de las drogas como cuestión.

El objeto produjo un deseo de saber. Una intervención que no apunta el apunta al sentido, pero apunta al objeto en juego, produjo cierto desplazamiento en su habla que le permitió introducir un poco de historia donde sólo había descripción de su rutina en relación a la droga.»

Aunque no se trate de un caso de urgencia, nos enseña cómo perturbar la rutina de repetición de goce con una intervención no apunta al sentido pero puede desencadenar el deseo de saber, desencadenar una entrada en el dispositivo.

2) Segundo fragmento, traído por Ana Tereza Groisman:
«Un muchacho busca tratamiento en búsqueda de una «cura», angustiado dice tener una «manía» y desea librarse de ella. La manía de extraer protuberancias en la superficie del cuerpo le acompaña «desde siempre», y a pesar de las marcas que dejaba en el cuerpo, nunca le molestó, «sacando eso está todo perfecto». Entretanto, a partir de un comentario de una amiga «psi» – «eso es señal de algún desorden psíquico» – surge angustia y extrañamiento. Este extrañamiento se extiende, su cuerpo pasa a volverse un obstáculo, no le obedece. Su «manía» de inicio no parece enlazarse con nada más, «es solamente eso mismo, el resto está óptimo». Él describe en detalles todo el ritual de su manía, habla de lo que siente en el momento (excitación, placer, alivio y enseguida culpa) pero no aparenta ser tocado por lo que dice, sólo quiere curarse de este «pequeño desorden», el resto permanece en perfecto orden.»

En este caso, el comentario de una amiga «psi» incide sobre el sujeto y la manía que lo acompañaba hacia años se vuelve extraña, y la urgencia que adviene lo lleva a buscar un analista. Por el momento fueron solamente algunas sesiones, suficientes para constatar el cambio de estatuto de la manía para algo extraño en el cuerpo. La apuesta de este tratamiento es que el pedido de que la «manía» sea extirpada, como las protuberancias que él saca del cuerpo, dé lugar a la suposición de saber que le permitirá hacer de la manía un síntoma con algún sentido.

En la urgencia hay un encuentro con lo real, con lo traumático y la presencia del analista apunta a establecer allí un síntoma que interrogue el sujeto y abra la vía del sentido. Tratase, por lo tanto, de la instalación de un síntoma.

Al final del análisis, después de un recorrido en la búsqueda de sentido, el sujeto se confronta con el límite de lo real y la invención de un sinthoma, punto de límite pero también algo que permite al sujeto una manera de lidar con el Uno del goce sin sentido.


Tradução: Anna Carolina Nogueira
Revisão: Gabriela Salomom

Bibliografía básica

  • LACAN,J. [1953]Função e campo da fala e da linguagem em psicanálise in Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 1998
  • LACAN,J. [1966]Do sujeito enfim em questão in Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 1998 LACAN,J. Proposição de 9 de outubro de 1967 sobre o psicanalista da Escola in Outros Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2003
  • LACAN,J. [1972]Prefácio à edição inglesa do Seminário 11 in Outros Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2003
  • [1975-1976]O Seminário. O Sinthoma. Livro 23
  • MILLER,J.-A. [1999]Elementos da biologia lacaniana.
  • MILLER,J.-A. Perspectivas do Seminário 23 de Lacan. O Sinthoma. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2010.
  • MILLER,J.-A. [2012] O Real no século XXI in Opção 63
  • MILLER,J.-A. [2012]Conclusão do PIPOL V no site do ENAPOL VI
  • E. LAURENT. [2012] Falar com seu sintoma, falar com seu corpo no site do ENAPOL V

Notas

  1. MILLER, J.-A. Lire un symptôme. Mental n.26, 2011
  2. MILLER,J.-A. Perspectivas do Seminário 23 de Lacan. O Sinthoma. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2010. 15 de novembro de 2006
  3. LACAN,J. [1972]Prefácio à edição inglesa do Seminário 11 in Outros Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2003, p. 571
  4. LACAN,J. [1953]Função e campo da fala e da linguagem em psicanálise in Escritos. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 1998, p.242; citado por Miller na op,cit., p.20
  5. MILLER,J.-A. Perspectivas do Seminário 23 de Lacan. O Sinthoma. Rio de Janeiro, Zahar Ed., 2010. 15 de novembro de 2006, p.19
  6. LACAN, J. [1959-1960] El Seminario. Libro VII. La Etica del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2007, p. 362
  7. MILLER,J-A. Curso de Orientação Lacaniana, El ser y el Uno. 30 de março de 2011. Inédito
  8. idem, p. 14
  9. LACAN,J. [1964]Posición del inconsciente en Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Ed., 2008, p.793
  10. MILLER,J-A. Lire un symptôme. Mental n.26, 2011
  11. LACAN, J. [1972] Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11 in Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós, 2012, p. 599
  12. LACAN, J. (1972-1973/1982) El Seminario. Livro 20. Aún. Buenos Aires: Paidós, 2008.
  13. idem, p. 32
  14. MILLER,J-A. Curso de Orientação Lacaniana, El ser y el Uno. Aula de 23 de março de 2011. Inédito.
  15. idem