Integrantes: María Cristina Giraldo, Isolda Álvarez, Raquel Cors, María Victoria Clavijo.

Una cosmética sin barrera, más allá de la piel

A modo de introducción

El hombre, a lo largo de la civilización, ha intervenido su cuerpo: pintarlo, maquillarlo, tatuarlo, insertarle objetos, agujerearlo son algunas de las maneras que ha encontrado para arreglárselas con él. Los tiempos cambian y con ellos los artificios usados. Al tiempo que lo anormal hoy es banalizado y está de moda, el discurso de la ciencia, acompañado del discurso capitalista, impone un nuevo paradigma.

Si la cosmética tradicional, con todas sus variaciones, destaca el poder cautivante del cuerpo en su bella forma y armonía (kosmos), con el movimiento que promueven la ciencia y el capitalismo se nos revela el reverso del kosmos, pues pone en juego la decadencia de la función borromea del padre y acentúa la inexistencia del Otro. Esta, con su tendencia a lo ilimitado, hace emerger lo «inmundo», que no es lo sucio sino lo que es «sin mundo».[1]

No siendo suficiente con arreglar, mejorar, tapar y ordenar los agujeros del cuerpo para poner un orden y embellecer, es decir, para dar forma, se promueve la transformación del cuerpo. Se insertan pedazos y extensiones, hasta la de-formación.

L’Oréal[2] toma la forma de nip-tuck,[3] corte-pliegue, para posibilitar «transformaciones prêt-à-porter y seleccionar los mejores cuerpos y órganos»[4], modificando lo que no sirve, el desecho. Busca la fabricación de un yo ideal, sin los referentes clásicos del Ideal y el Nombre del padre. Un cuerpo listo para usar.

Corporificación del significante
Arreglárselas con la vida es lo que el parlêtre ha hecho desde siempre, siendo su cuerpo la sede. ¿Cómo hace un sujeto para tener un cuerpo o incluso para prescindir de él? Esta pregunta que orienta la investigación, nos permite abordar en la enseñanza de Lacan, cómo el cuerpo es afectado por el discurso moderno de la ciencia y del mercado.

La relación entre el significante y el cuerpo, nos coloca frente a la idea de que su estatuto no compete al ser sino al tener: «uno tiene su cuerpo, no lo es en grado alguno.»[5] El cuerpo no es un dato primero, puesto que el ser viviente, el organismo, no es idéntico al cuerpo. Este supuesto se sostiene en una doble articulación: el significante afecta el cuerpo y el cuerpo es afectado por el significante. En el primer caso, señala Miller en Biología Lacaniana,[6] el significante (en tanto Uno) pasa por el cuerpo y lo afecta, produciendo el efecto corporal del goce, que altera las funciones del cuerpo, vivificándolo. Se trata del exceso de goce -que Freud tempranamente ubicó como traumático-, que perturba el cuerpo dejando huellas.

La segunda articulación, corresponde a la manera como el cuerpo se ve afectado por el significante en tanto discurso: «este cuerpo por mas corporizado que sea, se hace sujeto a través del significante, es decir, está hecho de falta-en-ser. Falta-en-ser como efecto del significante que divide su ser, reduciéndolo al estatuto del tener».[7]

El cuerpo operado por el significante, un cuerpo para adorar
Incorporación y mortificación del significante hacen perder la cualidad de ser un cuerpo. La experiencia del viviente como un cuerpo fragmentado, con su imposibilidad radical de identificar ser y cuerpo, que implica a su vez la sustancia gozante, requiere de diferentes operaciones para hacerlo Uno, o dicho de otra manera, para hacer con lo real, con la marca y con la hiancia.

De este defecto de identificación subjetiva, que pone en juego lo real propiamente dicho, procede el afecto por la imagen, «engreimiento narcisista característico de la especie»,[8] del que Lacan da cuenta en su enseñanza con el Estadio del espejo, retomado en los años 70 con la reelaboración de las nociones de forma e imagen.

Tal como señala Lacan en La Tercera,[9] el hombre conoce al mundo como conoce su imagen, lo que hace que adore el cuerpo. Se lo adora porque cree que se lo tiene: «la única relación que el parlêtre tiene con su cuerpo es una relación de adoración».[10] Adoración que implica una concepción que no se reduce a la forma, ni al narcisismo, sino que incluye la sustancia gozante.

El estadio del espejo nos presenta un cuerpo ligado al sistema identificatorio, entusiasmado por su imagen. Para tener un cuerpo debe volverse hacia el otro, quien lo identifica.

Como señala M.H. Brousse en Cuerpos lacanianos: novedades contemporáneas sobre el estadio del espejo,[11] la unidad del cuerpo no viene de las sensaciones orgánicas, sino que viene del espejo, es decir, de la imagen como otro. La imagen como unidad cubre el cuerpo fragmentado, lo enmascara, aunque no totalmente. Este esquema, que es complejizado por Lacan a partir de los años 50 y 60 con el modelo óptico, permite dar cuenta de los puntos de encuentro entre la experiencia orgánica y la imagen. Lacan retoma de Freud la noción de zonas erógenas, localizadas en los puntos de apertura del organismo, por donde se produce un intercambio entre éste y el mundo exterior. Así, podemos decir, que lo que hace posible la relación del organismo con la imagen son las experiencias de goce, que hacen de grapa entre la imagen del cuerpo y el cuerpo fragmentado en objetos separados.

Lo fundamental, «es la articulación entre el velo uno y lo múltiple de los objetos, los elementos del cuerpo fragmentado ubicados en el Otro. Estos objetos del cuerpo que provienen del organismo, son separados de él por el lenguaje y ubicados en el Otro. Así, los llamados objetos a, funcionan en el campo de los objetos comunes, con valor fálico, en términos significantes y de imagen. En el campo del Otro y el marco especular, los objetos a se vuelven agalmáticos, siendo lo bello la barrera que construye la imagen del cuerpo para dar sentido a estos objetos».[12]

Entonces, la potencia de la imagen que nos proporciona la idea de unidad del cuerpo y que hace que los seres humanos adoremos el ideal de la buena forma, tiene efecto en tanto que esta imagen es significantizada, lo que en otras palabras quiere decir, que el significante ha recortado el cuerpo, ese que previamente ha sido afectado por la inyección de goce del significante.

El sujeto dividido, la falta-en-ser, encuentra su ser en el goce del cuerpo, dando lugar al parlêtre. «El cuerpo, viene a ser la consistencia mental del parlêtre.»[13] Es la forma lo que da consistencia y lo que lo mantiene junto. «Bolsa de piel [……], burbuja que se infla».[14] En ese sentido, es un cuerpo que se «ve mal», porque no vemos el organismo, su material real; solo vemos la bolsa de piel, como imagen que protege de la fragmentación. Es un agujero en la percepción.

Esta consistencia del cuerpo es lo que permite adorarlo. Unidad de la forma que encanta al hombre y que lo cautiva, en la medida, en que es capturado y atraído por la imagen de sí. «Captación propia de la imagen que destaca, su relación con lo visible y la mirada y que tiene como fundamento el amor».[15]

A partir de lo anterior, podemos decir que la cosmética puede concebirse como un desembrollarse del cuerpo, con la imagen de sí. El saco de piel que es el cuerpo, representado por la superficie, permite que se lo escriba, pinte, decore y haga uso de sus agujeros. El cuerpo funciona como una cobertura y como una barrera.

La piel, como señala Martínez Rossi,[16] da la capacidad de representar al sujeto y posibilita su manipulación mediante la pintura y el tatuaje, permitiendo construir una identidad; al mismo tiempo, funciona como velo, al recubrir lo insoportable de los órganos, y da lugar a los orificios del cuerpo que, usados por la cosmética, ponen en conexión la forma exterior del cuerpo con su oscuro interior.

Corporificación contemporánea. Cuando el Otro no existe.
¿Cómo es corporificado el cuerpo a partir del discurso de la ciencia y del capitalismo? ¿Es posible sostener la concepción «tener un cuerpo» después del corte producido por la letra científica?

J.-A. Miller, en su texto, Un real para el siglo XXI,[17]enmarca el problema. Frente a la prevalencia de los discursos de la ciencia y el capitalismo en la modernidad, se ha empezado a destruir la estructura tradicional de la experiencia humana. El orden simbólico da lugar a lo que llamamos «lo real». No se trata ya, señala, de lo real de la naturaleza, que da cuenta de la manifestación del orden, y que corresponde a lo que se ha nombrado como «ley natural», en la que todo vuelve al mismo lugar.

La naturaleza se ha convertido en real; escrita en leyes matemáticas, contraría la prohibición de ser tocada, empuja a hacerlo, traspasa todo límite e intenta hacer posible lo imposible. Se hace cada vez más evidente la destrucción del cosmos y la desaparición de todas las consideraciones fundadas en esta noción: se pasa de la idea de un mundo de estructura finita, ordenado y diferenciado, a la de un universo abierto, indefinido e incluso infinito, y nos encontramos con la geometrización del espacio. El cosmos, ya no es un mundo, tampoco un orden, sino un trozo, un fragmento.

Y como dice Miller, ni el encierro de Galileo, ni la torpeza de la avidez por aprovecharse de las ganancias, han impedido ni detenido la irresistible dinámica científica y capitalista. No hay L’Oréalque tape lo real ni lo haga desaparecer, como tampoco, según lo destaca Coccoz,[18] sirven las denuncias de los artistas por la vía del sacrificio, ni los performances-operaciones de estética -como el caso de ORLAN-, que muestran que hace falta destrozar el cuerpo, para hacer desistir los esfuerzos de la tecno-ciencia». Nada parece impedir el deseo de la ciencia y el capitalismo de tocar lo real.

M.-H. Brousse en su texto Corps sacralisé, corps ouverts: de l’existence, mise en quiestion, de la peau,[19] que servirá de referencia para el desarrollo final del trabajo, nos plantea los efectos de lo real de la letra sobre el cuerpo.

El giro que produce la ciencia aparece desde sus inicios bajo la forma de la anatomía. El cuerpo, al ser recortado, muestra su partes, haciéndolas visibles y para ser usadas. Algunos de los avances, tales como el desarrollo de la imagen en el campo médico, las donaciones de órganos y el desarrollo de los trasplantes, el reinado de las prótesis e implantes, así como la posibilidad de crear el crecimiento de tejidos y células fuera de la máquina del cuerpo (la piel), son ejemplos que nos muestran los cambios producidos.

No hay límite. La superficie del cuerpo, la piel, ha dejado de ser una barrera. Se pueden ver los órganos y disponer de ellos. El cuerpo es ahora un órgano. Su valoración es aprovechada por la oferta desmedida del mercado capitalista, que posibilita acceder a todo, para comercializarlo y convertirlo en mercancía. Un cuerpo-órgano, un cuerpo-mercancía. El cuerpo aparece como un objeto más, gadget, puesto a la orden del día y controlado por el dominio de la economía.

El cuerpo operado por la letra, un cuerpo desecho
La letra, el lenguaje científico, irrumpe en el cuerpo «cruzando la barrera de la imagen amada».[20] Ya no se trata del cuerpo adorado, sino abierto. No hay barrera entre interior-exterior, sino continuidad. Más allá de la piel, encontramos el devenir fragmentado del cuerpo, y el adiós a la unidad: «no se trata solamente que el ser del viviente no sea el Uno del individuo, sino también que el ser viviente, cuando se trata del cuerpo del ser hablante, es la fragmentación de ese cuerpo.»[21]

Fragmentación, órganos, piezas sueltas. Es el cuerpo-órgano que queda separado del Otro. Algo escapa del cuerpo, deja de estar en el Otro, mostrando lo que es: un residuo, un desecho. Este puro resto, da cuenta de lo que demostró Lacan a partir de la operación de la separación, de la cual la circuncisión es un arquetipo.[22]

Ahora bien, remarquemos que, el retorno de lo fragmentario, no hace que la imagen pierda su poder cautivante. Funciona a partir de otra lógica. No es sostenida por el Otro, ni por los ideales tradicionales del kosmos, sino que se trata de la imagen del yo, el objeto como fascinum. Es el órgano como residuo, como deshecho, lo que fascina.

Tomaré tres ejemplos, que servirán para clarificar lo dicho; los dos primeros competen al campo del arte y el tercero toma a la clínica psicoanalítica como referente.

La primera referencia destacada en el texto Corps sacralisé…..es la deltrabajo del artista Damien Hirst,[23] que muestra a través de la imagen de una escultura, el cuerpo de una mujer dividido: de un lado, su bella forma, una imagen para adorar, y del otro, el corte del cuerpo, tal como la anatomía nos permitirá ver; es un cuerpo-órgano.

El segundo ejemplo, hace referencia a lo que se conoce como «cuerpos plastinados.» [24] Wajcman nos muestra cómo se pretende con ellos hacer que los muertos sean visibles y accesibles. Esta «cosmética de la muerte» muestra muy bien lo que hace el capitalismo científico con el cuerpo-desecho. En el amor a la bella forma, se confunde un cuerpo vivo con uno muerto: «los muertos vivos, muestran el cadáver que está en nosotros».[25] El pretendido «arte anatómico» funda su éxito en lo que el capitalismo ha producido en su domesticación del sujeto contemporáneo: «no solo buscan evitar la muerte, más secretamente, quieren evitar otra herida, viva, que el lenguaje le inflige al cuerpo: la castración».[26]

Por último, una viñeta clínica. Se trata de una mujer de cerca de 60 años que hace uso de las técnicas de la cirugía estética para transformar su cuerpo: los cartílagos de la oreja usados para reconstruir la nariz, la endoscopia que posibilita intervenir su cara sin destrozar la capa de la piel y el implante de nuevas prótesis para sus senos, realizaron su sueño de evitar el paso del tiempo. «Era demasiado feliz». Sin embargo, el encuentro con el espejo, su hermana gemela, la confronta con lo que la ciencia y el capitalismo no evidenciaron. El espejo no devuelve una imagen completa sino lo real, la fragmentación. No era la misma imagen: las arrugas, los senos caídos, revelaban su propio desconocimiento; parecía joven y no lo era. La angustia emerge. No desiste. Hasta el momento de la consulta intentará que la ciencia y el capital suplan lo imprevisto. Pagará la cirugía de su gemela y todo volvería a ser como antes.

A modo de conclusión: De tener un cuerpo a ser un cuerpo
¿De qué orden es este cuerpo, que ya no es adorado, única relación que habíamos dicho el parlêtre puede tener con él?

La ciencia ha cambiado la relación que tenemos con nuestro cuerpo como imagen global y nuestro cuerpo como organismo desconocido: «ha cambiado el cuerpo fragmentado, en el sentido de fragmentado de verdad y ha cambiado la imagen, puesto que ha separado la imagen de la posibilidad de la percepción visual humana».[27] Nos queda el objeto a, diferenciado de los objetos comunes y de la imagen como totalidad.

El cuerpo operado, recortado, muestra su interior, su cara resto, al estar separado del Otro. Mas que tener, el parlêtre queda reducido a ese resto, al puro desperdicio. Él es eso.

El cuerpo –vía la cosmética, pero no solamente- se presta tanto a ser soporte de los más diversos semblantes como a encarnar lo imposible, que ya no es lo prohibido: «lo verdaderamente imposible, lo que no deja de no escribirse, no aparece, al quedar velado por una falsa letra que hace que lo escribe».[28]

La cosmética, orientada a partir de los avances de la ciencia y del capitalismo, ya no se guía por la imagen del cuerpo, la forma amada, sino que intenta arreglárselas con lo que escapa de ese cuerpo, el desecho. Desperdicio que el discurso moderno vuelve atractivo con la imagen.

Podríamos aventurarnos a decir que se trata de una cosmética que encarna el resto. De un lado, lo real que se intentaba velar, retorna bajo la forma de un goce que invade los cuerpos, invasión de objetos, atiborramiento de tatuajes y de piercings; del otro, el cuerpo-desecho, resto que ha sustituido a la imagen adorada, es arreglado, sustituido, ofreciendo al sujeto una identidad: «imágenes que funcionan como normas, como significantes amos sin tener estructura de significantes».[29]

Como afirmó Lacan, «la ciencia no tiene la menor idea de lo que hace, salvo cuando surge este ligero acceso de angustia… Pero si de todos modos se lo puede apenas sospechar es por el análisis».[30] Es nuestra posibilidad. Ofertar una manera de arreglárselas con lo que no anda bien, con lo real. «Lo que anda es el mundo…. y lo que no anda es lo real, lo que no es mundo, lo inmundo».[31] De esto se ocupan los psicoanalistas más que nadie.

Virgin Mother by Damien Hirst (2005)
http://www.damienhirst.com/the-virgin-mother


  1. Boletín «¿Qué medida ofrece hoy el superyó? A propósito del cuerpo cosmético». En: Texto a cuerpohttp://www.enapol.com/es/template.php?file=Textos/Que-medida-ofrece-hoy-el-superyo_Clara-Maria-Holguin.html
  2. Firma francesa de cosméticos.
  3. Serie americana sobre cirugía estética.
  4. Gómez, M Nip-Tuck: Cuerpos prêt-á-porter, En: Colofón. Buenos Aires, FIBOL, No 33, p. 55.
  5. Lacan, J. El Seminario, Libro 23: El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 147.
  6. Miller, J-A. Biologia Lacaniana. Buenos Aires, Colección Diva, 2002, p. 75.
  7. Miller, Ibid, p. 75.
  8. Miller, Ibid., p. 17.
  9. Lacan, J. «La Tercera», En: Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, p. 91.
  10. Lacan, J. El Seminario, Libro 23: El Sinthome, p. 64.
  11. Brousse, M.-H. Cuerpos lacanianos: novedades contemporáneas sobre el estadio del espejo. En: Colofón. Buenos Aires, FIBOL, No 29, p. 20 y 21.
  12. Brousse, M.- H. Ibid., No 29, p. 21.
  13. Lacan, J. El Seminario, Libro 23El sinthome, p. 64.
  14. Lacan, J. Conferencia de Yale. 1975http://www.edipica.com.ar/archivos/jorge/psicoanalisis/lacan2.pdf
  15. Brousse, M.- H. Corps sacralisé, corps ouverts: de l’existence, mise en question, de la peau. Inédito.
  16. Martínez Rossi, S. La piel como superficie simbólica: procesos de transculturación en el arte contemporáneo. En: Colofón. Buenos Aires, FIBOL, No 29, p. 109.
  17. Miller, J-A. Un real para el siglo XXI. http://www.congresamp2014.com/es/template.php?file=Textos/Presentation-du-theme_Jacques-Alain-Miller.html
  18. Coccoz. V. El cuerpo, sede del goce. En: Colofón, Buenos Aires, FIBOL , No 29, p.p. 49 – 51.
  19. Brousse, M. H. Corps sacralisé.
  20. Brousse, M. H. Ibid.
  21. Brousse, M. H. Cuerpos lacanianos, p. 21-22.
  22. Lacan, L: El Seminario, Libro 10 La angustia. Buenos Aires, Paidós, 2006, cap XV.
  23. Hirst Damien http://thecitylovesyou.com/urban/damien-hirst-verity/
  24. El Doctor Günter von Hagens es el inventor de la plastinación o «arte anatómico».
  25. Wajcman, G. «El arte anatómico». En: Elucidación, Buenos Aires, Atuel/Anáfora 2003 No. 1 p. 102.
  26. Aflalo, Agnès, «Subjetividades modernas y lucha de cuerpos». En: El orden simbólico en el Siglo XXI. No es más lo que era ¿Qué consecuencias para la cura? Vol. del VIII Congreso de la AMP. AMP/Grama, Buenos Aires, 2012, p. 272.
  27. Brousse, M.-H. Corps sacralisé….. Inédito.
  28. Berenguer. E. Cuerpos escritos, cuerpos hablados. Jornadas ELP
  29. Brousse, M.-H. Cuerpo lacanianos….p., 23
  30. Lacan, J. El triunfo de la religión, Buenos Aires, Paidós, p. 75.
  31. Lacan, J. Ibid, p. 76.