Este texto tiene como objetivo presentar las reflexiones que hemos elaborado para la Conversación sobre el tema Cuerpos Toxicómanos, constante en el programa del VI Encuentro Americano de Psicoanálisis de Orientación Lacaniana (ENAPOL), que se llevará a cabo la mañana del sábado 23 de noviembre de 2013. Él hace suyo el esfuerzo de aquellos que aceptaron la invitación de participar en este trabajo como miembros del equipo de la Escola Brasileira de Psicanálise (EBP).

Haremos referencia a los sujetos que, en el campo de la neurosis, presentan sus cuerpos corroídos por una sustancia tóxica, como «tarjeta postal» de lo real en su etapa más cruda, testimonios de la extrema dificultad o incluso imposibilidad de utilizar referencias simbólicas, llevándolos, a menudo, a un rechazo al saber del inconsciente.

La experiencia clínica indica que el efecto de la droga siempre es singular a medida que actúa como una variable de la economía pulsional propia a cada parlêtre. De este modo, puede funcionar como elemento regulador de un goce frente a un Otro amenazante, en forma de un lazo o, en caso extremo, como una opción entre el Uno en detrimento del Otro.

Es necesario, entonces, la aclaración preliminar que estamos considerando este último caso, y que hemos tomado como marco referencial la constatación de Eric Laurent que, en la actual disposición del Otro de la civilización, los cuerpos se cierran a los discursos y se someten a una exigencia apremiante de goce en el contexto de crisis de las normas y de la agitación de lo real que caracteriza la actual disposición del Otro social. [2]

¿Qué podría causar en un sujeto el fracaso en los procesos de inscripción simbólica, produciendo cuerpos toxicómanos, cuando no se trata necesariamente de una estructura psicótica? Fue la propia experiencia en la clínica de toxicomanía que permitió pensar en la ruptura con el goce fálico, sin que hubiera forclusión del Nombre del Padre. Por lo tanto, creemos que el fracaso de los recursos simbólicos, en este caso, se puede pensar como un efecto de forclusión de la castración.

En el desarrollo de este trabajo, estudiamos la manera cómo Lacán colocó este concepto y cómo otros autores del campo freudiano se refieren a la toxicomanía. Además, hemos añadido referencias adicionales a la sustancia tóxica y al cuerpo vivo, a la formulación lacaniana del pseudodiscurso capitalista y a la disposición actual del Otro social.

El término forclusión lo utilizóLacan para referirse a la psicosis, especificando el uso freudiano de Verwerfung y señalando el no registro del significante Nombre del Padre. La expresión, de connotación jurídica, fue añadida al diccionario psicoanalítico a través del francés forclusión. En portugués, la correspondiente sería «preclusão«, entendida como el impedimento para utilizar determinada facultad de derecho procesal civil, ya que no existe disposición legal paratal efecto. [3]

La forclusión de la castración fue mencionada por Lacan como característica del discurso capitalista el 06 de enero de 1972 en la tercera de las conferencias presentadas en la capilla del Hospital Sainte-Anne, en la misma época del Seminario…o peor. La declaración es muy fuerte:

Lo que distingue el discurso capitalista es la verwerfung, el rechazo; el rechazo fuera de todos los ámbitos de lo simbólico con lo que ya he dicho que tiene como consecuencia el rechazo de ¿qué? De la castración. Toda orden, todo discurso que se entronca al capitalismo deja a un lado lo que llamaremos, simplemente, las cosas del amor, mis buenos amigos. Ustedes ven esto, ¿eh?, no es poca cosa [4]

Es como decir: el discurso capitalista forcluye. Forcluye la posibilidad del amor. Es decir, según Lacan considera el amor como dar lo que no se tiene – dar su propia castración –, ese pseudodiscurso compromete los recursos de la fantasía y del inconsciente.

Esta idea se basa en la indicación hecha por Lacan de la droga como única forma de romper el matrimonio del cuerpo con el pequeño-pipi, es decir, con el gozo fálico. [5]

Con base en la experiencia clínica, ¿qué se puede afirmar con relación a la toxicomanía?

Laurent cree que la toxicomanía no inaugura una nueva estructura, tampoco es un síntoma,[6] mientras que Réquiz entiende la droga como un ardid para evitar los efectos de la castración: «el toxicómano con su acto, oculta los síntomas que revelan su estructura, según las categorías freudianas, de neurosis, perversión y psicosis».[7]

¿Cómo distinguir, entonces, lo que se presenta en la psicosis – la ruptura de gozo fálico como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre – de la forclusión de castración, en estructuras no psicóticas, como se constata en la toxicomanía?

Laurent, después de dos claras ilustraciones clínicas, aclara:[8]

  • En la psicosis, en el lugar de un rasgo de identificación al padre, irrumpe un goce en lo real que le permite gozar sin identificarse. El goce se limita a un objeto específico: «Ellos forman seguramente parte de las manías de Esquirol, las monomanías – son delirios parciales –, pero seguramente no son toxicómanos. El goce en ellos está perfectamente limitado, y más aún, ellos escapan a las leyes del mercado. Porque ellos quieren algo preciso.»
  • En la toxicomanía, surge lo ilimitado, lo impreciso del goce; cualquier droga sirve: «Aparentemente aquél que se entrega a los estupefacientes es indiferente a lo que toma. Toma lo que hay. […] la ruptura con el goce fálico suprime las particularidades».

Se trata del uso del gozo fuera del fantasma, de un corto circuito: «Es un cortocuito. La ruptura con el ‘pequeño pipi’, como dice Lacan, tiene como consecuencia que se pueda gozar sin el fantasma.»[9]

La Toxicomanía puede ser tratada como la aparición de un gozo uno, en el sentido de que no es sexual y «no es aprehensible más que por la fragmentación del cuerpo.» [10]

Réquiz, distinguiendo la toxicomanía de otras formas de aproximación a las drogas, destaca la anulación del Otro:

La droga entra en el circuito de repetición como cualquier objeto de la pulsión evidenciando tratarse de un objeto pulsional, no obstante, ligado a la inmediatez. Entre un uso y otro, se desarrolla la vida del adicto decidido y la dinámica de su repetición. Una repetición que no introduce ficciones ni fantasías como las que generan lo imaginario fantasmático. Esto abre la cuestión de relación entre el objeto droga y la fantasía. [11]

Por lo tanto, las drogas, en la toxicomanía, eliminan la implicación subjetiva de las consecuencias de la adición y cierran el camino a la elaboración por la palabra. El toxicómano se adhiere a un goce repetitivo que «no lo deja pensar ni hacer nada más». Que lo desconecta del mundo «y lo encierra en una especie de enquistamiento con un objeto que organiza tu vida». [12]

También entendemos que la toxicomanía puede ser una manifestación de la neurosis fuera de discurso –según lo que Fabián Schejtman dice, refiriéndose a la anorexia: «La anorexia sería una de las manifestaciones posibles de las histerias fuera de discurso producto de la incidencia del ‘discurso’ capitalista en tanto que falso discurso.» [13]

O bien, la podemos considerar entre las invenciones de corporización dirigidas al intento de eludir el discurso en el cual el significante afecta el cuerpo inscribiéndose como letra de goce – el Uno que se repetirá.

Recordemos que Miller identifica en Lacan dos tipos de relación entre el significante y cuerpo. La significantización, cuando una parte del cuerpo se eleva a la categoría de significante y transforma los objetos en símbolos. En segundo lugar, la corporización, que proviene del discurso e inscribe el cuerpo en el vínculo con el Otro social, bajo la forma de mutilaciones tradicionales o rituales, típicas de ciertas culturas: «la corporización codificada, normalizada, la corporización que abulta en un discurso e inscribe el cuerpo individual en vínculo social bajo formas típicas. [14]

Según Miller, esta función de corporización puede extenderse «a todas las normas del comportamiento social, de la compostura, del estilo» [15] y asume, en la actualidad, el carácter de las invenciones de corporización que intentan eludir el discurso.

Consideramos la droga como una sustancia con una estructura química definida que, cuando interactúa con el cuerpo biológico, promueve modificaciones tales que pueden tanto beneficiar al cuerpo como perjudicarlo, intoxicándolo o incluso exterminándolo, dependiendo del tipo de droga o la cantidad ingerida. Sin embargo, nos aclara EstebanKlainer, la idea de que el tipo de sustancia sea lo que define el efecto en el cuerpo viene de la vieja concepción de la dualidad cuerpo-alma, con la idea de una correlación directa entre el cuerpo y el alma. [16]

Siguiendo las enseñanzas lacanianas, se concluye que el afecto no es del cuerpo sino que corresponde a un efecto del significante, incidencia del lenguaje en el cuerpo, lo que induce al goce y aparece en el psiquismo como pensamiento. Nunca como resultado de una sustancia en el cuerpo. Según Lacan: «para el ser humano no hay ninguna relación entre el alma y el cuerpo, entre imaginario y real, si no es por la introducción de la dimensión simbólica.» [17]

Como Miller observa, Lacan, oponiéndose a la teoría de que es la función la que crea el órgano, siempre ha realzado la disfunción existente entre cuerpo y función, lo que generalmente se inscribe a partir de las normas del Otro social. Por lo tanto, dice Miller:

[…] en esos días, en que el Otro no existe, las normas dejan el cuerpo a un lado, poniendo de manifiesto la insistencia de la pregunta: ‘¿qué hacer de su cuerpo?’ Piercyng, body art., dictadura de la higiene o del deporte, esto es lo que, hoy en día, nos presentan como los nuevos usos del cuerpo humano. [18]

En el contexto en el cual desarrollamos el trabajo, el de las toxicomanías consideradas como manifestaciones de la neurosis fuera del discurso, tal uso asume la función de invenciones de la corporización como nos hemos referido anteriormente. Se encuentran entre las formas contemporáneas de corporización, en la que, los cuerpos abandonados por las normas, pasan a ser sede de invenciones que buscan responder a la pregunta sobre qué hacer con el propio cuerpo. [19]

¿Pero de cuál cuerpo estamos hablando? La «última» enseñanza de Lacan nos hace pensar en el cuerpo real, el afectado por el significante que se inscribe como letra de goce – el cuerpo de la repetición insensata del Uno.

Patricio Alvarez rehace las teorías del cuerpo en Lacan. En la primera, el cuerpo pensado en oposición entre lo especular y lo simbólico, y organizado por la norma fálica. En la segunda, el cuerpo topológico permitiendo a la clínica dar cuenta de lo que escapa al ordenamiento del Nombre del Padre, incluso «las adicciones como el acceso a un goce que degrada el deseo». [20] En la tercera, la del acontecimiento del cuerpo. Se trata del cuerpo vivo marcado al que Lacan define con un acontecimiento contingente y consentido de un decir. Como Alvarez, dice: «debe haber un consentimiento a ese decir, que agujerea al cuerpo con el sinsentido de lalengua, que hace resonar a la pulsión como eco en el cuerpo de un decir, y que lo parasita con el lenguaje.» [21]

Por lo tanto, es un cuerpo que habla: «es un cuerpo hablado por ciertas contingencias de un decir, que produjeron acontecimiento, y es un cuerpo que con su decir hace acontecimiento». [22]

El discurso capitalista fue formulado por Lacan como mutación del discurso del amo, escribiendo cómo serían los efectos de los nuevos significantes que ordenan el Otro social contemporáneo y repercuten en los modos de gozo del parlêtre. Lo destacable en esta mutación es el cambio de posición entre el significante amo y el sujeto dividido, seguido por la desaparición de la barrera «en el nivel inferior» de la fórmula, entre el pequeño a, pérdida del gozo y el sujeto dividido.

Como una mutación y no siguiendo las reglas de la permutación de los elementos que conforman los discursos, el discurso capitalista es un pseudodiscurso. Veamos lo que sucede: el sujeto dividido (S/) asume la posición de agente del discurso y, sin la barrera de la castración, se convierte en amo de una verdad suya, particular: «pasa a inventar cada vez la verdad que le conviene a los fines de la producción de este objeto que saciaría su falta en gozar». [23] Y el objeto a, producto de este pseudodiscurso, en este caso el objeto droga, va a llenar la falta del sujeto. Por lo tanto tenemos caracterizada la forclusión de la castración, con el rechazo del inconsciente y las cosas del amor, con la muerte del sujeto del deseo y el cuerpo abandonado a su propia suerte, hasta la muerte.

Pensando en la formulación de Miller de que » En el desastre de lo simbólico, lo imaginario del cuerpo flota», [24] el sujeto del deseo, sujeto del inconsciente desaparece, naufraga con referencias simbólicas. El cuerpo es intoxicado no sólo por la droga sino, sobre todo, por significantes del deseo mortífero del Otro no dividido.

Y, si el significante amo no estuviera más como agente del discurso, el sujeto se libra del mandato del inconsciente y pierde la condición del desplazamiento para el discurso analítico: «ya no hay allí nada que interpretar, se trata de un ‘discurso’ que no tiene reverso». [25]

En relación a la disposición actual del Otro social, consideración obligatoria del tema, creemos que ya está desarrollada totalmente en todo el pensamiento contemporáneo dejando de lado nuevas explanaciones. Añadimos, sin embargo, los siguientes términos, a los que atribuimos valor relevante para la explicación de nuestra reflexión sobre el discurso capitalista y forclusión de la castración.

Según Jean Claude Maleval, la aparición de los síntomas modernos se beneficia de las configuraciones actuales del Otro social:

El nombre del padre mantiene desde el exterior la consistencia del campo del Otro. Dentro de este, los ideales del Yo contribuyen a la contención del goce. El ascenso hacia el cenit del objeto ‘a’, en los tiempos del Otro que no existe, induce a una mutación de ideales: promueve una ideología consumista, preconiza un modelo de gozo célibe, genera una desagregación de la ley social. [26]

Eric Laurent llama la atención, aún, sobre qué hace de la toxicomanía una novedad en la clínica contemporánea: la escala fenomenal donde una sustancia tóxica se convierte en una mercancía, gobernada por encima de los controles estatales, en el puro juego del mercado capitalista, torna la toxicomanía, en la actualidad, radicalmente diferente de aquella que se colocó a Freud. [27] Y el toxicómano incorpora un goce infinito, al consumir un objeto impreciso que supera cualquier sustancia estupefaciente en particular, equivalente al objeto a definido por Lacan.

Hemos visto que el efecto de la droga es una variable del régimen pulsional propio para cada parlêtre y que, bajo el imperio del pseudodiscurso capitalista, funciona para el rechazo de la castración. Así, el acto toxicómano torna ineficaces los recursos de la fantasía y del inconsciente y, por esto, no se considera la toxicomanía como ninguna nueva estructura, mucho menos un síntoma.

Entendemos que las toxicomanías pueden ser tratadas como manifestaciones de neurosis fuera de discurso e incluidas entre los modos actuales de invenciones de corporización. La droga, de esta manera, funciona como artificio de taponar la angustia y, también, para hacer uso del cuerpo al extremo de reducir al sujeto a un cuerpo.

Hemos localizado, por lo tanto, referencias que consideramos suficientes no sólo para dar la idea de que el compromiso de los procesos de simbolización, atestiguados en la clínica de la toxicomanía, cuando no hay una estructura psicótica, derivan de la forclusión de castración, sino también para alimentar el debate y el diálogo que debe continuar hasta la realización de la VI ENAPOL.


Notas

  1. Responsable del Grupo de Trabajo de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis (EBP). Integrantes: Cassandra Dias, cassandradias@uol.com.br; Genildo Cordeiro, genildocordeiro@gmail.com; Gisella Sette Lopes, gmsl@terra.com.br; Suzane Zanotti, susanevz@yahoo.fr; Zaeth Nascimento, zaethanascimento@gmail.com
  2. LAURENT, E. Hablar con el propio síntoma, hablar con el propio cuerpo. Argumento del VI ENAPOL. 2012. Disponíble en: http://www.enapol.com/es/template.php?file=Argumento/Hablar-con-el-propio-sintoma_Eric-Laurent.html. En: 12 ago. 2013.
  3. HOUAISS, A.; VILLAR, M. S.; FRANCO, F. M. M. Dicionário eletrônico Houaiss da língua portuguesa. Rio de Janeiro: Objetiva, 2009. 1 CD-ROM, versão 3.0.
  4. LACAN, J. O saber do psicanalista. Recife: Centro de Estudos Freudianos-CEF, Documento de circulación interna, 1997. p. 49.
  5. LACAN, J. Discours pendant la séance de clôture, Journées des cartels del’École Freudienne de Paris, Lettres de l’École Freudienne, n.18, p. 263-270, 1976. p. 268
  6. LAURENT, E. Tres observaciones sobre la toxicomanía: TYA, toxicomanías y alcoholismo. Conferencia pronunciada en el marco del Campo Freudiano. Bruselas, dic. 1988. Disponíble en: http://www.wapol.org/pt/las_escuelas/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=4&intEdicion=1&intArticulo=168&intIdiomaArticulo. En: 12 ago. 2013.
  7. RÉQUIZ, G. Toxicomania. In: Scilicet dos Nomes do Pai: texto preparatório para o V CongressodaAMP, Roma 2006. Rio de Janeiro: EBP, 2005. p. 170
  8. LAURENT, 1988, p. 2
  9. Ibid.
  10. Ibid., p.3
  11. RÉQUIZ, 2005, p. 170.
  12. Ibid
  13. SCHEJTMAN, F. Padrecimiento y discurso. In: EIDELBERG, Alejandra et al. Porciones de nada: la anorexia y la época. Buenos Aires: Del Bucle, 2009. p. 161.
  14. MILLER, J.-A. Biologia lacaniana e acontecimentos de corpo. Opção Lacaniana: Revista Brasileira Internacional de Psicanálise, n. 41, p. 7-67. São Paulo: Eólia, dez. 2004. p. 66.
  15. Ibid
  16. KLAINER, E. Efectos de las sustancias en el cuerpo. In: SALAMONE, L. D.; MILLER, J. Pharmakon 11: el lazo social intoxicado. Buenos Aires: Grama, 2009. p. 175-178. p.176.
  17. Ibid., p. 176.
  18. MILLER, J.-A. Elementos de biologia lacaniana. Belo Horizonte, MG: EBP, 2001. p. 74.
  19. MILLER, 2004, p. 66.
  20. ALVAREZ, P. Hablar ¿con cuál cuerpo? 2013. Disponíble en: http://www.enapol.com/es/template.php?file=Textos/Hablar-con-cual-cuerpo_Patricio-Alvarez.html. En: 12 ago. 2013.
  21. Ibid.
  22. Ibid.
  23. SORIA DAFUNCHIO, N. Hacia una clínica nodal de los modos neuróticos de anorexia. In: EIDELBERG, Alejandra et al. Porciones de nada: la anorexia y la época. Buenos Aires: Del Bucle, 2009. p. 186
  24. MILLER, J.-A. O inconsciente real: curso de Orientação Lacaniana 2006-2007. Aula 13 de 16 maio 2007. Inédito. p. 1.
  25. SCHEJTMAN, 2009, p. 178
  26. MALEVAL, J.-C. Foraclusão. In: Scilicet dos Nomes do Pai: texto preparatório para o V Congresso da AMP, Roma 2006. Rio de Janeiro: EBP, 2005. p. 60-61.
  27. LAURENT, 1988, p.1.