La violencia en la pareja como un nudo gordiano

«La violencia» y «el nuevo orden simbólico», significantes que aparecen articulados y nos empujan a conversar en el intento de dar cuenta de algunos de los modos en que se vive la pulsión de muerte en la actualidad.

Respecto a la «violencia» cabe destacar que, como lo señala María Clemencia Castro[1], éste no es un concepto psicoanalítico y en consecuencia es un término carente de estatuto propio dentro de su teoría por lo cual suele homologársele a conceptos como agresividad, pulsión de muerte o goce. Sin embargo, durante el Seminario 5, Lacan hace una precisión conceptual al respecto y afirma que, a diferencia de la agresividad, la violencia no accede a la simbolización anticipando también que remite al orden de lo real.

Por otro lado, en relación al «nuevo orden simbólico», cabe recordar el comentario que con ocasión de las actividades hacia el último congreso de la AMP realizó Graciela Brodsky[2] al texto de Eric Laurent «El Orden Simbólico en el S. XXI, consecuencias para la Cura. En él se refiere a lo que Laurent llamó «nuestra posición» [respecto a lo simbólico] para señalar que uno puede orientarse en base a cualquiera de las dos vertientes que él planteó: la primera implica constatar la fragilidad de las ficciones que constituyen nuestro mundo, mientras que la segunda constituye un elogio al déficit de lo simbólico.

La fragilidad de las ficciones y la violencia de pareja
Sabemos bien que esta época se caracteriza por una vacilación de los semblantes, una fragilidad de las ficciones que incide en todos los ámbitos de la vida y que la relación entre los sexos, afectada por una hiancia estructural, es un marco idóneo para la emergencia de la violencia.

La violencia contra la mujer[3]implica todas las acciones u omisiones que se realicen en su contra por el hecho de ser mujer produciéndole daño o sufrimiento (físico, sexual, económico o psicológico) tanto en el ámbito público como en el privado; la violencia de pareja es propia de este último ámbito. Según un estudio que realizó la OMS, la violencia contra la mujer es «un problema de salud global de proporciones epidémicas» [4]. El estudio también revela que la violencia de pareja es el tipo más común dentro de ella dado que afecta a 1 de cada 3 mujeres en todo el mundo. En relación al impacto sobre la salud que ocasiona, el informe indica que ésta es causa de «muerte y lesiones, depresión, problemas del uso de alcohol, infecciones de transmisión sexual, embarazo no deseado y aborto».[5]

Cabe recordar que tal como señala Carlos Dante García[6], desde el 2002 la OMS incluyó a la violencia entre los problemas de salud desplazándola de constituir un componente ineludible de la condición humana a convertirse en un problema sanitario.

El femicidio es un significante que pertenece al nuevo orden simbólico y se define como la muerte violenta de una mujer en ejercicio del poder de género en su contra.[7]

Cristina Siekavizza: un caso paradigmático
¿Quién era Cristina Siekavizza? Los medios[8] la describen como una mujer de 33 años, casada desde hacía 8 años, madre de 2 hijos, quien estudió en un colegio católico de mujeres y luego obtuvo un título universitario. Sus familiares y amigas la describen como una mujer de familia dedicada al cuidado de sus hijos, inteligente y capaz. El 7 de julio del 2011, su esposo Roberto reportó su desaparición. Aunque inicialmente se consideró que se trataba de un secuestro, investigaciones posteriores hallaron evidencia que lo incriminaba a él por su posible asesinato y que daba cuenta de que Cristina sufría de violencia de pareja. El esposo contó con el apoyo de sus padres, un juez jubilado y una ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia, para huir sin dejar rastro llevándose a sus hijos. El cuerpo de Cristina nunca apareció. Al respecto, un medio de comunicación relata que en los dos años transcurridos se han llevado a cabo múltiples diligencias para «armar el rompecabezas»: análisis de llamadas, revisión de correos, excavaciones en cementerios y terrenos baldíos, pruebas de ADN, búsqueda en ríos y lagos, aplicaciones de luminol, análisis dentales y pruebas psicológicas, entre muchas otras. «Todas han generado pistas, pero ninguna permite dar con las piezas que hacen falta para resolver el caso.»[9] Se indica también que las autoridades encargadas aseguran que el proceso se encuentra en peligro debido a que sin cuerpo no hay delito, por ende, no existe caso. Se trata, por lo tanto, de hallar los restos para sindicar al «culpable», al «agresor» mientras que Cristina queda reducida a la categoría de «víctima». Se busca comprobar que realmente fue asesinada. No se trata ni del real ni del cuerpo que interesa al psicoanálisis. Al decir de Lacan: «Lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla, es el misterio del inconsciente».[10] Solo así, a través de un cuerpo que habla, sería posible acceder a las dimensiones del deseo y el goce – tanto en Cristina como en Roberto –, que les llevaron a ese desenlace.

Un grupo de mujeres que incluyen a familiares, compañeras y amigas, creó el movimiento «Voces por Cristina». Su objetivo: luchar por la justicia y la verdad en Guatemala, unidas para romper la cultura del silencio, el miedo y la indiferencia. Su exigencia: justicia, transparencia y verdad en el caso Siekavizza, que se cumpla la ley sin presiones, sobornos ni tráfico de influencias». Su lema: «¡Cristina, no nos callarán, ahora somos tu voz!»[11]Se hace difícil obviar la formulación psicoanalítica de lo que dice la voz: ¡Goza!, manifestación inequívoca del superyó.

En relación al femicidio, Jorge Castillo señala que «en la perspectiva de la historia, las mujeres han encontrado la muerte a manos de los hombres en casos excepcionales, ya que los hombres tienden más a matarse entre ellos».[12] Aclara que tradicionalmente su asesinato tenía la estructura del chivo expiatorio en donde el conjunto de la sociedad pone fin al mal purificándose en ese mismo acto y que dicha forma de ejecución de las mujeres obedece a la lógica del todo que es tributaria del padre como excepción. En dicho contexto, la mujer representaba un problema cuya solución radicaba en la exclusión. Sin embargo, con las transformaciones sociales, «el mismo punto en que nacen los derechos de la mujer marca, como contracara siniestra, el paso del rito catártico al acto delictivo irracional».[13] Castillo afirma que es posible incluir este forma de la violencia contra la mujer dentro de los efectos de la caída del padre, puesto que la ley edípica – que ordena la sexualidad humana a partir de la prohibición –, deja siempre un resto inasimilable: El superyó. Así, «mientras más débil es el padre, más poderoso es ese resto y más insoportable se vuelve para el sujeto, pues le ordena un imposible: gozar en plenitud».[14] Concluye afirmando que ante la inoperancia del falo – que históricamente servía de mediador para la relación entre los sexos – la violencia del pasaje al acto en cualquiera de sus formas, suele mostrarse como única salida. Finaliza señalando que el superyó opera tanto en hombres como mujeres.

La pertinencia de las afirmaciones anteriores lo confirman las investigaciones que están compiladas en la publicación de Femicidio: Un fenómeno global[15]. Un comentario sobre sus resultados afirma que se logró constatar que, en la mayor parte de los países donde se han dictado leyes y otras medidas para contrarrestar dichos asesinatos, no se aprecia una reducción significativa de éstos. Por el contrario, en los últimos años, en muchos de estos países, los femicidios han incrementado de manera alarmante». La experiencia en Guatemala lo verifica así. Si bien la Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer[16]se decretó en el país a partir del 2008, en Guatemala se registra el mayor número de femicidios en Centroamérica, con un número abrumador sin resolver y en absoluta impunidad[17]. El editorial concluye: «…reiteramos a las autoridades nuestra enérgica demanda para que los recientes asesinatos de mujeres, así como los que permanecen impunes, sean debidamente esclarecidos y que sobre los responsables caiga todo el peso de la ley penal. ¡Dura lex, sed lex! [Ley dura pero ley]

Del Otro que no existe… al Otro que se pone a existir de manera inédita
En el comentario citado al inicio, Brodsky indica que de tomar la primera vertiente, no le gustaría «repetir lo mismo explorando las variantes del Otro que no existe y que más bien ella preferiría «explorar los puntos suspensivos que llevan desde esa inexistencia hasta lo que pasa cuando el Otro se pone a existir de manera inédita». Propone entonces como ejemplo, tomar la figura de la madre y dice: «…la declinación del Nombre de Padre no solo tiene aparejada la proliferación de un no-todo, un no-todo femenino, con lo que eso tiene de capricho sino que hay una nueva consecuencia de la declinación del nombre del padre que es el retorno de las figuras maternas». Dicha reflexión le lleva a plantear que en Lacan, en el mismo contexto donde se realiza la interrogación por el padre, aparece la referencia al orden materno que tiene su punto culminante en una referencia del Seminario 21: «… a ese Nombre del Padre, se sustituye una función que no es otra cosa que la de «nombrar para» [nommer á]… Ser nombrado para algo, he aquí lo que despunta en un orden que se ve efectivamente sustituir al Nombre del Padre. Salvo que aquí, la madre generalmente basta por sí sola para designar su proyecto y para indicar su camino »[18].

¿Qué aportes para esclarecer el tema de la violencia de pareja, brinda seguir esta propuesta?

El Superyó
En el seminario El Superyó: del Ideal hacia el objeto[19], Marie – Hélène Brousse hace referencia a la misma cita que hiciera Brodsky e indica que se trata de un párrafo muy político donde Lacan habla de la mutación, del cambio del Edipo en relación con la modernidad. Señala que la cita «es una promesa de un poder de la madre sola con el niño, al suplantar al Nombre del Padre con la función «nombrar para». Precisa también que la función de «nombrar para» implica el uso y no el nombre y que esto implica el poder de lo real más que el poder del significante. Así, donde estaba el nombre, hoy está la función – un empuje a la voz –. «La voz materna que va a «nombrar para», es decir un superyó más y más materno…».[20]

Por lo tanto, en relación a la violencia en la pareja, cabe ponderar la incidencia del superyó en las diversas formas de pasaje al acto.

La Dimensión del estrago
Por otro lado, en la enseñanza de Lacan, la figura de la madre como un Otro primordial ha quedado vinculada a la dimensión del estrago. J-A Miller señala que en la medida que la enseñanza de Lacan basculó de priorizar el significante y la significación hacia el goce, toma relevancia el ser y aparece la noción de parlêtre que lleva incluido el goce del cuerpo. Dice además que en la medida en que el Otro se transforma también en Otro sexuado, el acceso a éste se torna problemático. Entonces recurre a la noción de la demanda de amor y destaca que en ésta, más allá del tener, se busca el ser del Otro. Sostiene que del lado de la mujer, el acceso al Otro se realiza habitualmente por el lado del amor. La relación de la mujer con el S(A tachado) la conecta con el infinito y esto hace surgir la dimensión del estrago que «es exactamente la otra cara del amor […] la faz de goce del amor. [21]

En «Posiciones femeninas del ser»[22], Laurent se refiere también al estrago. Menciona el caso de mujeres que han podido consentir al fantasma del hombre en posiciones subjetivas donde el dolor y la humillación están unidos pues en ellas no opera el límite de la amenaza de castración; esto les permite ir más lejos que los hombres en los caminos de la devoción al amor. Así, una mujer puede estar mucho más decidida a privarse de todo tener en la búsqueda de ser todo para el hombre con lo cual éste se tornaría en una pareja-estrago. A este respecto, en un texto preparatorio para Enapol, Marisa Morao[23] indica que el fenómeno de violencia sobre el cuerpo del ser hablante femenino muestra un uso devastador que tiene lugar en la pareja-estrago y que en el feminicidio los hombres pegan, matan, dañan el Otro cuerpo.Cabe finalmente recordar a Lacan, en el Seminario 23, cuando afirma: «Puede decirse que el hombre es para la mujer todo lo que les guste, a saber una aflicción peor que un sinthome. Pueden articularlo como les convenga. Incluso es un estrago».[24]

Elogio al déficit en lo simbólico: lo imposible de representar
Siguiendo las indicaciones de Graciela Brodsky en el comentario arriba citado, me valdré de una viñeta clínica para abordar la problemática de la violencia dentro de la pareja por la vía del elogio al déficit en lo simbólico. En esa dimensión, Laurent aborda tres imposibles: el de la representación, el de la identificación y el de la nominación. Así, él recurre al sueño, referencia freudiana fundamental que fue retomada por Lacan, para mostrar que no hay significante que represente al sujeto. «La imposibilidad de marcar su lugar como conciencia del sueño, hace del soñante un sujeto que está en el lugar de nadie; el goce pone un límite a la representación del sujeto por el significante.»

B. consulta por las dificultades que tiene en su relación de pareja. Ha convivido con su novio durante varios años pero esta convivencia ha estado escandida por un par de separaciones. La última surgió a raíz de una discusión en la que él la insultó y ella se le fue encima descontrolada, le tiró un plato y le ensartó las uñas». Hija de un padre vendedor muy exitoso y alcohólico y una madre con una profesión en la rama del servicio, B. asegura que con él «tiró la toalla», pero que hace «todo» por su mamá. Durante las entrevistas preliminares lleva un sueño: «estoy en la cama abrazando a mi mamá. Mi papá llega borracho y lo empiezo a agarrar a trancazos… se arruinó la fiesta».

El sueño abre la posibilidad de un trabajo en el que B. se hace cargo de «su» violencia y el goce que ésta le despierta.

A modo de conclusión
La inclusión de la violencia de pareja dentro de las categorías jurídicas y de la salud es un intento – desde el discurso del amo –, de tratarla de manera universal con lo que desaparece la posibilidad de hacer una subjetivación, siempre singular, sobre ésta. Dicho abordaje está sostenido por ideales – de curación, de control total, etc. – en los que no cabe el resto. Sin embargo, dicha respuesta está necesariamente condenada al fracaso al encontrarse siempre con ese punto de imposibilidad que se sostiene en una fórmula de Lacan: «Todo el mundo está loco, es decir delirante»[25].

El psicoanálisis, en cambio, abre otra vía: la de la política del síntoma que implica conducir al sujeto hasta su «división más próxima» donde se anuda «la división del sujeto del inconsciente, la división del mensaje de su síntoma, con esta otra división producida por la pulsión».[26] Se trata, por lo tanto, de recurrir a los síntomas para hablar con el cuerpo sede de «las pulsiones que son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir» [27]sin olvidar que «el inconsciente implica que se lo escuche» como afirma Lacan en Televisión[28] y por ende, requiere del analista.

Hablar con el cuerpo para hacerse cargo de «su» violencia y responsabilizarse de su goce acotando de esta manera el poder del superyó y la dimensión de estrago que pudiera estar en juego.

Propongo homologar la violencia de pareja al nudo ciego o nudo «gordiano» que se caracteriza por su dificultad para desatarlo. Cabe recordar que dicho nudo toma su nombre del labrador Gordio, quien por toda riqueza poseía su carreta y sus bueyes. Tras ser elegido rey, por ser el primero en entrar al templo, él ofreció su carro en señal de agradecimiento atándole la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior. El nudo era tan complicado que nadie lo podía soltar de manera que quien lo consiguiera, conquistaría el mundo. Alejandro Magno enfrentó dicho reto y solucionó el problema cortándolo con su espada. Zeús estuvo de acuerdo con su solución y dijo: «tanto monta cortar como desatar»[29].

El corte se articula a la dimensión del acto y está del lado de la invención.


Notas

  1. Castro, M. C.. Transgresión, Goce y Profanación, Contribuciones desde el Psicoanálisis al estudio de la violencia y la guerra. Serie de Psicología Social. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Psicología: Colombia, 2005. Pag. 35 – 49
  2. Brodsky, G. Hacia el VIII Congreso de la AMP 2012. Actividades Preparatorias. Noche del Comité de Acción de la Escuela Una. Disponible en http://www.congresoamp.com.
  3. En Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer del Congreso de la República de Guatemala, Decreto 22-2008.
  4. Organización Mundial de la Salud – OMS – Informe de la OMS destaca que la violencia contra la mujer es «un problema de salud global de proporciones epidémicas». Disponible en http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2013/violence_against_women_20130620/es/. Consultado el 28 de septiembre de 2013
  5. Idem
  6. García, C.D. «La violencia: ¡Qué locura! En La violencia síntoma social de la época. Ondina María Rodríguez Machado/Ernesto Derezensky (Orgs). Belo Horizonte, Scriptum Livros, 2013. Pag. 121-128
  7. En Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer del Congreso de la República de Guatemala, Decreto 22-2008.
  8. Disponible en http://www.elperiodico.com.gt
  9. En http://www.s21.com.gt
  10. Lacan, J. El Seminario, Libro 20: Aún (1972-73). 1ª. ed. 9ª. reimp. Buenos Aires: Paidós. 2008. Pag. 158
  11. «Voces por Cristina». Información. Disponible en https://www.facebook.com
  12. Castillo, J. «Sobre la figura del femicidio». En Contingencia: Nuevos hombres, nuevas mujeres, nuevas pasiones. Publicación del Departamento de Psicoanálisis y Política. Córdoba: agosto 2012
  13. Idem. Pag. 50
  14. Idem. Pag. 50
  15. Disponible en http://www.contralosfemicidios.hn
  16. Disponible en http://www.sedem.org.gt
  17. Feminicidio. Editorial del 18 de enero del 2013 de ElPeriódico. Disponible en http://www.elperiodico.com.gt/es/20130118/opinion/223527
  18. Lacan, J. Seminario 21: Les non-dupes errent ó Les noms du pére. Clase 19/3/74
  19. Brousse, M. H. (2011). El Superyó: Del ideal al objeto. Perspectivas políticas, clínicas y éticas. CIEC 1ª. Ed. Córdoba: Babel Editorial
  20. Idem. Pag. 74-75
  21. J.-A. Miller, El partenaire-síntoma. 1ª. ed. Paidós, Buenos Aires, 2008. Pags. 273-276
  22. Laurent, E. Posiciones Femeninas del ser. Buenos Aires: Editorial Tres Haches, 1999. Pag. 70
  23. Morao, M. «Feminicidio». Disponible en Textos: http://www.enapol.com
  24. Lacan, J. El Seminario. Libro 23: El Sinthome. 1ª. ed. 1ª. reimp. Buenos Aires: Paidós. 2008. Pag. 99
  25. Miller, J-A. Ironía. Disponible en http://es.scribd.com
  26. Bassols, Miquel. «Una política del síntoma, llevar al sujeto hasta su división más próxima». Disponible en http://www.nel-mexico.org/articulos/seccion/textosonline/subseccion/La-experiencia-analitica/715/Una-politica-del-sintoma consultado el 11 de agosto de 2013.
  27. Lacan, J. El Seminario. Libro 23: El Sinthome. 1ª. ed. 1ª. reimp. Buenos Aires: Paidós. 2008. Pag. 18
  28. Lacan. J. Televisión. En Otros Escritos. Pag. 544
  29. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Nudo_gordiano