Entre el ser y el tener
Integrantes: Ana Stella Sande, Carla Fernandes, Claudio Melo, Luis Felipe Monteiro, Marcelo Magnelli, Rogério Barros y Wilker Franca
El tema «cuerpo cosmético» nos abre dos modos de interpretación: el cuerpo en el cual la cosmética, como un veloes una proteccion frente a la mirada y el cuerpo que, en sí, se modifica – en la carne- frente a esa mirada. En esta última acepción, el propio cuerpo es cosmético.
Una lección que el psicoanálisis aprendió con el capitalismo : todo puede asumir el semblante de objeto a. Partiendo de esa constatación, el cuerpo y sus partes pueden ser un gadget como cualquier otro. Él es sensible a las leyes del consumo y se tornó un prototipo que está condenado a ser actualizado, tanto como los nuevos productos de una línea de montaje. El cuerpo se ha convertido en un gran muestrario de negocios donde cada pieza puede ser una mercancía. Podemos establecer una distinción entre el cuerpo en las artes y la literatura, objeto de contemplación, y el cuerpo en la sociedad de la mirada absoluta, objeto de exposición. De este modo, siguiendo la lógica de la mirada , en la medida en que nos invade por todos los poros de lo visible, no es posible separar el elemento cosmético de la mirada del Otro. La cosmética nace del espejo y trata de corregir la falla estructural que separa a del i(a), es una de las lecturas que podemos hacer como respuesta lacaniana a la pregunta «¿Qué es el cuerpo?»
El objeto mirada ocupa todos los espacios de la vida contemporánea. La profusión de pantallas y cámaras ha relativizado por completo la dimensión de lo público y lo privado. La tecnología avanzó de tal modo que el interior del cuerpo humano es el escenario de la serie televisiva más vista en el mundo, CSI, donde las entrañas de las víctimas fascinan a millones de espectadores. La fotografía, el cine, los aparatos de scanner, sirven para transmitir información en una escala mucho más rápida que los textos. Mas que nunca se considera seriamente el adagio que una imagen vale por mil palabras. La cosmética supone que es posible aumentar o quitar algo de la imagen , promoviendo la adecuación o reconciliación de una imagen a otra, sin que el equívoco significante entre en escena. En ese sentido, ella es siempre una tecnología, una maquinaria de existencia para recubrir la falta, no solo imaginaria sino también simbólica. Si, por un lado, la imagen especular trata de adecuar una sustancia gozante, real, a lo imaginario, por otro lado el troumatismo de la legua hace obstáculo a esa adecuación. Si no hubiera simbólico, la relación del cuerpo con la imagen sería apenas del orden de una etología. A pesar de ésto, en el momento en el cual esa adecuación pasa por el deseo del Otro, por sus caprichos, pasamos de la etología a la estética.
La clínica de la castración, descubrimiento freudiano, exploró el modo como la discordancia a e i(a) puede ser abordada a partir de la inhibición, el síntoma o la angustia. Lacan con la noción de objeto a va más lejos y aborda la misma discordancia, pero no por vía de la castración , sino explorando las relaciones de extracción, separación y aproximación al objeto. Volveremos sobre este punto más adelante.
En 1949, Lacan [1], estableció las bases de la formación del yo en su articulación con la identificación especular. La función del estadio del espejo es establecer una relación del organismo con su realidad. La prematuración del infans se resuelve en la forma totalizada del cuerpo. Tratase de una identificación alienante (a la imagen) , que inicialmente simboliza el ello.
La teoría lacaniana del estadio del espejo se entiende, entonces, como una encrucijada estructural de la constitución del sujeto.[2] Sintetizando : el cuerpo fragmentado se reconstituye como una unidad formal e imaginaria, ofreciendo a lo real del cuerpo una solución de tipo ideal. Podemos, desde esa perspectiva, pensar el cuerpo y su forma como un tratamiento y tal vez, una nominación imaginaria allí realizada.
En el mundo occidental, a partir del siglo XX, el gigantesco comercio de la industria cosmética demuestra que, como en todos los aspectos de la vida contemporánea, el frenesí capitalista elevó las practicas cosméticas a otro nivel. Si antes la tradición y la cultura eran determinantes , hoy es el mercado quien dicta las reglas. Lo que percibimos – sobre todo en Brasil, país que concentra uno de los mayores índices de cirugías plásticas , y lugar donde el cuerpo femenino se convirtió en mercadería de los «sistemas de moda»[3]- es que el uso que se hace del cuerpo denuncia la fragilidad de elaboraciones simbólicas que pueden servir de sostén.
Hay aqui una ruptura radical entre pensar la cosmética como elemento cultural o como bien de consumo. Los productos de la industria cosmética, como objetos a, son en si mismos objetos de la pulsión que pueden causar una adicción como cualquier otra droga. Percibimos el cambio en el momento en que la cosmética deja de ser un conector entre los sexos para ser un modo de gozar en sí, sin pasar necesariamente por el Otro. La cosmética deja de responder a una lógica fálica para intentar fijar el goce que escapa a la ecuación a-a’ directamente en lo imaginario, sin las artimañas y equívocos de lo simbólico. Se busca entonces, tratar la falla imaginaria con el propio imaginario.
De la castración a la separtición del objeto
Es posible distinguir dos concepciones diferentes de producción del cuerpo propio. El cuerpo se separa de sus objetos, donde élse diferencia del seno que supuestamente lo completaría, y el cuerpo que se produce a partir del canibalismo que es la característica de la primera identificación freudiana al padre [4]. Para Lacan, esta operación se produce precisamente por la entrada de sujeto en el lenguaje, una vez que la incorporación convierte lo real del cuerpo en cuerpo habitado por el lenguaje o siguiendo sus palabras «el lenguaje como lo real» [5] Todo el movimiento lacaniano de los años 70 sirvió para señalar que no todo el cuerpo es marcado por el lenguaje, punto de donde surge una elaboración de lo femenino que no esta delimitado por la puntuación fálica.
Las cuestiones de estilo se tornan cada vez más importantes en el momento en el cual las tradiciones no grarantizan ya un sentimiento de pertenencia y reconocimiento de un lugar en el Otro. Alojarse en el Otro no es ya una condicion asegurada por las relaciones de filiación. Nada es más incierto que el refrán Tal padre/ tal hijo. Podemos aquí proponer nuestra hipótesis de que la nominación paterna, que permitía una identificación junto a la fraternidad, fué sustituída por una mirada anónima. La existencia estaba garantizada por un lugar en lo simbólico, hoy ella se garantiza por un lugar en el campo escópico. O sea, de ser nominado a ser visto. Se abre, de ese modo, una nueva perspectiva para la lectura de la teoría freudiana de las identificaciones. Los efectos imaginarios, potenciados por la tecnología cosmética, avanzan en la dirección de garantizar la existencia en sí, y no la existencia garantizada por la identificación grupal. A cada uno, su estilo de vida.
La cantante Lady Gaga causó impacto en el público y gran repercusión en los medios al aparecer vestida con una ropa hecha de carne cruda, en una ceremonia de premios. Es precisamente esa nueva exposición de ropa y de cuerpo femenino que nos interesa. Aquí no hay una erótica comandada por algún discurso, objeto o palabra. Lo más contundente es que , mas allá del dicurso, hay una nítida evocación de sex-appeal rudo de esta carne que recubre la propia carne.
Aqui percibimos que el cuerpo cosmético se inscribe en un registro más allá de la castración. Es lo que cambia con el pasaje del -φ de la castración al objeto a?
Si el falo produce un cuerpo para el goce, en tanto es él quien instala un régimen dialéctico que, como significante del deseo, promueve el pasaje del mundo narcisista al lazo social.[6] Sin embargo, cuando el objeto a da cuerpo al goce, sin pasar por los circuitos del deseo, estamos en un régimen a-dialético, sin intercambios, sin palabras. El partenaire, en ese caso, esta reducido a ser un dealer de objetos para consumo. Lady Gaga, en un sex appeal nonsense , evoca la destitución de la clásica investidura fálica cuya apelación convocaba el deseo en el campo simbólico.
La referencia al Sex Appeal de lo Inorgánico, de Mario Perniola resuena en este punto. En este libro, el filósofo y profesor de estética de la Universidad de Roma, parte de una observación de Walter Benjamin sobre la moda, para explorar la intrínseca participación de lo inorgánico en la experiencia del cuerpo como cosa que siente. La moda prueba, por medio de los contornos de los tejidos, que el cuerpo es un objeto-forma y su conformación imaginaria depende de los elementos inorgánicos depositados en ellos. La mención a lo inorgánico es un modo de destacar la experiencia del cuerpo más alla de la referencia al falo. El sex appeal de lo inorgánico piensa el cuerpo como «entregarse como una cosa que siente y agarrar una cosa que siente. » De allí , el cuerpo es compendido como ropa, o sea, como una extensión que vestimos. La noción de «look» sintetiza el argumento del autor : » en el look, la experiencia de la ropa como cuerpo se prolonga, se extiende y se radicaliza en el cuerpo como ropa: maquillaje, tatuaje, gimnasia, hair dressing, dietética, aeróbica, body building, cirugía plástica e ingeniería genética constituyen los pasos siguientes de un camino que conduce al hombre casi cosa» [7]
En ese cuerpo – ropa, la belleza, el género, la edad dejan de importar. Lo que cuenta es » la disposición y la actitud de cubrir y ser cubiertos, de vestir y ser vestidos, de envolver o ser envueltos por tejidos carnales, que no tienen más nada de orgánico, que no pueden ser diferenciados del vestuario, de los tejidos, de las ropas que habitualmente esconden» [8]. En esta operación, queda claro, como la pérdida de la investidura fálica del cuerpo se correlaciona con la prótesis de objetos ofrecidos, en el mercado, en la experiencia del propio cuerpo. La lógica de mercado presente en todo lo que rige los objetos en la trama de la conformación del cuerpo cosmético, convoca a la siguiente cuestión : si esa apelación sexual nonsense alimenta un circuito pulsional acéfalo donde el cuerpo no es mas que un objeto de consumo, para qué serviría el partenaire más allá de poder gozar de partes de él?
La última enseñanza de Lacan nos parece ser concebida para, precisamente, afrontar estas cuestiones, tan presentes en el siglo XXI. O sea, como pensar el psicoanálisis más allá de la dialéctica de la castración, más «allá del Edipo», en fin, más allá de la primacía del falo simbólico. Para Miller eso solo es posible en el momento que Lacan promueve una disyunción entre castración e interdicción. La castración deja de estar referenciada a la ley fálica y pasa a indicar simplemente el hecho quees posible hacer una negación, una negación lógica, si pensamos a partir de las formulas de la sexuación de El Seminario XX [9] Por eso, Lacan necesita dar detalles de las separaciones anatómicas del objeto, extracciones naturales del objeto en el cuerpo, sin la intervención de un agente que sería el Otro. Tratase de lo que él llama, termino retomado de Freud, separación. Miller llama la atención sobre el hecho que, al disociar la extracción del objeto a de la castración, Lacan crea un neologismo, la separtición [10] No es castración sino la separación de objetos, la separación de órganos. Habla de separtición , para indicar que se trata de una partición en el interior, que concierne al sujeto del organismo.[11]
¿Con que cuerpo voy?
La clásica pregunta que nos remite al universo femenino – con que ropa voy? – está ligada al semblante construído por objetos que , según Brousse [12] «tocan el cuerpo femenino». Las ropas, joyas, tacos altos, maquillages y esmaltes son «objetos que hacen existir la máscara misma,como velo ante la dificultad de decir(…) esos objetos que se agrupan bajo una categoría en psicoanálisis, la llamamos categoria del falo». O sea, son objetos que remiten al campo fálico y están relacionados con una tentativa de anclaje ante la ausencia de representación sobre que es ser una mujer .
Según Castillo [13] la insuficiencia de la imagen para responder al Che vuoi?, puede encontrar con la cosmética una cierta ortopedia. En esta perspectiva la cosmética corporal es entendida como » (…) una satisfacción ligada a la imagen del cuerpo que (…) puede ayudar a dialectizar, a entrar en el juego significante haciendo signo de marcas en ese cuerpo» O sea, aquí la cosmética ayudaría a dialectizar la imagen corporal, a entrar en el juego significante haciendo signo de las marcas corporales. En otra vertiente, las modificaciones pueden tomar el valor de acontecimiento de cuerpo, enlace con la lengua singular de cada uno.»
En la actualidad, frente a la caída de los ideales del Otro- I(A), cabe a cada uno construir su propia imagen, queda a cargo del yo ideal- i(a) producir su vestimenta, que se hace con el propio cuerpo. Cuando se entra en el discurso capitalista, la infinitud de los objetos postizos se ofrece como «sutura mágica para la herida más profunda».
Podemos hacer una lectura de ese modo de presentación a partir de la pregunta: ¿Con que cuerpo voy? Lo que remite a la construcción de un cuerpo cosmético, producido para dar cuenta de un goce no filtrado por el campo simbólico. Se trata de un circuito pulsional en torno del cuerpo propio tomado como objeto. De ese modo: » emerge una nueva dimensión para la clásica cuestión filosofica de «tener «un cuerpo o «ser» un cuerpo. En la era de los gadgets, podemos hablar del cuerpo como aquello que se viste. Vestir un cuerpo y ajustralo al ser frente al espejo» [14].
La solución propuesta es hacer una diferenciación entre significante y letra dando otro status a lo real, redefiniendo letra como litoral entre saber y goce. Goce aqui es diferente del plus de gozar de los discursos que se aproxima al semblante. La letra es del orden de la contingencia, producto de un azar, por tanto singular. La cualidad de marca, rompe con el semblante, disolviendo lo imaginario y produciendo goce al presentarse como un enjambre significante. De allí se deduce un nuevo estatuto de lo real pasando de lo imposible de decir a lo contingente y singular , no como negación sino agregado al otro. La condición de real es ahora un imposible estructurante.
Una de las implicancias que este avance teorico trae es un nuevo estatuto del cuerpo, que pasa de cuerpo imaginario, producido por el Otro en el estadio del espejo, a un cuerpo real gozable. El goce aparece, entonces, como experiencia de cuerpo pudiendo prescindir del lazo simbólico con el Otro. El síntoma también gana un nuevo estauto separado del inconsciente. El S1 aparece como irrupción de goce y su ligadura a la letra no es necesaria sino contingente y singular. En ese nuevo status, no hay síntoma sin cuerpo. El cuerpo «gozable» y «literalizable» depende de la noción de síntoma como acontecimiento real, contingente y singular.
Laurent [15] al comentar los delirios de las neurociencias en sus tentativas de localización en el cuerpo del hablanteser, enuncia que, a pesar de esta esfuerzo, algo parece siempre escapar. Concluye que «(…) no hay representación unificada posible del sujeto del cual se ocupa el psicoanálisis(…) el cuerpo es siempre desmembrado»
A pesar de los avances de la llamada» Sociedad de Imagenes», para el psicoanálisis, la imagen unificadora del cuerpo no anula el despedazamiento de la experiencia de la pulsión – limítrofe entre soma y psique, como ya nos había enseñado Freud [16]. Dafunchio (2013), [17] interesada en los efectos de la declinación de la nominación paterna y la emergencia de nuevas nominaciones sobre el cuerpo, establece que en la nominación edípica, » (…) el cuerpo es una construcción que se sustenta en una función eminentemente simbólica que hace de mediación entre el cuerpo imaginario y el cuerpo real», habiendo allí espacio para que se realicen intervenciones analíticas, pautadas en un orden simbólico flexible. A su vez, en la contemporaneidad, las nuevas nominaciones suplantan el orden simbólico y son tejidas más en los registros imaginarios y reales del cuerpo, cuya consecuencia para la experiencia analítica es la impermeabilidad a la interpretación.
Concluímos que las intervenções cosméticas son realizadas en un mundo donde lo masculino y lo femenino no se ordenan exclusivamente en torno a la ley fálica. Más allá del Edipo y la castración, es en torno al objeto y la posibilidad de recurrir al cuerpo como tecnología para localizar el goce, siempre excedente , que la sociedad de la mirada se orienta. Será preciso, entonces , pensar la función cosmética del cuerpo en el caso por caso, haciendo de la experiencia analítica el fundamento para la formulación teórica sobre los usos del cuerpo frente a la agitación de lo real en la contemporaneidad. Las diversas reediciones de la imagen corporal (cirugías plasticas, exceso de ejercicios fisicos para construir un nuevo formato, escarificaciones, entre muchas otras ) evidencian una posibilidad del hablanteser de tener un cuerpo[18] , realizando un enlace imaginario frente a la emergencia de lo «real sin ley» (MILLER, 2012)[19]. Como el psicoanálisis puede responder a esa búsqueda frenética por tener un cuerpo ideal? La apuesta es la identificación al síntoma, única identificación que, por ser una ecuación que toma en cuenta el goce como resto que escapa al encuentro con el Otro, apunta al cuerpo que se es, y no al cuerpo que se tiene. Pueden así ser pensadas, como actos que inciden en la imagen del cuerpo como tentativa de limitar el exceso de goce- nominaciones, que se hacen entre los registros imaginario y real, alejadas del orden simbólico.