Integrantes: Laura Darder, Analía Cross, Roberto Cueva, Gabriela Scheinkestel, Estefanía Elizalde, Lorena Hojman, Denise Engelman, Jesica Lagares. Coordinación: Raquel Vargas

Cuerpo de Hombre
«Formas mutatas in nova corpora» (formas cambiadas hacia nuevos cuerpos) «Deseo decir de formas ya mudadas en nuevos cuerpos» (Ovidio, libro I, Las metamorfosis)

Introducción
Los cuerpos pueden ser clasificados con un género, hasta hace poco tiempo, dos y recientemente en Alemania se habilitó un tercero. Por su parte, las palabras también tienen género. ¿Cómo combinamos el género de uno y otro, el de las palabras y los cuerpos? Para entrar en el asunto podemos tomar una palabra, la de Freud, que localiza una experiencia de las palabras y los cuerpos con el concepto de Inconsciente en el que se descompleta el abrochamiento entre cuerpo y género: macho/masculino en el caso del tema que nos ocupa. Primera cuestión, los cuerpos alojan un Inconsciente. El Inconsciente es una palabra, un concepto, no cualquiera, sino uno de los conceptos fundamentales que funda la existencia y la experiencia misma del psicoanálisis. La lengua en la que fue inventada la práctica que toma su punto de apoyo en el Inconsciente es el alemán y en esa lengua el género de las palabras tiene su particularidad. Lo neutro está dentro de la lengua alemana. De modo similar lo encontramos en el inglés con el «it», artículo que casi con exclusividad se usa para los animales y los objetos. No es así para el alemán en dónde hay tres artículos: der, que se refiere al masculino, die, al femenino y das, al neutro. Inconsciente tiene como artículo a éste último: das Unbewusst. De modo que no decimos El o La sino Lo Inconsciente y ya con la formulación del concepto se verifica que sexo y género para Freud no están abrochados. De modo que en el corazón mismo de la evidencia Freud encuentra un vacío.

La segunda cuestión es que el Inconsciente no es ni femenino ni masculino en su análisis sintáctico. Freud extrae de la experiencia del análisis que en lo Icc no se puede localizar la diferencia sexual y todo sujeto sea hombre o mujer, mantiene relación con un operador único que es el Falo. Este punto es paradójico porque si bien Freud desabrocha la cuestión, el concepto que localiza como referente sexual fue considerado como masculino por los estudiosos del género y han puesto en él un asunto de poder que sirvió como punto de partida para la discusión pública del asunto sexual.

Conclusión: El cuerpo, femenino o masculino o incluso el tercero habilitado recientemente -habrá que verificarlo-, aloja un Inconsciente neutro respecto de la diferencia sexual y un referente único para ambos sexos: El falo.

Cuerpo de hombre, tal el tema de investigación, nos convocó a una lectura que fue ampliando la cuestión que en un principio nos parecía difícil abordar desde el psicoanálisis. Lo empezamos a leer y a recorrer bajo diferentes perspectivas y si el proverbio chino es cierto, que lo más oscuro está siempre bajo la lámpara por más encendida y por más luz que haya del día en la pregunta que desparrama Diógenes en Atenas, entonces es un proposición que sacude lo pretendidamente natural y es entonces un objeto de estudio para hacer decir, hacer escuchar una duda.

Hombre, Pensamiento y el Cuerpo
«La nuca es un misterio para el ojo.» (Paul Valery)

Tomamos ambas palabras, cuerpo y hombre, por separado. La separación es a partir de una mediación que conocemos en la fórmula del fantasma con el signo, losange. Es una separación especial ya que ambas palabras pueden andar sueltas, sin el «de» y a la vez es esta una unión que más que reunir, articula. De este modo nos pusimos a trabajar algunos textos de otras disciplinas para abordar el tema. Algo así como variaciones sobre el cuerpo de modo tal que, hombre es una variación dentro de otras o podemos usar el neologismo de Lacan, varité para hacer pesar la dimensión de verdad en ellas.

¿Cuáles son las vías en la que se aprende el cuerpo como hombre, cómo pensamiento?

Variaciones sobre el cuerpo, es el título que propone Michel Serres en un ensayo. Para Serres, el cuerpo puede tantas cosas en las fábulas que el espíritu se espanta con eso. El aprendizaje bucea los gestos en la oscuridad del cuerpo. La dedicatoria de su libro está hecha a sus profesores de gimnasia, entrenadores, a los guías de alta montaña, que asegura, le ensañaron a pensar. Él agradece el pensamiento a otros hombres. Nos detuvimos en eso.

Pensamiento es opuesto a adoración que se traduce a partir de Lacan como un amor primario, amor al sí mismo, mientras que pensamiento introduce al Otro, una adoración que sale del sí mismo y va al cuerpo del Otro. Se verifica así, la pulsión que guía el pensar. Inferimos entonces que la categoría hombre se introduce de este modo como pensamiento, como potencia segunda de la adoración primaria. El hombre es un pensamiento supuesto al cuerpo.

Se suele decir que es posible pensar con diferentes partes del cuerpo y en general al hombre se le imputa que cuando piensa en una mujer, en ocasiones, lo hace con el órgano que encarna el falo. Lacan por su parte pudo decir que piensa con los pies. Veremos a dónde lleva esto.

Llegamos así al concepto central a la hora del tema propuesto: el Falo.

Ya hemos destacado el valor significante del Falo tanto para hombres como para mujeres. Si bien el Falo no es el órgano masculino es un símbolo generado a partir de él, es decir que la anatomía tiene su participación en la creación del Falo como significante. ¿Cómo entra en juego la anatomía para Lacan? Sabemos con Freud que hay consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica y lo que retoma Lacan de esto y destaca es un momento preciso de la anatomía, el momento de la detumescencia del órgano que construye el símbolo fálico. Momento anatómico, si lo podemos enunciar así, que ilustra el Falo como instrumento de goce por un lado y operador de la castración por el otro. De modo que en su función de castración, el Falo apunta a lo que queda por fuera de él. Hay un goce fuera del Falo. En su función de castración se delimita un campo y algo queda fuera del mismo. Se destacan así tres estatutos del Falo, como Significante, como Significación y como Función. Llegado a este punto entendemos así que no todo lo sexual, destacamos no-todo, puede ser significado o significante. Del mismo modo que en Lo Inconsciente no todo es reprimido, en lo sexual no todo puede ser traducido a partir del Falo. Se verifica en ese imposible la falla central del lenguaje para alcanzar a nombrar la anatomía sexual y mortal y el axioma lacaniano que afirma que no hay relación/proporción sexual. El síntoma es el índice, la respuesta a esta falla. Hay síntoma en plural y singular que recoge los restos de falta de proporción. Hay, sin embargo, relación corporal, una relación que el hombre establece con su cuerpo y en esa relación, el Falo verifica lo real del cuerpo en tanto que hay lo que no se atrapa en él.

Si el hombre y el pensamiento pueden hacer una pareja lo hacen a partir del síntoma que traduce el pensamiento como cuerpo extraño y que trae noticias del exilio sexual de su anatomía.

Sexo, Género y Sexuación
«Surge por consiguiente el quincuagésimo noveno indicio, el supernumerario, el excedente –el sexual: los cuerpos son sexuados. Cada uno de los sexos puede ocupar el lugar de lo finito y lo infinito.» (Jean-Luc Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo)

Destacamos el dicho de un sujeto que atormentado por su elección de goce pudo decir: «me ganó el cuerpo». Se podría agregar: como a todos si entendemos por ganar el punto que toca las cuestiones ya no del deseo o del amor sino el del goce. Las fórmulas de la sexuación son esclarecedoras a la hora de analizar las relaciones del sujeto con el goce, la del sujeto con su cuerpo y el modo en que organiza los lazos con otros cuerpos. De esta manera, Lacan aporta un tratamiento a la diferencia de los sexos y propone un lado masculino y uno femenino que se definen como lugares, posiciones que asume el sujeto sea hombre o mujer. Al igual que Freud, pero superando el encierro del binarismo fálico-castrado, ser y tener, Lacan propone un desabrochamiento entre la anatomía y la sexualidad a partir del concepto de sexuación. De modo que en un sujeto que dice habitar un cuerpo de hombre y sentirse una mujer o un hombre que viste ropas femeninas o una mujer identificada, como lo es en el caso de Dora, al varón, se puede situar, a partir de las fórmulas, la relación corporal a la que parece estar programado y al fuera de programa que muchas veces percibe. Es el goce, el modo de gozar, el que permite sexualizarse.

El psicoanálisis se orienta mas allá de la falocracia de la que se quejan o lamentan los teóricos del género.

¿En qué medida concierne al psicoanálisis la cuestión del género? Si bien es cierto que estamos en el terreno de las construcciones sociales, es también algo que forma o modela lo que se corresponde con la teoría de las identificaciones tal y como Freud lo expone en su «Psicología de las Masas y Análisis del yo».

Dentro del amplio recorrido de las investigaciones en este terreno, tomamos algunos textos. Citaremos a uno de ellos, «Varones» (género y subjetividad masculina) de Mabel Burin e Irene Meler. En su texto hay un capítulo destinado al estudio psicoanalítico sobre género, tal el título que proponen, donde hacen un recorrido, para el abordaje de la sexualidad masculina, a partir del concepto de falo. Hablan entre otras cosas del «malestar de los varones» y ponen entre comillas el asunto del enigma de lo femenino freudiano. Toman a Lacan, brevemente sólo a partir de su texto, «la significación del falo». A partir de estas consideraciones, dicen «es posible tomar como objeto del análisis el ejercicio de la sexualidad masculina, ya que el magma pulsional parcial e infantil se organiza de modos preestablecidos por las representaciones colectivas acerca de masculinidad y de la feminidad, que en la actualidad se encuentran en un proceso de mutación». Apuntan que Freud se debatió inútilmente, así lo dicen, tratando de definir a la feminidad. Faltó en este caso, aseguran, la distancia necesaria como para construir un nuevo objeto de indagación.

Afirman que lo masculino y lo femenino mutaron, pero esa mutación se cree más verdadera por el cambio de los semblantes y descuidan el real de esas metamorfosis. Todo es posible.

J.-A. Miller en la última clase de su curso, «Piezas Sueltas», refiere que estas teorías proponen sustituir el concepto de identidad por el de identificación y tratan el cuerpo sexuado a partir de una metonimia. El rechazo de la metáfora fálica y el de sus consecuentes identificaciones arrojan un sujeto no identificado, preparado para todo. El curso es del año 2005, a ocho años del mismo, Alemania introduce un «tercer género» legal para recién nacidos a partir de noviembre de este año. Se ofrecerá a los padres tres opciones para rellenar el certificado de nacimiento de sus bebés: masculino, femenino y en blanco. Son casos específicos para ciertos bebés que nacen con un sexo indeterminado pero la ley tiene alcances y consecuencias que trasciende este asunto.

Varones, virilidades, renovaciones o permutaciones en sus apariencias siguen conservando un inmutable no hay que es muy diferente del blanco que propone la casilla que sitúa en el real sexual un problema que debe ser solucionado con la asunción de un sujeto que nunca pueda considerarse identificado, un sujeto puro proceso.

Recordamos con Lacan, que si se reducen a su presencia, los psicoanalistas merecen que se perciba que ellos no juzgan las cosas de la vida sexual ni mejor ni peor que la época que les hace lugar.

Algunas conclusiones
¿Cuál es el hombre que no tiene la falla del lenguaje por destino y el silencio como último rostro? (Pascal Quignard, El nombre en la punta de la lengua)

El mito de la creación pone en primer lugar el cosmos, la naturaleza. El mito nos dice que Dios creó en ese sin límite, al hombre. Una porción mínima de la naturaleza y el soplo divino fabricó el cuerpo del hombre y de él, de una parte de su cuerpo, surge el de su compañera. El cuerpo del hombre entonces fue una especie de fábrica del cuerpo de la mujer. Fue también la fabricación de un deseo, de una tentación y del cuerpo sexual. El hombre primero, luego la mujer.

En el territorio masculino, ¿cuáles son las diferencias entre las insignas fálicas que arman el cuerpo del hombre de aquellas que fabrican el fetiche del neurótico como cuerpo de mujer?

En la antigüedad, la poesía explicaba los grandes enigmas del mundo tan propio y ajeno. La poesía, las fábulas, los mitos fueron apagándose como fuente de respuestas para crear otras y el surgimiento de la ciencia no lo podemos pensar sin esa magia de las palabras también mudadas. Es difícil hacer de la palabra género, por ejemplo, poesía. Hay muchas palabras más, metrosexual, viagra, prótesis… hay una lista, enlistados en un discurso que aspiran a que el cuerpo teórico logre una ciencia de lo real.

Recordamos una pregunta de Lacan, «¿Estamos sin embargo a la altura de aquello que parece que somos, por la subversión freudiana, llamados a sostener, a saber, el ser-para-el-sexo? No parecemos lo suficientemente valientes como para sostener esa posición. Tampoco lo suficientemente alegres. Lo cual, pienso, prueba que todavía no estamos totalmente a punto y no lo estamos en razón de que los psicoanalistas dicen demasiado bien como para soportar saberlo, gracias a Freud designan como castración: el-ser-para-el-sexo.»

Es una advertencia entonces no hacer ciencia de la castración y de ahí valorizar o jerarquizar los ropajes de ese rostro que es vacío.

El Inconsciente en su primera flor, como lo llama Lacan, puede llamar a la nostalgia y una práctica que se apoye en ella es puro idealismo. Sin nostalgia y sin idealismo, ¿cómo definimos cualquiera de las cosas? Lacan dice a través del Cratilo de Platón lo que pasa con las palabras en ocasión de poesía, son pequeñas bestias que hacen lo que se les da la gana.

Algunas integrantes trajeron respuestas subjetivas en la periferia de la ciudad, lo que llamamos el conurbano. Estas residentes hace poco quisieron una foto con Eric Laurent quien posó alegre y cordial junto a la juventud lacaniana como la llamó. Esta juventud y tantas otras trabajan en esos frentes donde los conceptos se ponen a temblar. ¿Los semblantes masculinos de estos hombres son acaso lo mismo que para otros varones de la ciudad? El falo que deriva del padre no está siempre listo para usar. El aporte de los casos que presentaron situaron el riesgo de quedar atrapados por el peso de la situación social que padecen los cuerpos en estos sectores de la ciudad y trabajan en la vía propuesta por Judith Miller quien afirma que: «…es preciso develar la estructura en la que se está inserto, las determinaciones socioeconómicas, los efectos de la miseria, para restituir un espacio en el que se pueda afirmar el deseo del sujeto, para hacer lugar a su manera particular de arreglárselas con ese real, con el Otro y su goce e intervenir en consecuencia.»

Palidece, el Inconsciente, dice Lacan, no lo lamenta sino que es allí mismo, incluso en su palidez, donde se asume el registro de lo vivo de la práctica.

Así lo testimonian sus casos con los que siguen trabajando, con esos hombres cuyos cuerpos asumen los camuflajes, los disfraces que hacen las fiestas del falo pero que tienen la carga extra de disfrazar la pobreza.

Entonces, sin hacer ciencia de lo real a través de la sociología, la filosofía, sin la nostalgia de otras épocas del Inconsciente en flor, sin el asistencialismo de los que reciben duros golpes de los temblores de las normas, ¿qué nos queda? Recogemos algunas ideas en el lugar de nada.

Si la pulsión trae algún mensaje en su circuito es para decir que no tiene ninguna posibilidad de convertirse en ciencia. Hacer una ciencia de la pulsión, que trae los ecos del cuerpo sin ton ni son, es un intento de hacer coherente y comprensible su montaje surrealista.

Hacer de la pulsión poesía nos parece más apropiado.

Cuerpo de hombre, si se presenta tal cuestión para el sujeto, se presenta para ser descifrado. El síntoma vuelto shintome articula no sólo síntoma y fantasma sino síntoma, fantasma y traumatismo de la lengua.

Cuerpo de hombre, encontramos muchos moldes a lo largo de la historia. Para hacerse hombre hay que hacer tanta odisea o ser Odiseo que es lo mismo. Hay que alejarse de las mujeres, pero no tanto, de la madre pero seguir venerándola, de los homosexuales, y de los niños todo lo que se pueda disimular. Es un trabajo que se presenta como respuestas en los diferentes mapas y territorios y que parece a veces tan esforzado que Paolo Giordano decía en una entrevista reciente respecto de su último libro, El cuerpo humano, «necesito estar atrincherado» y nos dice así, o queremos que eso nos diga, que hombre es una trinchera del cuerpo.

A Lacan, dice Guy Briole, le gustaban los hombres fuertes y de pie. En su testimonio, pudo elevar esa fortaleza a la dulzura de quien corta y pacifica a la vez. El título de su testimonio, «Esa herida, esa» nos orienta sobre lo real en juego. Esa nos evocó el campo pulsional y su recorrido más amplio que el de una herida pero no sin ella.

Otra de las participantes que gusta del estudio de la embriología pudo decir con mucho entusiasmo que X es diez veces más grande que Y. Es una reflexión que tiene resonancias con la respuesta de Tiresias, quién pagó con un doble castigo, perdió su cuerpo de hombre y cuando lo recuperó lo tuvo pero con un punto ciego se hizo mirada oracular.

Aceptamos que X y que Y cualesquiera sea su tamaño, se presenten a la mesa de discusión. La aceptamos porque preservamos la pequeña x que sostiene un enigma.

Cuando iniciamos nuestro recorrido recordamos que P. Sollers afirmó que el encuentro con Lacan le hizo notar que el cuerpo sale de la voz. Aristóteles se ocupa de la pone en un célebre pasaje de la Poética donde él llama «sonido» (pone) indivisible a cada uno de los elementos discretos –es decir las letras- con los que se articula la voz humana precisando que ellos difieren entre otros «por la forma de la boca». Si el psicoanálisis es una práctica para quien habla y oye permitamos a la voz esa guía hacia el cuerpo que sale de la boca.

Del hombre, en la práctica, recogemos su palabra Encore o en cuerpo.


  • Freud, S. «Psicología de las masas y análisis del yo» (1921)
    «Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre», 1910)
    «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos» (1925)
    «Tipos libidinales», (1931)
    «Sobre la sexualidad femenina» (1931)
    «Nuevas Conferencias… nro.33, La Feminidad» (1932)
  • Lacan J. El Seminario, libro 11, «Los cuatro conceptos… »
    El Seminario, libro 3, «Las psicosis»
    El Seminario, libro 20, «Aún»
    El Seminario, libro 10, «La Angustia»
    «De una cuestión preliminar…» Escritos II
    «La significación del Falo» Escritos II
    «Ideas directivas para un congreso…» Escritos I
    «Alocución sobre las psicosis del niño»
    «La equivocación del sujeto supuesto al saber»
    «Radiofonía»
  • Miller, J- Alain, «Piezas Sueltas», Paidós, 2013
    «Donc», Paidós, 2004
    «Sutilizas», Paidós, 2012
  • Ovidio, «Las Metamorfosis», Ed. Losada, Bs.As. 2012
  • Halperín, Davida, «San Foucalut» Ed. El cuenco de Plata, 2007
  • Jean Luc Nancy, «58 indicios sobre el cuerpo», La Cebra Bs.As. 2006
  • Levinas, Emmanuel, «Totalidad e Infinito», Ed. Salamanca, 2012
  • Aristóteles, «De Anima», ed. Leviatán, Bs.As. 1983
  • David Le Breton, «Antropología del cuerpo y modernidad», Nueva Visión, Bs.As. 2004
  • Nicole Lorax, «Las experiencias de Tiresias», Ed, Biblos, 2003
  • M.Burin, I, Meler, «Varones», Ed, Mujeres Editoras, Bs.As. 2009
  • Silvia Citro, «Cuerpos Plurales», Ed. Biblos 2010
  • Leticia Sabsay, «Fronteras Sexuales», Paidós, 2011
  • Serres, M, «Variaciones sobre el cuerpo», Ed. Fondo de Cultura Económica, 2011