Rúbrica Eje 2 – HABLAR EN ANÁLISIS: ENTRE LA FICCIÓN Y LO REAL
Gabriela Villarroel – Miembro bajo condiciones – NEL
Convocada por las vibraciones del tambor del ENAPOL, comparto algunas resonancias que el eje 2: Hablar… “testimoniar de la mejor manera posible sobre la verdad mentirosa” me generó.
Considero que es un eje que nos permitirá demostrar por qué el psicoanálisis no tiene que ver con la realidad. Probablemente sea por esta orientación —no tan fácil de localizar— que Freud descubre el inconsciente y el psicoanálisis queda enmarcado en una ética que se dirige a lo singular: el goce.
Freud, en su texto “La pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis”, plantea que para ambos casos “no sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad”[1]. Una realidad fantasmática para la neurosis y delirante para la psicosis o, en última instancia y de manera más precisa, ambas delirantes, con un objetivo claro: tratar lo real.
Miller, en su texto “Ironía”, menciona: “Ante el loco, ante el delirante, no olvides que eres, o que fuiste, analizante, y que también tú hablabas de lo que no existe”[2]. Hablamos entonces, de lo que el ser hablante inventa para hacer frente al acontecimiento de su existencia. Invenciones, en las distintas formas y funcionamientos del parlêtre, que le permiten un tratamiento del goce. Una de ellas puede ser la verdad mentirosa.
Miller sitúa la verdad mentirosa no como oposición, sino como alianza: “La verdad mentirosa, tal como lo entiendo, expresa algo pese a todo más radical: indica que la verdad misma es una mentira”[3].
Se puede llegar a un análisis porque esta verdad mentirosa genera padecimiento. Entonces corresponde tratar esa ficción. Y es en este contexto que Miller señala: “Se trata menos de saber lo que se extrajo del goce, lo que se extrajo del fantasma, en términos de efectos de verdad, en términos de saber, que decir la satisfacción que se logró extraer del modo de gozar, pues éste es lo que es”[4].
El psicoanálisis, entonces, no es tanto la espera de la emergencia de una verdad, sino la espera de una satisfacción que convenga. Lo demuestran así los testimonios de pase: atravesando la verdad mentirosa para llegar al Sinthome. Tomando el ejemplo del testimonio de Jorge Assef: pasar de la garrapata a la garra. O también los autistas, que sin la verdad mentirosa pueden inventarse maneras de responder a ese real en el que están inmersos, como se ve en el caso de Temple Grandin con “la máquina de abrazar”.
[1] Freud, S., “La pérdida de realidad en la neurosis y psicosis “, Obras completas, Tomo XIX. Amorrortu, Buenos Aires, 1976, p.197.
[2] Miller, J.-A. “Ironía”, en Consecuencias nº 7, noviembre 2011
[3] Miller, J.-A. “La verdad mentirosa”, en Sutilezas analíticas, Buenos Aires 2011, p 140.
[4] Ibid, p.145.