LA INFANCIA, CUNA DE LA DEMOCRACIA[1]
Christiane Alberti[2]
En su reciente intervención en Rusia, Jacques-Alain Miller afirmó que la autodeterminación de los niños en materia de identidad de género es “una monstruosidad en vista de lo que es ser un ciudadano. Si borramos toda diferencia entre niño y adulto, son los fundamentos mismos de la democracia los que quedan cuestionados”. El lazo entre infancia y democracia no deja de concernir al psicoanálisis.
La autodeterminación va viento en popa. Hoy muy particularmente, se trata de sensibilizar a los padres y a los niños ante el hecho de que todo el mundo, sin excepción, puede ser auto-determinado y puede ejercer un control sobre su vida y hacer elecciones libremente sin ser influenciado de manera importante por una tercera persona. Ese determinismo no tiene nada que ver con lo que ocurre en el programa del inconsciente. Se lo borra y se lo reconduce al sujeto de la voluntad. La emergencia de la autodeterminación hay que situarla en los cambios provocados por la desinstitucionalización que el sostén comunitario ha remplazado progresivamente. Se trata allí del pasaje de una visión médica a una visión social del síntoma, lo que nos lleva al corazón mismo de la cuestión de la despatologización.
La autodeterminación es contraria a la esencia misma del psicoanálisis, en la medida en que el sujeto no es jamás causa sui y existir es, precisamente, depender del Otro, según la fórmula de Lacan. Depender del Otro, en una singularidad propia de cada uno.
No se trata ya, solamente, de evocar los lobbies de los militantes que hacen oír sus voces. De lo que se trata aquí, es de los niños. Los niños en el seno de Estados que, dando un paso más, los consideran inmediatamente como ciudadanos. Estados que no se formulan ninguna cuestión sobre la naturaleza de la infancia ni, por ejemplo, sobre la relación fundamental de la infancia con la sexualidad. Una sexualidad cuya “maduración”, hay que concebirla como construcción de la relación al objeto a, y no como un desarrollo cualquiera. ¿No es acaso esta cuestión, la que abrió numerosos debates sobre la edad de consentimiento?
La situación italiana, en su relación al Vaticano, nos pone en el camino de medir la importancia de la infancia, en materia de democracia. En efecto, el Vaticano ha manifestado fuertemente su preocupación, en varias ocasiones, por la penetración de la teoría de género en las escuelas, incluidas las escuelas maternales. Es, en ese momento, en todo caso, que el estado religioso se ha sentido suficientemente amenazado como para enviar una nota diplomática al Estado italiano. En esa ocasión, convocó una discusión en el ámbito de los Pactos de Letrán, por primera vez desde su firma, sobre la libertad de la Iglesia para “desarrollar su acción pastoral, educativa y social”. Los programas de sensibilización y de inclusión no dejaban sino un margen estrecho. Vemos bien que los enfrentamientos tienen lugar en ese terreno. Nuestra colega Francesca Biagi-Chai atrajo nuestra atención sobre este punto, en nuestra última Asamblea General.
La referencia a Italia no deja de recordarnos que en los regímenes autoritarios y fascistas son los niños, los blancos privilegiados de la propaganda.
Consideremos ahora la situación en los Estados Unidos y en el Reino Unido.
Helen Joyce, en su obra Trans, evoca la posición de clínicos muy reputados y militantes en favor de la transición médica en niños y adolescentes. Cita sobre todo a Diane Ehrensaft -directora de la Gender Clinic del Hospital de la Universidad de California, en San Francisco- que plantea en un manual, los beneficios de la transición precoz, The Gender Creative Child. Ella ha llegado a sostener que hasta un niño que aún no sabe hablar es, sin embargo, capaz de indicar a sus padres (por medio de “gender messages” no verbales) que tiene una identidad trans. La incidencia de la penetración en el psiquismo de los niños es aquí evidente. Desaparición subjetiva y mundo pre-lenguajero ocupan un primer plano.
La ciencia viene al rescate de los Estados afirmando (cf. a American Academy of Pediatrics – AAP) que, a pesar de la ausencia de evidencias y estudios clínicos serios de los efectos de esas sustancias, los gender affirmation treatments[3] son tratamientos “éticos” para los niños que sufren de disforia de género.
En el Reino Unido, es retrospectivamente que el ambiente se tornó más mesurado y que el Estado ha dado un paso atrás en esas prácticas; sobre todo después del proceso tan mediatizado de Keira Bell: se trata de una joven de 23 años que revirtió su transición para volver a ser una mujer. Ella ha iniciado una acción legal contra la Clínica Tavistock porque esa clínica no cuestionó su anhelo de convertirse en muchacho, cuando recién dejaba atrás su infancia, y le prescribió, a los 14 años, bloqueadores de pubertad, basándose tan solo en tres entrevistas de una hora.
La insistencia de lo real -que no es la realidad- hará, sin duda, que los Estados retrocedan en su prescripción precipitada de la autodeterminación, para tomar en cuenta la singularidad subjetiva.
En España, cabe destacar que una persona puede registrar su cambio de género, en su estado civil, antes de los 16 años con el consentimiento de sus padres; y si estos se oponen, puede apelar legalmente, para que su voz sea escuchada. Aquí, el niño ilustra perfectamente la situación del Uno-completamente-solo y el crédito dado al yo (moi) fuerte.
Los defensores de la autodeterminación no creen decirlo tan bien cuando dicen que es en nombre de la libertad que abogan por esa autodeterminación. Porque ¿de qué libertad se trata, sino de una libertad propia de la locura, una libertad mortal?
La locura “exige el inasible consentimiento de la libertad” – dice Lacan. Y precisa que no se puede intervenir antes de la edad de la razon, que “solo se manifiesta con posterioridad a la “edad de razón”[4]. Dicho de otra manera, un niño no puede ser reclutado como ciudadano. Una obra de Mariella Colin, Les enfants de Mussolini, muestra, en ese sentido, el papel central del libro en el régimen de Mussolini. La educación siempre ha sido uno de los medios de difusión de ideología, ideología masificadora propia de los regímenes totalitarios y del mito bien conocido de la construcción del “hombre nuevo”.
Gracias.
Traducción: Jacquie Lejbowicz
Revisión: Silvina Rojas
[1] Intervención en Question d’École – organizado por la ECF en Paris el 22 de enero de 2022, con el tema “Todo el mundo es loco. La Despatologización de la Clínica”. Inédito
[2] Psicoanalista, AME, Miembro de la École de la Cause Freudienne (ECF) y Presidenta de la Associación Mundial de Psicoanálisis (AMP)
[3] La terapia hormonal de afirmación de género es un medicamento recetado para ayudar a una persona a adquirir las características externas que coinciden con su identidad de género.
[4] N.T.: Lacan, J. “Acerca de la causalidad psíquica”. Escritos, tomo 1, Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 184.