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Rúbrica Eje 4 – LO IMPOSIBLE DE EDUCAR

Daniela Fernández – EOL/AMP

 Su madre consulta por imposición de la escuela que amenaza con echarlo. La gota que rebalsó el vaso fue que Iván, famoso por golpear a otros niños, gritó en la clase consagrada al 2 de abril, “las Malvinas son inglesas”, negándose a “desdecirse” incluso frente al director. En esa escuela, invitan a los niños a desdecirse. Para el psicoanálisis, eso es imposible. Cuando un niño encuentra a una analista, descubre que hablar tiene consecuencias. Volviéndome dócil a su texto, tomando muy en serio su palabra, le preguntaré por su vínculo con los ingleses, ¿acaso él es inglés? ¿acaso es hincha del Manchester? ¿cuáles son sus fundamentos para sostener semejante afirmación?, también le hablaré en inglés. En lugar de buscar que se retracte, haré lugar al misterio cipayo que palpita en el corazón de su subjetividad, ese Otro extranjero que grita en este niño que las Malvinas son inglesas convirtiéndolo en objeto de odio y rechazo de toda su escuela.

Mila se interesa por los dictadores, quiere saber todo sobre ellos, frente a la angustia de su madre militante del lado del bien. En sesión pregunta: ¿Cómo se llama el Videla chileno? ¿Qué comía? ¿A qué jugaba cuando era chico? ¿Tenía mama y papa? También pregunta si vienen a verme nenas malas y cómo hago para reconocerlas. La maldad la concierne, la interroga. En esa vía, le interpretaré, en una sesión crucial, que la mala está escrita en su nombre. Muy seguido llora, se siente culpable, no sabe por qué. Así funciona el Superyó cuando no se es un dictador.

Sus padres se van a esquiar con sus dos hermanos mayores dejándola en la casa con la abuela que “no puede jugar” y el bebé que “no sirve para nada”. En ese contexto desolador, Luli introduce en el micro-ondas, su muñeca, la mamadera del hermanito y un aerosol, lo enciende produciendo una explosión con incendio. Los bomberos dirán a los padres, obligados a regresar de urgencia, que sintieron escalofríos cuando al interrogarla severamente, con tan solo 4 años, Luli negó toda responsabilidad: “Yo no fui”, repetía. Encontrar a un bombero no es lo mismo que encontrar a una analista. En nuestra primera entrevista, a pocos días de su pasaje al acto, ingresa llorando y diciendo: “¡Yo no fui!” A lo que respondo: “¡Es eso!” Seguido de: “¿Podrías contarme qué hizo ella para producir semejante explosión?” Su llanto se detiene dando paso a la descripción minuciosa de su acto en 3era persona. “Primero introdujo mi muñeca preferida, luego la mamadera de Tomy y un mata-hormigas, prendió el microondas, salió corriendo, hizo ¡pum!” El llanto irrumpe nuevamente, su analista lo sabe, al introducir su muñeca favorita, Luli golpeó sobre sí misma.