¿CÓMO EL NIÑO INTERROGA EL AMOR DE TRANSFERENCIA?
SALA: LO ETERNO DE LO INFANTIL
¿CÓMO EL NIÑO INTERROGA EL AMOR DE TRANSFERENCIA?
“‘Diga que me ama’ equivale a um ‘me dá um ser, uma espessura de ser’. O acesso ao Outro é uma maneira de ter acesso a si mesmo. Amamos aquele que responde a nossa pergunta: Quem sou eu? O outro revela-se a si mesmo, nele há mais do que ele”. a nuestra pregunta: ‘¿Quién soy?’. Se revela el otro a sí mismo, en él hay más que él”. (Alberti, C. Los fundamentos de la orientación lacaniana: clínica y lectura. Conferencia dictada en la clase de apertura del IOM3, marzo 29 de 2025)
Relatores: Susane Zanotti (EBP) y Carolina Vignoli (NEL)
Participantes: Alejandra Rossi (Buenos Aires), Amparo Barrionuevo (Ushuaia), Betsy Aricel Rivera (Chiapas), Bibiana Poggi (Recife), Daniele Menezes (Rio de Janeiro), Iván D´Onadío (Lima), Lucía Marquina (Buenos Aires), Siglia Leão (São Paulo), Silvana Gallegos (Guayaquil), Silvia Bottazzi (Punta del Este), Veronica Montenegro (Itapema), Zindy Valencia (Arequipa).
La infancia puede ser leída, con Laurent, como versione de lo insoportable: “la infancia como momento y la infancia como esta insuperable exigencia de lo que fue la sexualidad infantil”[i]. Esta última, como algo que nunca se cruza pero como una exigencia. Por lo tanto, ya sea en el análisis de un niño o de un adulto el insoportable del infantil, su relación con el ilimitado está en juego. Cabe destacar una pequeña diferencia: en los niños, la intervención del analista se produce cuando la defensa aún no está cristalizada. Lo que nos ofrece, como dice Miller, una oportunidad que hay que aprovechar[ii].
El narcisismo en la época
Nos encontramos en una época en que, como sitúa Miller en Una Fantasía, hemos perdido la brújula del Padre como efecto de la subida del objeto a -producto de la mercadotecnia- al cenit de la civilización, más allá de los límites de cualquier regulación de gobiernos o países. Podemos sacar las consecuencias de este movimiento a nivel global, que se nos presenta con guerras por doquier y desastres de la naturaleza mancillada por la mano del hombre con la máquina del significante.
Es por ello que suponemos que la caída de la autoridad simbólica, y el comando del objeto plus de gozar, tiene consecuencias sobre las subjetividades de la época. “Un mundo donde el hacer y el tener han prevalecido sobre el ser”[iii].
Si suponemos que el narcisismo secundario es la consecuencia de la instalación del Ideal del yo como herencia de la Metáfora Paterna, y esta función declina por la falta de funcionarios que la encarnen, habrá dificultades para que este tipo de narcisismo esté arraigado en los sujetos de la época.
Lacan sitúa al Edipo como lo que le permite al sujeto asumir su propio sexo – al modo de identificación viril o femenina, estabilizar las relaciones con la realidad, y tiene como herederos al Ideal del yo y el Super yo[iv]. Es lo que permite un desplazamiento entre el narcisismo primario hacia el secundario.
Sobre estos narcisismos Lacan sitúa que el narcisismo primario es la reserva libidinal, es lo no especularizable, es lo “que permanece profundamente investido en el propio cuerpo – del narcisismo primario, de lo que llaman autoerotismo, de un goce autista”[v]. Por otro lado, “el narcisismo secundario, o sea, en el momento en que a se separa, cae de i(a), la imagen narcisista”[vi]. La caída del nombre del padre golpea los cuerpos solitarios, aislados en su propio auto erotismo, efecto de la no cesión libidinal. Lacan se refiere al narcisismo primario, como un otro que perfilará sus normas a imagen y semejanza del cuerpo propio en su función seductora[vii] podemos leer en nuestra época gobernantes con ese modo de gozar autístico, agresivo y lleno de certezas respecto de su propia ley de cómo tratar a sus semejantes, sobre todo a los diferentes, haciendo reinar la segregación. Amo a quien en el espejo refleja mi propia imagen, odio al diferente y lo debo aniquilar. Erotomanía, agresividad y muerte.
Podemos desglosar las consecuencias de este panorama epocal en la clínica. Una colega recibe a un grupo de niños de 5 años bajo un entrenamiento de alto rendimiento de un deporte individual. Estos niños ya están signados por una voluntad específica de sus padres, como un “Ser Nombrado Para”. Sin la plasticidad de un deseo que podría permitir a un ser hablante encontrar qué camino tomar por elección propia. A otra colega, que trabaja con menores infractores de la ley, donde esos niños están abandonados como restos del sistema, le interrogan si ella los ama, y le piden abrazos. En estos ejemplos hay poco lugar para la emergencia del sujeto y del ser, pero algunos con la pregunta por el amor lo intentan hacer emerger pasando por el Otro.
En la clínica tenemos personas que Miller llama ‘preguntadores’ hasta aquellos que no preguntan nada al analista, sino a sí mismos. Sobre los preguntones, Miller dice que “se trata de una clase de sujetos con los que resulta especialmente difícil maniobrar con la transferencia, mientras que, a la vez, con su agudeza, hacen surgir el estatuto fundamental de la pregunta en la experiencia. La pregunta es la demanda, por supuesto»[viii]. Demanda que se dirige explícitamente a un saber. La forma en que el niño cuestiona el amor de transferencia puede surgir como una pregunta dirigida al analista. Si ese es el caso, se abre la cuestión «¿Qué quiere decir eso?» mas también «¿Quién es?»?[ix] “(…) la pregunta instaura la dimensión del saber en la experiencia analítica”[x].
Transferencia libidinal, el lugar del S2
Resaltamos la transferencia como mecanismo libidinal e intrapsíquico que se cimienta en el primer lazo social con el Otro. Según nos plantea Miller en Estatus del Trauma[xi], “el sujeto no es otra cosa que una defensa (…) del excedente de sexualidad” y propone que “el trauma es trauma de un sentido” que se ha fijado para el sujeto. Entonces, nos preguntamos ¿Cómo se defiende el sujeto de ese excedente?
Freud en 1894 sitúa un mecanismo al que nombra Trasposición[xii]. Trasponer es una primera manera de la transferencia del afecto de una representación a otra.
Una representación es inconciliable con la realidad, el mundo, o el Otro, porque implica un excedente de sexualidad insoportable para el sujeto y del cual se defiende. Se trata del quantum sexual que inviste una representación que deberá reprimirse traspasando el afecto a otra o al cuerpo como paño metafórico. En el caso de las Neurosis el Deseo Materno -S1- producirá ese exceso sexual, que luego será elidido por la operación del Significante del Nombre del Padre -S2- que le permitirá al sujeto orientarse por el falo como significante del deseo.
Miller plantea que se trata de “… el inconsciente real, el inconsciente como imposible de soportar. (…) El sujeto sale aplastado de su encuentro con el lenguaje, sepultado bajo el significante que lo colma. Él renace, born again, del llamado hecho a un segundo significante. Ahí está entre dos, reprimido, deslizándose, ek-sistant, sujeto barrado y que se barra. Si el analista consigue hacerse este segundo significante, consigue milagros con el niño[xiii]”.
Se trata de dos estatutos del significante, como ungüento, cuando aparece el par S1-S2 separado por una hiancia que permite al sujeto emerger de esa barradura, produciéndose la extracción del objeto a del propio cuerpo y perdido para siempre, ocupando el lugar de objeto causa del deseo. Lacan propone al Sujeto como lo que representa a un significante para otro significante, como efecto del entre dos significantes.
El sujeto aplastado por el significante que lo colma[xiv], es el sujeto alienado por el deseo materno que no se ha elidido, sin producir un desplazamiento del Uno solo de goce en el cuerpo marcado por un S1 impar. Que el analista consiga ocupar el lugar del S2 -lugar de la transferencia- para que la libido pueda circular produce alivio.
El ser y el amor
“Amamos a aquel que esconde la respuesta (…) a nuestra pregunta: «¿Quién soy yo?»[xv].
Pregunta fundamental si considerarnos con Lacan que “existir no es ser, sino depender del Otro”[xvi]. Algo de lo real de la existencia se sostiene en el Otro, pedirle al Otro palabras de amor. El ser no se sustenta solo por el símbolo. En el corazón de nuestro ser se encuentra lo real del sexo[xvii], se trata de su ser libidinal[xviii]. “Para Lacan, no se puede hablar de amor sino allí donde la relación simbólica existe como tal”[xix].
Lacan refiere que la Bejahung, la operación de la creación del Símbolo, “incumbe a la relación del sujeto con el ser y no del sujeto con el mundo”[xx], “La Bejahung que Freud establece como el proceso primario en que el juicio atributivo toma su raíz, y que no es otra cosa sino la condición primordial para que de lo real venga algo a ofrecerse a la revelación del ser, (…) puesto que sólo ulteriormente una cosa cualquiera podrá ser encontrado como ente”[xxi]. Resaltamos el consentimiento al significante como condición para la existencia, es por ello que verificamos en las psicosis la dificultad para subjetivar la propia existencia como efecto del rechazo a la ley del significante.
Para que el sujeto pueda consentir a una simbolización primordial el Otro de quien depende debe poder alojarlo, dejar de tomarlo por su objeto de goce. Según Miller, “La cuestión entonces es que por la recepción que le da el Otro, el grito bruto, el grito como trozo de realidad, deviene una significación del sujeto. […] esa delta del grito suscita un significante del Otro y, de manera retroactiva, ese significante hace del grito, llamado”. “La transformación del grito en llamado es operada por S2, el significante que hace emerger al sujeto allí donde su lugar original es una ausencia. […] el grito crea al Otro; es decir que crea el espacio de resonancia”[xxii].
La preocupación por el amor en el niño concierne a su preocupación por su inscripción simbólica en el lugar del Otro, la que produciría una pérdida respecto del exceso de goce de la marca primordial de la lengua y un apaciguamiento del cuerpo como efecto de la inscripción del ser y la existencia. El sujeto aparece como efecto del S2, el significante del saber, que fija un sentido al S1 primordial, “se denomina efecto de transferencia. Este efecto es el amor”[xxiii], dice Lacan, un amor narcisista.
Lo insoportable de lo infantil, en la experiencia analítica.
Tomamos un extracto del testimonio de Alejandro Reinoso, para dar cuenta de cómo eso pulsa y empuja en un análisis llevado hasta el final.
“El niño llega a casa después de la escuela gritando a todos y a nadie: ¡tengo hambre!, … El abuelo materno, sentado en su sillón, lo mira fijamente a los ojos y le dice con un tono muy serio: Tú no sabes lo que es el hambre. El niño quedó con el cuerpo petrificado y con un efecto de vergüenza en su propia voz. […] El objeto voz quedó marcado y silenciado. […] No se puede hablar a tontas y a locas”[xxiv].
“Serio en el trabajo, acongojado por las temáticas mortificantes, me encontraba a menudo con una sonrisa del analista que me inquietaba. Una sonrisa sin sentido. ¿Pero de qué sonríe?, me decía internamente. No entendía, no había nada para la risa. Traigo un sueño extraño: estaba en un restaurante chino y saboreaba un arroz que estaba muy sabroso y lo comía con mucho gusto. Era un arroz a la cantonesa (Il risso alla cantonese[xxv]) El analista, antes de que concluyese el relato del sueño, recorta el equívoco Il risso al Lacan-tonese, la risa a la Lacan. En ese momento exploto de la risa, una risa abierta que envuelve todo el cuerpo; el analista también reía. Pero ¿qué es esto? ¿Y qué tiene que ver esta risa a la Lacan? Ningún sentido. Escritura poética de la interpretación que tocó las tripas”[xxvi].
Las marcas de ese goce que quedó fijado con un sentido traumático adjudicado a las palabras del abuelo, produciendo un cuerpo serio, quieto y mortificado, trae sus consecuencias a la relación con el analista bajo transferencia, quien va conmoviendo la defensa bajo la maniobra de una sonrisa sin sentido. El sueño trae una escena también sin sentido, pero el analista aprovecha la ocasión para recortar algo novedoso en el significante -en consonancia con la sonrisa perturbadora- que conmueve al analizante de su posición mortificada y llega hasta las tripas.
La experiencia analítica permite al analizante sostener una investigación sobre sus marcas de “la infancia como esta insuperable exigencia de lo que fue la sexualidad infantil”[xxvii] más allá de los velos que el amor echa sobre el propio goce insoportable como punto de extimidad. El analista tiene la ocasión de hacerse partenaire de esas marcas que hablan en el cuerpo para causar en el analizante su lectura y mutación. Ellas se van tratando por medio de la producción de un S2 bajo transferencia. Para ello el analista perturba la defensa con sus maniobras, para producir que ese saber percuta el cuerpo. Tal como nos muestra la sonrisa perturbadora del analista de Alejandro, obteniendo una mutación del goce que permite al analizante pasar del síntoma como pathos al sinthome como un arreglo más liviano y vivible.
[i] Laurent, E., Lo insoportable de la infancia. Entrevista realizada por Raquel Cors Ulloa, Bitácora Lacaniana, Revista de la Nueva Escuela Lacaniana No. 9, julio 2021, p. 297.
[ii] Miller, J-A. Prefacio. In: Bonnaud, H. El inconsciente del niño. Del síntoma al deseo de saber. España: Gredos, 2014.
[iii] Alberti, C., 2025, op. cit.
[iv] Cfr. Lacan, J. (1957-1958). El seminario libro 5. Las Formaciones del inconsciente Bs. As. Paidós. 2005, p. 170.
[v] Lacan, J. (1962- 1963) El seminario, libro 10, La angustia. Más allá de la angustia de la castración. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 55.
[vi] Lacan, J. (1962- 1963) El seminario, libro 10, La angustia. El asunto macho. Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 222.
[vii] Cfr. Lacan, J. (1962- 1963), op. cit. p. 55.
[viii] Miller, J.-A. Los preguntones (1984). In: Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en España. Barcelona: RBA Libros, 2007. p. 63.
[ix] Miller, J-A. 2007, op. cit.
[x] Ibidem.
[xi] Miller, J-A., El estatus del trauma. https://enapol.com/xii/es/orientacion-lacaniana/
[xii] Freud, S. “Las Neuropsicosis de Defensa” (1894). Amorrortu Vol. III, Arg. pág. 50. “En la histeria, el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación…”
[xiii] Miller, J-A., 2014. op. cit.
[xiv] Ibidem.
[xv] Miller, J-A. Entrevista. <https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/006/template.php?file=arts/alcances/Amamos-a-aquel-que- responde-a-nuestra-pregunta-Quien-soy-yo.html>.
[xvi] Lacan, J., (1971-1972) El seminario, libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 102.
[xvii] Lacan, J. 1971-1972/2012, op. cit.
[xviii] Lacan, J. El seminario, libro 1, Los Escritos Técnicos de Freud. Bs. As. Paidós, 1995. p.193.
[xix] Alberti, C. 2025, op. cit.
[xx] Lacan, J. Escritos 1, Respuesta al comentario de Jean Hyppolite, Siglo XXI Ed, 2002. p. 364.
[xxi] Ibidem. p. 369.
[xxii] Miller, J-A. Los signos del goce. Lección de 07/01/1987. Buenos Aires: Paidós, 1998. p. 111-113.
[xxiii] Lacan, J. (1964) El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales. Bs.As. Paidós, p 261.
[xxiv] Reinoso, A., “Ouïr”, Bitácora Lacaniana #8 , Buenos Aires, Grama, 2019, p. 39.
[xxv] En italiano en el original. El análisis de Reinoso fue en lengua italiana.
[xxvi] Ibidem. p. 43.
[xxvii] Laurent, E., 2021, op. cit.