EJE 3

Hablar con el niño bajo transferencia

Hablar en análisis es una experiencia. Cada analizante, tenga la edad que tenga, cada uno a su modo y a partir de sus sufrimientos, contará una historia. No solo se trata de la historia sugerida por los sujetos sino de la que se escucha a partir del destino de los objetos en esos relatos, que incluyen al sujeto mismo como objeto. Por ello, tal biografía en análisis es siempre infantil y requiere lecturas, construcciones y tiempo. En las huellas de lo que a cada sujeto se le presentó en relación al saber, el deseo, el goce y el amor se encontrarán los relieves del trauma y las respuestas de cada uno. Miller recuerda que el mundo de objetos fantásticos proviene de equívocos fundantes de la audición de las palabras proferidas por esos Otros primordiales. En la lengua que habla cada uno, ese núcleo vivo y único percute un goce singular que comanda los síntomas y los modos de hacer lazo.

Nuestra práctica es bajo transferencia, lo que supone la instalación de un amor inédito que se teje entre analizante y analista, efecto de la decisión transferencial que orienta la experiencia en torno de un agujero en el saber y sus consecuencias. Por ello, es necesaria la presencia y el acto del analista, a partir de las múltiples formas en que toma valor su operación: como sujeto supuesto saber, como semblante de objeto a, como aquel que perturba la defensa, como sinthome, como trauma, como el que “hace el par”, como instrumento, como “ya nadie”, como desecho, como corte, interpretación, como el que lee en lo que se escucha las marcas que insisten.

Ese eje, invita a demostrar cómo, en la dirección del tratamiento, desde el comienzo hasta el final, al hablar con el niño bajo transferencia se verifica en cada caso cómo la apuesta en el partenaire transferencial hace resonar lo vital de la lengua, esa verdad en estado naciente que, al dar vuelta el tejido inconsciente, permite leer lo mismo de otra manera en la variedad de posibilidades que nuestra práctica enseña.