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LA SUSTANCIA SONORA E IMAGÉTICA DE MINERAL

Daniela Viola
Fernanda Costa
Michelle Sena[1]

Mineral, Teaser. Ciro Thielmann. Paisagem Lava

Poco antes de percutir los tambores del animado carnaval de Belo Horizonte, la ciudad de Minas Gerais que recibirá el XII ENAPOL, Máximo Soalheiro[2] nos recibe en su casa. Charlamos rodeados de una típica mesa mineira[3], con café y pan de queso, servidos en inconfundibles cerámicas con la firma de su taller. Ceramista y artista plástico, reconocido mundialmente por su trabajo en ambos campos. Entre sus incontables obras, destacamos en este Boletín una instalación sonora de la cuál es el realizador y director artístico, que materializa de una forma ejemplar los puntos fundamentales que queremos transmitir. Mineral es un concierto sui generis realizado en conjunto con artistas y colaboradores de diversos saberes, desde alfareros, técnicos de diversas áreas hasta músicos de gran experiencia[4]. Kristoff Silva[5] también estaba en la conversación, reconocido músico minero y uno de sus talentosos compañeros. Expresamos nuestros agradecimientos a Máximo y Kristoff por la generosidad al concedernos la entrevista[6].

Desde el principio, Máximo enfatiza la originalidad del instrumento que inventó. Sus cerámicas se asemejan a la estructura de un tambor ya que incluyen el vacío y la vibración en la composición del sonido, pero se diferencian de otros instrumentos cerámicos, como ciertos tambores de tradición africana de percusión con función rítmica, u ocarinas andinas que tocan melodías por el desplazamiento del aire en su interior. “En el caso de Mineral, la pared del material es la que le da el sonido”, afirma el artista – un sonido armónico, con notas de alturas distintas y un timbre único, inédito. Su música resulta del encuentro del sonido que esta materia produce con otros instrumentos tradicionales, canto y recurso electrónicos.

Máximo cuenta que la historia de Mineral tiene un marco importante en 1999, a partir de su encuentro con el agalmatolito, una roca presente en las cercanías de una ciudad del interior de Minas Gerais, lo que da inicio a una extensa investigación. Rica en álcalis, este raro mineral de 2,7 billones de años, al ser sinterizado en un horno a 1.300 grados por 14 horas, se transforma en una cerámica en la que suenan notas musicales templadas. Algunas piezas llegan a salir como “un la perfecto”, observa Kristoff, aunque en general, sea necesario agua en un gotero para una micro-afinación. ”Es un ejercicio sobre los elementos fundamentales, agua, tierra, fuego y aire”, define Máximo.

Además de la radical particularidad de la materia que constituye el instrumento, su disposición en el escenario también es única. Las piezas de cerámica son dispuestas en una gran mesa compartida por los músicos que se mueven a su alrededor, junto con instrumentos como el piano, contrabajo acústico y metales, además de vocales y toda una parafernalia electrónica y digital. Esta dimensión excepcional exige cierta performance corporal de los músicos. Kristoff explica que en cualquier otro “instrumento, hay una dimensión compatible con la de una persona”. En el caso “peculiarísimo” de Mineral, la disposición de las piezas de cerámicas crea un instrumento para ser tocado colectivamente. Ya que, “no hay tiempo de tocar esta nota y saltar dos metros para allá para tocar otra. Exige ceder una nota o pedirle a otro que toque la nota”. Se crea un baile, agrega Máximo. Hay, por lo tanto, una oportunidad para que cada músico juegue con las piezas y con su cuerpo, dando lugar a una sonoridad que va más allá de cualquier partitura y un espectáculo que también es muy imagético.

Mineral – Foto: Anna Lara

Sin embargo, no hay sonido sin el silencio que lo permea[7]. Kristoff llama la atención sobre la imprevisibilidad de la cerámica, que, a veces, en su proceso de afinación, acepta el agua hasta un límite. “Hay un momento que ella dice: yo no puedo ser la nota que quieres”. En estes momentos la cerámica queda muda. Él y Máximo relatan episodios sorprendentes en que se encuentran con este mutismo. En una primera experiencia, hace años, decidieron “reiniciar” las piezas: quitar y volver a poner el agua, y, con este sencillo proceso, ellas volvieron a sonar. En una ocasión más reciente, antes del concierto presentado en Inhotim el año pasado, el baño de sereno de una noche fría devolvió la música a las cerámicas. Kristoff señala el “misterio del vacío” que hace cantar y silenciar este instrumento. “Mineral tiene algunos milagros”, dice el músico. Para él, se trata de un “misterio” sin “esoterismo”, relacionado “a la belleza de la incompletud”. A partir de la experiencia, los artistas encontraron una forma de “reiniciar”, un saber que mantiene una opacidad, un misterio.

Aquí tenemos una de las deslumbrantes complejidades de Mineral. Por un lado, esta obra de arte demanda una preparación técnica rigurosa y refinada, conquistada a través de años de investigación, por medio de varios campos de conocimiento, por las manos de diversos artistas y profesionales. Por otro lado, la contingencia es la marca de este concierto que, por la composición de sus instrumentos, la naturaleza de su materia, en cada presentación necesitan ser afinados y se pueden silenciar dependiendo de las condiciones del ambiente. Este silencio imprevisible evoca el vacío que estos objetos cerámicos en forma de vaso contienen.

Mineral – Foto: Anna Lara

Es importante recordar que el vaso y su vacío no pasan inadvertidos por Lacan[8], que da lugar al oficio de alfarero, el trabajo artístico más primitivo. El alfarero fabrica, a partir de la materia mineral en bruto, este objeto primero de la sublimación artística que quizás sea, según Lacan: “el elemento más primordial de la industria humana. Es ciertamente un útil, un utensilio, que nos permite afirmar sin ambigüedad la presencia humana allí donde lo encontramos”[09]. Resulta que el vaso no sólo es un utensilio, ya que, cuando no está cumpliendo su función de contener algo, contiene un vacío. “Es justamente el vacío que crea, introduciendo así la perspectiva misma de llenarlo”[10]. Como un objeto que contiene un vacío, un vaso no sirve para nada, y, sin embargo, es fundamental, en el sentido elemental, constitutivo de lo que es humano. Es interesante notar como la música y la cerámica, estas dos formas de arte tan antiguas como la cultura humana, se tocan en este punto fundamental.

Mário de Andrade[11] escribe que la música es “hermana-gemela” de la palabra, “ambas nacieron del mismo grito inicial”. Se resalta en la palabra “la sustancia sonora” que le “da poderes” y “toma su parte en todo lo que se inventa como respuesta a lo real”, como presenta Fernanda Otoni en el Argumento[12] del XII ENAPOL. Como en el arte de la cerámica, la música es una actividad humana en que el cuerpo está en íntima conexión con la materia y el vacío – en el caso de la música, el silencio. Mineral, esta genial invención que amalgama estos dos oficios tiene mucho que enseñar sobre la marca que la materia sonora de la lengua graba en un cuerpo.

Mineral – Foto: Anna Lara

Todo eso se hace presente cuando escuchamos el relato de Máximo sobre la primera chispa de Mineral. “Siempre me acuerdo de la música. Pero recuerdo el día de en qué quedé encantado. En el que fui completamente tomado por algo que nunca olvidé.”. Al hablar del inicio del proyecto, Máximo – un “antiguo paciente” del psicoanálisis, como se presenta en el inicio de la entrevista, trae un recuerdo de su 5 o 6 años. En una ciudad del interior de Minas Gerais, donde nació, el niño se topa con un trio de baião[13] – tres músicos tocando zabumba, triángulo y acordeón. “Para que te hagas una idea, recuerdo los pies, la marca de sus pies. Lo que usaban, y ese sonido que invadía… Recuerdo que uno de ellos parecía tener hambre y sueño”, relata, recordando que uno de los hombres tenía los ojos cerrados, casi como en un trance. Es capturado por la escena, una música “muy imagética[14]”. Dice recordar “en primer plano” a los músicos, sus rostros, la textura de su piel, inclusive el material de sus sandalias. Y de un ritmo que lo ha marcado: “Fue esta pasión, esta cosa que despierta en nosotros, este interés inmediato”. “Aquel ritmo que es muy de nuestro país”. No se acuerda de la letra, pero sí del sonido y de la imagen con una claridad e intensidad afectiva que indican la presencia de una marca.

En este punto, Kristoff – un “paciente reciente” del psicoanálisis, como se presenta – habla de la “palabra percusiva” que sale de la boca de los músicos que hacen este género nordestino. No se trata de la letra de las canciones, del sentido, sino del sonido, de los acentos que parecen percutir las sílabas, produciendo ritmos singulares. Una música que habla de Brasil, del sol, del color… dice Máximo, y canta un pequeño fragmento del baiãoDezessete e setecentos”, inmortalizado por Luiz Gonzaga. Refiriéndose a uno de los músicos de su recuerdo, dice: “tiene como un juego con la lengua. Cuando él hace lo que hace”. Esta imagen sonora de un cuerpo percusivo que provoca resonancias atraviesa el tiempo, tiene nuevos ecos.

En este viaje en el tiempo, volvemos a junio de 2024, Inhotim. Y, aquí, personas de todas las edades también son tomadas por una escena. “Unos niñitos haciendo piruetas y otros ya más grandecitos, así, completamente enganchados”, recuerdan. ¿Qué enganchaba en esta escena? ¿Qué toca esta audiencia tan diversa? Además de la composición inusual de los instrumentos, para Máximo, Mineral conmueve tanto a las personas porque es una instalación, en el sentido de las artes visuales, cuya sonoridad es capaz de evocar los recuerdos más escondidos de los mineros, algo de la montaña, de las campanas de las iglesias barrocas, un sonido que se sostiene en el tiempo, por los armónicos. De este raro conjunto compuesto por materias tan heterogéneas – la cerámica de milenios, los instrumentos inventados hace unos siglos, los computadores de última generación – sale un sonido que parece hacer eco en el silencio de las montañas, las entrañas de la tierra.

La obra de arte puede materializar el efecto que una “palabra percusiva” a veces provoca en un cuerpo. O, en el caso de esta bella tarde de invierno en Inhotim, aquello que resuena, uno a uno, en cientos de cuerpos percusivos. En las palabras de Máximo, “esta cosa que despierta en nosotros”. En el final de la entrevista, el artista habla de la espantosa escala temporal de este mineral de billones de años, casi tan impensable como la temporalidad de este “siempre” que despierta en una contingencia – destello una marca atemporal que cada ser hablante lleva en el cuerpo. El psicoanálisis permite a sus “pacientes” seguir percutiendo ese punto de resonancia.

Mineral, Inhotim. Ciro Thielmann. Paisagem Lava

 

Traducción: Cynthia Gonçalves Gindro.
Revisión: Silvina Molina.

[1] Integrantes del equipo del boletín Tambor (EBP). Responsables por la idea y la realización de la entrevista sobre Mineral y autoras de este texto.

[2] Máximo Soalheiro nació en Sardoá, Minas Gerais. Ceramista y artista visual, sus obras ya fueron exhibidas en muestras colectivas e individuales en las principales ciudades brasileñas y capitales europeas. Colabora con instituciones culturales en Brasil y desarrolla proyectos site-specifc para innumerables empresas.

[3] N.T. Relativo a la región de Minas Gerais. Aparecerá en otras partes del texto a seguir, con el mismo sentido.

[4] El concierto reúne los músicos: Camila Rocha, Davi Fonseca, João Paulo Drummond, Kristoff Silva, Leonardo César, Yuri Vellasco y Juliana Perdigão. Pedro Durães en la Dirección Musical y Máximo Soalheiro en la Dirección de Arte. Hasta el momento, Mineral fue presentado en Belo Horizonte en 2018 y 2019, en el Palácio Das Artes y en la sala Minas Gerais, en 2024, estuvo en São Paulo en una presentación en el Teatro Oficina.

[5] Kristoff Silva es magister y doctor en Música. Actúa principalmente en el área de música popular, es compositor y trabaja en musicalización de adultos. Escribió el Livro de Partituras de José Miguel Wisnik y es uno de los responsables por el Cancioneiro Elomar. Autor de partituras para teatro, danza y televisión.

[6] Queremos agradecer especialmente a Máximo por la amabilidad al recibirnos y por autorizarnos amablemente el uso de imágenes de las obras.

[7] Wisnik, J. M. O som e o sentido. Uma outra história das músicas. São Paulo: Companhia das letras, 2017.

[8] Lacan, J. El Seminario, libro 7: La ética del psicoanálisis (1959-1960). Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Ediciones Paidós. Buenos Aires, 1990, p.148-149.

[09] Ibidem, p. 148.

[10] Ibidem, p. 149.

[11] Andrade, M. Introdução à estética musical. (1938) São Paulo: Editora Hucitec, Ed. 1995. p. 46. Traducción nuestra.

[12] Otoni Brisset, F. Argumento. Disponible en: https://enapol.com/xii/es/epistemico/argumento/

[13] N. de T.: Baião es un género musical y de danza popular brasileña.

[14] N.T.: En portugués, imagética(o) se refiere a la construcción de imágenes en el sentido más amplio, que incluye no solamente lo que es visto – en el sentido literal de lo visible y pictórico, sino también de lo que se imagina o es simbolizado (representaciones mentales imaginarias). El término se puede usar para describir algo que evoca imágenes, pues tiene un fuerte atractivo visual o está vinculado a lo imaginario de un sujeto o de la cultura.