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Rodrigo Pederneiras y el Grupo Corpo: la danza que brotó del patio

 Cuando se habla de identidad cultural en Belo Horizonte, el Grupo Corpo es uno de los hitos fundamentales de esa construcción. Nacido en 1975, en Minas Gerais, el grupo es hoy una referencia nacional e internacional por la manera en que construyó, a lo largo de décadas, un lenguaje coreográfico propio, profundamente enraizado en la cultura brasileña, pero siempre con los ojos bien abiertos al mundo.

Rodrigo Pederneiras, coreógrafo del grupo desde la década de 1980, cuenta que quizá la mayor contribución del Corpo haya sido justamente su rechazo a seguir tendencias internacionales. Mientras muchas compañías importaban modas de Europa o de Estados Unidos, o los estilos franceses, el Grupo Corpo eligió excavar en su propio suelo. “Buscábamos en el patio. Y cavando, encontrábamos perlas”, resume Rodrigo.

Esa búsqueda de un lenguaje propio se fue consolidando con el tiempo. Según él, a fines de los años 80 y principios de los 90 comenzó un movimiento más consciente de encontrar una “danza brasileña”, no solo en el contenido temático, sino en la forma, en la música, en los cuerpos y en el modo de hacer. Fue entonces cuando el grupo pasó a contar con la colaboración de músicos brasileños que, más que componer bandas sonoras, llevaban universos enteros a la sala de ensayo.

Colaboraciones con nombres como Marco Antônio Guimarães, Caetano Veloso, José Miguel Wisnik, Arnaldo Antunes, Tom Zé, entre otros, fueron fundamentales para moldear la identidad de la compañía. “Ellos venían con ideas que nosotros jamás habríamos tenido. Parabelo, por ejemplo, llevó el xaxado[1] al escenario, pero de un modo nuevo, resignificado”, dice Rodrigo. Ya en Gira, tuvo que sumergirse en el universo de las religiones de matriz africana, algo completamente nuevo para él, criado en una formación católica estricta. “Me cambió la vida a los 60 años. Hoy frecuento el terrero. Fue una transformación real”, cuenta.

Rodrigo también subraya que, a diferencia de lo que ocurre en otras compañías que trabajan con múltiples coreógrafos, el Grupo Corpo se beneficia de un foco creativo en una única dirección coreográfica —la suya—. Eso permitió, con el tiempo, la construcción de una firma coreográfica sólida y reconocible. “Fue un lenguaje que solo podía haberse hecho en Brasil, con nuestra manera de mirar, de movernos, de existir”, afirma.

Otro pilar esencial es la integración de todos los elementos del espectáculo: coreografía, música, escenografía, vestuario, iluminación. “Siempre entendimos que todo tiene que dialogar. No se trata de que un elemento brille más que otro, sino de cómo todos construyen una experiencia coherente para quien asiste.”

El impacto del Grupo Corpo, según Rodrigo, va más allá de la danza. Cree que la compañía llegó incluso a influir en el teatro y en la danza brasileña en cierto momento, especialmente por la forma de producción colectiva y el cuidado estético. Y aunque el grupo nunca se propuso influir en nadie, el deseo siempre fue dejarse influir: por los músicos, por los artistas, por Brasil.

El Grupo Corpo es el retrato de un arte vivo, que se reinventa sin perder su origen. Una danza que nace del suelo de Minas, pero que habla un idioma que resuena en el mundo. Y, como bien dice Rodrigo, fue una trayectoria que no nació lista, sino que fue construida con “coraje, escucha y una voluntad profunda de decir algo nuevo —con el cuerpo, con la música, con el alma—”. Una construcción que insiste en ser Brasil desde hace 50 años.

 


[1] Danza popular originaria del Sertão, en Pernambuco.

Fotos: José Luiz Pederneiras