No es fácil vivir de forma colectiva, pero es posible
Uno de los grupos de teatro más longevos y activos del país, el Grupo Galpão, nace a partir de los talleres de teatro de la UFMG y hoy es una referencia en las artes y en el hacer teatral. Paulo André, actor integrante de la compañía, nos ofrece su lectura sobre la construcción del teatro mineiro. A partir de los años 1930, en Belo Horizonte, el teatro amateur surge con una noción originada en el arte circense. A partir de los años 1960, comienza en la ciudad un movimiento teatral más profesional; ya en los años 1980, con la apertura política y el fin de la dictadura, surge el Grupo Galpão: el teatro sale a la calle. Otra contribución del Galpão a la cultura nacional es haber inaugurado un hacer teatral basado en patrocinios, destinados a la manutención de la compañía. Ese apoyo es lo que le permite al grupo pensar a mediano y largo plazo, un momento de inflexión para esta compañía de teatro. El Galpão se convierte en una de las referencias en gestión teatral, demostrando que es posible para los artistas vivir del teatro. No hay un director fijo, sino una permutación constante de esta función: a veces el director es un invitado externo al grupo, otras veces es un miembro del propio grupo quien asume la dirección. Esta alternancia responde al “deseo de dirección” de cada uno:
“Nos autogestionamos así, porque tenemos la percepción clara de que un colectivo fuerte está hecho de individualidades fuertes, de cabezas muy distintas. No es fácil, pero es bastante posible. Nadie hace teatro solo”.
Paulo también nos transmite que “el teatro es una vivencia colectiva, y vivir colectivamente se ha vuelto una forma de sobrevivir”. Belo Horizonte pasó a tener una tradición de teatro de grupo a partir de ese giro propuesto por el Galpão. La idea de grupo se convierte en una forma de hacer posible el teatro, marcando la importancia del teatro de grupo en el escenario mineiro. Una vida de verdadera democracia, formadora de ciudadanos. Los invitamos a conocer nuestra producción teatral y artística, que lleva el sello de la experiencia colectiva de estar en la ciudad.
Paulo Santos y la jornada del Uakti: de la experimentación a la armonía
Paulo Santos, músico multiinstrumental y uno de los cofundadores del grupo Uakti, recuerda con cariño e intensidad el inicio de su trayectoria musical, profundamente marcada por la experiencia en el Festival de Invierno de la UFMG, en Ouro Preto. “Fue allí donde todo comenzó”, dice. “En aquel entonces, el Festival era una de las pocas manifestaciones artísticas de gran envergadura en Brasil. Reunía a gente de todo el mundo, artistas de las más variadas áreas. Toda la ciudad se transformaba: todas las casas, las calles… todo respiraba arte”.
Nacido en Minas Gerais pero vivió en Brasilia durante su juventud, Paulo estudiaba Historia en la UnB durante la dictadura militar. El ambiente era tenso, difícil. “Abandoné la historia por la música”, afirma. Regresó a Belo Horizonte y fue justamente en el Festival de Invierno donde encontró un nuevo camino, sumergiéndose de lleno en el arte. “El nivel de excelencia era muy alto, y la construcción artística, intensa”.
Con Marco Antônio Guimarães, Arthur Andrés y Décio Ramos, Paulo fundó el grupo Uakti. La propuesta era audaz: crear y tocar instrumentos musicales no convencionales, desarrollados por Marco. “Todo era nuevo, teníamos que inventar la técnica para tocar los instrumentos. No existía un método. Era el cuerpo y el sonido, puro y simple. Fue un proceso de años, de investigación, de prueba y error, de mucha disciplina”.
Esa dedicación también fue moldeada por la experiencia orquestal. “Todos habíamos pasado por orquestas”, explica. “Y eso aporta una carga de disciplina, de repertorio, de respeto por el tiempo y la técnica. Teníamos una rutina de ensayo exigente. Tocábamos de jueves a lunes, y durante el día seguíamos estudiando. Era un trabajo intenso”. Destaca también que todos vivieron en la misma casa, una convivencia que influyó profundamente en el origen del grupo.
El punto de inflexión llegó a finales de la década de 1970, cuando el músico Tavinho Moura mostró el trabajo del grupo a Milton Nascimento. Impresionado, Milton quiso colaborar. La invitación fue decisiva. “Hasta entonces, Uakti era un grupo de música puramente experimental. Nuestros instrumentos ni siquiera estaban afinados según el estándar de la música occidental. No se podía tocar con bandas convencionales”.
Fue entonces cuando Marco, con su genialidad, creó un sistema de afinación para los instrumentos de PVC del grupo. “Desarrolló piezas, extensores, y con eso logramos afinar nuestros instrumentos de acuerdo con el estándar usado en pianos y orquestas. Fue como reinventar la rueda. A partir de ahí, pudimos tocar con Milton y con otros músicos”.
La colaboración con Milton Nascimento no solo llevó al grupo a un nuevo nivel artístico, sino que también demostró que era posible unir lo experimental con lo tradicional, lo artesanal con lo erudito. “Milton es uno de los artistas más generosos que he conocido. Siempre abriendo espacios, estudiando, convocando a gente nueva”.
Uakti se consolidó como uno de los grupos más innovadores de la música brasileña, con una identidad única, construida con rigor, sensibilidad y mucha experimentación. Y todo eso, como a Paulo le gusta recordar, comenzó con un festival de invierno y el coraje de seguir un sonido desconocido.