Rúbrica Eje 1 – UN TAMBOR VIBRA EN UN DISPOSITIVO DE SALUD PÚBLICA
María Laura Errecarte – EOL/AMP
“Tratar el trauma como un trouma (…) implica no combinar el trauma con la diacronía, sino con la sincronía”[1].
Siguiendo el sonido del Tambor de este ENAPOL en el eje “Hablar de eso de lo que no se puede hablar,” transmitiré una experiencia actual en la que estoy trabajando junto a un equipo de salud. Experiencia clínica brindando acceso a la interrupción del embarazo y la atención post-aborto. Se trata de un dispositivo de atención en un Centro de Salud enmarcado en la Ley 27610 sancionada en Argentina en el año 2020, sostenido en la garantía de derechos de un modelo que reconoce la voluntad y legalidad de decidir interrumpir un embarazo, el acceso a información, educación sexual integral y métodos anticonceptivos. Según los protocolos vigentes hasta las 14 semanas de gestación no es necesario explicitar los motivos de la decisión (IVE). Sin embargo, podríamos decir que sin invitar a hablar de eso… un tambor vibra de manera singular en muchos de esos encuentros clínicos: recuerdos, piezas de historia, trozos de vida, heridas, cicatrices, marcas; hablan de eso imposible de decir que habita en un cuerpo y que palpita de una manera singular al transitar esta decisión. Apostamos a hacer de ese momento una discontinuidad, en tanto oportunidad. Acompañar, hacer de partenaire en ese difícil trance. No suponer previamente ni trauma ni normalidad, en aquello que sucede, sino más bien localizar cierta irrupción del real en juego.
“No hay relación sexual” se constata en esta experiencia orientada por lo real. No hay programa que pueda garantizar la armonía entre los sexos, tampoco es condición que el aborto sea traumatizante ni que no lo sea. Pero, algunas veces nos encontramos con la desproporción entre la causa y el efecto, y otras, no hay palabras ni sentidos, incluso algunos disparates indican la tripa causal.
Patricia encuentra un imposible como límite para continuar con su embarazo. Angustiada dice: “No podría mirar nunca más a los ojos a mi hija de 11 años y decirle que voy a tener un hijo con alguien que no es su papá”. Nuestra intervención recorta exclamando: “¡¿mirarla nunca más?!” y la sexualidad de su hija adolescente y la propia suenan de otra forma. ¿Un tambor con otro ritmo?
Sabemos que no hay buena relación del sujeto con la sexualidad, y a veces allí somos instrumento fecundo; caja de resonancia donde “el impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que provienen (…) invitación a lo real que responde de ellas”[2]. A veces, la sincronía de un encuentro propicia un nuevo amor donde se inventan ficciones que quieren ser escuchadas.
[1] Miller, J.-A., Causa y consentimiento,“El estatuto del trauma”, Buenos Aires, Paidos, 2019, p.138.
[2] Lacan, J., Otros escritos, “Televisión”, Paidos, Buenos Aires., 2012, p.558.