ÓDIO/ODIO

Freud, S. (1915). As pulsões e seus Destinos. Tradução Pedro Heliodoro Tavares. 1a ed, 2reimp. Belo Horizonte: Autêntica Editora, 2014. (Obras Incompletas de Sigmund Freud; v.2).

“O ódio, como relação com um objeto, é mais antigo que o amor, ele brota do repúdio primordial do Eu narcísico perante o mundo externo portador de estímulos”. (Freud, 1915/ 2014, p 61)

Comentário de Giovanna Quaglia:

Freud (1915), em a Pulsão e seus Destinos, situa as pulsões (do Eu e sexuais) nas funções de conservação e satisfação e, descreve a ambivalência amar x ódiar, indicando como um dos possíveis destinos da pulsão “a reversão em seu contrário”. Sugerindo a partir da finalidade atividade e passividade – dos pares sadismo-masoquismo e escopofilia-exibicionismo – a transformação do conteúdo pulsional em seu oposto – naconversão do amor em ódio. Freud indica que “o amor não é um, mas três opostos”, sendo as antíteses amar e: odiar, ser amado e indiferença. Nesse texto Freud indica uma possível anterioridade do ódio, desse modo o ódio estaria no princípio e por outro lado, também, seria aquilo que o amor por reversão se tornaria como efeito da frustração. O ódio teria como fonte as pulsões de conservação do Eu e proviria de um repúdio primordial do eu narcísico para com o mundo externo, sendo uma expressão da reação de desprazer promovida pelos objetos.

Lacan, J. [1953-1954]. O Seminário, livro 1: Os escritos técnicos de Freud. Rio de Janeiro: JZE, 1986, p.316.

“Aí mesmo, a dimensão imaginária é enquadrada pela relação simbólica, e é por isso que o ódio não se satisfaz com o desaparecimento do adversário”.

Comentário de Mônica Hage:

Lacan, no capítulo “O conceito da análise”, discorre sobre o amor e o ódio no imaginário e no simbólico. Distingue o amor como “paixão imaginária” e o “dom ativo do amor”. Ao introduzir o ódio, e para tentar dar conta do impasse nas relações intersubjetivas, ele se vale de Hegel, e da sua dialética do senhor e do escravo, uma vez que nesta dialética, embora o ponto de partida seja mítico, imaginário, algo se estende ao campo simbólico. Dentro da perspectiva hegeliana, a consciência-de-si só ocorre quando é reconhecida pelo outro, e daí o impasse da coexistência de duas consciências. Assim, Lacan aponta para este jogo intersubjetivo, presente no amor e no ódio, que implica na existência das duas dimensões: imaginária e simbólica. Ainda que o ódio apele para a destruição do ser, como o amor, ele “é uma carreira sem limite”.

Lacan, J. El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis [1959-1960], clase del 20 de Enero de 1960, “El objeto y la cosa”. Buenos Aires: Paidós, 2007, p.127.

La hipótesis de trabajo que les sugiero, y que habría que ver si anda o no, es que la cólera es una pasión, sin duda, que se manifiesta por un cierto correlato orgánico o fisiológico, por cierto sentimiento más o menos hipertónico, incluso de elación, pero que quizás necesita algo así como una reacción del sujeto a una decepción, al fracaso de una correlación esperada entre un orden simbólico y la respuesta de lo real”.

Comentario de Alejandro Reinoso (NEL):

Lacan opera en este seminario un desplazamiento del deseo al goce. Releva el lugar de lo real inaugurando el tercer paradigma (JAM), el “goce imposible” de significantizar. Lo simbólico no puede regular lo real y No hay correlación esperable entre ellos. ¿Qué hay en la cólera? Una pasión, una irrupción de goce que indica este drástico fracaso y la disyunción simbólico/real, que se experimenta en el cuerpo con una intensa descarga de tensión motora y con una relación disfórica, es decir, un abrupto malestar, una inflamación de consistencia corporal reactiva del sujeto decepcionado ante la impotencia de su representación significante.

Lacan J. El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis, clase del 15 de abril de 1970 titulada “La feroz ignorancia de Yahvé”, Paidós, Buenos Aires. 2004, p.144.

Yahvé se sitúa en el punto más paradójico, con respecto a una perspectiva distinta como sería, por ejemplo, la del budismo, que recomienda purificarse de las tres pasiones fundamentales, el amor, el odio y la ignorancia. Lo que más nos cautiva de esta manifestación religiosa única es que a Yahvé no le falta ninguna. Amor, odio e ignorancia, he aquí en todo caso pasiones que no están ausentes en absoluto de su discurso”.

Comentario de Ruth Gorenberg (EOL):

Del Lacan clásico inspirado en la pasión fundamental freudiana amor-odio, -lógica de la admisión y el rechazo- hay un pasaje en su enseñanza final a la dimensión de un montaje Real-Simbólico-Imaginario: un nudo. El mismo permite ubicar el goce que aparece como ajeno y que sin embargo hunde sus raíces en lo más íntimo del sujeto. Yahve el dios hebreo, ese dios iracundo; inspira a Lacan a la hora de ir más allá de la neutralidad, conminándonos a poner en juego algo del orden de la pasión en el acto analítico.

Lacan, J. (1971). El SeminarioLibro 18, De un Discurso que no fuera del semblante, Clase VI “De una función que no puede escribirse”. Buenos Aires: Paidós, 2009, p.97.

O si en verdad experimenta por ella uno de esos sentimientos que son del orden de lo que llamo el único sentimiento lúcido, a saber, el odio, como les expliqué claramente- si él la odia, ella lo amará tanto más, y eso le permitirá a él ir tan lejos que sin embargo terminará sospechando que la carta ya no está allí desde hace tiempo”.

Comentario de Roxana Vogler (EOL):

Lacan, en esta época ya había dado el giro de los 70 en su enseñanza, dejando de tomar el lenguaje desde el estructuralismo y planteando el inconsciente como un aparato de goce. Había arribado a la topología de superficies para dar cuenta de la imposibilidad del discurso para abordar lo real del objeto, más allá de lo imaginario y de los semblantes. Desde allí entonces, debemos leer el acento que pone en la lucidez del odio que apunta, sin velamiento, al ser de goce del otro, revelando lo que suple la no relación sexual; el odio como rechazo a la singularidad de goce del otro, a diferencia de la ceguera del amor que encubre el Uno del goce. Surge una pregunta, ¿en qué se diferenciarían el odio como único sentimiento lúcido, de la angustia como único afecto que no engaña? … ya que ambos son índices de la diferencia absoluta y revelan lo real del goce, que late éxtimo y en su sutil sagacidad, ambos nos enseñan que los discursos son el único tratamiento posible para aprehender algo de ese goce indecible.

Lacan, J. [1972-73]. O seminário, livro 20: mais, ainda. Rio de Janeiro: JZE, 1985, p.135. Grifo nosso.

“Sobre esse tema do ódio, estamos tão sufocados por ele que ninguém percebe que um ódio, um ódio sólido, ele se dirige ao ser, ao ser mesmo de alguém que não é forçosamente Deus”. (Lacan, J. Seminário 20, p.135, grifo nosso)

Comentário de Teresinha N. Meirelles do Prado:

A frase acima, pinçada do Seminário 20, no capítulo intitulado “O saber e a verdade”, situa o ódio em relação ao ser, logo depois de questionar se ele trai o ser (“l’être haïr/le trahir”). E o ser está ligado ao objeto (“o a é uma aparência de ser” – idem, ibidem), aspecto que Lacan destaca ao evocar a cena de Santo Agostinho, do ódio ciumento da criança que olha a outra ao seio da mãe. O Seminário 20 é uma das referências importantes para abordar a questão do ódio; ali Lacan retoma o que já havia dito em outros momentos, que o ódio é uma “paixão do ser”.

Lacan, J. El Seminario, Libro 20, Aún [1972-1973]. Buenos Aires: Paidós, 2004, p.83.

A aquel a quien supongo el saber, lo amo (…). Si digo que me odian es porque me desuponen el saber. (…). ¿Y por qué no? ¿Por qué no, si resulta que es esa la condición de lo que he llamado la lectura? (…) Tal vez lo lea mejor en la medida en que menos saber le presuponga”.

Comentario de Carmen Palmieri (EOL):

En esta cita, Lacan nos señala cómo operan el amor y el odio con relación al saber. Recomienda a su auditorio la lectura del libro El Título de la letra, a cuyos autores llama subalternos. Dice que nunca fue mejor leído: con tanto amor, no obstante, por el desenlace del libro, se evidencia su gemelo, el odio. Las conclusiones fueron “hechas con las peores intenciones”. Si bien Lacan considera que la de-suposición del saber es condición de una estricta puesta a prueba de la lectura, dos páginas más adelante: “…de los que dije que me odian con el pretexto de que me de-suponen el saber”. Lacan cambia la lógica, los que le de-suponen el saber lo odian para luego decir que la de-suposición de saber es el pretexto. El odio como causa, la de-suposición de saber como su efecto.

Lacan, J. La Familia, Homo Sapiens, Argentina, 1977, p. 71.

He visto con mis ojos -dice San Agustín-, y observado a un pequeño dominado por los celos: todavía no hablaba y no podía mirar sin palidecer el espectáculo amargo de su hermano de leche”.

Comentario de Sofía Guaraguara (NEL):

La rivalidad y los celos hacia los seres más cercanos son la génesis de la sociabilidad, la cual los humaniza, como nos recuerda Lacan. ¿Qué es lo que en la actualidad está impidiendo, para que los celos no se metaforicen produciendo un sentimiento de humanidad y dejando de esta manera a las personas expuestas a su propia agresividad como el caso nombrado por San Agustín?

Lacan, J. (1998). “O Seminário sobre a carta roubada”, in Escritos, p.21 (Br), p.19 (Fr)

“Pode-se, com efeito, apreender seu equivalente na comunhão que se estabelece entre duas pessoas no ódio dirigido a um mesmo objeto, com a diferença de que o encontro nunca é possível senão em relação a um único objeto, definido pelos traços do ser que tanto uma quanto outra a rejeitam”.

Comentário de Marícia Ciscato:

Nos parágrafos em torno deste trecho de O seminário sobre “A carta roubada”, Lacan aborda a fertilidade da linguagem em suas múltiplas camadas. Trabalha uma noção de comunicação no que ali denomina como “não transmissível sob forma simbólica”, uma vez que estaria sustentada apenas na relação com um objeto. Como exemplo, aborda a comunhão que “se estabelece entre duas pessoas no ódio dirigido a um mesmo objeto”. Esse objeto sustentaria os traços rejeitados de cada ser, podendo reunir uma multidão em torno de um mesmo “ideal”, sem que, com isso, afirma Lacan, a comunicação de um sujeito com o outro no interior dessa reunião “seja menos irredutivelmente mediatizada por uma relação inefável”.

Miller, J.-A. “Cuando el Otro es malo…”. 1ra ed. Buenos Aires: Paidos, 2011, p.76-77.

“Digamos que la maldad es una significación fundamental que está ligada como tal a la cadena significante. […] Siempre se puede interpretar de otra manera y, por esto mismo, hay sobrentendido. Ahora bien, ¿por qué sobrentendemos en vez de hacer entender? ¿Por qué debemos descifrar lo que se dice a escondidas? Todo lleva a suponer que no podemos decirlo de frente porque es malévolo. Por lo tanto, la significación de malevolencia está asociada al simple hecho de que el significante suplementario hace variar la verdad de un enunciado. Del mismo modo que en el contexto analítico está la significación del sujeto supuesto saber, por el solo hecho de la existencia del significante hay para el sujeto una malevolencia dirigida a él. En cierto modo, Lacan lo indica en su texto “Posición del inconsciente”: no hay que fascinarse con el sujeto hablante. Lo más importante es que aún antes de que hable, ello hable de él. Por el solo hecho de que sus progenitores hablen de él, todo un discurso precede su llegada al mundo. Se charla acerca de él. Y muy probablemente esto es lo que constituye un Otro malvado, un Otro que no tiene solo buenas intenciones. Esto define el estatuto primario del Otro. Desde esta perspectiva, podemos suponer a cualquier Otro un goce malvado, porque el goce de otro siempre nos es desconocido, salvo si somos su analista, y aun así… Por lo tanto, muy probablemente sea malo antes que bueno”… “Por lo tanto, con la cuestión del Otro malvado nos encontramos en un punto absolutamente “original” del sujeto. La malevolencia no es un avatar entre otros del significante, sino uno de sus grandes avatares.”

Comentario de Aldo Avila:

Cuando se habla de Odio, Indignación, indiferencia y/o Cólera, se puede correr el riesgo de olvidar al sujeto como primordialmente paranoico y ligado a Otro que incluye significantes como el de Malevolencia y provoca en él significaciones que no solo son buenas intenciones, como dice aquí Miller. Además, en los fenómenos sociales del siglo XXI son vigentes otros como lo son “Fascismo, dictadura, democracia, segregados etc”, que pueden llevar a desorientar los juicios políticos si se nos olvida que el sujeto de la masa, es el mismo que llega a la situación analítica, con un cuarto redondel como sinthome que anuda sus registros imaginario, simbólico y real, independientemente de que lo podamos diagnosticar como psicótico o no.

Miller, J.-A. cap.III “Racismo”. In Extimidad. Buenos Aires: Paidós, 2010, p.53.

En el odio al Otro que se conoce a través del racismo es seguro que hay algo más que la agresividad. Hay una consistencia de esta agresividad que merece el nombre de odio y que apunta a lo real en el Otro”.

Comentario de Karen Edelsztein (EOL):

Miller desarrolla en este capítulo la lógica intrínseca de la pasión del odio, ubicando allí que lo que se odia especialmente es la manera particular en que el Otro goza.

Ahora bien, ese odio del goce del Otro es también rechazo al propio goce en el punto donde éste se le presenta al sujeto como extraño.

Sabemos que el odio es primario respecto del amor y que proviene del rechazo primordial. Y qué es lo que se rechaza? Se rechaza una parte en nosotros mismos, es la parte no reconocida del goce, el goce segregado estructuralmente. Se rechaza porque es inasimilable, responde a la expulsión primordial que sitúa al sujeto frente al Otro.

Esta expulsión constituye lo real ya que delinea lo que subsiste fuera de la simbolización, en una relación éxtima, es decir de exterioridad íntima respecto de lo simbólico.

Este goce expulsado es al mismo tiempo lo más íntimo y lo más ajeno para el sujeto.

El problema de la extimidad, agrega Miller, es que el Otro es Otro dentro de sí mismo.

Lo dice así “Y lo íntimo es Otro, como un cuerpo extranjero, un parásito” (Miller. Cap I, Extimidad.)

Siguiendo esta lógica vislumbramos porqué Miller nos dice que el racismo no se reduce a la agresividad imaginaria, ya que ésta se centra en una relación narcisista con el semejante y no supone la abolición del otro, mientras que el odio demanda la aniquilación de ese goce extranjero.

Es en este punto que el odio apunta a lo real en el Otro, es el odio al Otro porque goza distinto o porque encuentra en lo ajeno el propio goce.

Agregará Miller que la raíz del racismo es el odio al propio goce. “Si el Otro está en mi interior en posición de extimidad, es también mi propio odio.”

Nada concentra más odio que esa marca singular de gozar, que es la diferencia absoluta, por eso se odia.

En el recorrido de un análisis se tratará de tramitar ese goce rechazado, que da cuenta de su rechazo al Otro, movimiento que lo enfrenta a lo real que implica el propio goce, ya que la segregación primera y fundamental es el goce que nos atraviesa, matriz de la agresividad más primaria, produciendo una modificación de la relación del sujeto con el goce y en los lazos, permitiendo tomar cierta distancia del odio pero sin pretender desprenderse absolutamente ya que constituye para cada uno lo más singular.

CÓLERA/COLERA

Lacan, J. El Seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación, p.159:

“… un afecto fundamental como el de la cólera no es otra cosa que esto: lo real que llega en el momento en que hemos hecho una muy bella trama simbólica, en que todo va muy bien, el orden, la ley, nuestro mérito y nuestra buena voluntad. De repente nos damos cuenta de que las clavijas no entran en los agujeritos”.

Comentario de Renato Andrade (NEL):

¿Para qué se trabaja? Siempre que sea para que la clavija entre en el agujerito, la cólera está en el horizonte. Algunos sólo quieren allí meterla. Están los que viven para que todo encaje, cierre. Sería inexacto decir que es sólo cuestión hombres. Los que habitan el lenguaje rellenan los huecos con sentido, y pueden ser agnósticos pero no por ello dejan de ser “religiosos”. Y se admira el saber, que sería el poder de rellenar cualquier hueco, y a quienes lo detentan, al menos uno. La cólera aparece también en sesión. Le surge al analizante cuando tropieza con lo real en el momento que creía estar mejor. Señal de que a lo imposible no ha arribado, de que pone todos los huevos en la canasta del sentido. Se trata de un momento fecundo, de una oportunidad.

Lacan, J. [1962-1963]. O seminário, livro 10: a angústia. Rio de Janeiro: JZE, 2005, p.23.

“A cólera, eu lhes disse, é o que acontece nos sujeitos quando os pininhos não entram nos buraquinhos. Que quer dizer isso? É quando, no nível do Outro, do significante – ou seja, sempre, mais ou menos, no nível da fé, da boa fé –, não se joga o jogo. Pois bem, é isso que provoca a cólera”.

Comentário de Lucila Maiorino Darrigo:

Neste recorte que está na introdução do Seminário 10, Lacan resgata o que havia dito no Seminário 7 sobre a cólera para, desta vez, tratar da relação do afeto com o significante. Problematiza a teoria dos afetos, cara à psicologia, ao retomar Freud destacando que o que é recalcado não são os afetos, mas os significantes que o amarram e anunciando, ao final, que a angústia é o afeto por excelência: signo do desejo.

Miller, J.-A. El banquete de los analistas. Buenos Aires: Paidós, 2000, p. 107.

Por supuesto, uno puede  instalarse  en la cólera, hay infinidad de razones para ser irascible. Ser irascible es apuntar el objeto a”.

Comentário de Bibiana Poggi:

Ao trabalhar o insulto nesse Curso, Miller relaciona-o ao momento em que o Outro, como lugar do significante, desfalece.

Neste contexto, afirma que a cólera é o afeto que está ligado ao insulto. “A cólera é um afeto de a”, diz Miller, afeto que surge quando o ser do sujeito emerge como objeto a, no momento que há uma irrupção de gozo por faltar significantes.

INDIGNAÇÃO/INDIGNACIÓN

Lacan, J. (1957[1958]). “De uma questão preliminar a todo tratamento possível da psicose”. In: Escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1998, p.537-590.

“Sem dúvida, não lhe teria escapado, três anos depois (1911-1914), a verdadeira mola da inversão da posição de indignação que a ideia da Entmannung inicialmente suscitara na pessoa do sujeito: é que, muito precisamente, nesse intervalo o sujeito havia morrido”, p. 574. (grifo em negrito nosso)

Comentário de Graciela Bessa:

Frente à primeira forma em que se apresenta seu delírio – ser entregue como mulher a Flechsing, para fins sexuais –, Schreber responde com o afeto de indignação. O Outro afronta sua dignidade em relação à sua hombridade; indignação em ser tomado como objeto de gozo do Outro. A morte do sujeito é necessária para que o delírio “ser a mulher de Deus” se instale como solução de estabilização, uma vez que favorece a Schreber aceder, de alguma forma, a uma espécie de inscrição no delírio, à dignidade de sua solução elegante.

Lacan, J. Seminário livro 17 O avesso da psicanálise. Rio de janeiro, Jorge Zahar, 1992, p.177/178.

“Saboreio a indignação de que uma pessoa se vista com o que eu denuncio do pouco de saber cuja obra é feita pela transferência. Cabe só a ela mobiliar isto com outra coisa que não a poltrona que diz estar prestes a vender caso eu tivesse razão. Ela só deixa sem saída essa história se não se ativer a seus meios. O psicanalista só se sustenta se não tiver contas a ajustar com seu ser. O famoso não-saber com que caçoam de nós só lhe toca o coração porque, quanto a ele, ele não sabe nada. Tem repugnância à moda de se desenterrar uma sombra para fingir que é carniça, a se fazer cotar como cão de caça. Sua disciplina o penetra porque o real não é, antes de mais nada, para ser sabido – é o único dique para conter o idealismo”.

Comentário de Márcia Stival:

No capítulo XIII do Seminário XVII, Lacan nos convoca a refletir sobre “ O poder dos impossíveis”. De início refere-se à escuta e à transmissão em contraponto com a verdade, que é tóxica, marcando que a subversão das palavras ocorrem se elas não estiverem tão perto da verdade. Por este viés, um psicanalista pode se sustentar se seu ser não estiver em jogo e se o fio da verdade for entregue ao sujeito. Então, se à psicanálise cabe a fórmula do sujeito suposto saber, colocada no princípio da transferência, a indignação de Lacan dirige-se àquele que se veste com o pouco de saber advindo da transferência, ao invés de considerar o real e fazer dele um dique para conter o idealismo.

Lacan, J. O Seminário, Livro 20, p.164 Br
 
[…] o ódio, que é o que mais se aproxima do ser, que eu denomino de ex-sistir. Nada concentra mais ódio do que esse dizer onde se situa a ex-sistência.”.
 
Comentário de Mariana O. Junqueira Franco
 
O conceito de ódio, neste seminário, circula pelas três instâncias que formam o nó borromeano. Neste trecho, Lacan aponta para a vertente do ódio, que, por se aproximar do ser e do dizer, um traço de linguagem, nos coloca na via daquilo que se direciona do simbólico ao real, o objeto a, enquanto aparência de ser e que logo mais desemboca no mais-de-gozar. Na ruptura do saber, o corpo falante inscrito na impossibilidade da relação sexual se depara com a solidão do gozo, que insiste em se escrever, já que é, de uma ruptura do ser, o que deixa traço e concentra ódio. Se não há metalinguagem, há o suporte da ex-sistência do dizer naquilo que o simbólico subsiste, mas é desse saber a mais do ser, que o sujeito nada quer saber, na paixão pela ignorância. Sendo assim, as outras duas paixões evidenciadas por Lacan, amor e ódio nada têm a ver com o saber, mas sim com o traço que ex-siste e que se articula aos afetos no encontro, estando situado no furo encerrado pelo Um e que só pode ser representado pelas “rodinhas de barbante”.