En su pequeño artículo instigador de los trabajos para el VI ENAPOL, Patricio Alvarez (2013) sistematiza tres teorías sobre el cuerpo que se encuentran en Lacan. A cada una corresponde una lectura específica sobre la clínica. De la primera teoría, acerca del cuerpo especular, se deduce la clínica estructural, en la que la norma fálica organiza el cuerpo. En ella se privilegian los registros de lo simbólico y de lo imaginario.
Con la entrada en la escena de lo real que agita la harmonía de las normas simbólico-imaginarias, surge el concepto de objeto a. En esa segunda teoría, el cuerpo se constituye como topológico, con un agujero central y su borde. La superficie del cuerpo se erige alrededor del borde, y a través de esta vía sobreviene la identificación especular. Se produce una segunda operación simbólica, la castración, simbolizando el agujero como falta, dando unidad al cuerpo. Esa clínica del objeto a, que da un lugar especial al goce, se reconfigura a través de sutilezas no contempladas por la primera.
La complejidad de la teorización de Lacan sobre el cuerpo alcanza su punto más alto con el tercer abordaje que se detiene sobre el acontecimiento de cuerpo. En ella se destaca la contingencia del goce del Uno con sus marcas iniciales que constituyen al parlêtre. No se trata del cuerpo mortificado por el significante de la primera concepción, ni de aquella que planteaba que había un goce en el significante, sino de lalengua, que hace de la pulsión el eco en el cuerpo de un decir. La clínica del acontecimiento del cuerpo, por otra parte, está todavía en proceso de comprensión. Y Patricio Alvarez nos invita a designar aquello más singular en ese cuerpo que habla.
Aceptamos la invitación del directorio del VI ENAPOL para explorar más de cerca el acontecimiento de cuerpo. En este trabajo tomamos al autismo como tema de nuestra investigación para pensar el acontecimiento de cuerpo, una vez que esa clínica trajo a cielo abierto las marcas del Uno de goce que conduce a los usos que el autista hace de su cuerpo. Para ello, retomaremos algunas viñetas clínicas que fueron presentadas en la Conversación sobre el Autismo, en Salvador, Bahia, en ocasión del XIX Encuentro Brasilero del Campo Freudiano, promovido por la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (EBP), al final del año 2012 y que fue publicada integralmente en el libro O autismo hoje e seus mal-entendidos.
Los cuatro casos de colegas brasileros presentados en la Conversación sobre el Autismo fueron previamente debatidos por los cinco carteles de la EBP que tenían al autismo como su tema de investigación. Las preguntas elaboradas por los carteles fueron dirigidas a la Conversación, como un estímulo para las discusiones clínicas. La EBP tuvo la oportunidad de contar con la presencia de Éric Laurent como discutidor en ese importante evento.
Con edades que variaban entre 3 y 18 años cuando llegaron al analista, los casos demuestran efectos del tratamiento para esos sujetos, que se presentaban de modos diversos en relación con sus invenciones y montajes pulsionales singulares.
Para intentar avanzar con la discusión sobre los usos del cuerpo en los autistas articulado al acontecimiento de cuerpo, estableceremos una interlocución entre los casos de la Conversación sobre el Autismo y dos proposiciones de Laurent, extraídas de su libro La batalla del autismo: «el acontecimiento de cuerpo se diferencia finamente de los fenómenos de borde» (Laurent, 2012, p. 69) y «el objeto [autista] es esa cadena heterogénea, hecha de cosas discontinuas (letras, pedazos de cuerpo, objetos recogidos del mundo…), organizada como un circuito, con una topología de borde y articulada al cuerpo» (Laurent, 2012, p.75).
Acontecimiento de cuerpo y fenómenos de borde
Ambos de especial importancia en el autismo, el fenómeno de borde se refiere a la constitución de un límite que localiza al goce, apartándolo del cuerpo. Ese «neo-borde», como lo llama Laurent (2012, p. 66), precede a la constitución necesaria de un espacio en donde el autista podrá ejercer intercambios nuevos, articulados a un Otro menos amenazador. Ese espacio, «que no es ni del sujeto, ni del Otro» (Laurent, 2012, p. 69) — podemos decir, es un espacio de juego — se constituye por la ampliación y por el desplazamiento del neo-borde.
La creación de un borde es necesaria puesto que el autista se encuentra inmerso en lo real. Una imagen del cuerpo, incluso frágil, no se constituyó. En términos topológicos, aparece una «forclusión del agujero» (Laurent, 2012, p. 67). La figura del toro, que sirve para representar la topología corporal que crea el espacio pulsional, presenta dos agujeros, y el central conecta el interior y el exterior, dando consistencia a los objetos. En el autismo no hay un adentro que se oponga a un afuera. Tustin ya observaba esto al afirmar que el autista vive en un mundo bidimensional, evidenciado por las cualidades de superficie, textura y forma, sin que haya para él el conocimiento «de los afuera y los adentro» (TUSTIN, 1981/1984, p. 162). De ese modo, continúa, cuando el niño adentra un objeto, allí coloca la sensación operante de ser cubierto, de estar envuelto y protegido, y no de «estar dentro».
La aguda observación de Tustin corresponde a aquello que Laurent llamó objeto en-forma, uno de los modos de funcionamiento del objeto autista. El objeto en-forma remite a la concepción del objeto a, descripta por Lacan en su Seminario 16, De un Otro al otro, y se presenta en el polo de los autistas de alto funcionamiento. En esos casos, el objeto autista recibe una forma y la restituye al sujeto. El cuerpo del sujeto queda bordeado por esa forma del objeto pulsional, protegido de la angustia de intrusión.
Por otro lado, están los sujetos en los que el objeto pulsional no es tomado en el registro de la forma y del cuerpo. Se trata de sujetos sin borde y sin límites, en los que el objeto de goce, sin forma, se impone al cuerpo. El objeto sin forma remite a un acontecimiento de cuerpo traumático fundamental, sentido como alteridad radical. El acontecimiento de cuerpo se refiere, por lo tanto, a una extracción de goce. Una cesión de algo da carga de goce que afecta a su cuerpo.
Laurent plantea la pregunta, orientadora para la clínica, de cómo pasar de esa extracción violenta a un objeto menos cruel para ser extraído del cuerpo. Al analista le cabe la función de ayuda que conduzca a esos niños a encontrar un dispositivo que permita la distancia de ese objeto del cuerpo, que puede ser tomado de otra manera, lo que posibilita su entrada en un intercambio en el lazo social.
Clínica del circuito y usos del cuerpo
La construcción de una borde pulsional se da por medio de objetos que pueden servir para una construcción del aparelhamento del cuerpo, como mamadera, orinal, anteojos, celular (Perrin, 2009; Laurent, 2012). Laurent nos advierte que, tal como ocurre con la estructuración de la imagen especular, la introducción de nuevos objetos se acompaña de la extracción de otro. Ocurre que esa extracción se produce por medio de un acontecimiento de cuerpo, como una extracción de goce. Esa «clínica de cadena y de extracción» (Laurent, 2012, p.71) remite a la concepción de objeto a.
Un espacio entre el sujeto y el Otro se instituye por medio de lo que Laurent (2012, p.69) denomina «clínica del circuito»: una construcción de una cadena singular que mezcla significantes, objetos, actos e modos de hacer, de manera a armar un circuito que haga función de borde y de circuito pulsional.
Aquí están, a nuestro modo de ver, los usos del cuerpo de los autistas. Primero, la construcción de un neo-borde es necesario para alejar el goce del cuerpo del sujeto. Los objetos autistas y el doble se prestan a esa función. La construcción de ese neo-borde no se da sin un tiempo previo de trabajo en análisis, indica Laurent. Posteriormente, el cuerpo así balizado franquea su borde, creando un espacio de juego que permite los intercambios con el mundo, reiterando la confección de su borde por medio de un circuito compuesto por restos — de significantes, de objetos, de cuerpo, en definitiva, letras.
Lo que nos enseña la clínica con autistas sobre los usos del cuerpo
Los casos presentados en la Conversación sobre el Autismo en la EBP se muestran fecundos para enseñarnos sobre os usos del cuerpo en los autistas. Comenzaremos con una viñeta del caso presentado por Cristina Vidigal sobre el tratamiento de A.C., niña autista de 3 años y medio.
La niña, que todavía no controlaba sus esfínteres y se presentaba muda e inmóvil, en cierta oportunidad, al llegar antes de su horario de sesión, llama «¡I-ti-na!» por detrás de la puerta. A. C. tenía, en ese momento, 4 años de edad. El analista interrumpe la atención que realizaba en ese momento, para abrirle la puerta y pedirle que espere su turno. Ese movimiento sirve para que la analista acoja la palabra de A. C. en el lugar de su destinatario, algo inédito en el tratamiento de la niña hasta entonces. Al ver la puerta cerrada nuevamente frente a ella, la niña se agacha frente a la puerta y defeca. Al llegar su horario de sesión, la madre entra para cambiar su pañal en el baño, y eso no se da tranquilamente. Esa escena se repite durante meses, como un ritual, como observa Cristina.
Al cabo de ese período, Cristina hace una intervención que consiste en decirle a la niña que ella no necesitaba entregar nada de su cuerpo para entrar en el consultorio y tener su sesión. Le dijo que en sus encuentros siguientes, la niña llegaría, la llamaría, esperaría un poco y cuando llegara su horario Cristina abriría la puerta y A. C. tendría su sesión. La voz de la analista, en esa intervención, era firme y seria, muy diferente de la que habitualmente dirigía a la niña.
El efecto de esa intervención fue rápido y sorprendente. Ya en la semana siguiente, la madre relata que la niña dejó de hacer caca en el pañal, tanto en la casa, como en la escuela. En esta última, incluso, ya estaba aprendiendo a usar el baño.
En sus elaboraciones teóricas sobre esa viñeta, Cristina Vidigal nota que la niña encontró un modo de garantizar la presencia de la analista sometiéndose a un mandato superyoico de entregar algo de su cuerpo después de invocar el nombre de la analista. «Un S1 y un objeto de su cuerpo como para garantizar que yo abriría la porta y podría verme» (Vidigal apud Machado & Drummond, 2013, p.68-69). La intervención actuó sobre el mandato superyoico, con el consiguiente apaciguamiento del cuerpo.
En ese caso podemos pensar que se trataba de un objeto sin forma extraído del cuerpo como pura repetición de un objeto que no le pertenece. Ante la emergencia de un frágil llamado realizado por el sujeto al analista, su ausencia de efectividad vuelve sobre el sujeto con la ferocidad de un goce invasor. Al sujeto le resta, entonces, la fuerte extracción corporal de las heces. Más que un objeto que se da a la analista, para que ella resurja, pensamos que se trata de una invasión difusa de goce en su cuerpo sin borde, que lleva A. C. al recurso de la extracción del objeto sin forma.
Siendo así, pasamos a la inevitable pregunta acerca de sobre qué operó la intervención del analista en ese sujeto. Me parece que encontramos un argumento de respuesta en los comentarios de Laurent (2012) sobre un caso atendido por Jean-Pierre Rouillon. Se trata de un niño que seguía a uno de los educadores de la institución, al mismo tiempo que se arrancaba delicadamente los pelos de su propio rostro. El educador en cuestión tenía un apellido que comenzaba «our», el inverso del apellido del analista del niño. Para marcar el lugar duplicado del analista, en el que fue puesto el educador, Rouillon observa que en los momentos en que se dedicaba a pegarse al educador, el niño no asistía a las sesiones arregladas con él.
Una intervención fue hecha por el analista: «Vos me venis a ver». Se opera una separación del cuerpo del educador colocado como objeto autista, o sea, como una parte del propio sujeto. La efectividad de la intervención se debió al establecimiento de un orden en el mundo, al indicar que sólo existe un único «rou». El sorprendente apaciguamiento y el cese del arrancarse los pelos se produjeron por un desplazamiento de la pérdida. Se perdió algo, el doble, por tanto no era ya necesario provocar la extracción corporal de los pelos.
Retomando el fragmento de A. C., podemos considerar que la enumeración de los actos futuros de A. C., hecha por el analista ― llegar, llamar, esperar y sólo entonces entrar ― funcionó como una regulación para el sujeto. De la misma forma como hizo el profesor de Birger Sellin, al dar por concluida la explicación sobre la existencia del conjunto vacío, que pertenece a cualquier otro conjunto y con la propiedad de no alterarlos, le dijo: «Es así, porque es así». Laurent (2012) observa que eso apacigua al sujeto porque no hay un agujero en las reglas.
Al armar una secuencia de reglas para A. C., la analista diluyó lo insoportable del mundo para el sujeto, que resulta de la «forclusión del agujero». Esa forclusión hace que lo simbólico se vuelva real para el autista y lo lleva a operar un agujero forzado a través de la automutilación, como a nuestro entender sucedió con A. C.
Después de este apaciguamiento, que lleva a A. C. a no tener que extraer de forma automutilatoria el objeto, ella puede ceder algo de ese exceso de goce, regulando su esfínter.
Esa cesión de goce la encontramos también en otro niño atendido por Suzana Barroso. El espacio de intercambio se hace posible para ese niño de 3 años que lleva los objetos del consultorio en cada sesión, armando, con el mismo movimiento, el pegoteo a un objeto autista-doble y la extracción de un objeto del analista. El viraje en el tratamiento se da a través de la maniobra del analista de armarle una pérdida que pueda serle relativamente soportable. João puede llevarse objetos para la casa, pero no todos. La cesión de los objetos prohibidos no se da sin dificultades, por lo que el niño cede algo de su cuerpo, las lágrimas.
El tiempo previo necesario para que algo sea enganchado, formando un neo-borde, es demostrado en el caso de este sujeto. Después de casi un año en este primer tiempo de ensayos de extracción de goce, el paciente de Suzana armó un espacio de intercambios que se amplía, por medio de signos de las huellas del conejo de Pascua, que cuenta con un objeto fuera del campo de la visión del sujeto. De allí surge otro borde, que diferencia aún más los registros de lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real, a través de la inscripción de una condensación significante «padremadre».
Tal como en el caso de Suzana, el atendido por Vicente Gaglianone muestra la construcción promovida por la clínica del circuito. La niña autista, de 13 años, utiliza al doble como un neo-borde. Ya sean sus homónimas de las revistas de celebridades o así sea el analista. Laurent observa que las actividades exhaustivamente repetidas a las que el analista es convocado por la adolescente — leer, cantar o incluso cansarse por sus imperativos — son un montaje que instaura un circuito que se establece y evoluciona. A partir de ese tempo previo se promueve intercambios más significativos, por medio de la voz y de la mirada. En otras palabras, va armándose un borde pulsional.
La instauración de un circuito pulsional no se presentó muy facilitado en uno joven de 18 años que es llevado a tratamiento por primera vez a esa edad. Trae sus dificultades iniciales frente a la presencia del Otro, por su rechazo de la voz y de la mirada. La analista, Ana Beatriz Freire, se va incluyendo a través de un manejo sutil de esos objetos. El uso de un grabador es ofrecido como dispositivo de aparejamiento del cuerpo y R. se sirve de él para recibir la voz del otro, modulada por medio del canto. El circuito se construyó con la colaboración del padre, que decide seguir con el hijo por el circuito de las artes, después de haber visto que se interesaba por esa que es su área de actuación. Los efectos sobre el sujeto son evidentes.
Consideraciones
Los usos del cuerpo en los autistas son tan variados como la incidencia de la instancia de la letra para esos sujetos. Los diversos registros de la letra comprenden tanto lo escrito, la cifra, la fijación de la palabra, como la imagen discontinua de la música (Laurent, 2012, p.105).
En todos los casos que traemos vemos el privilegio dado a alguno de esos registros en cada uno de los sujetos. Entonces, Laurent nos sugiere que ampliemos, en el tratamiento y en las intervenciones pedagógicas, el abanico de los registros de la letra para los autistas. Promover una «desespecialización», dirá.
La lógica de esa orientación reposa en el retorno al origen, al trauma de la lengua sobre el cuerpo, al momento anterior a toda diferenciación posible, a la «instancia de la letra tronco» (Laurent, 2012, p. 108), momento princeps del acontecimiento de cuerpo.
La variabilidad del uso de los registros de la letra hará que el autista se enriquezca con los dispositivos que le ayudarán a instaurar sus bordes, haciendo con eso un cuerpo que permita un espacio de intercambios.
Entendemos que ese es el uso del cuerpo en los autistas: un recurso forjado para los intercambios con el mundo, no sin dificultades y con un intenso trabajo del sujeto.
Traducción: Silvia Elena Tendlarz
Revisión: Ilka Franco Ferrari
Referencias bibliográficas
- ABREU, T. (2013). Acontecimento de corpo e transferência na clínica com autistas. Agente, Revista de Psicanálise, 8. Disponível em: http://institutopsicanalisebahia.com.br/agente/08/tania_abreu.html. Acesso em: 6 ago. 2013.
- ALVAREZ, P. (2013). ¿Hablar con cuál cuerpo? (Trad. I. Ferrari). Site oficial do VI ENAPOL, março de 2013. Disponível em: http://www.enapol.com/pt/template.php?file=Textos/Hablar-con-cual-cuerpo_Patricio-Alvarez.html. Acesso em: 19 mai. 2013.
- LAURENT, É. (2012). La bataille de l’autisme. De la clinique à la politique. Paris: Navarin / Le Champ freudien.
- MACHADO, O. & DRUMMOND, C. (2013). O autismo hoje e seus mal-entendidos: Conversação Clínica de Salvador. Belo Horizonte: Scriptum / EBP.
- PERRIN, M. (2009). Construction d’une dynamique autistique. De l’autogire à la machine à laver. In MALEVAL, J.-C. (dir.). L’autiste, son double et ses objets. Rennes, FR: Presses Universitaires de Rennes, p. 69-100.
- TUSTIN, F. (1981/1984). Estados autísticos em crianças. Trad. J. M. Xisto. Rio de Janeiro: Imago.
Notas
- Este texto es de una sola autora, de acuerdo a la propuesta original de la comisión directiva del VI ENAPOL. Pero se inspiró en los puntos de discusión planteado por las coordinaciones del tema «Usos del cuerpo en los autistas» de las escuelas de la NEL y de la EOL, como así también con las personas involucradas a la coordinación del trabajo de la EBP. Nuestro agradecimiento a aquellos que pudieron contribuir, ya sea por su interés o por sus comentarios: Anna Beatriz Freire, Anamaria Vasconcellos, Angélica Bastos, Cristina Drummond, Cristina Vidigal, Heloísa Telles, Maria Rosário Collier Barros, Nohemí Brown, Paula Borsoi, Suzana Barroso y Tânia Abreu.