Angelina Harari
Escribir esta crónica para el último Boletín Flash trajo el beneficio de llevarme a salir de una inmersión en uno de los temas de las Conversaciones del VII ENAPOL: “El Imperio de las Imágenes hace síntoma en la vida amorosa”. En la Conversación, tomamos el sesgo de que el hecho de ser sujetos consumidos por las imágenes ocasiona la perdida de intimidad y de libertad individual, respondiendo, en la vida amorosa, al desaparecimiento del erotismo, último bastión que nos preservaría del empobrecimiento humano resultante del aprisionamiento en las imágenes.
La perspectiva del VII ENAPOL, a medida que la fecha se aproxima, hace pensar en la responsabilidad de la EBP como anfitriona de este evento, pero también a seguir, responsable por el Congreso de la AMP, Rio/2016; son dos eventos de la AMP, con algunos meses de intervalo entre sí.
La imbricación de los temas de los dos eventos no fue casual; se corría el riesgo de uno saturar el otro. Pero no fue así que sucedió. Al contrario, el tema de uno se enlaza con el otro, tal como en la figura del ocho interior a que Lacan se refiere en la “Proposición…”, como forma de dar cuenta de la sombra espesa evocada en el pasaje de analizante a analista. Entramos por el ‘imperio de las imágenes’ y, del encerramiento, saldremos enlazados, instigados, con el tema del ‘inconsciente y el cuerpo hablante’.
Por lo menos fue lo que ocurrió a lo largo de la investigación hecha a respecto de la referida Conversación, como el aprisionamiento en las imágenes, el privilegiar las imágenes en vez de ideas, provoca confusión: ¿en que se distingue el cuerpo de la pornografía electrónica?, cuerpo preso a imágenes repetitivas, sin sutilezas. ¿Cómo diferenciarlo del cuerpo imaginario?
Pero, preparándonos todavía para el acontecimiento VII ENAPOL, me gustaría comentar ciertos hechos que gravitan en la contemporaneidad y que pueden servirnos para aguzar, aún más, la cuestión, tanto de la liberación de ese universo subyugante de las imágenes, cuanto la transformación del ‘dejarse consumir’ por ellas, para pasar a consumirlas de la buena manera.
Uno de esos hechos gira en torno de la personalidad de la crítica de arte Catherine Millet, que ganó notoriedad al publicar un libro sobre su vida sexual, un ensayo sexual autobiográfico. Podría ser un libro de memorias, si no fuera la frialdad con que está escrita la memoria, revelando así ser más un intento de entenderse mejor. Lo que se confirma algunos años después, cuando nos contempla con otro libro, en el que trata del sufrimiento producido por los celos en su partenaire sintomática. El segundo libro, tal como el primero, no tiene el propósito de ejemplificar alguna verdad general, ni pretende sacar conclusiones para todos de su experiencia. La misma libertad que tuvo al publicar su vida sexual le sirve para hablar de los celos, afecto ancestral, en la vida de la pareja liberada que forma con su partenaire.
En uno de los vídeos que encontramos en el Blog de las 45ªs Jornadas de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF), de Marlène Belilos & Thomas Boujout, Catherine Millet comenta que no quiso ‘analizar’ ese momento de celos, pero, si, mostrar que hay un lado oculto en la libertad sexual. No queriendo hacer de esto una receta, pero, de forma divertida comenta que, a veces, aun teniendo la razón y habiendo leído Lacan, pueden ocurrir esos momentos donde el fantasma nos lleva a crisis de celos y que pensamos que el otro, el partenaire, podría encontrar placer y felicidad con otra persona. Incitada provocativamente a admitir un posible sesgo de normalidad en la imagen de pareja liberada, además de ser instigada a responder sobre el porqué de escribir un libro que comporta una crisis de celos, se le resaltó el aspecto de la infancia que ella ilustra en el libro con la expresión: ser hija de una ‘pareja desunida’ entre Cosette e David Copperfield. La respuesta no demoró, mostrando haber sido una forma de evitar una imagen que caso contrario reinaría y, consecuentemente, conduciría su vida: la de heroína de un romance basado en el infortunio de una niña, resultado de la violencia de una pareja.
Otro hecho que gravita y sorprende, en los titulares del sitio de la web de una revista francesa, donde se le que “Un palacio de vanguardia abriga una sexualidad desvariada”, estos titulares de ‘Le Point’ (LePoint.fr 4/07) pasan la idea de cómo la obra monumental de Anish Kapoor, artista británico-indiano, viene perturbando a todos. Los jardines de André Lenôtre, revirados por una estructura en azero de 10mts de altura, a la vista de todos. Inaugurada en el mes de junio/15, en los jardines del Palacio de Versalles. Esa escultura está siendo interpretada como la “vagina de la reina”. Entre los partidarios de la exposición, la revista publica una entrevista con el profesor de historia moderna, Michel Vergé-Franchesi. En su opinión, Versalles es una creación audaz, de vanguardia, siendo concebida como un tipo de “garçonnière“. Luis XIV, en 1661, con 23 años, se casa con la “vagina de la reina”, una prima da España que, sin hablar francés estaba destinada, como toda reina, a la procreación. El Profesor Michel es el autor del libro “Una historia erótica de Versalles (4 de junio de 2015), por lo tanto, los titulares se refieren al propio “Palais de Versailles”. Dirty Corner es el nombre de la obra, pero está siendo llamada por los medios de comunicación de “vagina de la reina”. La escultura de Kapoor evoca la pintura de Courbet, “L’origine du monde”, que muestra el torso desnudo de una mujer de piernas completamente abiertas, donde se dan a ver los pelos púbicos. Las dos obras fueron relacionadas por los medios de comunicación en general, como de cuño revolucionario, contrario al ‘establishment‘.
Imágenes usadas como forma de intervención en la sociedad.
Varios son los hechos que podríamos seguir evocando, pero la hora del acontecimiento VII ENAPOL prevalecerá sobre lo que se puede decir de él.
Traducción del portugués: Paola Salinas