Fabian Fajnwaks

¿Qué puede decir el psicoanálisis a la luz de su experiencia, respecto de la profusión de las imágenes, en el mundo contemporáneo? Creo que si algo tiene para decir es a partir de la relación de la imagen, y no de lo imaginario, que ya es otra cosa, y lo real : De qué modo la imagen viene a velar lo real, y si lo real, lo imposible a simbolizar, puede o no representarse, puede o no darse a ver. La cuestión se planteo hace algunos anos en Paris a raíz de un debate entre nuestro amigo Gérard Wajcman y Claude Lanzmann, el autor del film Shoah y director de la revista Les temps Modernes por un lado, y Georges Didi-Hubermann, un especialista, como Gérard, de las imágenes y de la pintura, a propósito de una exposición que se llamaba “Memorias de los campos. Imágenes de los campos de concentración y de exterminio”. Hubermann defendía la idea que se podía y se debía mostrar estas imágenes, escribió un libro luego que se llamo Imágenes a pesar de todo[1], Lanzman y Gérard que sostenían que no, que aunque se mostraran estas fotografías, la Shoah seguía siendo irrepresentable. Recordemos que en el film de Lanzman no hay voluntariamente ninguna imagen de los archivos que nos muestren el horror que implicaron los campos de exterminación, hay imágenes solo relatos, algunos muy duros como el del Sonderkommando checo.

No es azaroso, por supuesto, que es a partir de este trauma mayor del siglo XX que la cuestión de si es posible representar el horror absoluto, de lo cual el significante Shoah a devenido el nombre. Pero no quiero dar a mi intervención un aire de “pathos” que la sola pronunciación de la palabra Shoah produce en una intervención. Hay pocas imágenes de Hiroshima y Nagasaki, y las que se conocen, no muestran lo horroroso de lo que sabemos implico este bombardeo. Para salir del horror, cuando estrenaron una película que hizo Benoît Jacquot, un conocido director de cine, amigo del Campo Freudiano ya que es quien filmo a Lacan en Televisión, sobre Sade, un articulo de Philippe Sollers en Le Monde decía que “Sade es irrepresentable”. Tenemos ahí otra versión de lo estructuralmente imposible que implica representar a lo real por las imágenes.

Creo que el « muro de las imágenes » del que habla Gerard Wajcman en El Ojo Absoluto, referencia fundamental para este Congreso, representa bien El Imperio de las imágenes. Muro de las imágenes que funciona según la estructura de un semblante (imaginario) articulado, semblante articulado que recordémoslo, Lacan hacia corresponder al Discurso de la Ciencia (En su seminario De un discurso que no fuera del semblante). « Semblante articulado que lo real viene a agujerear » decía Lacan, y la misma relación establece Gérard entre el muro de las imágenes en que se ha constituido hoy el « muro de las pantallas » grandes, pequeñas, diminutas, planas, portátiles, volátiles, estratosféricas, y lo real que estas pantallas no alcanzan a cubrir, y que hace retorno de tanto en tanto en lo social con lo que se ha dado en llamar « crisis », crisis financieras, políticas, nosograficas con los manuales de psiquiatría como el DSM-5 que revelan su inconsistencia cuando hay mas patologías repertoriadas en las excepciones de las clases, que en las clases mismas, con los ataques terroristas. « Crisis » que, recordemos, significa etimológicamente « ruptura », ruptura de la pantalla, en este caso, del velo de la pantalla que cubría lo real. « Una misma lógica une, nos dice Wajcman, los Scanner que intentan ver en el cerebro los signos de diferentes patologías, las autopsias psicológicas, y el control por video » : es la de querer verlo todo, la de querer controlarlo todo a través de la mirada, “full vision”, sin que haya zonas de opacidad que escapen a esta mirada. Gérard cuenta de manera divertida en su libro como el jefe de Scotland Yard termino admitiendo que el control por video en la ciudad de Londres, la ciudad en el mundo con mas cameras de control de los espacios públicos en el mundo, es un fracaso por la simple razón que no tenían gente para poder observar en esta multiplicidad enormes de cameras. Tuvieron que crear entonces un programa informático para detectar movimientos “sospechosos”, que informara al observador que quizás estaba pasando algo peligroso en alguna calle de Londres. El estatuto de semblante de la imagen se verifica en el hecho que cuando uno se pasea en “Google-El Prado”, como lo indica Gérard en su libro, si uno se acerca a admirar el trazado del pincel de Velazquez en Las Meninas, al cabo de un momento la imagen deviene inaccesible, ya que uno se encuentra con que esta pixelizada. Aun otro ejemplo : Cuando invitaron a nuestro amigo a un debate en el Louvre sobre el secreto del cuadro “Santa Ana, la virgen y el niño” de Leonardo, secretos algunos de los cuales Freud contribuyo en desvelar, el secreto en cuestión era lo que los expertos del Louvre habían encontrado como pinceladas que Leonardo había hecho bajo la celebrisima pintura mirándola con rayos X. Hay en este gesto como un pasaje al acto respecto al saber que se puede obtener de un cuadro por el análisis de la imagen, como los mejores críticos de arte nos lo enseñan, y lo que los rayos X nos pueden revelar, o mejor dicho, no revelar.

“Querer verlo todo” funciona en detrimento de la intimidad y de la palabra, en el caso del scanner y de uso en neurociencias, y en esta practica tan particular que se llama “autopsia psicológica” donde la palabra de la que se trata es la del entorno del paciente que se ha suicidado para establecer, après-coup, por qué se ha suicidado.

Las crisis vienen de este modo a despertarnos del sueño de las imágenes que nos enceguecen : « Tienen pantallas para no ver » habría que decir parafraseando al evangelio, ya que las infinitas auditorias a las que se someten los bancos, las evaluaciones de los expertos en economía, los servicios de inteligencia, todos atravesados por esta modalidad escopica que supone la observación y evaluación permanentes de resultados y el análisis cuantitativo de la información, no pudieron prever nada de los atentados terroristas recientes en Francia y en todo el mundo, prever las ultimas crisis financieras, la caída de las torres gemelas el 11 de septiembre. Los expertos psiquiatras de la Lufthansa no pudieron ver, a falta de la existencia de una psiquiatría que permita detectar en los radares de la psicopatología la ideas delirantes de un joven piloto de querer “hacerse un nombre” dando “a hablar de él durante algún tiempo”, lo que se presentaba como una “depresión” de un Andreas Lubitz inquieto porque los médicos le habían anunciado un despegue de cornea que le impediría en poco tiempo continuar a pilotear, y tener que volver humillado a servir gaseosas como steward en la cabina de los aviones. La gente no mira hoy : Christine Angot escribía hace algunas semanas en Libération que creía que realmente Dominique Strauss Kahn no sabia que eran prostitutas las mujeres que sus amigos le traían a las orgías que se organizaban en su honor en el norte de Francia, saben que DSK esta procesado por esta razón, por colaboración en un delito de proxenetismo, porque “quién ve hoy algo, se preguntaba Angot, quien escucha algo ?

« No has visto nada en Hiroshima » hacia decir Marguerite Duras a su personaje femenino en « Hiroshima Mon amour ». En un libro de diálogos entre Marguerite Duras y Jean-Luc Godard ella dice : « Lo que me interesa es la impregnación de la imagen por el texto. Es en lo que me siento mas cómoda. Habría que hablar del discurso degradado que representa la palabra del cine hablado. Digo a veces que el primer film hablado fue Hiroshima Mon amour, ya que Alain Resnais me dijo : « No haga ninguna diferencia, se lo suplico, es por eso que me he dirigido a usted, entre lo que usted escribe y lo que le pido. Pienso que era el único en poder aceptar esto, y a pedirlo. Comenzar una película sobre la mas grande catástrofe del mundo por : “No has visto nada en Hiroshima”. Mientras que le mundo entero esta repleto de fotografías… ». A lo que Godard le responde : « Pero pienso que hoy una palabra de un hombre es diferente de una palabra de mujer. Y que no es azaroso que sea una mujer quien diga : « No has visto nada en Hiroshima… »[2]. Mas tarde en este dialogo, Duras dirá respecto de la palabra vacía de la civilización actual: « las pantallas están llenas y contaminadas de esta palabra degradada, de un discurso degradado, completamente antinómico de la palabra verdadera. Una palabra antinómica a la palabra misma ».

El siglo XX no ha visto nada, dice Wajcman, y el siglo XXI vera quizás seguramente aun menos, alienado como se encuentra en « el muro de las imágenes ». « No has visto nada en el cerebro » habrá que decir a las neurociencias, que buscan apoyarse ahora en una nueva clasificación psicopatológica promovida por el National Mental Health Institute exclusivamente basada en las imágenes cerebrales y en la neurogenética. « No has visto nada en los atentados terroristas » si no puedes pensar en como el Occidente contribuyo al desarrollo de esta locura del Uno, no solamente en Medio Oriente sino también en las banlieues de Paris y de las principales ciudades europeas.

Si las imágenes mienten, como la verdad de la palabra en relación a lo real, como leerlas, como atravesar el muro de las imágenes para ver emerger un “trozo de real” ? Encuentro un comienzo de respuesta en Barthes.

Barthes y la imagen

En su escrito sobre la fotografía, La cámara lucida, que es uno de los textos mas bellos de Roland Barthes, señala cuanto aísla una foto lo particular absoluto, la “soberana contingencia”, indicando lo tal cual ( « tal foto » y no « una foto »), la ocasión, el encuentro, la tiché, dice Barthes desviando un poco el uso que le da Lacan, “lo real, en su expresión infatigable”. Permite distinguir Barthes el Studium del ponctum en una fotografía, distinción que se ha vuelto clásica : el studium designa el interés particular por algo, la aplicación a una cosa, aquello que la foto nos da a ver, nos enseña, aquello sobre lo que nos instruye. Es el caso en la foto periodística o política mas claramente, la dimensión de testimonio aun en algunas fotos artísticas, en los retratos. El segundo elemento viene a escandir el studium y nos dice Barthes, no soy yo quien va a buscarlo en la lectura que puedo hacer de la foto, invistiendo el campo que se me da a dar en el studium : Es este elemento, que Barthes llama el punctum quien viene a buscarme, como una flecha y me atraviesa en mi interés, en mi mirada. En latín punctum designa un instrumento puntiagudo, puntuante, y Barthes no desdeña aquí la referencia al punto, a la puntuación en la imagen. La mancha en la imagen, su agujero su punto de fuga, su corte, su « golpe de dados » recordando la imagen Mallarmeana. Este punctum, este detalle, “puntúa la imagen”, nos señala, « nos mira », diríamos con Lacan y la famosa lata de sardinas que lo observaba desde el océano. Si el punctum no es el índice de un real, porque se encuentra integrado a la imagen y la descompleta estableciendo una tensión, un movimiento al interior mismo de la imagen, nos indica sin embargo un borde de la imagen, un litoral, el “punto de fuga” como dice Barthes que indica en algunos casos lo que la imagen viene a representar.

En una retrato de una familia negra, vestidos para la ocasión con sus mejores prendas de domingo, tomado por el fotógrafo Van der Zee, son las bridas de los zapatos de la hermana del personaje principal que retiene la atención de Barthes, en tal otra tomada por William Klein en el barrio italiano de Nueva York, son la mala dentadura de uno de los chicos que interesa el auto, en un bello retrato de un joven tomado por Maplethorpe, es el brazo extendido del joven con la mano en el extremo en su buen grado de apertura, su densidad de abandono que puntúa el buen momento de la foto, su kairos, como decian los antiguos griegos.

Barthes indicaba también lo que llamaba la « imagen o el espacio unarios », apoyándose en la gramática generativa. La fotografía es unaria si reproduce la realidad sin desdoblarla, sin hacerla vacilar, sin « quebrarla » : ninguna tensión, ningún duelo, ninguna molestia a la mirada. Es la fotografía banal, la que solo busca reproducir un hecho, como en la foto periodística. No hay aquí punctum : impacto si, efecto producido, pero no choque con la mirada. La foto pornográfica es una imagen unaria, en su representación masiva del sexo, y Barthes la opone a la foto erótica, que esboza sin mostrar. Barthes no lo enuncia así, pero podríamos distinguir la imagen pornográfica del goce, de la imagen erótica del deseo : no hay punctum en la imagen pornográfica, si lo hay en la imagen erótica, lo que lo lleva a distinguir el deseo pesado (el goce) de la pornografía, del deseo liviano del erotismo.

Creo que la imagen que impera hoy , la imagen del muro de las imágenes con las que nos alimentan las pantallas es una imagen de goce, una imagen “pesada”, una imagen Uniana. Lo Uniano aquí es a tomar en el sentido de lo unario de Lacan, de Un Uno iterativo que no permite dialéctica alguna. Uno (“Unien”) que Lacan equivocaba con “ennui” (aburrimiento). Lo que lleva a Barthes al final de este texto a esta conclusión que sigue aun vigente : “Vivimos hoy de acuerdo a un imaginario generalizado : todo se transforma en imagen. No existen, no se producen y no se consumen mas que imágenes. Ejemplo extremo : Entren en un negocio porno en New York (hoy basta con cliquear por Internet). No encontraran allí el vicio, sino sus representaciones vivientes; se diría que el individuo anónimo, (en ningún caso un actor) que allí se hace encadenar y flagelar no concibe su placer solamente si este placer reproduce la imagen estereotípica del sado-masoquismo. El goce pasa por la imagen : es esta la gran mutación. Esta inversión plantea forzosamente una cuestión ética : no es que la imagen sea inmoral, irreligiosa o diabólica, sino que , generalizada, la imagen irrealiza completamente el mundo humano de los conflictos y sus deseos, con el pretexto de ilustrarlos. Las sociedades consumen hoy imágenes y no ya como en otros tiempos, creencias : Por esta razón, son hoy mas liberales, menos fanáticas, pero también mas falsas”.

Las sociedades cambiaron ya hoy un poco desde los años ’80 y podemos ver la recuperación de las imágenes reproducidas por Al-Jazeera de atentados terroristas al servicio del fanatismo islamista, como lo señalaba Eric Laurent, o sea que la imagen no se opone siempre, ya no hoy en todo caso, al fanatismo, aunque hemos visto recientemente los limites a los que ha llevado la interdicción de la representación por la imagen en el Islam, que sigue aun vigente.

Me autorizo, para concluir, de la referencia que Barthes hace de la ética en el final del texto, en relación a la generalización de la imagen para plantear como pregunta, ¿si una ética del observador seria posible, que tenga en cuenta este encubrimiento de lo real por la imagen?


[1] Didi-Hubermann, G;.Images malgré tout. Ed. du Minuit. Paris. 2003.

[2] Marguerite Duras-Jean-Luc Godard. Dialogues. Post-éditions. Centre Georges Pompidou. Paris. 2014.