Marcus André Vieira

El Impacto de las imágenes y el cuerpo hablante

Parto del tema del próximo Encuentro Americano: “El imperio de las imágenes”. Podemos contraponer el “imperio de las imágenes” al “cuerpo hablante”. La primera expresión se dirige a lo que convencionamos llamar “la ciudad”, proponiendo una lectura: vivimos el imperio de las imágenes. La segunda, más enigmática, se dirige a nuestra comunidad, ella nos convida a avanzar en nuestro entendimiento sobre el modo como el analista debe situar su práctica en el momento actual de la civilización, centrándola en el inconsciente como cuerpo hablante más que como mensaje cifrado.

La propuesta de J. A. Miller, que es vector para nuestra comunidad, es esa: el inconsciente hoy muchas veces se presenta más como cuerpo hablante que como Otra escena.

¿Y nuestros días, cómo andan? El tema del ENAPOL nos ayuda. Él indica, para empezar, que nuestra civilización ha escogido, colocando los poderes de la palabra sometidos al imaginario. Así entiendo la idea de un “imperio” hoy, radicalmente diferente del imperio del padre, mucho más como una presencia maciza de las imágenes con su exigencia superyoica de subordinación. La referencia aquí es el Imperio de Negri y la Biopolítica de Deleuze.

En los términos de Lacan, diría que nuestros días viven en el imaginario “como si” el simbólico no existiera. Es el mundo de las imágenes tomadas como real y no como significantes. Este mundo, con sus certezas inmediatas impera sobre el tiempo linear de las narrativas con sus certezas conquistadas.

Un ejemplo: el modo como nos referimos a los exámenes de imagen cerebral. Ellas son tomadas por si solas, como si fueran reales. Antes había toda una discusión diagnóstica entre pares para decidir que significaban aquellas manchas. Era en ese contexto de narrativa clínica que las imágenes ganaban la función de representar un real. Las imágenes podían ser un ícono de lo real, pero siempre en una narrativa que venía traducirlas como índices de una enfermedad. Hoy, las imágenes son tomadas como lo real en sí, sin discusión, pues el diagnóstico no es más una producción discursiva y los elementos que lo componen tienden a ser procesados por las computadoras. Son ellas que en principio realizan el diagnóstico.

En el extremo opuesto, el psicoanálisis no para de demostrar como una imagen (en un sueño, por ejemplo) puede ser tomada en un juego de decir en la estructura del significante. En este caso ella podrá venir a decir mucho más de lo que indica, por esto abre la dimensión del enigma. La referencia aquí es la conferencia “SIR” de Lacan que en 1953 ya definía “solo es material para el análisis aquel elemento que pueda significar otra cosa que no el mismo”.

Pero para esto es necesario que haya un espacio para el enigma, un vacío en el saber, un punto ciego en la estructura. Hoy, cuando todos consideran que no hay más imposibles para la ciencia, se hace difícil llevar a alguien a abrirse a la dimensión del enigma, y sin enigma, ¿cómo contar una historia? El Otro del discurso y de la narrativa exige este punto de agujero. ¿La falencia de las narrativas, por ocaso de la falta, del deseo y del agujero, seria la falencia del psicoanálisis?

El cuerpo hablante

Pero bien, el inconsciente nunca fue solamente un discurso de lo sexual reprimido. Si sumergimos en nuestra historia como hacemos en un análisis, siempre damos de tope con algo que habla sin ser, sin embargo, narrativa, discurso articulado. Escenas, fragmentos de escenas de olores e imágenes: el inconsciente no siempre es Otra escena (con estructura encadenada análoga a la de la consciencia), es más una alteridad disparatada no encadenada, pero así mismo lenguajera, que Lacan llamó de lalengua.

Es lo que busca destacar la expresión “El cuerpo hablante”, con un gano de peso: dar lugar a esa experiencia de la lengua antes de la lengua. Ella no es cosa del cielo de las ideas, sino una experiencia de cuerpo, o mejor, de un cuerpo “pre-cuerpo”, ya que el cuerpo es habitualmente el espacio de una unidad y estamos hablando de algo esencialmente múltiplo. Así, no se experimenta exactamente el cuerpo hablante, ya que una experiencia supone una subjetivación por un yo bien arreglado. Por esto, decimos con Lacan e Miller que el cuerpo hablante, como lugar de la lalengua no se experimenta, apenas se presenta, es vivido como un evento, un “acontecimiento del cuerpo”.

Dicho de Otro modo: un análisis envuelve toda una serie de experiencias corporales (de la Madeleine de Proust al mal-estar causado por un recuerdo desagradable) vividas por un yo, en su cuerpo, como reacción al material inconsciente. Mas ella envuelve también eventos corporales que no son del ego y de su cuerpo, sino de algo que lo perturba por no ser la experiencia de un Otro discurso afectando el cuerpo, pero sí lo hablante del cuerpo que vibra y produce un acontecimiento. Es lo hablante de la lalengua que hace vibrar algo corporal que, entretanto, no es ningún órgano del cuerpo, mucho más “entre los órganos” para usar la expresión célebre de Freud para localizar su inconsciente.

Traducción del portugués: Paola Salinas