En Asuntos! #22, continuamos con nuestra conversación sobre la familia que, en este número, será abordada a partir de una variedad de temas.

En las entrevistas en video, el asunto «Madres solas e hijos sin padre» es abordado por Jésus Santiago y María Elena Lora. Jésus tomará esta frase de un modo muy interesante, como una fórmula que traduce las transformaciones de la familia contemporánea en aquello que constituye la descomposición del Uno garantizado por el Nombre del Padre, resaltando la posición de «hijito de mamá» como un síntoma de esa modalidad de la familia. Por otro lado, María Elena problematiza la transmisión de un deseo no anónimo, abordando este asunto a partir de la ciencia y de las nuevas modalidades de reproducción, que permiten a una mujer tornarse madre prescindiendo de un partenaire, y en la cual la paternidad queda reducida al aporte del espermatozoide.

En el video contamos también con una entrevista a Silvia Tendlarz, quien habla de la transformación de la familia destacando el lugar del hijo como organizador de las nuevas configuraciones familiares, señalando que, especialmente hoy, es desde el punto de vista del hijo que se puede decir quién ocupó, para él, la función paterna y materna. También, en esta misma perspectiva, la del hijo, el texto de Lucila Darrigo sitúa la escucha psicoanalítica de las novelas familiares en la medida en que, según ella, es desde el lugar del hijo que se toma la palabra en un análisis. Mario Goldenberg, por su parte, toma la perspectiva inversa al situar los conflictos familiares y el problema de la alienación parental, teniendo como punto de partida el lugar que el niño puede ocupar para los padres: como síntoma de la pareja o como objeto del fantasma materno; él enfatiza, además, el papel del psicoanálisis en el sentido de favorecer y no de obstruir la diversidad sintomática de los lazos familiares.

Tres comentarios de «Tótem y tabú» traen a la luz la actualidad de este texto para pensar los asuntos de familia. Walter Capelli habla de la noción de fraternidad como una forma de desconocimiento y recubrimiento del goce en juego en las relaciones familiares. Verónica Carbone considera que en la actualidad, la fraternidad resultante del parricidio es aplastada por la segregación. Nora Silvestri, al tomar el mito como un enunciado imposible, coloca la cuestión de la posición del analista como padre real como una orientación posible frente a los asuntos de familia.

Por último, enlazando todos estos asuntos, contamos con un comentario de Adolfo Ruiz sobre el film Boyhood.

¡Buena lectura a todos!

Simone Souto (EBP)

La adolescencia del hijo
resuena sobre la historia de las adolescencias de los padres

Con la mirada perdida en el cielo, Mason, un chico de 7 años, espera tumbado en la hierba del patio de la escuela a su madre que viene a recogerlo luego de que habla con su profesora. Una vez que su madre llega, el chico la hace partícipe de su nuevo y apasionante descubrimiento: ya sabe de dónde vienen las avispas.

Con esta escena, el director Richard Linklater nos presenta al protagonista del film y nos introduce en la narración de una singular aventura cinematográfica: seguir a lo largo de 10 u 11 años, con el mismo elenco, la vida de Mason, desde la época de la escuela primaria hasta su ingreso a la universidad. De ahí el nombre de la película: Boyhood.

Sin ser una película autobiográfica, es interesante señalar que la construcción de sus personajes retoma elementos de la historia personal de cada uno de los actores, sobre todo las relaciones con sus propias familias de origen. En el caso de Mason, el actor que lo encarna expresa que, sin ser él, el personaje finalmente se le parece en muchas cosas.

El telón de fondo esencial contra el cual transcurre la historia de Mason son los asuntos de familia. En un primer momento, los padres separados, el padre que al inicio de la historia lleva más de un año lejos de los hijos, la madre que intenta, como ella dice, «tener una familia» y que sufre bajo el peso de la responsabilidad de tener que hacerse cargo de sus hijos estando sola.

Luego, el restablecimiento de cierta cotidianidad en la relación con el padre y los fallidos intentos de la madre por restablecer su vida de pareja, lo que no es sin consecuencias para sus hijos (Mason y su hermana mayor Samantha) y para ella misma.

A partir de allí se va desplegando, sin sobresaltos ni forzamientos dramáticos, la vida de Mason en el final de su niñez y a lo largo de la adolescencia. La historia está escandida por sucesos cotidianos: mudanzas, los matrimonios, cambios de escuela, familias que se recomponen y de nuevo se descomponen, divorcios. La línea de continuidad la establece sin duda la relación de Mason con su padre (Mason Senior) y con su madre, pero sobre todo el trabajo del chico en la adolescencia, pero no solo en ella, por hacerse a su propia vida.

Este trabajo está plasmado en múltiples situaciones cotidianas que son planteadas sin efectismos ni dramatismos innecesarios: el afrontar la muerte, la sexualidad, que aparece en varios momentos –de niño, viendo con su amigo el catálogo de ropa interior femenina que encontraron tirado en la calle; luego, la conversación con los pares adolescentes, en una reunión de muchachos solos que tiene cierto aire de ritual de iniciación, sobre la vida sexual: quién sí, quién no; más adelante, presente en la broma que le hace un compañero sugiriendo el acoso homosexual por parte de un profesor; finalmente, el primer beso y la primera relación sexual–. Por supuesto, también el bullying, la presión de los pares en relación con el consumo de psicoactivos, etc.

Hay algunos delicados momentos de la intimidad que merecen ser resaltados. Uno de ellos, la ocasión en la que Mason le pregunta a su padre acerca de la magia. Encuentro digno de destacar la sutileza con la que lo mágico es puesto por el padre para el hijo en una nueva dimensión, que conecta de manera muy precisa con los intereses y la sensibilidad de aquel.

Cada cierre en el decurso del relato abre a un nuevo momento. Por ejemplo, al dejar la primera casa, el borrado de las huellas que representan algo de la marca de la historia que allí se vivió: cubrir los dibujos en la pared y los trazos que en el marco de la puerta han marcado el progresivo crecimiento de los chicos hasta ese momento. Es un adiós silencioso, sin dramatismo, que abre a lo que ahora deberá afrontar.

En la adolescencia, el acercamiento a las chicas, el intento y esfuerzo por ir situando su deseo y el lugar desde dónde (Lacadée). El deseo de ser un artista. El cambio progresivo en su posición con respecto al padre y a la madre.

Silvia Salman, en su texto de orientación hacia el ENAPOL, hace una sugestiva afirmación cuando señala que familia «Es estar adentro de una historia que uno también escribe».[1] Me parece que la importancia de esta caracterización de la familia resalta sobre todo cuando se trata de considerar la adolescencia. En el filme, es en el contexto de las incidencias y asuntos de familia, que Mason va escribiendo su propia historia, esa historia cuya autoría deberá asumir en la salida de su adolescencia. Historia que no escribe sin sus padres o sin los adultos que encuentra en su vida, pero que definitivamente no es la de ellos: es la suya. Freud planteó para el adolescente el trabajo de lograr el desasimiento de los padres y con Lacan se ha señalado la adolescencia como el paso de la posición infantil de ser deseado, para proponerse como deseante, momento de tomar la palabra. En este sentido, podríamos pensar la adolescencia como un momento en el que algo de la desfamiliarización se produce.

Considero que esto es, dentro de las múltiples aristas que toca, lo que esta película, en esencia, nos ilustra.

NOTAS

* Director: Richard Linklater, USA, 2014.

  1. Silvia Salman, Lo que hace familia y la excomunión. Documento de Internet. Disponible en: http://www.asuntosdefamilia.com.ar/es/template.php?file=Boletines/Asuntos/002/Silvia-Salman.html