¿Por qué ha generado tanto revuelo 13 Reasons why?

Muchos colegios mandaron circulares a los padres donde advertían del contenido de la serie y repetían como un mantra: ¡¡Hable con sus hijos!!

Al mismo tiempo, los «chat de madres» colapsaron con mensajes de alertas, advertencias, consejos para prevenir contagios o estrategias para saber qué le anda pasando por la cabeza al adolescente que vive en cada casa.

¿Qué fue lo que generó todo ese ruido? ¿Qué inquieta a tantos de semejante manera?

Hoy les ofrecemos 7 Razones para leer este Boletín. Una por cada uno de los analistas que abordan la problemática del suicidio adolescente, orientados por la ética del psicoanálisis.

Angélica Marchesini nos acerca distintas lecturas actuales donde el bullying es entendido como germen de la psicosis o como antesala del suicidio -sin perder de vista que este puede ser una respuesta a los cambios que propone la época- e ilumina el «componente personal» como pieza fundamental para abordar este asunto.

Héctor Gallo, valiéndose de la figura del «perro maltratado», describe la relación entre el acosado y el acosador como una encerrona que conlleva la lucha cuerpo a cuerpo. La noción de alteridad será el eje fundamental para abordar esta problemática, que presenta una lógica descarnada y carente de una terceridad regulatoria.

Mirta Berkoff responde a una pregunta sobre la posibilidad de amar al otro, al hermano o al compañero como a sí mismo. Lo éxtimo, lo unheimlich y la figura del intruso, entran en juego como elementos fundamentales para ubicar las respuestas del neurótico frente a lo inquietante que le resultan esos encuentros.

Beatriz Udenio señala cómo en esta época -que empuja a la comunicación plena del mostrar o contarlo todo- se deja la problemática del suicidio adolescente embarullada en una trama netamente especular y desconociendo las consecuencias del aplastamiento del deseo.

Catalina Guerberoff se pregunta «¿qué hacer en tanto analistas con aquellos que coquetean con la muerte?» haciendo circular este interrogante desde Dora hasta la protagonista de la serie y un niño de 11 años. De este recorrido destaca el lugar del analista en tanto tal y en tanto adulto responsable que pertenece a una sociedad.

Cristina Vidigal va a contrapelo del mensaje prevencionista que propone la novela e ilumina en la protagonista una posición subjetiva que no consiente a ninguna interrogación. Desde allí aborda la relación al deseo, al goce, los lazos entre pares y -siguiendo los lineamientos freudianos- señala el estatuto que se le otorga a la muerte en esa coyuntura.

Gabriela Grinbaum explora la tensión entre la posición de la «pobrecita» y el sujeto responsable, subrayando la figura de la venganza como intento de dejar una marca en los otros y advierte que la serie ofrece una «mala idea» en relación a una fantasía neurótica.

¡¡Buena lectura!!

Fernanda Mailliat