Partimos de una interpelación. ¿Qué es el padre? Agudeza de Lacan a partir de la cual introducirá una novedad en su relectura del Edipo freudiano.
La pregunta apunta al fundamento mismo de la cuestión. Para saber qué es un padre se tratará de poder precisar qué es en el Complejo de Edipo. Primera distinción: su lugar en el Edipo no se confunde con su lugar en la familia, con los modos de encarnarlo más o menos consistentemente, más o menos alineado con los ideales de una época.
¿Qué es entonces el padre a nivel del Edipo? Es una metáfora. Operación que implica la inscripción en el inconsciente de la sustitución de un significante por otro. Lacan agrega a continuación: «Digo que esto es el padre en el complejo de Edipo, aunque deje atónitos a algunos».[1] La familiaridad que tenemos hoy con esta fórmula nos diluye lo impactante de esta afirmación, el inmenso paso que implica reducir al padre a una operación del lenguaje. Este es el único mecanismo de intervención del padre en el Edipo, agrega Lacan. Mecanismo que produce una sustitución de la fragilidad del simbolismo materno por un nuevo régimen simbólico, la fijeza de una significación con sus efectos de abrochamiento. Este abrochamiento tiene consecuencias a nivel de la articulación simbólico-imaginario-real. A nivel del goce, tiene un efecto de localización y regulación, ya definido desde Freud como castración. A nivel de la articulación simbólico-imaginaria implica los efectos organizadores que introduce el Ideal a nivel del imaginario corporal.
Este es el modo en que Lacan define al padre simbólico y su función en el Edipo y agrega: «Y si no es en este nivel donde buscan ustedes las carencias paternas, no las encontrarán en ninguna otra parte».[2] Siguiendo a Lacan, y en articulación con la clínica actual, extraemos como orientación que no es a nivel de las modalidades cambiantes del padre en la familia donde ir a leer sus fracasos, sino en lo que da soporte a su función, en la operatoria que posibilita ese abrochamiento y sus efectos. ¿Qué novedad encontramos hoy en nuestra clínica entonces, no tanto del lado de las formas que pueda tomar su encarnadura familiar (monoparentales, homoparentales, pluriparentales, etc.) sino fundamentalmente a nivel de su soporte? ¿Con qué efectos nos confrontamos a nivel de la regulación del goce pulsional en los cuerpos? ¿Con qué dificultades en el armado de la consistencia del imaginario corporal? ¿Qué invenciones sintomáticas van a ese lugar de abrochamiento?
NOTAS
- Lacan, J. (1999), El Seminario, Libro 5. Las formaciones del inconsciente, Cap. IX, Buenos Aires: Paidós, p. 179.
- Ibid.