Por Tatiane Grova (EBP)

Próximos a encontrarnos en Buenos Aires, la historia de uno de sus personajes fundamentales llega a nuestros oídos con el dramatismo del tango. A partir de las investigaciones de los historiadores, se van contando algunos trazos de la biografía de Carlos Gardel. Bajo la jefatura del coronel Escayola, una ciudad del norte uruguayo había pasado «de la barbarie a la disciplina».[1] Gardel sería el fruto de una relación de ese coronel con su cuñada, menor de edad, y que habría sido llevado a Buenos Aires para vivir allí con padres adoptivos.

El director del documental El padre de Gardel, Ricardo Casas, se confrontó con la cuestión de cómo descifrar ese secreto; según él, si se permitiese algún juego creativo, los espectadores no entenderían o no creerían.

Para el psicoanálisis, sin embargo, el secreto viene al lugar de lo que no puede ser desnudado totalmente. Y es en torno de un goce heterogéneo al regulado por el falo que él viene a inscribirse, originando el lazo familiar. De esa forma, continuaremos alrededor de los orígenes de Gardel, apostando al secreto como una inscripción, para un sujeto, del goce femenino como un rayo misterioso, para el cual la familia constituye un aparato aún posible.