Por Silvia Bermúdez y Ludmila Malichevsky

En realidad hay que poner esta frase de Jacques-Alain Miller, «Basta con el padre», en el contexto en el cual fue dicha. Cuando Miller establece el Seminario 6El deseo y su interpretación hace una lectura diferente –après coup desde el Lacan posterior a ese Seminario- para mostrar que allí ya se encontraba, de alguna manera, la primera lógica del fantasma, sobre todo en los capítulos finales. Es lo que enuncia de una manera categórica -que es un poco su estilo- diciendo: «Basta con el padre», casi con signo de admiración. Y nos propone leer como un librito de esos para fin de semana -tal como recomendaba Lacan, por ejemplo, leer a Kojève- a una autora francesa, Christine Angot. En ese momento, me estaba yendo a dar una conferencia a Chile y me llevé el librito pensando que como era tan cortito lo leería en el avión. ¡Para qué! Es una novela durísima porque se trata de una relación pornográfica, a la manera de las novelas del marqués de Sade, pero uno sabe -aunque no esté dicho, porque todo el tiempo se habla de «ella» y de «él»-, que se trata de un padre y una hija. No importa mucho cómo pero uno lo sabe. Eso habla del talento de la novelista. La novela se llama Una semana de vacaciones, una semana de vacaciones de recuento pornográfico y minucioso de todos los encuentros sexuales y, además de sexuales, pornográficos -descriptos así-, entre ella y su padre. Y la novela termina en el momento en que ella tiene un sueño: el padre se enfurecía, era violento, la amenazaba con dejarla sin poder ir a comer o sin poder continuar visitando los museos en la semana de vacaciones y la deja en la estación adonde ella queda sola con su mochila -uno podría pensar que esa mochila es un poco como su objeto a– y sin el padre. Y hay ahí un «basta del padre» porque un padre es llevado al extremo de lo insoportable, de lo insoportable de leer.

Después de leer esa novela en el avión llegué al hotel y quedé insomne: tenía que dar una conferencia al otro día sobre «Versiones del padre» y fui a leer los capítulos finales de El deseo y su interpretación y lo que Miller dice en la contratapa de ese Seminario. Hay también una entrevista que hizo para Le point en esa época -2013- y que se publicó en el 2014 en castellano, dónde habla de la reformulación del Edipo. Lacan toma, por ejemplo, el personaje de la Lolita de Nabokov, que yo planteo es a 1959 como Una semana de vacaciones es a 2013. Lolita también fue un libro muy revolucionario pero estaba metaforizado porque no se trataba del padre sino del padrastro. A partir de entonces, estas chicas pasaron a llamarse «lolitas» de un modo universal.

Pero ¿qué es lo que le interesa destacar a Miller de lo que dice Lacan? Que en realidad rompe con el Edipo pensado como cualquier normativa posible y ubica la perversión -aun antes de trabajar el término père-versión- como una de las formas de rebeldía con respecto a esa normativa. Es la mostración, en esta primera lógica del fantasma, de que en realidad el fantasma es rebeldía, es ruptura con el conformismo, y es contrario a como había sido pensado por Freud: una normativa, una supuesta normalidad. No hay tal normalidad, al contrario, es contra eso que la père-versión se pronuncia, verdaderamente, oponiéndose a esta normativa. En nuestro tiempo para que algo tenga un tinte de rebeldía es necesario extremar las cosas hasta el punto de decir: «Basta del padre». Hasta ese momento podíamos decir que hay que ir más allá del padre a condición de servirse de él. No es que esto no tenga validez ahora pero creo que Miller extrema la cuestión para llevarnos a pensar las cosas desde otro ángulo, desde un ángulo diferente a cualquier normativa posible y para eso era necesario Christine Angot, no bastaba para este tiempo con «la lolita» de Nabokov.