Por Henri Kaufmanner

Si bien no es, propiamente, un concepto psicoanalítico, la familia y los relatos referidos a ella están siempre presentes en nuestra práctica como analistas. Las transformaciones, las nuevas formas en las que los lazos se hacen y se deshacen y sus consecuencias sobre los síntomas, tornan muy oportuna la elección del tema para nuestro VIII ENAPOL. Desde la novela familiar, comúnmente traída en los relatos de quienes buscan un análisis, hasta las formas contemporáneas de familia con las que nos encontramos en nuestro tiempo, los asuntos de familia son el telón de fondo, donde se revela como cada uno busca escribir su historia, como formar sus parejas o como se las arregla con las afectaciones de su cuerpo.

Actualmente en Brasil, por ejemplo, se está tratando en el Congreso, un Proyecto que pretende definir bajo la forma de una ley lo que es una familia. En la versión que se quiere aprobar, la familia solamente puede ser definida como tal si es fruto de la unión entre un hombre y una mujer. Nos vemos así ante el esfuerzo cada vez más determinante, en estos tiempos sin Otro, de hacer valer como norma aquello que no se sustenta más a partir de lo que era pensado, hasta entonces, como un derecho natural.

Tradición

Tradición, familia y propiedad son significantes que en Brasil, a partir de su historia, cobran un valor de signo muy particular cuando son agrupados por la sigla TFP. Me refiero a una sociedad religiosa creada en los años 50. Supuestamente católica, esta sociedad de inspiración claramente tradicional, se coloca desde su fundación, en oposición a los caminos definidos por la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II, sosteniendo que la misma debería retornar a los cánones que la sustentaban en la Edad Media. Así, los defensores de la tradición y la propiedad son férreos anticomunistas y, sobre todo en las primeras décadas después de su fundación, se los podía ver marchando por las grandes ciudades del país fácilmente identificables por sus estandartes rojos con letras doradas. Su participación fue determinante cuando en 1964 se produce el Golpe que instauraría la dictadura militar en Brasil. Fueron importantes articuladores de la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad, momento en que llamados a la movilización, una parte significativa de la clase media y de los más adinerados de la sociedad brasileña salieron a las calles contra lo que se afirmaba ser el avance del comunismo en el país, consecuencia de las medidas de reforma y distribución del gobierno de entonces.

Esa Sociedad religiosa se mantiene hasta nuestros días esparciéndose por el mundo, revelando que mucho antes de las nuevas religiones pentecostales, Brasil ya exportaba fundamentalismo.

Para la TFP, la familia es exclusivamente fruto de un matrimonio entre un hombre y una mujer, indisoluble, patriarcal y jerarquizado. La estructura familiar es una célula que debe preservar tanto la tradición como la lógica patrimonial. Aunque corran rumores de que esa sociedad presenta aún una vertiente místico-esotérica activa, inspirada en la adoración de su fundador y particularmente de su madre, lo importante es señalar que la TFP es signo de un modo de dar consistencia al Otro, de un goce que se experimenta en la creencia decidida en el padre.

Invención

En la reciente jornada de trabajos de la Sección de Minas Gerais de la EBP donde se discutían cuestiones de la adolescencia, un caso presente en el relato de los colegas del TyA, llamó mi atención de manera particular.[1] Se trataba de un paciente que nació y vivió en la villa y que se encontró con las drogas a los 12 años de edad. El uso de las drogas comienza cuando irrumpe para el sujeto la sensación de haber sido abandonado por la madre, puesto que esta solo tenía ojos para la hermana menor. A partir de entonces, las relaciones del sujeto con la madre pasan a estar marcadas por una intensa agresividad, encontrando como respuesta de la madre, una exigencia aún mayor. Esto lo desorientaba mucho. Fue entonces cuando escogió como referente a un vecino que estaba involucrado en el tráfico de drogas que habría sido el que le ofreció marihuana por primera vez. Tal elección llevó al sujeto a robar, meterse en el tráfico de drogas y formar parte de un grupo que se denominaba «UFC» (Unión, Familia, Comodín). Los miembros de ese grupo pasan a ser considerados por el joven como una familia en la que todos son hermanos y donde es posible encontrar algún reconocimiento y respeto.

El joven se sorprende al revelar ese nuevo estatuto de familia. Podríamos decir que ese Otro que él busca reconstituir es de alguna manera aquel que humaniza, propiciando un lugar de reconocimiento y ordenador de una fraternidad.

UFC es la sigla del mundialmente difundido Ultimate Fighting Championship que se realiza a través de una serie de luchas marcadas por la violencia de los golpes de las así llamadas, MMA (Mixed Martial Arts). Ese campeonato se globaliza cada vez más, moviendo enormes cifras de dinero. Lo que inicialmente era una expresión de pura violencia busca en un encuadre, en un ring octogonal, convertirse en un deporte altamente lucrativo. Es un tratamiento de goce, habitual a la lógica de consumo de nuestro tiempo.

El joven toxicómano, no obstante, se encuentra con una UFC que, aunque no por casualidad carga como nombre el de ese campeonato de luchas, se revela para él como la posibilidad de constituir un nuevo lazo, una familia.

Ficción

Dos lógicas distintas aprehendidas a partir de dos signos que tienen curiosamente, la misma escritura ternaria. En ambos la familia ocupa uno de los vértices del triángulo, en ambos la familia es un redondel de cuerdas que se anuda a las otras dos. En TFP, la familia como ficción anudada a la tradición y a la propiedad expone su inscripción medieval, su sueño de garantía y durabilidad. En UFC, donde reinaría lo necesario de la tradición, encontramos una unión contingente y donde el principio de propiedad se garantizaría como inalienable, encontramos el comodín, esa carta metafórica, que puede ocupar una multiplicidad de lugares, que sólo define su valor a partir de la composición con las otras cartas en juego. UFC tiene una inspiración contemporánea, utilitaria, más rápidamente obsoleta. Eric Laurent recuerda la función destructora/creadora del capitalismo, destruyendo la tradición y haciendo proliferar una nube de nuevas formas. Es así como la hipermodernidad revela la dimensión ficcional de los lazos familiares y sociales.[2]

Esa diversidad ficcional nos permite entrever que no nos faltarán asuntos de familia y trabajo en nuestro VIII ENAPOL.

Traducción: Silvina Rojas y Silvina Molina

NOTAS

  1. Faria, M. W. (2016), Adolescência e drogas: Um encontro marcado, Revista Curinga 42, Belo Horizonte: EBP-MG. Pp. 171-177.
  2. Laurent, E. (2016), El niño como real del delirio familiar, Wapol. Extraído 14 de noviembre de 2016, http://wapol.org/pt/. También: Kuperwajs, I. (comp.) (2010), El niño como real del delirio familiar, Psicoanálisis con niños 3. Tramar lo singular,Buenos Aires: Grama, p. 19.