Guayaquil, noviembre 30 del 2020
Querida Raquel,
Ante el desaliento contemporáneo, el psicoanálisis promete un nuevo amor y el ENAPOL nos encausa a lo nuevo. Así, he recordado que el año pasado en nuestras Jornadas, notarizamos tu suspiro en lugar de la inspiración… Será acaso el “ahh?!” que anima este Boletín; y, parafraseando a Picasso, ¡que la inspiración nos encuentre en transferencia de trabajo!
En tu testimonio Mis amores le das el peso apropiado a las cosas del amor en tiempos líquidos; pues, es un tiempo Otro para ti, una vez que has soltado los pesos muertos del amor-repetición, por un corte sin cortesía. Allí inventas: saltar el muro, aferrándote (re)suelta a la vida.
Hoy los sufrimientos implican una intolerancia al Otro del amor, lo llaman “amor tóxico”. A una analizante que fantasea con ser la Eva de Adán, al tiempo que lo “evade”, le susurré: Eva-sión. Miller ha implorado públicamente a las mujeres: ¡Ámennos!
Habiendo saltado el muro de la NRS, te pido un decir más para quienes están aún deseando amar…
Un abrazo,
Santiago de Chile, 3 de diciembre de 2020
Querida Jessica,
“ahh?!” Cómo decir-lo…
No es fácil, lo real es lo imposible de decir, imposible de soportar… ¡por fortuna! Un alivio.
En otro tiempo podría haber dicho quizá algo cortés sobre lo que me pides para el Boletín de este “encuentro” llamado ENAPOL, pero como sabemos escuchar lo que está escrito: una carta de amuro diría: “Te demando que me rechaces lo que te ofrezco”, para luego completar diciendo: “rechazar lo que te ofrezco porque no es eso”, esta es la fórmula de la demanda del analizante. Sin duda, una Escuela de analizantes en permanente formación está advertida de que “el amor es eterno mientras dura”. Luego, como dice Rimbaud en Una temporada en el infierno: “Hay que reinventar el amor”.
El acto de “saltar el muro” de la no relación sexual – como me enseñó una pesadilla al final del análisis –, no fue un acto épico, ni calculado, ni pensado. Lo real de la vida es –hoy, en mi caso– una suerte de alegría que cada que vez que fracasa mejor recomienza, se reinventa, re-suelta.
Días previos a lo que sería mi último tramo de análisis, un sueño: Llego a una playa de arena blanca como una página en medio del mar azul. Me acerco a dos jóvenes pasadores vestidos de negro y les pregunto: ¿Dónde es la Conversación sobre el pase? Ellos, ni me miran ni me escuchan. Contenta digo: Cómo han cambiado los tiempos en la AMP ¡Esto es nuevo!
Guayaquil, 8 de diciembre del 2020
Querida Raquel,
¡Qué respuesta afortunada! Justo anoche concluíamos el Seminario en el que trabajamos “La Ética del Psicoanálisis”, donde Lacan insiste en que debemos abstenernos de responder a la demanda. Dos vestidos de negro que ni miran ni escuchan, constatan una salida del circuito infernal de la demanda del Otro. Allí, esa ironía discreta del “Cómo han cambiado los tiempos en la AMP”, adquiere todo su peso.
La conversación sobre el pase será en esa República de las Letras que Lacan anhelaba para los analistas que se interesan por cosas inverosímiles; sin concernir al consenso de la República de los que saben. Esos doctores fueron reducidos a un trío de clowns, una vez que Freud no retrocedió a la realidad, ante una visión de pesadilla.
Al leerte, diría que lo nuevo en el amor implica desestimar la demanda de felicidad, objetar el instante eterno del fantasma, soltarse a un nuevo amar animado por lo real de la vida.
Te agradezco el sí contento a esta correspondencia,
Santiago de Chile, 10 de diciembre de 2020
Querida Jessica,
Leí una curiosa referencia de Kierkegaard, que dice:
La esperanza es un vestido nuevo, flamante, sin ningún pliegue ni arruga, pero del que no puedes saber, ya que no te lo has puesto nunca, si te cae o sienta bien. El recuerdo es un vestido desechado que, por muy bello que parezca, no te puede caer bien, pues ya no corresponde a tu estatura. La repetición es un vestido indestructible que se acomoda perfecta y delicadamente a tu talle, sin presionarte lo más mínimo y sin que, por otra parte, parezca que llevas encima como un saco.
En efecto, la experiencia analítica nos enseña que, la esperanza se dirige a la novedad, el recuerdo a algo del pasado y la repetición, dirigiéndose al pasado, produce la novedad. Pero, el plus de las novedades no se confunden con lo-nuevo, y eso es lo interesante del análisis, pues –como dice Miller– “no produce un normal, sino un analista”.
Ya sin la necesidad de enamorarse, cada uno se las arregla, cada Uno, “ya sin dos”, como concluyó esta hystoria, en mi caso (Primer testimonio).
Finalmente, resta un decir: there is one, there is a algo. ¡Algo que no-hay surge, ya no sobre el fondo de lo indeterminado; sino por este saber alegre, desafío a seguir, “haciendo con lo que hay” en un-nuevo-amor-de-transferencia-real-de-trabajo!
Abrazo,