La Plata, 1 de Marzo de 2021

 

Querida Carmen:

¡La estoy leyendo en estos días![1]     

Podría decirse que el tema del amor tiene buena prensa en general, convoca. Y más aún si lo emparejamos al término “nuevo”. Los publicistas lo saben bien y lo usan. Las religiones también.

 Los analistas, en cambio, debemos tomar cierta distancia, no comprender demasiado rápido, tomar el discurso del Amo por el reverso y tratar de no decir demasiadas necedades. Los tres argumentos[2] de este Encuentro Americano dan cuenta de este esfuerzo.

“El aporte del discurso analítico es que hablar de amor es en sí un goce” dice Lacan en el Seminario 20, y agrega que lo único serio que puede hacerse es escribir una carta de amor[3].

En nuestra práctica, ¿cómo salir del parloteo necio e ir a lo escrito? La carta ¿está escrita o se escribe? Lo modal juega lo suyo aquí.

Lacan no cesó de crear escritura -dice Ud. con razón-, no cesó de acercar el psicoanálisis a la función de lo escrito. Hay en eso también una orientación en relación al amor, ¿no le parece?

Afectuosamente.

 


 

[1] González Táboas, C.: El amor, Aún, Buenos Aires,  Grama, 2020.

[2] Argumentos del X ENAPOL http://enapol.com/x/argumentos/#_ftn12

[3] Lacan, J.: El Seminario, libro 20, Aun, “Una carta de almor”, Buenos Aires, Paidós, 1981, p. 102.

Mónica Boada

Buenos Aires, 11 de Marzo de 2021

Apreciada Mónica:

Hoy leía en su amable carta, escrita en el marco del nuevo ENAPOL: “¿Cómo salir del parloteo (sobre el amor) e ir a lo escrito?” Y agrega: “lo modal se juega aquí”. Sí, Mónica. Se juegan los modos: necesario, contingente, posible e imposible. Se me ocurre traer unos versos de Lope de Vega (de cuando en la oscura España brillaba el Siglo de Oro):… creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño, esto es amor: quien lo probó lo sabe”. ¡Ahí está, en la juntura del amor y el ser, el desgarro de lo imposible cuando el amor se cree necesario! ¿Cómo ir a “lo escrito antes” (antes de que el lenguaje tramara sus enredos)? Eso es lo nuevo del amor para el discurso analítico: que el amor es un decir; por la contingencia del decir se accede a lo posible del amor. No es lo mismo hablar de amor que amar. La pulsión (parcial) toma las vías de lalengua, y el amor es un decir singular donde se anima lo ex de la ex sistencia.

 

Un afectuoso saludo.

Carmen González Táboas

La Plata, 15 de marzo de 2021

Querida Carmen:

Lacan confiesa, en el Seminario 20 que esa “juntura del amor y el ser” la exploró leyendo a los filósofos durante veinte años, o sea… ¡durante toda su enseñanza! Creo que en cada análisis es necesario pasar por ella para poder salir, para encontrar su impasse, su “desgarro” como dice en su carta.

Lo nuevo del amor en cada análisis, lo que lo hará más digno y menos tonto, será reencontrar en él la dit-mensión del acontecimiento, del decir que lo hace ex-sistir. ¡Contingencia!

Eso, como usted dice, abre a lo posible del amor y entiendo lo posible como aquello que cesa, de escribirse. Pero aquí se  abre otra cuestión, a partir de un párrafo de su libro El amor, Aún. Ud. escribe: “Se hace posible un amor capaz de amar ‘lo real en el Otro’, el amor que permite ‘una alegría espinosista’”.

Me gustaría que diga algo más de esa “alegría” Carmen.

 

Afectuosamente

Mónica Boada

Buenos Aires, 18 de Marzo de 2021

Querida Mónica:

Me alegró su respuesta a mi carta. Sí, en un análisis hay que pasar por esa juntura para que haya el decir que dice lo ex de la ex sistencia.

Usted abre “la otra cuestión” sobre un amor capaz de amar “lo real en el Otro”. En Aún estamos lejos del romanticismo del otro. El Otro es el Otro sexo, lo que en el otro es lo más extraño a mí, lo irrepresible de su goce. ¿Y la alegría? ¿Cómo se obtendría de ese amor a lo real en el Otro una alegría?  La alegría es para Spinoza un afecto del cuerpo que le hace bien al espíritu; esa alegría es contingente, ¡salvo que el neurótico “no quiere saber de su encuentro eminentemente contingente con el otro”! Se llena de imágenes y símbolos para creerlo necesario; así pasa del otro al ser. 

No hay amor sin el separador del odio porque quien ama quiere para sí ese goce que le escapa. ¿Cómo temperarlo? Lacan propone, en el siguiente seminario, “las reglas del juego del amor” que no existen. Los que se aman tendrán que inventarlas cada vez otra vez. 

 

Un afectuoso saludo

Carmen González Táboas