Guatemala, 2-6-2021

Querida Patricia:

Hoy te invito para hablar de amor. Una cuestión que no es nueva para el psicoanálisis, pero que se actualiza siempre. Esa pasión tan vieja, tan soñada y temida a la vez por el parlêtre y que tiene esa condición de hacer semblante de una relación que no hay a nivel del goce y, con ello, trazar un puente en las diferencias haciendo de ellas lazos posibles.

Y me sirvo de Marie-Hélène Brousse cuando dice: “Sexual o no, pequeña o grande, la diferencia es uno de los fundamentos del orden del lenguaje. Opera para separar y relacionar al mismo tiempo. Es así como el lazo social opera y todos los asuntos humanos pueden reducirse a ello. La diferencia, sin embargo, es también un modo de satisfacción que produce goce, tanto al afirmarse, dado que cada parlêtre goza de su diferencia, como al borrarse” (2019).

Me recordabas hace unos días de nuestro primer encuentro. Un encuentro de mujeres diferentes, venidas de lugares diferentes, reunidas en un almuerzo con J.-A. Miller en Bs. As para pensar proyectos posibles… Pero, sólo ligadas por algo que encarna el amor en psicoanálisis: la transferencia.

Desde allí, un día de 1996 hasta hoy… ¿Qué es eso que hace lazo entre nosotras, sostenido, operando en las diferencias y las satisfacciones compartidas, si no es el amor al psicoanálisis y a la Escuela?

Un fuerte abrazo y ¡¡hasta pronto!!

Susana Dicker

Lima 7-6-2021

Querida Susana,

¡Gracias por invitarme a hablar de amor!

Contingentemente hace unos días, y a propósito de una conversación en otro contexto, salió justamente la expresión “hablar de amor” y entonces me sorprendí a mí misma diciendo, ¿acaso se habla de otra cosa?  Lo dice el mismo Lacan en Aún: “lo único que hacemos en el discurso analítico es hablar de amor”.

Dices, por ello, que la cuestión no es nueva para el psicoanálisis, pero que se “actualiza” siempre, y por eso me gustó mucho el modo en que tú me propones pensar esa “actualización permanente” como un trazar, trazar puentes, un puente, dices, cada vez.

Destacas la(s) diferencia(s), el lazo, y, last but not least, la satisfacción.

¿Cómo no escuchar en ese trazo que me propones pensar, la dimensión de la letra? Se me ocurre enlazarlo, hablando justamente de lazos, con el precioso recuerdo que me traes, el de un encuentro ¡hace 25 años! Un encuentro en el seno de la Escuela de Lacan, y un encuentro en el trabajo de hacer Escuela y de ese aún, en el intercambio de hoy. Un encuentro que se traza, aún ¡Linda manera de repensar la transferencia de trabajo y el lazo con y en la Escuela!

Me parece muy interesante que lo traigas en este contexto, el de ENAPOL, para pensar también la dimensión política del síntoma en el lazo libidinal con la Escuela. Incluso -lo digo así, como pensando en voz alta- la dimensión libidinal de la formación del analista. Esto a propósito de algo que señaló JAM el 2 de mayo, en el sentido de pensar la formación como inmersión en la Escuela. Inmersión en la Escuela, como en la lengua, como en la vida ¡No sé si vuelo mucho!, jajajaja. En fin. Ya me dirás.

Me despido por el momento, de nuestra conversación permanente.

Te mando un abrazo,

Patricia Tagle

Guatemala 8-6-2021

Querida Patricia,

Me gusta cómo lo dices: “un encuentro que se traza, aún”. Y tienes razón… ¡Qué mejor manera de pensar la transferencia en una Escuela hecha del deseo de psicoanalistas! Y sabemos que es un deseo no sin tropiezos, no sin impasses, pero donde esa misma transferencia construida a partir de una causa, que se hace causa de un deseo, con nombres -Freud, Lacan- porque siempre es singular, sigue sosteniéndose como causa para nosotros, en el uno por uno, pero también en los lazos sinthomáticos que construimos.

Para Lacan, elegir la vía del amor es lo que hace posible ese trazo que rescatas de mi carta, porque el amor funda al Otro y lo funda como invención. De allí que, pasión tan vieja pero siempre renovada, invención, sublimación de goce… ¿No es eso lo que hace posible pensar la dimensión política del síntoma en el lazo libidinal con la Escuela? Más aún -en tanto no es una sin la otra- lo que no olvidas: ¿la dimensión libidinal en la formación del analista y con el acento milleriano de inmersión?

Volviendo a mi primera carta, si el amor hace semblante de una relación que no hay a nivel del goce, si el amor es sublimación de ese goce (como apunta Bassols), el amor en y con la Escuela requerirá del tratamiento de la dimensión política del síntoma, de apostar al S(A/) de la invención, de la conversación permanente… Porque sabemos que no es sin desgarros que se produce la transferencia del goce al amor. 

Otro abrazo

Susana Dicker