En su texto “La matriz del tratamiento del niño lobo”, Jacques-Alain Miller comenta que Rosine Lefort está sostenida por la transferencia, no solamente con el paciente, sino con su analista, Lacan, y con el propio psicoanálisis. Ella es receptiva a la demanda de amor del pequeño Robert, lo toma en brazos. “…el espacio que queda si ella no se ocupa de las necesidades, es el del amor[1]«. Como nos muestra Patricio Álvarez Bayón[2], Eric Laurent se apoya en este texto de Miller para formular la hipótesis que servirá de eje para definir la posición subjetiva del autismo a partir del mecanismo de “forclusión del agujero[3]”. Debemos considerar entonces que la transformación posible operada por el tratamiento del autismo se apoya sobre la introducción, en el mundo del paciente, de un elemento nuevo que es la presencia del analista.
La transferencia en el autismo es lo que permite elevar el caso Robert, comentado por Lacan en el Seminario 1, a paradigma del análisis del autismo, aunque él mismo, en ese momento de su enseñanza, no le diese ese diagnóstico. Sin embargo, como apunta Álvarez, Lacan ya introduce allí la definición del autismo que permanece a lo largo de su enseñanza como la detención del lenguaje, y, el momento “extraordinariamente conmovedor[4]” en que el paciente pasa de la iteración de un significante – ¡el lobo! – a la inscripción de un agujero parcial que permite construir lo que Eric Laurent llama de neo-borde y la aparición de un significante – mamá – que se ubica en el registro del llamado.
Lo que produce la detención del lenguaje es el rechazo al equivoco de la letra, es decir, la iteración de un S1, igual a si mismo. Álvarez diferencia el Uno de lalengua, enjambre de significantes indiferenciado, múltiplo, del Uno de la letra, deduciendo una serie de intervenciones pasibles de viabilizar el acceso al lenguaje.
José Fernando Velásquez presentó un ejemplo en una entrevista realizada con un niño autista. De una serie de S1, nombrados y dibujados por el paciente, se destaca el zombi que él era en un sueño, en el cual él saltó del segundo piso, se cayó y se borró su mente. A partir del relato del sueño empieza a hablar del padre que no puede encontrar, de sus estudios y al final, llama al entrevistador para mostrarle el nombre de su canción preferida: “Alone”.
Esta viñeta nos remite a un testimonio de Daniel Tammet sobre lo que es para él el amor. A los 8 años experimentó una poderosa sensación descubriendo que era lo que la gente llama soledad. Él quería ser amado y estudiaba a los niños para imitar sus habilidades sociales. Sin embargo, fue después de vivir en Lituania y sentirse bienvenido entre los extranjeros que se dedicó a aprender lo que quería recitar en público: 22514 dígitos del número π (Pi). Al hacerlo, se dio cuenta que había conmovido a los que escuchaban: “π era como mi poema de amor a una vida, a mi propia vida”. […] Las personas me enseñaron lo que es amar y ser amado de vuelta”.[5]
¿Podríamos decir que el amor al síntoma despeja el acceso al amor en el autismo?
Elisa Alvarenga
Traducción: Ana Betriz Zimmermann
Revisión: Silvina Rojas
[1] Miller, J.-A. “La matriz del tratamiento del niño del lobo” Estudios sobre el autismo Colección Diva p.19.
[2] Álvarez, P. El autismo, entre lalengua y la letra. Bs As, Grama, 2020, p. 110-115.
[3] Laurent, E. La batalla del autismo Grama, 2013, p. 81-82.
[4] Lacan, J. Los escritos técnicos de Freud. Paidos, Buenos Aires, 2001, p. 162.
[5] https://m.youtube.com/watch?v=GzpZb10P1WQ. Gentilmente compartido por Ligia Gorini. Acceso en 29.12.2020.