Una psicoanalista y la danza

Esta relación entre psicoanálisis y danza que vivo desde mi experiencia analítica, en este reencuentro con esta práctica que formó parte de mi vida desde muy temprana edad, pero que fue interrumpida por largos dieciocho años. Y fue a través de la experiencia analítica, fue ella la que me llevó de vuelta al estudio y a esta expresión con la danza, a partir, diría yo, de mi relación con lo real, porque, si antes la posición de bailarina era algo que buscaba – el ballet con su expresión de fluidez, de desafío, de los límites del cuerpo, del equilibrio, de las zapatillas de punta – a partir de mi encuentro con lo real en la experiencia analítica, el movimiento, él se colocó desde otra perspectiva: una perspectiva mucho más orgánica, mucho más visceral, de una mujer que baila y que, en este encuentro con lo real es donde articulo el amor por lo real, el amor a lo real. Freud ya nos anticipaba que el artista precede al psicoanalista, el saber del artista, la sensibilidad con que el artista recorre los caminos que el psicoanalista va a recorrer después. Esta advertencia freudiana, es exactamente lo que fui encontrando tocada, atravesada por la experiencia analítica en mi experiencia con la danza, a través de una interlocución con otros campos, a través de un experimento con el movimiento mucho más acorde con los caminos expresivos, con los temas que quería discutir, pensar, traducir. Entre ellos, la relación con el amor de una mujer, que tiene tantas facetas por atravesar. Entonces, yo diría que el amor a lo real fue lo que me hizo volver a bailar otra vez y eso me hace insistir, que hoy se hace mucho menos hincapié en relación a la técnica que a las perspectivas expresivas que el movimiento puede, todavía, traerme en la vida.

 

Traducción: Tainã Rocha