Un beso, el de los amantes.

Una escultura monumental[1], que se yergue sobre el acantilado, entre tierra y mar.

O más precisamente ahí, donde el mar horadó la tierra dibujando un borde caprichoso.

El horizonte no es aleatorio.

Como telón de fondo, el océano, mar, olas, olitas.

Y un rumor constante, el de las olas rompiendo sobre el lecho pedregoso de la orilla, aquella orilla en donde fueron a parar los cantos rodados de otra era.

En la base del monumento una inscripción:

“En las ciudades no se hacen monumentos a los amantes.”

Es de un poeta[2].

Algunas novias van a tomarse fotos ahí, librando sus velos al azar de las promesas.

Algunos vecinos pasean a sus perros.

Hay, por supuesto, quienes acuden a besarse y celebrar el día de los enamorados.

“Claramente

esto es un poema más”[3]

Dijo el poeta.

A veces pasa, sí, -es contingente- que, en alguna ciudad, exista un monumento a los amantes.

Una in-citación desde el psicoanálisis: […] “cuando invoco así las luces, es para demostrar dónde hace agujero”[4].

Patricia Tagle Barton (Miembro de la NEL Lima – AMP)


[1] Una nota sobre el escultor. Víctor Delfín (Lobitos, Perú 1927) se caracteriza por recoger desechos y hacer esculturas ensamblando piezas sueltas, principalmente chatarra. También pinta. Vive en el distrito de Barranco.

[2] Una nota sobre el poeta. Antonio Cillóniz (Lima, Perú 1944) es llamado por la crítica un poeta “insular”. Reside en Ceuta, España.

[3] Cillóniz, Antonio (1967). Palabra amada. Verso Vulgar. Lima, Ediciones de la Rama Florida & de la Biblioteca Universitaria.

[4] LACAN, Jacques (2012). Liturratierra, en “Otros Escritos”, Bs.As. Paidós, pág. 21