Me voy a referir a las dificultades en lograr lazos familiares amorosos en familias recompuestas, o rotas.
En nuestra sociedad el parentesco es un pacto significante. Sin embargo, en las familias a las que me voy a referir ese pacto es inexistente o ignorado. Son las familias de los niños invisibles[i]. El sujeto ha roto sus lazos con la familia, con el trabajo, con el Otro. “Se trata de una desinserción social que nombra lo que no tiene nombre: un real.”[ii] Por las condiciones poco humanas de marginación y pobreza, en el límite mismo de la estructura social visible, las concebimos familias resto, “objeto a producido por la historia”.[iii]
Nadia es una adolescente con problemas de alimentación. Surgen cuando se entera que su madre la dio en adopción a un familiar, al romperse el matrimonio por la infidelidad del padre.
El padre de Daniel traicionó a su mujer y formó otra familia. Daniel vive repartido en diferentes ciudades y piensa que no puede sentir o llorar, le es difícil amar.
Los padres de Laura discuten. Cuando los escucha tiene miedo y “dolor en la pancita”. Se queda ahí, pegada a la madre “por si acaso mi papá le pegue”. El golpe pendiente hace en Laura acontecimiento de cuerpo.
Verónica tiene 9 años y es derivada a un programa de intervención por negligencia parental. La madre la retira de la escuela y corta así el único lazo social que tenían ella y su hermana. Verónica amenaza a la hermana con un objeto punzante y dice: “porque es mi hermana”. La madre la castiga quemando sus manos.
Son los lazos familiares patológicos de los niños invisibles. La violencia ejercida hacia la mujer resuena en sus cuerpos y hace síntomas. Las amenazas hacia ellos signan un tiempo de espera y aparece la angustia.
En el encuentro fallido entre los padres, entre ellos y los hijos, y entre la configuración familiar y el Otro social irrumpe lo real. Lacan lo advertía: “El parlêtre… se reparte en dos hablantes… que no hablan la misma lengua. Dos que no se oyen hablar… que simplemente no se entienden…” Y refiriéndose al niño, escribe: “Seamos en esto radicales: su cuerpo es el fruto de un linaje del cual una buena parte de sus desgracias se debe a que éste nadaba en el malentendido…Es lo que heredan”.[iv]
El amor hacia el padre es difícil. Éste fracasa en hacer de una mujer su objeto de amor, lo cual imposibilita la aseveración lacaniana que se haría merecedor del amor y el respeto si hace de una mujer el objeto a que causa su deseo y, a partir de ello, cuidaría a los hijos.
Invalidado el padre, el niño recibe el nombre de un padrastro, o de un abuelo. Más grave aún, el nombre innombrable cuando surge de un incesto ¿Qué orientación para el psicoanálisis ante estos hechos de familia? Leemos en É. Laurent: “… proteger a los niños de los lazos familiares, de las pasiones que los habitan, del infanticidio secreto que es el deseo de muerte… debajo del lazo familiar”.[v]
Mónica Febres Cordero de Espinel (NEL-AMP)
i Guimarães, M. “Observatorio Infancias: Niños invisibles, supernumerarios.” Fapol, 11.01.2021
[ii] Sokolowsky, L. “Une pragmatique de la désinsertion en psychanalyse”, www.causefreudienne.net
[iii] Laurent, E., Padre Síntoma. Blog-note del síntoma. Buenos Aires, Tres Haches
[iv] Lacan, J. “El malentendido”, http://www.psicoanalisisinedito.com/
[v] Laurent, E. “El análisis de niños y la pasión familiar”, Enlaces 22, Buenos Aires, Grama.