Mónica Febres Cordero – NELcf

Al comienzo del psicoanálisis, está la transferencia por gracia del psicoanalizante, dice Lacan en la Proposición del 67[1]. Añado: es la presencia del analista, con su escucha, la que hará par con aquel que devendrá analizante.

El punto es que el inicio de un análisis no es sin relación con su final, como en el ajedrez.

En este momento de su enseñanza, Lacan releva la figura del sujeto supuesto saber, que no debe confundirse con la persona del analista, y que es el pivote de la transferencia. Escribe su algoritmo y coloca en el paréntesis, debajo de la barra, el saber supuesto del inconsciente. Cuando el algoritmo se pone en marcha, surgirá la significación aun latente, por venir, y se producirá la apertura del inconsciente.

En este devenir de los significantes, al significante de la transferencia se lo halla por un encuentro, por la contingencia que puede aparecer en sesión y que el analista sabrá alojar orientado por su deseo. El analista, afirma Lacan, tendrá que responder a esta situación; es esto lo que lo califica como tal.

El atravesamiento del fantasma lleva ‒en esta época‒ al “deser”, una vez sabida la causa del fantasma. El final de la transferencia está dado por la solución del deseo del analizante y por su destitución subjetiva que está “inscrita en el billete de entrada” y que, sin embargo, no detendría a quien desee iniciar un análisis pese al horror, hasta el pánico, advierte Lacan[2].

Y, ¿cómo empiezan los análisis?, pregunta Eric Laurent[3]. Una primera respuesta que deducimos es la siguiente: el inicio del análisis está referido a la verdad, al despliegue de la historia, de las quejas, de aquello que aparece en el síntoma o en las formaciones del inconsciente. El síntoma, como lo que insiste, se repite e interroga al sujeto porque produce sufrimiento.

Desde el inicio, el goce está implicado en el despliegue de la verdad. El analista habrá alojado ese quantum que escapa a los significantes y es a menudo una primera interpretación que lo signa y lanza el proceso analítico. Laurent lo llama extracción de goce de partida y apunta a las marcas del Otro en la vida del sujeto. Afirma que aquello que causa la transferencia y su salida es la respuesta de goce. El analista, al alojar el goce, no opera solamente desde el lugar de la verdad.

Para iniciar el análisis, es necesario además que el analizante en ciernes consienta a la verdad que surge. ¿De qué se trata en el consentimiento? Leemos en Miller: “… la responsabilidad subjetiva comporta esencialmente decir que sí o decir que no, el consentimiento o el rechazo”[4]. De lo cual se deduce saber si hay o no un sujeto analizable y si es analizable por tal analista. Contingencias de los encuentros que apuntan a la responsabilidad del analista en el inicio de un análisis. Se trata de un acto que deberá admitir, sostener o rechazar la demanda.

El analista es así responsable de la posición de oyente[5]. Oyente de lo que se dice y de lo que el discurso del paciente silencia y revela. Para que se inicie un tratamiento, el mensaje del analista debe responder a la pregunta del sujeto ‒acaso desconocida‒ y que le es particular.

En la cura el consentimiento del sujeto toma la forma de la rectificación subjetiva, tal como lee Lacan en el caso Dora. Es la implicación del sujeto en su propio mensaje, presupuesto para iniciar un análisis. En la lectura que hace, formula la siguiente pregunta: “Esos hechos están ahí […]. ¿Qué quiere usted cambiar en ellos?”. Y se dirige al alma bella que hay en Dora y, apuntando a su complicidad en la intriga que la envuelve, le pregunta: “… cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas”[6].

Volvamos a la verdad que empieza a desplegarse. Verdad y goce son, desde el inicio, inseparables en la experiencia analítica. Lo dice así Laurent: “… en el momento en el cual se efectúa el advenimiento de sentido que tiene efectos de verdad, este sentido asume la connotación de un goce y toda la puesta en juego está en este anudamiento de entrada”[7]. El goce, en tanto libido, circula en y entre las palabras. Cuando hay entrada en análisis, se opera un desplazamiento libidinal hacia el analista. Es “uno de los fenómenos más evidentes de la entrada en análisis”, dice Miller[8]. Lo explica: “… el ser del analista […] está hecho de la misma libido del paciente […] es como una concreción libidinal”[9]. La entrada en análisis indica esta primera elección transferencial y revela la modalidad de elección de objeto por parte del sujeto.

En el último Lacan, el lugar del Otro y la concepción del inconsciente varían. Es el giro del sinthome que hace que Miller pregunte: “¿… se trata del ascenso del inconsciente hacia el sinthome?”[10]. En “El Ser y el Uno”, leemos que el Otro no existe, es el Uno que existe. El Otro, como lugar del discurso, así como el llamado a la verdad, cede a la problemática del significante Uno, a nivel de lo real. Propone: hay un Uno antes de todo lo que se pueda decir. El Uno se desprende de una operación significante, surge del lenguaje trabajado por el lenguaje[11]. El Uno que conmemora la irrupción del goce del sinthome es puesto a trabajar en la experiencia analítica. A diferencia de la verdad, que llamaba a su desciframiento, el sinthome es indescifrable y el goce que encierra apunta a lo real.

¿Cuál es el Otro en tanto partenaire de la transferencia analítica?

En el Seminario 11, la presencia del analista era concebida como una manifestación del inconsciente, efecto de la palabra en el sujeto. En el giro de la última enseñanza, el Uno es extraído del Otro “por una especie de ablación”[12]. El análisis lleva a acceder a lo más singular del sujeto, ya sin el peso del Otro y el embrollo de las significaciones. El sinthome no es interpretable, más bien, se apunta a su uso, al saber hacer con, así como hace el sujeto acomodos con la imagen.

¿Y cuál es el destino de la transferencia en la última enseñanza? Para Miller “es la gran ausente de esta ultimísima enseñanza”[13]. Es así porque la transferencia es del registro del Otro y sus parámetros son el síntoma, el inconsciente y la transferencia. Luego, el estatuto del Otro queda cuestionado; se trata del pasaje del régimen del Nombre del Padre al partenaire de goce. Implica una maniobra de transferencia con este partenaire que se habrá anunciado desde el inicio.

En conclusión: para llegar a este punto es necesario haber empezado a analizarse y haber consentido a la experiencia. El analista, por su parte, habrá acogido el síntoma con su carga de goce para hacerse su partenaire. Cito a Oscar Zack: la transferencia es un concepto que perdura, ya sea como Sujeto supuesto Saber, como secretario del alienado o como partenaire de goce[14]. Laurent añade una figura: el analista ya no referido al sujeto supuesto saber, más bien, en la posición “del que sigue”[15].


[1] Lacan, J., (1967) “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 265.

[2] Ibid., p. 270.

[3] Laurent, E., “La lógica de las entradas en análisis”, Freudiana, n.º 15, Barcelona, EEP, 1995.

[4] Miller, J.-A., “Los signos del consentimiento”, Psicoanálisis con niños: los fundamentos de la práctica, Buenos Aires, Grama2004, p. 12.

[5] Lacan, J., (1955) “Variantes de la cura tipo”, Escritos 1, México, Siglo XXI, 1990, p. 319.

[6] Lacan, J., (1951) “Intervención sobre la transferencia”, Escritos 1, México, Siglo XXI, 1990, p. 208.

[7] Laurent, E., “Lógica de las entradas en análisis”, Freudiana, n.º 15, op. cit., p. 7.

[8] Miller, J.-A., (1989) “Visto desde la salida”, Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Buenos Aires, Grama, 2022, p. 87.

[9] Ibid.

[10] Miller, J.-A., (2006-2007) El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 140.

[11] Miller, J.-A., (2010-2011) Curso de la Orientación Lacaniana “El Uno solo” (inédito).

[12] Miller, J.-A., (2006-2007) El ultimísimo Lacan, op. cit., p. 154.

[13] Ibid., p. 144.

[14] Zack, O., “La transferencia: un concepto que perdura”, Virtualia, n°36, Revista digital de la EOL [en línea]. Recuperado en: https://revistavirtualia.com/articulos/821/disrupcion-del-goce-en-las-locuras-bajo-transferencia-disciplina-del-comentario/la-transferencia-un-concepto-que-perdura

[15] Laurent, E., “Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia”, Conferencia inaugural del IX Congreso de la AMP, Virtualia, n°36, Revista digital de la EOL [en línea]. Recuperado en: https://www.revistavirtualia.com/articulos/818/destacado/disrupcion-del-goce-en-las-locuras-bajo-transferencia