RÚBRICA 1

TRANSFERENCIA

Cristina Martínez de Bocca – EOL

Estar ahí

¿Hoy los sujetos buscan un analista? Entre las múltiples prácticas de la escucha, estos necesitan formarse para que con “estar ahí” baste.

Los pedidos no vehiculizan un enigma, un cierto rechazo del orden significante dificulta elaborar una ficción sobre el significante de la transferencia que los llevó a consultar. “Puede ser un acontecimiento, una persona, un dicho, un hecho, un pájaro, un poste”[1], un enigma, un vacío, una interrogación. La dificultad actual con relación al saber que proviene del inconsciente, cortocircuita la pregunta sobre la significación del síntoma. El saber está relativizado, es una cuestión de perspectiva y no estamos en la época de “¿por qué no me dice la verdad de la verdad?”.

Los “Unos solos” reivindican los derechos a sus actings, mientras el plus de gozar comanda. En la práctica lacaniana los síntomas “están articulados en significantes, pero esto es secundario”[2]. Son síntomas-goce, no mensajes correlativos del agujero, por eso es preciso creer en el síntoma para localizar la angustia. El pedido no es la demanda, en ella “existe el Otro que puede satisfacerla”[3]. ¿Cómo producir una demanda habitada por el deseo de analizarse?

Golpes de timón

Lacan da un giro con el sujeto supuesto saber, pivote de la transferencia, acentuando creencia y decir, fundada en la relación del sujeto al significante. Si hasta entonces había que esperar la transferencia para interpretar, el capítulo XIX del Seminario 11 indica: “De la interpretación a la transferencia”.

En los encuentros el analista debe interpretar para que el significante cualquiera sea investido con el resorte de la transferencia: el amor.

Pero en el Seminario 11 el amor es engaño y cierre del inconsciente, acentuando el deseo: “detrás del amor llamado de transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente”[4]. El objeto a intragable, “queda atorado en la garganta del significante”[5] como tapón.

Es en el Seminario 20 donde Lacan va a pensar el amor a nivel del programa de goce, dándole función de mediación entre los Unos solos, y entonces es el amor de transferencia el soporte del sujeto supuesto saber y no el sujeto supuesto saber el pivote de la transferencia[6]. Esta inversión es una de las consecuencias de la salida del padre, que afectó al sujeto supuesto saber.

Lo que hace existir el inconsciente como saber es el amor y el analista, es el lugar en donde el sujeto buscará el objeto a. La apuesta de las entrevistas preliminares: un analista que interpreta, que corta –es libre en su táctica y su invención– para que surja la creencia en el síntoma cuando ya no estamos bajo la égida del padre. La práctica lacaniana se distingue de las otras, empuja al “inocente” a constatar que tiene un inconsciente porque habla y que goza ahí donde se queja de no gozar. Así el analista complementa el síntoma que viene de lo real, “una concreción libidinal del paciente”[7], la transferencia es creencia en un saber legible y el analista-pareja de los síntomas-goce correlativos del no hay relación sexual, que en el Siglo XXI se ha vuelto evidente.

Decisión

La transferencia “crea una soldadura entre el analizante y ¿qué?, no el analista, sino la pareja analizante analista”[8] a la cual el sujeto se “apega”. Recuperar el objeto funda la “pareja” de la transferencia vía el amor, que posibilita la apertura al Otro, para luego “hacer callar”, si a la palabra del analista la habita el silencio.


[1] Miller, J.-A., (1993-1994) Donc. La lógica de la cura, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 298.

[2] Miller, J.-A., “Una fantasía”, Conferencia en Comandatuba, Revista Lacaniana de psicoanálisis, n.º 3 Buenos Aires, EOL, 2005.

[3] Miller, J.-A., (1993-1994) Donc. La lógica de la cura, op. cit., p. 294.

[4] Lacan, J., (1964) El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 262.

[5] Ibid., p 278

[6] Miller, J.-A., “Una fantasía”, op. cit.

[7] Miller, J.-A., “Visto desde la salida”, Como terminan los análisis. Paradojas del pase, Buenos Aires, Grama ediciones, 2022, p. 87.

[8] Lacan, J., (1974) “La tercera”, Revista Lacaniana de psicoanálisis, n.º 18, Buenos Aires, Grama ediciones, 2015, p. 17.

RÚBRICA 2

TIEMPO/TEMPORALIDAD

El instante

Bernardino Horne – EBP

La aceleración temporal, cada vez más presente en nuestro mundo, depende mucho de su estrecha relación con la pulsión escópica. La aceleración temporal deshace el lazo al producir un desorden simbólico, plantea Célio García[1]. Se dificulta el acto.

En rigor, desde su triunfo, al elevar al ser humano a la condición de bípedo, la pulsión escópica toma la delantera y crea medios para satisfacerse. Es el responsable de los inventos que permiten ver detalles íntimos del cuerpo y del universo, así como de la cantidad de información veloz que circula online. ¿Cómo puede el psicoanálisis acompañar estos cambios y mantenerse como “filo tajante de la verdad”?

Lacan abre el debate con la sesión “corta” basada en un tiempo lógico más que cronológico. El analista asume la responsabilidad en la conducción del tiempo e introduce la perspectiva de la temporalidad lacaniana: el instante de ver, el tiempo para comprender y el momento de concluir. El trabajo del duelo es un ejemplo de esta modalidad temporal en la clínica.

Las preguntas continúan. ¿Cuál es el instante de interrumpir una sesión o de iniciar un análisis? A veces el tiempo impone exigencias y límites. ¿Hay tiempo para cinco sesiones a la semana? ¿Tiempo es dinero? ¿Puede ser una sesión presencial y otra online?

En la amplitud del tema, me centraré en el instante. Él tiene influencia en la clínica de lo singular y en la propia institución Escuela. Conecta el tiempo y el espacio. Implica partir del Uno y, como dice Lacan[2], el primer paso a dar, si somos analistas, es hacer entrar al Uno en el discurso.

Partir del Uno significa partir de un punto. Es el campo del Uno solo. El Uno goce que Platón distingue del ser, dice Lacan. Esaiphnes[3]. Es algo tan pequeño que no ocupa espacio ni tiempo: es como lo repentino, el instante, lo súbito. El acontecimiento de cuerpo y el acto analítico suceden en el tiempo del instante. Marcan un antes y un después.

En el instante del encuentro del cuerpo biológico con el significante, nace la encarnación, producto de una operación simbólica, la existencia sin significante. Implica que, simultáneamente, cuerpo y significante desaparecen como seres para existir como Goce Uno.

En las entrevistas preliminares, hay un instante en que el Goce, el Sujeto del discurso y la Lectura del analista entran en sintonía y se alinean. Es un encuentro singular donde se apaga la lógica y aparece el enigma y el deseo de saber, que es propio del analizante. Es el instante en que el goce opaco del sinthome se engancha con el saber como objeto en la transferencia. En cada Significante Uno, hay algo del Uno uniano. La clínica del sinthome, del Uno, del Singular, es causa y producto del tiempo.

En la Escuela, la política de inclusión de jóvenes implica el reconocimiento de una realidad temporal en la institución y un intento de respuesta.

Traducción: Tainã Rocha.


[1] Garcia, C., “Aceleración temporal”, Scilicet: el orden simbólico  en el siglo XXI, Textos preparatorios para el VII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), Buenos Aires, Grama ediciones, 2012, p. 13.

[2] Lacan, J., (1971-1972) El seminario, libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012.

[3] Ibid., p. 131

RÚBRICA 3

PERSPECTIVA DEL SÍNTOMA

Para comenzar: localizar la función del síntoma

Clara María Holguin – NELcf

¿Cómo se presentan los sujetos que vienen a vernos? ¿Se requiere un cambio respecto a las condiciones de nuestra práctica en los comienzos de análisis?

Sostenemos que para dar comienzo a un análisis debe precipitarse el síntoma, en tanto que analítico, lo que implica además del llamado al desciframiento, poder establecer su función.

A diferencia de otros tiempos, el sujeto que viene a vernos, no parece estar referido a una falta o insatisfacción en sentido estricto, tampoco da cuenta de una inadecuación del objeto, puesto que, estos como extensión del objeto perdido, pueden ser adquiridos según los modelos del mercado; más bien, parece tratarse de un malestar referido a su presencia, a la plusvalía, que deja al sujeto sin límite ni localización, como dice J.-A. Miller, “sin punto de referencia”[1], “cuya aspiración más radical es la de poder decidir y elegir todo sin limitaciones, aboliendo cualquier determinismo, incluido el sexual”[2].

Una lógica distinta a la de la excepción y el Uno toma la delantera, introduciéndonos en la era del Otro que no existe y el ascenso al cenit del objeto a, cuya lógica es la del no-todo, donde el significante amo de la identificación está pluralizado, “sin límite y sin totalización”[3]. Al contrario de la culpa, es la desvergüenza por el goce, así como desarraigo y errancia lo que dan cuenta de la posición del sujeto que se define a partir de identificaciones de masas. Más que lazo, pegamento.

Lo que esta clínica enseña es que estos nuevos síntomas, al tiempo que aparecen como respuesta a la ineficacia de lo simbólico, al no poder capturar todo el goce, dan cuenta de la fijeza e inercia del significante solo que “inscribe el goce opaco al sentido”. Es la época del desencanto del psicoanálisis, que como Lacan enseña, nos libra de la imposición de lo simbólico que pretendía ilusoriamente la colonización y la anulación del goce, para dar lugar a este y con ello a una práctica orientada por lo real.

Una pragmática que tiene como brújula la suposición de goce, más que la de un saber, propone como método la potencia de la palabra en tanto que moterialista. Así en lugar de aprisionar el goce, intentando descifrarlo, se trata de localizarlo para hacer con él.

Para ello, Miller[4] propone ser más perplejos, incluso podría decirse, más psicóticos, leer sin entender y comprender. Así, sin forcluir el momento de perplejidad con un saber, S2, se apuesta a hacer aparecer el fenómeno elemental, localizar lo elemental de la estructura, un S1 que no significa nada, pero que “evoca el goce que este provoca, el que constituye […]”[5], agrego, el síntoma. La localización de un significante Uno, significante solo que es siempre elemental, funciona como “operador de perplejidad”[6], es una x para el sujeto, que Lacan denomina significante de la transferencia. Allí donde nos encontramos frente a la falta de S2, puede empezar la interpretación y emerger la función del síntoma, abriendo la puerta para comenzar, sea por la vía del reanudamiento, sea posibilitando al sujeto extraerse de la masa, para encontrar una relación con el saber sobre su existencia.

No intentar entender lo que pasa es una disciplina, una cuestión de formación.

Abril /2023.


[1] Miller, J.-A., (2002) “Intuiciones milanesas”, El Psicoanálisis. Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis Nº 30/31. Recuperado en: https://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-3031/intuiciones-milanesas/

[2] ELPTV (23 de enero de 2023), “Sujetos sin punto de referencia”, entrevista con Manuel Fernández Blanco, Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=vb1Gss2vcsU

[3] Miller, J.-A., (2002) “Intuiciones milanesas”, op. cit.

[4] Miller, J.-A., (2005) “La invención del delirio”, El saber delirante, Buenos Aires, Paidós, p. 96.

[5] Lacan, J., (2021) “Teoría de lalengua”, En los confines del Seminario, Buenos Aires, Paidós, p. 177.

[6] Miller, J.-A., “La invención del delirio”, op cit., p. 92.

VARIACIONES

lacan

“Se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un umbral, que haya para ellos una verdadera demanda. Esta demanda: ¿de qué quieren deshacerse? De un síntoma”.

Lacan, J., (1975) “Conferencias en las universidades norteamericanas (2da. parte)”, Revista Lacaniana de psicoanálisis Nº 21, Buenos Aires, Grama ediciones, 2016, p. 9.

negroni*

“Cuando lo escrito falla, y eso ocurre rara vez, hay esperanza.
Se puede empezar a empezar”.
Negroni, M., El corazón del daño, Buenos Aires, Literatura Random House, 2021, p. 109.

“Empecé a despertar. Me conocí de menos lejos”.
Ibid., p. 64.

“Quito, una a una, las capas de lo visible que me impiden ver”.
Ibid., p. 35.

Hernán Paganini es un artista argentino contemporáneo dedicado sobre todo al collage y la instalación. Docente de arte y diseño, ha participado en diversas exhibiciones individuales y colectivas, tanto en Argentina como en otros países. Agradecemos la autorización para el uso de su obra en los boletines del XI ENAPOL.

* María Negroni es una escritora, poeta y traductora argentina contemporánea. Ha escrito diversas novelas, poesías y ensayos y ha recibido numerosas distinciones. Los textos utilizados en la sección Variaciones de este boletín pertenecen a su último libro El corazón del daño.