RÚBRICA 1

TRANSFERENCIA

¿Qué sería de la transferencia sin el deseo del analista?

Claudia Lijtinstens – EOL

Jacques Lacan construyó en su doctrina de la experiencia analítica el concepto de deseo del analista diferenciando la transferencia de otras experiencias de amor o de fenómenos imaginarios hoy tan a la mano, a los que se podría interrogar respecto al tipo de apego que generan en su fortificado camino de las identificaciones.

Lacan se pregunta en el seminario La ética del psicoanálisis, ¿qué tiene para dar el analista?, pregunta paradojal en tanto materializa un “tener” en el fondo de un vacío…

Lo que el analista tiene para dar, contrariamente a la pareja del amor, es lo que la novia más bella del mundo no puede superar, a saber lo que tiene. Y lo que tiene no es más que su deseo, al igual que el analizado, haciendo la salvedad de que es un deseo advertido[1].

Un deseo advertido que implica no responder a la demanda de felicidad, ni desear lo imposible, una incógnita que no conforma ni “un misterio insondable, ni un inefable, ni siquiera (de) un deseo puro”[2].

Un deseo limitado, circunscrito, elucidado, vaciado de los atributos del ser, que permanece regido por el significante, limitado por la letra del síntoma, que se vuelve dócil y abierto a empalmar el deseo del sujeto, más allá del amor y del narcisismo.

El analista, a partir de su acto de “desapego”[3], promueve una acción concertada en reconducir el significante a su desnudez, a un no saber sobre la significación que el otro asigna a su palabra, al amor mismo.

Freud le supone un sujeto al saber inconsciente y así descubre la relación del sujeto con su satisfacción. Lacan efectúa una nominación, nombra el inconsciente como el saber que se produce en la experiencia del psicoanálisis, que implica el sujeto supuesto saber, es decir le supone un sujeto al inconsciente.

Ese saber se construye a partir de un agujero en la cadena del discurso corriente, tomando la forma de un equívoco.

La operación por la que se sustituye al S1 como garantía del Otro por un significante cualquiera que venga a ocupar un lugar paradojal, enaltece el real que le concierne a cada Uno y que se ubica del lado real del síntoma.

Esto se produce si el analista deviene un “objeto indiferente”, la “caridad psicoanalítica”[4]: el analista en el lugar del objeto ya perdido, lugar de ese vacío que paradójicamente completa al sujeto.

En la medida en que el analista devenga partenaire-síntoma del sujeto, este no va a inscribirse en el Otro ya por el amor ligado a la cadena, sino por el objeto. Al encarnar ese objeto perdido, el analista pone “en funcionamiento un régimen topológico del objeto a[5], es decir, del vacío, ocupando ese punto extremo que Lacan formula como un “despojamiento de todo dominio”; operación del analista que adviene en la medida en que es atravesado por la imposibilidad y la inconsistencia, lo cual marca un límite, el de su deseo.

Un detalle clínico: un adolescente logra, en el devenir de su análisis, nombrarse en su relación al Otro con un equívoco: el “voceador-boxeador”, equívoco que interpreta su goce y que se anuda al significante de la transferencia a partir de la resonancia encarnada en el cuerpo vivo del analista que introduce el objeto a, acto necesario que propició el pasaje de la viva voz a la voz cantante. Un tratamiento del objeto despegado del Otro y del ideal a través de una estetización del objeto que, bajo transferencia, encuentra un nuevo arreglo: llevar la voz musicalizada, de un lado a otro.

Servirse del acto analítico abre la vía para servirse del padre, pasar del amor al Otro al amor al síntoma como el Un cuerpo, marca de goce.

Así pues, el analista –sin prescindir de una posición analizante que perfora las identificaciones– se deja sorprender para alcanzar lo real, no sin su reducción en tanto cifra de goce en el propio recorrido analista-analizante.

Deseo del analista, entonces… deseo de analizarse.


[1] Lacan, J., (1959-1960) El seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1991, p. 358.

[2] Aramburu, J., El deseo del analista, Buenos Aires, Tres Haches, 2000.

[3] Laurent, E., Ciudades analíticas, Buenos Aires, Tres Haches, 2004, p. 63.

[4] Lacan, J., “Televisión”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.

[5] Laurent, E., “Nacimiento del sujeto supuesto saber”, Revista Lacaniana de psicoanálisis, n.º 8, Buenos Aires, Grama ediciones, 2008, p. 12.

RÚBRICA 2

Tiempo / Temporalidad

Antes y después

Rômulo Ferreira da Silva – EBP

Escuchar ya es acoger la demanda, por eso es fundamental estar advertido de que responderla es entrar en el circuito infernal de la proliferación de sentido. No instalarse en el lugar del Otro posibilita otro destino para el sufrimiento del sujeto, ya que en el envés del sentido lo que tenemos es el goce que sostiene el síntoma. Recordando que el síntoma que se presenta al comienzo ya contiene algo de aquello que sólo al final se presenta como sinthome.

El instante de ver que inaugura la entrada en análisis es la actualización de la experiencia del Estadio del Espejo. Un flash, o sea, el instante en el cual lo imaginario incorpora lo real de la ausencia inasimilable del sujeto en el mundo. Lo imaginario, al no tener ningún compromiso con el sentido, no fija la imagen concebida. Lo que el sujeto ve le sorprende y lo llena de júbilo, abriendo la posibilidad de que lo simbólico entre en el tiempo para comprender lo que se presentó en ese instante ya cerrado. Un antes y un después.

Los efectos de lo que se ha encarnado en el organismo, en el ser del viviente, desde su surgimiento en el mundo de la palabra, resuenan en el curso del análisis hasta que el momento de concluir resulte en un saber hacer con el modo de satisfacción.

Sabiendo que el “antes y el después” que marca la entrada en un análisis está referido a una temporalidad paradojal, que no sigue las reglas del tiempo cronológico, pregunto: ¿qué ocurre en las entrevistas preliminares?

En muchos casos, este tropiezo proviene de una sesión de supervisión, de una clase, de la lectura de un texto, o incluso de un encuentro fortuito que, en el efecto de sorpresa, promueve una apertura al tiempo de comprender. Sin embargo, es sólo a partir de la presencia de un analista como función de causa del deseo, que ese tiempo dará acceso al régimen de goce y al modo propio de estar en el mundo.

La lógica temporal de las entrevistas preliminares asume un carácter muy especial; del mismo modo que un paciente acude a una sesión preguntando de cuánto tiempo dispone y el analista responde “todo el tiempo del mundo”, cortando la sesión en cinco minutos, creo que las “entrevistas preliminares”, cuando cumplen su función, pueden durar un momento. Lo suficiente para operar el corte. El analista se apresura a interrumpir la ligazón de S1 y S2, antes de que la imagen concebida sea olvidada en la simbolización que pretende el sentido. Esa imagen no quiere nada con el sentido. Está más cerca de lo real.

¿Y cuando no disponemos del aparato propio del trabajo analítico? ¿Es posible pensar en entrar en análisis en la institución? ¿Es posible pensar en otras modalidades de “entrevistas preliminares”?

En las experiencias de psicoanálisis aplicado que ocurren en instituciones vinculadas al Campo Freudiano, directa o indirectamente, puede localizarse el pasaje del instante de ver al tiempo de comprender. Teniendo en cuenta que el encuentro con el analista no es una cuestión de encuadre sino de discurso, ¡esperemos las contribuciones de los colegas que sostienen allí sus prácticas!

Traductor: Marlon Cortés.
Revisión: Carolina Vignoli.

RÚBRICA 3

PERSPECTIVA DEL SÍNTOMA

Modos de presentación de las consultas actuales: no sin la orientación por el síntoma

Luisa Fernanda Aragón – NELcf

Hoy como ayer la clínica psicoanalítica está atravesada por las coordenadas que impone la época. Las nuevas formas del malestar en la cultura nos muestran los modos en que en la actualidad se vive la pulsión incidiendo en nuestro hacer con el síntoma.

Somos convocados desde el comienzo a no retroceder frente a lo real y a estar atentos a las modificaciones y diversas presentaciones con las que cada uno llega hoy a tocar la puerta de un practicante del psicoanálisis. Por ello, el XI ENAPOL, nos propone pensar los modos de presentación de las consultas actuales a partir de interrogar los conceptos de virtualidades, identidades y el binomio síntoma-carácter.

Empezamos a leer las consecuencias de la expansión de la virtualidad en la que nos vemos sumergidos, así como lo referente a la reivindicación de los estilos de vida con su proximidad a la conformación de identidades que frente a una diferencia, se constituyen en comunidades de goce. Nos dejamos enseñar por las resistencias que los rasgos de carácter introducen, como un modo de satisfacción que impide la emergencia y el desciframiento del síntoma como formación del inconsciente.

Estas nuevas formas de demanda se ubican más cerca de la clínica del narcisismo, caracterizadas por el empuje pulsional que exige satisfacción y rechaza el inconsciente. Por lo tanto, constatamos que van impregnadas de desafíos y que es innegable que estos cambios traen consecuencias, en particular al momento de empezar a analizarse.

No se trata de que sucumbamos frente a estos obstáculos, sino que estemos advertidos que la resistencia es del analista “cuando no comprende lo que tiene por delante”[1]. Partimos del enunciado “no hay contraindicaciones al encuentro”[2] con un psicoanalista, esto no excluye las dificultades e impasses, con los que tendrá que maniobrar y crear condiciones para sostener una práctica sin descuidar sus principios.

Aventurarse a abrir las puertas a un tratamiento posible por las vías del síntoma “cuando toma la forma clínica de lo imposible de soportar”[3], implica que el analizante podrá entrar en análisis a condición de que del otro lado de la puerta se encuentre un analista dispuesto a tomar posición y a “poner algo de su parte”[4] para acoger y dilucidar cómo lo nuevo aparece.

Nuevamente el XI ENAPOL, nos invita a renovar nuestra apuesta, a dar un paso más siguiendo la orientación por el síntoma, que requiere del psicoanalista una constante actualización, en este partenaire-mundo[5] donde instala su práctica.


[1] Lacan, J., (1954-1955) El seminario, libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 341.

[2] Miller, J.-A., “Las contraindicaciones al tratamiento psicoanalítico”, El Caldero de la Escuela, n.º 69, Buenos Aires, 1999, p. 11.

[3] Miller, J.-A., (1988) “Lacan clínico”, Matemas II, Buenos Aires, Manantial, 1994, p. 127.

[4] Miller, J.-A., (2000-2001) El lugar y el lazo, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 86.

[5] Ibid., p. 81.

VARIACIONES

carmen caballero prado*

experiencias y encuentros

Acontecen en el tiempo situaciones y sensaciones que van marcando caminos y nuevas experiencias que conducen por un túnel pedregoso donde no conoces la salida, pero que confías que saldrás bien. Esto me ha sucedido al participar con las fotografías de mi autoría para la Revista Virtual GLIFOS de la NELcf Ciudad de México, invitada por la muy querida Edna Gómez Murillo.

Mi experiencia con el psicoanálisis a través de mi trabajo fotográfico contenido en algunos de los números de la Revista, me ha resultado gratificante y estimulante. Ha permitido aproximarme a la escritura poética, dando como resultado el ejercicio de manifestar pensamientos escondidos en alusión a lo que observo, esto ha generado la oportunidad de ahondar en un género que representa un nuevo reto.

Observar – Sentir/pensar – Plasmar – Escribir

A partir de esta nueva dinámica, voy adquiriendo más concentración visual y doy paso a la imaginación, pero también a la reflexión e investigación que, como un laberinto abandonado, recorre ese camino hacia el autoconocimiento, así como ha permitido acercarme a otras personas y verme en un espejo, que no es un recorrido fácil, ya que implica estar totalmente abierta a conocer/me y adquirir herramientas para aceptar los espejos rotos que somos.

La fotografía es fundamental en mi vida. Me muestra la propia historia y la de mis antepasados, aunque lo recuerde distinto, el presente que al instante desaparece y a la vez se impregna en ese papel con las emociones vividas y los recuerdos amasados. Sobre todo, en estos momentos en que mi visión se ha vuelto un poco borrosa; esto me ha dado pie a procurar escribir poemas y sueños nocturnos como alimento propio.

Deseo que las contribuciones fotográficas, alimenten de alguna manera el espíritu colectivo y a la vez, me permitan conocer las diferentes ramas y pensamientos que engloba. Considero que las personas que escriben y conducen el Boletín Ap/bertura son especialistas interesados en contribuir en el conocimiento del individuo. Una especie de eslabón entre la mente y los sueños.

gruppo**

“Empecé análisis a los 25 años, después de varios episodios seguidos de consumo de alcohol con black outs. La culpa y la angustia posterior me llevaron a buscar un espacio no de restricción, sino donde tratar de entender qué era lo que se me estaba jugando con el control, la pérdida de control, el miedo a perder el control. Fue a pocos meses de irme a vivir sola y de haber cambiado de trabajo por uno que me gustaba y tenía que ver con mi carrera, pero que se alejaba de la tradición laboral de mi familia.

«Elegir es perder», dijo en una de las primeras sesiones mi analista. ¿Lo dijo ella? En realidad, lo que ella hacía era subrayar o repetir frases que yo misma decía sin darme cuenta: «¿Te escuchaste?», intervenía y me hacía repetir lo que le había dicho y, después: «La dejamos acá».

Esa idea de que elegir es perder, en lugar de angustiarme por la pérdida, me alivió. Al menos yo podía elegir qué perder sin que la decisión estuviera tomada previamente por alguien más o por lo que yo misma creía que quería alguien más.

Lo que me sorprendió mucho al inicio del análisis fue la intervención con el corte, ese inesperado «La dejamos acá». Al principio me indignaba el corte, pero fue muy atinado conmigo porque solía ser experta en armar argumentos, explicaciones, organizaba las ideas muy apretadas, les ponía un moñito y me las compraba. Una pregunta y el corte, el corte después de una frase mía, el corte inesperado cuando no entendía a qué había venido fue lo que me hizo desmantelar los argumentos, ir más allá de las palabras claras y convincentes, para buscar algo más inasible e inexplicable, algo huidizo como el deseo”.

* Fotógrafa mexicana que ha realizado exposiciones y reportajes de fotografía social en España, México y Colombia, especialmente relacionados con las mujeres y su papel en el desarrollo comunitario, la soberanía alimentaria y el medio ambiente. En México su trayectoria de trabajo está enfocada especialmente en el trabajo con comunidades campesinas e indígenas, en el paisaje y retrato. Contribuyó con diversas portadas para la Revista Virtual Glifos de la NELcf Ciudad de México. Fotografías de Carmen Caballero Prado. Agradecemos su colaboración y la autorización para utilizar sus fotos.

Hernán Paganini es un artista argentino contemporáneo dedicado sobre todo al collage y la instalación. Docente de arte y diseño, ha participado en diversas exhibiciones individuales y colectivas, tanto en Argentina como en otros países. Agradecemos la autorización para el uso de su obra en los boletines del XI ENAPOL.

** Silvina Gruppo es Licenciada en Letras (UBA) y docente en la Licenciatura en Artes de la escritura (UNA). Su novela Oeste fu publicada en Argentina y Uruguay. En 2022 se editó completa como audiolibro y ganó una mención especial en la 4ta. Edición del Premio FEBA Cultura. Agradecemos inmensamente su contribución para la sección Variaciones de este boletín.