Angelina Harari – EBP

Tomando la perspectiva de Lacan, partiremos de la noción del yo loco, del grano de locura de cada uno o, aún, del delir(yo)[1] para abordar el tema del inicio de un análisis. Al empezar a analizarse “… debe decirse en forma general que el primer síntoma que el sujeto lleva al análisis es su yo, su delirio de identidad. […] y (se espera) la caída última de este bucle del delirio de identidad, donde se inscribe un goce que puede llamarse yoico. Sin duda la entrada en análisis supone una renuncia previa al goce solitario de la propia unicidad”[2]. Lacan llama goce yoico como obstáculo o como orgullo al apego de un sujeto al goce de su unicidad[3].

Lacan formulará más adelante en su enseñanza que el orgullo se refiere al sujeto que no quiere “sacrificar su diferencia”[4], no quiere renunciar a “la posición, la vocación incluso, de víctima”[5]. Hay una afinidad estructural entre el yo y la posición de víctima.

Jacques-Alain Miller postula el delirio de identidad como la discordancia fundamental entre el yo y el ser destacando el escrito “Acerca de la causalidad psíquica”, en el que Lacan nos introduce en la inmediatez de la identificación, la infatuación del sujeto versus la mediación[6].

Así, la circularidad que encierra esta identificación, “cuyo carácter sin mediación e ‘infatuado’[…] rompe mediante alguna violencia en la que, al asestar su golpe contra lo que se le presenta como el desorden, se golpea a sí mismo por vía de rebote social”[7]. La circularidad en la ecuación yo = yo[8] consiste en poner al otro fuera, fuera de sí, forcluyendo al Otro. Es una posición subjetiva sin salida.

La discordancia fundamental entre el yo y el ser en el tema de la identificación es desconocer que soy en el otro. La ecuación yo = yo, que supone que se podría ser ‘yo mismo’ sin el otro, es desconocer que soy en el otro. La discordancia fundamental entre el yo y el ser es un paso necesario, previo a la discordia de los lenguajes, para llegar a la discordia de las identificaciones. Hay un pasaje de la inmediatez de la identidad a la mediación; a través del otro es como puedo intentar alcanzar quien soy. La renuncia al goce de la unicidad favorece, por el contrario, la función de mediación, de dialéctica del análisis.

El delirio de identidad con su aspecto paranoico, implicado en el lenguaje de la época, constituye un antecedente de “todos somos delirantes”, ya que el principio de la locura, debidamente diferenciada de la psicosis, es poner al otro fuera, es creer en un identidad de sí que no pasaría por el otro, una noción de yo bloqueado en relación al mundo, que logra salir a través de la violencia ejercida contra el orden, sin percibir que concurre con el desorden, “… se golpea a sí mismo por vía de rebote social”[9].

Lo importante de la contribución de Lacan ‒enfatizada por J.-A. Miller‒ reside en el ejemplo utilizado respecto al verbo creer, él se “croit” (se cree): “… como se dice en francés, en lo cual el genio de la lengua pone el acento donde es preciso, es decir, no en la inadecuación de un atributo, sino en un modo del verbo, pues el sujeto se cree, en suma, lo que es: un feliz granuja, pero el sentido común le desea in petto el tropiezo que le revele que no lo es tanto como cree”[10].

La nota de traducción del curso Donc. La lógica de la cura afirma que en castellano también se puede usar el verbo creer en la fórmula Él se cree, que estigmatiza la infatuación: “Creerse no es creerse otro, sino más bien creerse el mismo”[11]. Que el yo esté siempre preñado de delirio forma parte de los orígenes de la clínica de Lacan, añade J.-A. Miller. Así entendemos la distinción entre locura y psicosis y que la teoría del yo no cambia, es ella, más bien, una posición respecto al desarrollo del tratamiento y su conclusión.

En la contemporaneidad, la cuestión de las identidades puede convertirse en una amenaza para el psicoanálisis, que apuesta al sujeto del inconsciente pretendiendo un atravesamiento del narcisismo, es decir, el abandono de la relación narcisista consigo mismo.

Traducción: Tainã Rocha


[1] Miller, J.-A., et. al., (1995-1996) El saber delirante, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 35.

[2] Miller, J.-A., (1993-1994) Donc. La lógica de la cura, Buenos Aires, Paidós, 2020, p. 118.

[3] Ibidem.

[4] Ibid., p. 119.

[5] Ibidem.

[6] Lacan, J., (1946) “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2012, p. 170.

[7] Ibidem.

[8] Miller, J.-A., (1993-1994) Donc. La lógica de la cura, op. cit., p. 117.

[9] Lacan, J., (1946) “Acerca de la causalidad psíquica”, op. cit., p. 170.

[10] Ibid., p. 169.

[11] Miller, J.-A., (1993-1994) Donc. La lógica de la cura, op. cit., p. 115.