En esta segunda entrega nuestra propuesta de citas acompañan las preguntas que nos plantea el argumento sumando como rasgo a esta búsqueda el interés por el destino del sintagma “entrevistas preliminares”.
Nuestra vía de acceso a la investigación “Comenzar a analizarse”; ni catálogo, ni análogo, la tercera vía… ¡la función de la llave!
1- ¿Qué es lo que lleva a un sujeto a buscar un analista en los tiempos que corren? ¿Cómo se inician los análisis hoy?
“La introducción del tratamiento conlleva, particularmente, que el enfermo cambie su actitud consciente frente a la enfermedad. Por lo común se ha conformado con lamentarse de ella, depreciarla como algo sin sentido, menospreciarla en su valor, pero en lo demás ha prolongado frente a sus exteriorizaciones la conducta represora, la política del avestruz, que practicó contra los orígenes de ella”.
“Ahora bien, el enunciado de la regla fundamental consiste, por cierto, en decirle, en hacerle notar, a una persona que viene a demandarles algo- una ayuda, llegado el caso-, que es necesario romperse un poco el lomo para hacer algo juntos, a saber, que la cosa no marchará si, de algún modo, no se llega a lo que displace – no al analista, sino que displace profundamente a quien quiera que sea-: hacer un esfuerzo”.
“Las entrevistas preliminares no son solamente una investigación para descubrir dónde está el sujeto, se trata de efectuar un cambio en la posición del sujeto, eventualmente, transformar la persona que vino en un sujeto, en alguien que se refiere a lo que dice guardando cierta distancia con relación al dicho. Es por eso que las entrevistas preliminares constituyen una rectificación subjetiva”.
2 – ¿Cuándo empieza un análisis?
“«¿Cómo se conoce en cada caso el momento justo?».
Es cuestión de un tacto que puede refinarse mediante la experiencia. Cometería usted un grave error si, con el afán de abreviar el análisis, espetará al paciente sus interpretaciones tan pronto como las ha hallado. Así le provocaría exteriorizaciones de resistencia, desautorización, indignación, pero no conseguiría que el yo de él se apoderase de lo reprimido. El precepto es aguardar hasta que él se halla aproximado tanto a lo reprimido que no le haga falta sino dar unos pocos pasos bajo la guía de su propuesta de interpretación”.
“Aislado así a partir de ese momento de instalación, el acto está al alcance de cada entrada en un psicoanálisis”.
“Cuando evaluamos una entrada en análisis, en el umbral del análisis, juzgamos si el sujeto es capaz o no de despegarse de su posición inicial, si deja entrever que será capaz de separarse de sus ideales, por ejemplo”.
3 – ¿En qué cambió la clínica del comienzo de análisis en los últimos años?
“No debiera uno dejarse influenciar por informaciones desfavorables, pues estas se reciben de todas partes, hay que probar y provocar la demanda con la presencia de uno”.
“Ahora bien, lo que mi discurso destaca, o por lo menos ofrece, es una parte de las condiciones que constituyen el consultorio analítico. Valorar lo que se hace cuando se entra en un psicoanálisis tiene su importancia y en todos los casos, […] se indica con el hecho de que siempre procedo a numerosas entrevistas preliminares”.
“Las entrevistas preliminares son eso. En la entrada del infierno del análisis se trata de verificar que se lo pueda soportar. Es verdad que si el análisis se practica como psicoterapia, no son necesarias las entrevistas preliminares, pero si se practica de la manera en que se debe, auténticamente, las entrevistas preliminares son necesarias”.
4 – Un llamado a los practicantes: ¡Empezar a analizarse!
“Quien como analista, acaso por desborde de su corazón caritativo, dispense al paciente lo que todo ser humano tiene derecho a esperar del prójimo, cometerá el mismo error económico en que incurren nuestros sanatorios no analíticos para enfermos nerviosos”.
“El que viene a vernos, por el principio de la suposición de que no sabe lo que tiene -ahí se encuentra ya toda la implicación del inconsciente, del él no sabe fundamental”.
“Aunque parece que definir al psicoanalista como practicante del psicoanálisis es algo que cae de su peso, de ésta aparente simplicidad se desprenden muchas consecuencias, y en particular que sólo podría reconocerse al psicoanalista a posteriori, una vez que se prueba que analiza y, sobre todo, que gracias a sus análisis hace analistas”.