“Por darte lo que dí,
Me transformé en un souvenir[…]
No quiero mas que me dés con cuenta gotas tu amor[…]
Yo me quiero morir,
No aguanto mas estar aquí.
Asesíname, asesíname, asesíname, asesíname”¹.
El aclamado y polémico músico y compositor Charly García, uno de los padres del rock argentino, articula Amor, Odio de si y rock and roll de forma ingeniosamente lírica y provocativamente melancólica en la canción “Asesíname”, del álbum Rock and Roll YO, de 2003. Con su intensidad ácida, da voz a la cara destructiva del amor que, para algunos sujetos, a partir de la relación amorosa fantasmática, da cuerpo y lugar al odio de sí a partir de la puesta en escena del objeto, tal como en los acting-out o en la salida del sujeto de la escena, como en los pasajes al acto suicidas.
Freud, en “Duelo y melancolía”², al exponer sobre el trabajo de pérdida del objeto, localiza el Yo como objeto de amor para sí mismo y como depósito del cual la libido puede ser enviada o retirada de los objetos, incluso la pareja amorosa. Freud destaca:
“… la melancolía, como hemos llegado a saber, contiene algo más que el duelo normal. La relación con el objeto no es en ella simple; la complica el conflicto de ambivalencia. Esta es o bien constitucional, es decir, inherente a todo vínculo de amor de este yo, o nace precisamente de las vivencias que conllevan la amenaza de la pérdida del objeto. Por eso la melancolía puede surgir en una gama más vasta de ocasiones que el duelo, que por regla general sólo es desencadenado por la pérdida real, la muerte del objeto. En la melancolía se urde una multitud de batallas parciales por el objeto; en ellas se enfrentan el odio y el amor, el primero pugna por desatar la libido del objeto, y el otro por salvar del asalto esa posición libidinal”.
La canción “Asesíname” da voz, sonido y lugar a esa ambivalencia presente en la melancolía, marcada por la lucha entre el amor y el odio.