RÚBRICA 1

TRANSFERENCIA

Empezar a analizarse – La transferencia

José Fernando Velásquez – NELcf

La transferencia no se soporta solo en el desciframiento del sentido porque también pone en juego la voluntad de goce sobre aquel a quien uno se dirige[1]. El sustrato transferencial es la libido hacia el saber freudiano en referencia al orden del Padre, pero el psicoanálisis lacaniano irá a resaltar el goce de la Cosa que pervive a pesar del trabajo del sujeto por asumirse y encajar en el Otro o hacer encajar al otro. La pulsión bajo transferencia desdice la supuesta linealidad, intencionalidad y adecuación entre el sujeto y el analista. La libido lacaniana[2] que es la “deriva” del sujeto en la dimensión real, pulsional, también se hará presente bajo transferencia. La tarea del analista está compelida por este otro tipo de goces. La extimidad de lo pulsional bajo transferencia es otra presencia, diferente a la de la significación del falo, a la que el analista debe estar atento, no como receptor de sentido sino como superficie de inscripción.

Es cuestión de las piezas en la dimensión real –el objeto, la imagen y el S1 suelto–, hacer decir más allá del inconsciente transferencial, porque se trata de goces anclados en piezas reacias a la aufhebung significante[3]. Eso que habla no es traducible porque es “exterior a la máquina significante que produce sentido”[4]. “Ello habla”[5] en su monólogo de goce sucio, sin Otro, porque en este nivel no hay metalenguaje, no hay relación lenguajera con el otro. Eso que habla como fuga de sentido sucede de modo contingente[6], sorprende y es cifrable como trazo que bordea un agujero donde fracasa el Nombre del Padre, que se lee como letra, significante sin significado, imagen sin ideal, goce del objeto sin sentido. Estos goces no son separables del ser porque son lo que lo constituye como Uno.

Al sujeto lo inscribimos en la regla de la asociación libre para darle oportunidad al surgimiento, bajo transferencia, del inconsciente real que aparece como acontecimiento o como tropiezo, con una temporalidad pulsátil de apertura y cierre[7]. El acto fallido, el chiste, el sueño, son expresiones de la une-bévue, la “Una equivocación”, una microunidad[8] del psiquismo que se impone como soldadura o fijación:

  • Como un significante S1 que se localiza a distancia del saber que es efecto de la adición del S2 al S1, pero que da unidad al sentir y el gozar del cuerpo.
  • Como un real pulsional que singulariza y anula al Otro del sentido. “El objeto pulsional que responde al principio del placer, en un momento dado se transforma en algo que va mucho más allá”[9].
  • Como imagen real que estaba recubierta al abrigo del fantasma.

Algo de eso que se desprende como acontecimiento, se anuda al analista, quién lo capta y hace resonancia sobre esta pieza, y así produce una vacilación fantasmática que perturba la fórmula del sujeto con el objeto. Así es como la transferencia se reorienta a la experiencia de lo real, al goce que no se colectiviza. El analista puede presentificarlo para que el analizante se percate de eso, y se reconozca en eso “que sabe” en impersonal[10]. Los recursos son el corte, el equívoco o un acto que lo produzca.


[1] Laurent, E., “Principios rectores del acto psicoanalítico”. Recuperado en: https://www.wapol.org/es/miembros/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=5&intEdicion=27&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=268&intIdiomaArticulo=1

[2] Zaidel, R., “Punto Vivo” del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, abril de 2013. Reseña de la presentación de Jean-Louis Gault sobre el escrito de Lacan “Posición del inconsciente”, en el SCFB de abril de 2013. Recuperado en: https://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=487&rev=59&pub=0

[3] Miller, J.-A., La angustia. Introducción al seminario X de Jacques Lacan, España, Gredos, 2007, cap. 1.2.

[4] Miller, J.-A., “El inconsciente real”, curso del miércoles 15 de noviembre de 2006 (inédito).

[5] Lacan, J., “Hacia un significante nuevo”, Revista Lacaniana de psicoanálisis N°27, Buenos Aires, Grama ediciones, noviembre, 2019, p.15.

[6] Miller, J.-A., “[…] ningún acuerdo ni armonía, no hay programa, nada pre-establecido: todo está librado al azar, lo que en lógica modal se llama «contingencia»”, El seminario, libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, contratapa.

[7] Lacan, J., (1964) El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2010. p. 33.

[8] Miller, J.-A., (2006-2007) El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 253.

[9] Laurent, E., “Los objetos a”, Conferencia en la Biblioteca Nacional, Parte II, Buenos Aires, 2007. Recuperado en: http://psicoanalisislacaniano.blogspot.com/2007/07/los-objetos-eric-laurent-en-la.html

[10] Miller, J.-A., “El inconsciente real”, op. cit.

RÚBRICA 2

TIEMPO/TEMPORALIDAD

“Analizarse”: una temporalidad singular

Andrea V. Zelaya – EOL

El tema del XI ENAPOL es una apuesta de la orientación lacaniana leída e interpretada por J.-A. Miller y nos responsabiliza para dilucidar cómo “el elemento-tiempo es una dimensión constitutiva del orden de la palabra”[1], en la que se ubica el valor de ella como motor de la transferencia en las coordenadas del comienzo y trayecto de un análisis.

Ir al consultorio de un analista, desplazarse hasta allí, repetir esa secuencia, asociar libremente si se es permeable a la invitación del dispositivo, hacer un trabajo significante, querer dejar atrás el sufrimiento, no son las únicos principios por los que se atraviesa una experiencia analítica.

El reflexivo del título: “analizarse” implica también un consentimiento que, llegado el momento, implicará atravesar el fantasma como modo de respuesta al programa pulsional.

Se trata de asumir y tener en cuenta, tal como Lacan lo enunció, “entre los componentes primarios de la transferencia: la ignorancia como pasión. […]. Sin esta referencia no hay entrada posible al análisis: nunca se la nombra, nunca se piensa en ella, cuando en realidad es fundamental”[2].

Efectos de un control

Un sujeto luego de años de trabajo analítico logra aislar un significante, “clausura”, que emerge por la interpretación del analista.

A partir de aquí se reordenan y advierten los desciframientos y significaciones de lo que tejió su vida, le otorga valor de trauma inaugural y dilucida el campo pulsional implicado en su síntoma. Es indudable para el analizante que hay otro modo de saber leer y renueva su disponibilidad a “analizarse” por la apertura de una vía contingente y por venir.

Se trata de leer lo que ya estaba allí, pero de otra manera para que la alienación al estrago materno no clausure su cuerpo. Hubo un nuevo comienzo. Se puede estar mucho tiempo en análisis y también recomenzarlo nuevamente.

Se localiza el inicio de un momento distinto al trayecto del análisis iniciado por la sorpresa que precipitó esta experiencia.

En el XI ENAPOL tendremos la oportunidad de debatir y preguntarnos sobre lo que implica comenzar a analizarse en la relación que tiene cada sujeto con la causa de su sufrimiento, en sus condiciones pulsionales, como así también en su relación a la causa analítica, a la práctica de los analistas en su propia experiencia de analizantes en la Escuela.


[1] Lacan, J., (1953-1954) El seminario, libro 1, Los escritos técnicos de Freud, capítulo XXI: “La verdad surge de la equivocación”, Buenos Aires, Paidós, 1981, p. 352.

[2] Ibid., p. 394.

RÚBRICA 3

PERSPECTIVA DEL SÍNTOMA

Ser nada para el otro

Louise Lhullier – EBP

La pandemia y sus efectos han potenciado los profundos cambios observados en el orden simbólico, en el campo de lo imaginario y en el registro de lo real que hicieron emerger un mundo nuevo en este siglo XXI, creando nuevos impases en la civilización e incidiendo sobre la práctica del psicoanálisis. Tras el aggiornamento impulsado por iniciativas como el programa de investigación sobre psicosis ordinarias introducido por Miller en la década de 1990, para los Congresos de la AMP en 2012, 2014 y 2016[1], nos vemos nuevamente llamados a actualizar nuestra práctica.

El Argumento del XI ENAPOL se interroga por los cambios al inicio de los análisis, “en los últimos años”, apuntando a algo que se constata fácilmente: los sujetos que nos buscan hoy son distintos a los de la época de Freud o incluso de Lacan. ¿Cuáles son estas diferencias?

Pienso que, como dijo Brousse, “con la fragmentación, la evaporación, lo frágil que se ha convertido la instancia de la autoridad simbólica […] estamos todos en el orden de la psicosis”[2]. Desde esta perspectiva, la organización psicótica sería la “nueva normalidad”, ya que estamos “todos locos”, pues el Nombre del Padre ha perdido su valor en el orden simbólico y los múltiples predicados que funcionan “como si”[3] no cumplen la función de anudar los tres registros –real, simbólico e imaginario– de la misma manera. Incluso pueden funcionar muy bien en este nuevo mundo, pero no como el Nombre del Padre, nombre propio, singular.

Bassols[4] también abordó la caída de la autoridad simbólica y sus efectos sobre la civilización en una conferencia reciente. Él cita a Kojève al relacionar la degradación de la autoridad con el ascenso del autoritarismo y de la servidumbre voluntaria que lo hace posible. Los sujetos contemporáneos ya no reconocen la autoridad, incluida la autoridad epistémica, y la información se superpone al saber. En consecuencia, la suposición de un saber en el analista ya no tiene el mismo valor como soporte de la transferencia.

“Yo no era nada para él”. Así respondió una analista a la pregunta de un colega del cártel sobre la transferencia en el período previo a la entrada en análisis de un sujeto que, durante muchos meses, habló poco, no asoció nada y lloró mucho. Durante este prolongado tiempo, la analista soportó el lugar de nada y aguardó, renunciando al ejercicio de un poder[5] y a intentar ser alguien para ese sujeto. Así, un análisis se podría desencadenar. Me parece que este ejemplo ilustra bien lo que Bassols señala como una nueva forma de autoridad, propia del discurso analítico, relacionada con autorizar-se[6] y orientadora sobre la posición del analista, desde el primer encuentro, incluso en estos tiempos de “todos locos”: ser nada para el otro y hablar con la voz de nadie[7].

Traducción: Carolina Vignoli.
Revisión: Ana García y Marlon Cortés.


[1] Miller, J.-A., “Un real para el siglo XXI”, Presentación del tema del IX Congreso de la AMP, Disponible en: https://www.congresamp2014.com/pt/template.php?file=Textos/Presentation-du-theme_Jacques-Alain-Miller.html. Último acceso el 8/4/2023.

[2] Brousse, M.-H., “El malestar en la cultura del siglo XXI; los Unos-solos y la orientación contemporánea por la dimensión de lo posible”, Conferencia impartida el 26 de nov. 2021, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=CuStd0MSh34. Último acceso el 05/04/2023.

[3] Miller, J.-A., op. cit., pp. 11-12.

[4] Bassols, M., “Autoridad y autoritarismo: la experiencia del psicoanálisis”, Conferencia en el Seminario del Campo Freudiano de la Sección Clínica de Madrid [NUCEP], publicada el 7 de julio de 2022, Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=MrSZJ_psc3o&t=3421s Último acceso el 4/7/2023.

[5] Lacan. J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013, p. 560.

[6] Bassols, M., “Autoridad y autoritarismo: la experiencia del psicoanálisis”, op. cit.

[7] Araceli Fuentes trae esta referencia a Eric Laurent sobre la voz del analista como voz de nadie, en el 59′ del vídeo de la conferencia de Bassols, op. cit.

VARIACIONES

freud

“Este primer relato es comparable a un curso de agua atajado en parte por masas rocosas, y en parte interrumpido por bancos de arena que le quitan profundidad”.

Freud, S., (1905 [1901]) “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)”, Obras completas, vol. VII, Buenos Aires, Amorrortu, 1998. p. 16.

“Se entra en el análisis por una puerta enigmática, puesto que la neurosis de transferencia está ahí para cada cual, aun en el caso de un ser tan libre como Alcibíades”.

Lacan, J., (1962-1963) El seminario, libro 10, La angustia, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 303.

lacan

Tanto la imagen de tapa como las de interior corresponden a fotografías de la obra del artista contemporáneo estadounidense, James Archie Turrell, quien trabaja principalmente con la luz y el espacio dentro de la corriente del Land Art.