Betty Abadi

Nel Caracas

El síntoma tiene su origen desde el momento en que el sujeto se encuentra con la castración, con la prohibición del Edipo. Esta prohibición toma la forma de una negativización que lleva al sujeto a buscar una recuperación que, según el momento de su enseñanza, Lacan va a designar como falo o como objeto a. El plus-de-goce vendría a ser la ganancia de goce que obtiene el sujeto en este intento de recuperación.

En un primer momento lógico el sujeto se encuentra con su imagen especular. Sin embargo, es necesario un segundo momento lógico en el que la presencia del Otro va a determinar la construcción de la imagen a partir de la cual el sujeto se responde cómo es visto por el Otro. Construcción imaginaria que pasa por la palabra. La respuesta que el sujeto da a la prohibición que introduce la castración es por vía de este encuentro con el Otro.

Un cuerpo es lo que goza de sí mismo, es lo que decía Freud cuando hablaba del autoerotismo, [1] la diferencia es que el cuerpo del ser hablante sufre las incidencias de la palabra, por tanto ese sufrimiento se transforma en goce.

Un síntoma testimonia que ha habido un acontecimiento, un evento que marcó una huella en el hablante ser. Para Freud esta huella da cuenta de una sustitución, un Ersatz, [2] que determinará una respuesta en el cuerpo. Es esta incidencia del significante, lo que ejerce a la vez un acontecimiento [3] y un desplazamiento. Este acontecimiento, al ser una sustitución, Miller lo llama «goce metafórico». Y este goce metafórico supone la acción de un significante fuera de sentido, S1. Pero hay también un goce metonímico que se desplaza a partir de una dialéctica de los objetos y se dota de una significación simbólica, Bedeutung.

El viraje que nos presenta Lacan parte de que el significante no tiene un efecto de mortificación sobre el cuerpo, pero sí es causa de goce. [4] El significante tiene una incidencia de goce sobre el cuerpo. Esto es lo que lo lleva a definir el sinthome, que no es otra cosa que eso imposible de negativizar, es decir aquello que no pasó por la prohibición. Lacan lo llamó fi mayúscula, que no es otra cosa que la respuesta de lo simbólico ante lo real, de lo que no se puede simbolizar. [5]

Si la cura daba cuenta en un primer momento de la verdad del síntoma, de esa negativización, ahora la cura está dirigida a dar cuenta de ese goce pulsional que viene desde lo real.

El síntoma viene a ocupar el mismo lugar que ha ocupado para Freud la pulsión, viene de lo real, es lo que plantea en «Inhibición, síntoma y angustia».

La pulsión freudiana es la interfaz todavía mítica entre lo psíquico y lo somático, mientras que el síntoma lacaniano es la conexión real del significante y el cuerpo. [6]

El final de la cura marcará no solo el encuentro del goce como acontecimiento del cuerpo, sino también el encuentro con la castración como una negación lógica. [7]


  1. Freud, S., «Introducción al Narcisismo» (1914), Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 2017.
  2. Freud, S., «El yo y el ello», op. cit., p. 2731.
  3. Miller, J.-A., «Leer un síntoma», en http://ampblog2006.blogspot.com/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html
  4. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, cap. 17, Paidós, Bs. As., 2008, p. 385.
  5. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, cap. 14, Paidós, Bs. As., p. 230.
  6. Miller, J.-A., El partenaire-síntoma, op. cit, p.387
  7. Miller, J.-A., Curso de la Orientación Lacaniana, «El ser y el Uno», lección del 2 de marzo de 2011, Revista Freudiana, Nº 61, Barcelona, enero-abril 2011.