Mayra Hanze

NEL

En la muy última enseñanza de Lacan repetimos que la orientación es por lo real.

Nuestro trabajo es ir desglosando las condiciones de esta nueva axiomática.

Que no exista el Otro, remarca que hay lo Uno, que hace su apertura en el mundo por el significante y esto porque hay lenguaje, pero una vez introducido en el mundo, lo descompone [1].

La repetición del Uno conmemora una irrupción de goce inolvidable.

Entonces lo que se repite es el Uno de goce que no es algo que se descifre, no es algo sobre lo que opera la palabra, es una suerte de escritura salvaje del goce. Lacan nos dice que «escritura salvaje del goce» quiere decir fuera del sistema. Una escritura del Uno solo por completo, en tanto el S2 con el que estaría en correlato solo es un supuesto, una elucubración [2].

Este significante en tanto existe como real, el Uno, preside y condiciona todos los equívocos, todos los semblantes del ser en el discurso. En el fondo se trata de una suerte de dato básico, elemental, un Uno que merece ser llamado original ya que no se llega a ir más allá de él.

Es el Uno a partir del cual solo se puede plantear y pensar cualquier suerte de marca, porque es solo a partir de este Uno que se puede plantear y pensar la falta. Es la marca original a partir de la cual contamos según la serie [3].

El síntoma que traduce sentido no está descartado en la última enseñanza de Lacan, pero ahora la práctica clínica nos muestra que se trata de un síntoma que confirma, no traduce, la repetición del Uno de goce.

Es un síntoma que escribimos sinthome.

Es una repetición que escribimos iteración.

Es un acontecimiento que no adiciona, al contrario, es adicción.

Es una escritura que introduce la letra como mancha de un goce salvaje en el cuerpo.

Con esto, al final el recorrido analítico se plantea como una demostración de lo imposible, la demostración de un cierto acuerdo con ese goce iterativo.

«Pueden volver las coordenadas imaginarias, sus referencias simbólicas, hasta pude volver como nostalgia, pero la miel del fantasma está perdida»[4].

Esto sin duda me hace pensar si no se trata de un cuerpo sin texto, de ese antiguo texto que animaba tanto la repetición argumental del Uno amoroso, por ejemplo, que hace uno sumando dos para armar la serie.

Lutterbach nos dice que después del pedido al dispositivo tiene dos sueños.

El segundo sueño se escribe así: «Estoy dentro de mi cuerpo, mezclándome entre las entrañas, carnes, sangre, bilis, excremento. Soy el cuerpo y estoy dentro del cuerpo. Ese cuerpo en pedazos, es servido crudo en una bandeja. Soy despertada por un goce indescriptible, pura pulsión sin sentido» [5].

¿Estamos ahora ante un cuerpo que escribe el Uno iterativo?

¿Un cuerpo sin texto?


  1. Miller, J.-A., «El ser y el Uno», Curso de la Orientación Lacaniana (2011-2012), clase del 23 de marzo de 2011, inédito.
  2. Ibíd.
  3. Ibíd.
  4. Tarrab, M., «El pase y la repetición», Pase y transmisión 6, Grama, Bs. As., 2004.
  5. Lutterbach Holck, A. L., «Relato», La erótica y lo femenino, Grama, Bs. As., 2012.