Viviana Mozzi

EOL (Buenos Aires)

El apuro en compensar lo que se ha desequilibrado, es una de las respuestas contemporáneas a la demanda subjetiva ante el padecimiento, modo que ordena los cuerpos normativizándolos. Allí confluyen, la urgencia del sujeto con la del Otro, en tanto ambos aspiran a una compensación que calme la angustia desatada: el Otro respondiendo rápidamente, por ejemplo, con medicación, y el sujeto, con actos destinados a la inevitable repetición en su intento de enmudecer el síntoma.

La posición del analista y la función del tiempo serán modos de operar respecto de esta demanda que vela al parlêtre que introduce lo que sí aconteció: el singular encuentro de la lengua con el cuerpo.

Podríamos situar un pasaje de la urgencia del sujeto al tiempo del parlêtre, que incluye un elemento heterogéneo al tiempo continuo.

Se trata de producir una discontinuidad en la eternidad del tiempo neurótico. En este sentido, creo que se puede leer lo que Lacan dice acerca de que el analizante es aristotélico, silogiza y sueña (1), cree en el despertar e indica pensar que la línea del tiempo se prolonga al infinito –no cesa de no escribirse. Demorado en el fantasma, el ser queda atrapado en esa delgada línea evitando lo imposible, sin darle al presente el espesor necesario para el acto.

Curarse de la temporalidad del sujeto pensada en estos términos, abre al parlêtre que incluye el cuerpo y los ecos singulares que la contingencia del encuentro del cuerpo con la lengua tuvo en la vida de cada uno.

Del lado de la historia tenemos un tiempo no sólo cronológico sino considerado como el que uno vive en la continuidad de su existencia. Estarán allí: el retorno de lo reprimido, el sentido, las leyes, el inconsciente articulado como un saber, el síntoma. Pero será necesario su despliegue para ir bordeando lo forcluido que no espera nada de la palabra, lo sonoro sin sentido. Se trata de que, una vez despejadas las articulaciones simbólicas, reste lo que corresponde a lo fuera de tiempo que daría lugar a «saber» del modo en que uno se enredó.

La incidencia de la función del tiempo en la emergencia de la angustia abre la posibilidad del espacio para las formaciones del inconsciente y para el síntoma, la posibilidad para descongelar lo que quedó coagulado en el decir.


Bibliografía

  1. Lacan, J., «El sueño de Aristóteles», Locura: clínica y suplencia, EOLIA, DOR Ediciones, Madrid, p.16.