Graciela Lucci

EOL (Bs. As.)

Nos preguntamos por la clínica de hoy en relación al cuerpo de los niños, escuchamos sus manifestaciones que pueden ser diferentes a las de otra época, sin embargo nos interesa acentuar lo singular de dicha manifestación en cada cuerpo, y no construir una clínica de manifestaciones.

Intentaremos transmitir a partir de una viñeta clínica, la intervención de un analista y sus efectos, frente a un acting que se presenta bajo la forma de un desborde pulsional en el cuerpo.

Laura, una niña de siete años, es presentada por los padres, bajo la forma contemporánea de «niña tirana».

Parece una época signada por la orfandad de padres, con poco resto para hacer frente a los «no» que la niña les presenta.

Luego de episodios nocturnos, entre los padres y Laura, en donde abundan gritos y algún cachetazo, Laura se golpea la cabeza contra la pared.

Parece una niña abandonada a sus propios impulsos. La analista propone que, si alguna noche se siente mal, puede llamarla a su celular.

La niña hace uso de esta intervención. Una noche en medio de una crisis, la llama. Se transforma el impulso‑golpe en llamado, ofreciéndose el analista como un Otro, que aloja en transferencia la pulsión, a partir de una intervención, que como tercero se diferencia del estatuto especular de los padres.

La pulsión agita el cuerpo simbólico-imaginario de esta niña, que con su acting, dice más de lo que sabe, poniendo en escena lo que el Otro no aloja.

Es interesante ubicar el movimiento que va desde el golpe como un efecto de la lengua que es además afecto, al llamado, el cual posibilita incluir lo pulsional en lo síntomal. Podemos pensar en una suerte de enunciación en el llamado.

Si bien la norma fálica organiza el cuerpo de Laura, es singular la manera en que ella responde con una angustia deslocalizada, que a través de sus excesos e insistencias, genera rechazo en el Otro y a la vez lo consiste.

Los efectos de la intervención del analista, producen en Laura, un acotamiento de goce, comienza a anudar en transferencia una dimensión del deseo más allá de las exigencias.

En otro momento de la cura: Laura se enoja con la mamá porque tardó mucho en ir a contarle un cuento; se enfurece y golpea la almohada. Disminuye el tono de voz y dice: «No es lo mismo que golpearme yo».