Miguel Furman

EOL (Bs. As.)

En una presentación de enfermos un sujeto llamado Guillermo dice que se encuentra «exacerbado», había consumido marihuana y ácido lisérgico lo que le produjo sensaciones en el cuerpo, como por ejemplo sentir la sangre circulando en su pecho.

Además escuchaba «voces perdidas» sin sentido, que daban miedo, pero que en realidad «siempre estuvieron», trataba de definirlos como pensamientos que «piensan solos», o como si «alguien hablara en el cuerpo». Estas manifestaciones ya existían antes del consumo pero se agudizaron con las drogas.

Los pensamientos que el sujeto en la actualidad considera «mensajes telepáticos», ocurren desde que su madre murió a sus seis años, sin embargo él la «reencontró hablando en el cuerpo de una señora que conoce», de todas maneras aclara que puede «dialogar» con su madre cuando él quiere, tal como dice estar hablando en el momento de la entrevista, con su alma gemela «Guillermina», o como conversa con «más de diez personajes notorios» que están en su cuerpo.

Ante la pregunta acerca de cuáles son los nombres de esas personas, se queda en silencio murmurando algo inaudible con movimientos fonatorios en un breve soliloquio, para después decir que a pesar de que «Guillermina es tan estricta que solo se separa de ella cuando va al baño», le permitió decir algunos de los nombres. Estos son: «Almas vagantes, Principados, Potestades y Gobernadores de las tinieblas, que ahora están asimiladas al pensamiento interior y luego en cualquier momento se vuelven cosas concretas en el cuerpo».

El entrevistador, atento a la posición subjetiva del paciente le solicita que agradezca a «Guillermina» que haya permitido decir esos nombres.

Entonces el paciente quiere agregar que, con su «alma gemela» y con los personajes que habitan en su cuerpo, mantiene ahora una relación que define como familiar y de amor, es un vínculo que es más tranquilo que las voces aisladas y sin sentido.

Esta breve viñeta de una presentación de enfermos nos permite reflexionar algunas cuestiones de la relación del sujeto en la psicosis, con la voz y con el cuerpo.

Podemos decir que en este caso en principio prevalecen las voces alucinatorias, como fenómenos elementales sin sentido, enjambre zumbante de significantes unarios característicos de lalengua, es un real que «no espera y concretamente no al sujeto puesto que no espera nada de la palabra. Pero está ahí, idéntico a su existencia, ruido en el que puede oírse todo y listo a sumergir con sus esquirlas lo que el ‘principio de realidad’ construye bajo el nombre de mundo exterior. Pero en esa realidad que el sujeto debe componer, según la gama bien templada de sus objetos, lo real en cuanto cercenado de la simbolización primordial está ya. Podríamos incluso decir que charla solo».1)

Efectivamente es en la psicosis donde se constata que el sujeto está sujetado al perceptum, y eso que habla solo en la alucinación que es con objeto, muestra la presencia del significante en lo real en su dimensión de objeto voz, sin significación y hablando en el cuerpo, sin nominación por parte del sujeto.

Luego observamos el trabajo del sujeto, en su delirio como intento de curación, donde la multiplicación de las voces se organiza con una significación delirante que implica el pensamiento y el cuerpo con los nombres que corresponden, al estilo de los heterónimos de Pessoa, a cada voz con su nombre particular.

Finalmente es importante destacar que el sujeto nos advierte, que si bien esas voces multiplicadas, que ahora tienen una nominación pacificadora constituyente de su pensamiento interior, en cualquier momento podrían transformarse en «cosas concretas en el cuerpo».


  1. Lacan, L., «Respuesta al comentario de Jean Hippolyte sobre la Verneinung de Freud», Escritos 1, Siglo veintiuno, Buenos Aires, p. 373.